Así es el verdadero palacio de Herodes en una montaña en el desierto de Judea
En estas fechas muchos hogares, pueblos e instituciones lucen el clásico belén navideño. Figuras de pastores con sus rebaños, lavanderas y artesanos conviven durante unos días con los magos de Oriente, que se encaminan al pesebre donde le esperan el Niño Jesús, la Virgen María y San José en una representación de lo que debió de ser Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Un pueblo imaginario en el que no faltan casitas, talleres, posada, el portal y como no, el castillo del rey Herodes. Pero ¿cómo era en realidad la morada del tiránico monarca?
Ubicado en una montaña en el desierto de Judea, a cinco kilómetros de Belén, en Cisjordania se encuentra el sitio arqueológico y turístico de El Herodión, el verdadero palacio-fortaleza mandado construir por el rey Herodes el Grande entre los años 23 y 20 a. C.
Levantado en forma circular en la cima de un monte, que se eleva 60 metros por encima de sus alrededores, la fortaleza tenía originalmente unos 30 metros de altura, con siete pisos. Enormes torres emergían de los muros hacia el exterior por los cuatro lados. La oriental -la más alta- era una imponente torre redonda con varios pisos superiores que albergaba lujosas habitaciones, probablemente para el uso de la comitiva real. Las otras tres torres eran semicirculares, de 16 metros de diámetro y sus pisos superiores servían como centros de almacenamiento y de áreas residenciales.
Para asegurarse el abastecimiento de agua construyeron cisternas debajo de la fortaleza que se llenaban con el agua de lluvia que era canalizada desde lo alto.
Las excavaciones del palacio-fortaleza de Herodes fueron iniciadas por monjes franciscanos a finales de la década de 1950 y continuaron desde 1972 por un equipo de arqueólogos israelíes dirigido por el profesor Ehud Netzer. En 2007, este profesor descubrió la tumba del rey debajo de los restos del palacio. Según los arqueólogos, el soberano había decidido, al final de su vida enterrar su palacio con tierra extraída del pie del cerro, lo que tuvo el inesperado efecto de preservar su estructura.
Roi Porat, actualmente arqueólogo a cargo de las excavaciones, asegura que el sitio ilustra la mentalidad del rey Herodes, a quien «sólo le preocupaba una cosa: conservar su memoria para siempre».
Nuevos descubrimientos
Tras años de excavaciones, el público podrá por primera vez subir a la amplia escalinata coronada por arcos que conduce al salón principal del palacio, cuyas paredes con frescos en tonos marrones, verdes y negros, son representativos del estilo de la época. Los visitantes también podrán descubrir, al pie de las escaleras, un teatro de alrededor de 300 asientos, con su palco «VIP», donde Herodes una vez recibió al general romano Marco Agripa en el 15 a. C. Según narra Roi Porat a AFP, «fue una visita muy importante para Herodes» quien, en esta ocasión, hizo redecorar la logia pintando ventanas falsas y frescos que recuerdan la conquista de Egipto por Agripa». El palacio, cuya entrada principal da a Jerusalén, «es una cápsula romana en Judea», asegura el arqueólogo.
El rey, apodado por algunos «Herodes el Cruel» por su legendaria crueldad y su obsesión por las tramas, también era famoso por sus obras monumentales: amplió notablemente el segundo templo judío en Jerusalén, construyó la ciudad portuaria de Cesarea y los palacios de Masada y Jericho.
Tomado de www.abc.es