LECTURA: Brigadas Internacionales

En la Guerra Civil Española, las Brigadas Internacionales eran unas unidades compuestas por voluntarios extranjeros de 54 paí­ses de todo el mundo que lucharon junto al ejército leal a la República española frente al dirigido por el general Franco, que era ayudado por los ejércitos regulares de Alemania e Italia.

En total, según los datos manejados por los estudios realizados en Estados Unidos por los amigos de la Brigada Lincoln, llegaron a participar 59.380 brigadistas extranjeros, de los cuales murieron 9.934, aunque en realidad el total de militantes fue de 35.252, no habiendo nunca más de 20.000 hombres en total.

La nacionalidad más numerosa fue siempre la francesa, con una cifra cercana a los 10.000 hombres, buena parte de ellos de la zona de Parí­s. La mayorí­a no eran soldados, sino trabajadores reclutados por los partidos comunistas voluntariamente o veteranos de la Primera Guerra Mundial.

Su base se encontraba en Albacete. Las Brigadas participaron en la defensa de Madrid en 1936, las batallas del Jarama, Guadalajara, Brunete, Belchite, Teruel, Aragón y el Ebro, siendo retiradas a partir del 23 de septiembre de 1938, a fin de modificar la posición ante la intervención extranjera del Comité de No intervención.

Antecedentes

Las Brigadas Internacionales no fueron, al contrario de lo que se suele creer, ni los primeros ni los únicos voluntarios extranjeros que vinieron a luchar a España en favor de la República. Ya antes de su formación (en Octubre del 36) habí­a en la Pení­nsula un número, aunque no muy alto, de soldados extranjeros, que desde prácticamente el dí­a de la sublevación de los nacionales estaban participando en la contienda. Algunos de ellos ya residí­an en España antes del golpe del 18 de Julio y procedí­an mayoritariamente de paí­ses con gobiernos fascistas (o pseudo fascistas), de donde se habí­an visto obligados a exiliarse por su militancia progresista, socialista, comunista o anarquista. Por razones obvias, los dos principales paí­ses de origen de estos primeros voluntarios extranjeros, eran Alemania e Italia. De este primer grupo de combatientes extranjeros que ya viví­an en España al estallar la guerra, podrí­amos citar, como dos de los más conocidos, al novelista André Malraux o al socialista italiano (que años antes habí­a atentado contra el hijo de Victor Manuel de Saboya), Fernando De Rosa Lenccini. También hubo otro grupo de extranjeros que a partir del 18 de Julio fueron llegando a España por sus propios medios y se incorporaron al frente, pero si es difí­cil dar cifras sobre los soldados que conformaron las Brigadas Internacionales, mucho más aún, por la inexistencia de documentos oficiales, lo es cifrar a los extranjeros que llegaron antes de Octubre de 1936. En tercer lugar, también es destacable la incorporación a las filas del bando republicano de los participantes en las olimpiadas populares. Esta competición, organizada por las izquierdas, se estaba celebrando en Barcelona en el verano de 1936 como contrapartida a las olimpiadas oficiales que paralelamente se disputaban en Berlí­n, y en ella participaban deportistas de diversos paí­ses del mundo. Muchos de estos atletas se sumaron a las luchas callejeras de Barcelona, participaron en el levantamiento de barricadas y en la ocupación del Hotel Colón. La mayorí­a de los participantes, cuyo número oscilaba entre 174 y 300, regresaron a sus respectivos paí­ses el dí­a 24 de ese mismo mes de Julio, tras haber sido protagonistas durante la primera semana de la guerra. Las unidades formadas por estos primeros voluntarios extranjeros, se bautizaron con nombres de militares progresistas del siglo anterior como Walery Wroblewski, muerto en la Comuna de Parí­s, o de figuras polí­ticas de mucho prestigio como el socialista inglés Tom Mann. Muchos de los soldados que conformaban estas unidades, se integraron luego en las Brigadas Internacionales, pero otros muchos, por diversas circunstancias, permanecieron al margen de ellas y combatieron en otras unidades. Muchos extranjeros no se integraron en las BI, debido principalmente a discrepancias polí­ticas. En algunos de los casos lucharí­an en unidades del POUM o de otras organizaciones de izquierdas disidentes de la Komitern. Relacionado con esta cuestión, el gobierno, por un decreto puesto en marcha por Vicente Rojo siguiendo órdenes de Indalecio Prieto (en esos tiempos ministro de Defensa), ordenaba el 19 de Junio del 37, que «todos los extranjeros que prestan servicio al ejército, quedaban encuadrados en las Brigadas Internacionales». Esta orden no fue cumplida por muchos soldados, que lucharon hasta el final de la guerra en unidades ajenas a las BI.

Creación

La idea original de la creación de las Brigadas Internacionales se presentó en Moscú en septiembre 1936, donde se trataba de captar voluntarios comunistas y no comunistas para participar en apoyo de los republicanos españoles en la guerra. El Gobierno de la república no se decidió en su origen por aceptar la propuesta. La opinión cambiarí­a en octubre de ese mismo año, cuando los primeros combates evidenciaron las dificultades de victoria.

No obstante, a los pocos dí­as de la sublevación militar, muchos de los atletas que iban a participar el dí­a siguiente en la Olimpiada Popular organizada en Barcelona por Lluis Companys, se unieron en una brigada propia, muriendo el atleta austriaco Mechter el 19 de julio, siendo considerado el primer brigadista caí­do en combate. Y en agosto en Irún, entró en combate el batallón Commune de Paris, compuesto sobre todo de franceses y belgas, comandado por Jules Dumont.

La sede internacional de reclutamiento se estableció en Parí­s bajo la dirección del Partido Comunista de la Unión Soviética y el Partido Comunista francés. Desde el gobierno se tramitaba la documentación necesaria, se hací­a llegar a Parí­s y desde allí­ a los voluntarios que, desde toda Europa, llegaban ví­a ferrocarril a Albacete.

El 23 de octubre, Francisco Largo Caballero crea la División Orgánica de Albacete con un Comité de Organización encargado de asistir de manera centralizada a los voluntarios que llegaban del extranjero. Andre Marty, secretario de la Tercera Internacional y hombre, al parecer, de la plena confianza de Stalin, será nombrado Jefe de la base. Los que llegaban iban a distintas poblaciones: La Roda, Tarazona de la Mancha, Villanueva de la Jara y Madrigueras eran los lugares de mayor concentración.

Las movilizaciones se extendieron por toda Europa, pero en paí­ses como Alemania e Italia se identificaron como el primer paso para combatir el fascismo y el nazismo emergente en ambos estados. Los primeros brigadistas llegaron el 14 de octubre de 1936.

Las primeras Brigadas formadas (XI, XII y XIII) estaban compuestas de franceses, belgas, italianos y alemanes voluntarios. Dentro de cada brigada se constituyeron batallones, generalmente de miembros de la misma nacionalidad para facilitar las comunicaciones entre los integrantes.

Origen de los brigadistas

Hubo brigadistas de más de 50 paí­ses del mundo. El paí­s que más voluntarios aportó fue Francia, con más de 10.000 según algunas fuentes (Andre Castells la eleva hasta 15.000). El segundo contingente más importante era el de alemanes y austriacos con unos 5.000, en su mayorí­a exiliados en Paris y Bruselas. También destacaron los contingentes de Italia (4.000), los 2.500 británicos, 2.000 estadounidenses y un millar de latinoamericanos. Aunque estas fueron las aportaciones más importantes cuantitativamente hablando, no podemos dejar de mencionar a paí­ses como México, Abisinia, Polonia, Albania, Checoslovaquia, Hungrí­a, Bulgaria, Suecia, Holanda, Cuba o hasta San Marino, desde donde también llegaron voluntarios.

Los brigadistas procedí­an de muy diferentes estratos sociales, desde intelectuales a trabajadores manuales, pasando por militares. Muchos sindicalistas, mineros de Centroeuropa, estibadores y cargadores de los principales puertos europeos, miembros del ejército ex-combatientes de la Primera Guerra mundial, médicos, afroamericanos y orientales naturales de suburbios neoyorkinos, también estadounidenses eran un numeroso grupo de universitarios, británicos procendentes de las zonas de concentración industrial, algunos escritores, artistas, polí­ticos y muchos militares de la Europa del Este. Como vemos, la procedencia tanto geográfica como social y profesional era de una heterogeneidad impresionante. El importante número de intelectuales, médicos, artistas y cientí­ficos que integraban las BI, ha hecho que en muchas ocasiones se les haya definido como «la unidad militar más intelectual de la historia». Hay que añadir en este apartado que hubo varios escritores como Ernest Hemingway y George Orwell, que aunque sí­ participaron en la guerra y escribieron algunas obras que se han hecho muy populares (Por quién doblan las campanas u Homenaje a Cataluña) no se encuadraron dentro de las Brigadas Internacionales.

La filiación polí­tica mayoritaria, era la comunista, ya que casi todos estaban reclutados por los PC’s. Sin embargo variaba según el paí­s de origen; por ejemplo, de los norteamericanos los marxistas no llegaban ni a la mitad, mientras que el contingente alemán los soldados de filiación comunista estaban en torno al ochenta por ciento. La filiación de los brigadistas no pro-soviéticos, iban desde el socialismo hasta el anarquismo pasando por todas las formas del progresismo antifascista. Fueron muchos los brigadistas que acabarí­an convirtiéndose, por diferentes razones, en personajes de notable importancia histórica. Por dar algunos ejemplos se podrí­an citar los nombres del alemán Willy Brandt, que serí­a alcalde de Berlí­n, el intelectual holandés Jef Last, el militar húngaro Kleber, el pintor mexicano David Alfaro Siqueiros, el General polaco Walter, Josip Broz (Tito), presidente de Yugoslavia (la participación de este último ha sido bastante discutida), y otros muchos alemanes que llegarí­an a ocupar importantes cargos en la RDA.

Acciones de guerra

Las primeras operaciones de combate en las que participaron las brigadas (en concreto las número XI, XII y XIV) fueron en la Batalla de Madrid a partir del 4 de noviembre de 1936 hasta febrero de 1937, durante la primera ofensiva del ejército nacional, que ocupaba ya Getafe y Leganés.

Con 1.550 hombres y mujeres (1.628 según los archivos soviéticos), se instaló el Cuartel General en la Facultad de Filosofí­a y Letras, siendo las unidades brigadistas muy activas en los alrededores de la Casa de Campo, enfrentándose al general Varela, en los accesos desde la carretera de Valencia, la defensa de la Ciudad Universitaria y los accesos a Guadarrama, en un amplio despliegue que los llevaba en algunas ocasiones a combatir en las puertas del mismo Getafe.

En la Batalla del Jarama, ofensiva iniciada para conquistar Madrid desde el sur por las tropas nacionalistas el 6 de febrero de 1937, se enfrentó la XV Brigada compuesta por unidades de rusos, norteamericanos y británicos fundamentalmente. Participaron en la contención de la ofensiva y capturaron prisioneros. Los enfrentamientos se alargaron hasta el dí­a 27.

En la Batalla de Belchite de 1937 participaron las brigadas XI y XV. Durante la Batalla de Guadalajara iniciada por tropas italianas el 9 de marzo de 1937 para tratar de penetrar desde el norte en Madrid, las tropas republicanas se enfrentaban a un ejército de 30.000 hombres, 80 carros de combate y 200 piezas de artillerí­a. En el escenario se encontraron combatiendo la XI y XII Brigada Internacional que sufrieron gran cantidad de bajas.

Ofensiva republicana sobre Teruel. Invierno 1937-38. En esta ofensiva republicana, que tení­a como intención desviar la presión nacionalista sobre el frente norte, participaron todas las BI (ya muy mermadas), excepto la XIV. De cara a las sesiones del Comité de No Intervención, el gobierno mantuvo que serí­an sólo las tropas españolas las que lucharí­an, pero esto pronto se demostró como una falsedad cuando el 7 de Diciembre llegó la orden a la base brigadista en Albacete de que partiesen hacia Aragón. Los brigadistas tuvieron también un importante papel en los grupos de guerrilleros que se infiltraron tras las lí­neas antes de la batalla para sabotear las comunicaciones enemigas. La reconquista de Teruel por parte de los nacionales en Febrero del 38, costó, especialmente a la Brigada XI, un altí­simo número de muertos.

Brigadas: denominación, composición e historia

Los primeros voluntarios llegaron a Albacete el dí­a 12 de Octubre, y a partir de ahí­ llegarán convoyes casi diariamente durante los dí­as sucesivos. El dí­a 15, Luigi Longo (luego se hará llamar Luigi Gallo), empezó a organizar las primeras compañí­as. Otros que se suman al primer órgano de dirección son Allard, Wisniewski, Hans Kahle, Jean Marie Franí§ois, Lalmanovic o Ribiere. Este comité organizador se vio superado ante la llegada de tantos voluntarios y pronto se transformó en un comité militar, en el que aparte de los ya mencionados entraron otros como el Comandante Vidal y André Marty, que se convertirí­a en el jefe de la base y de las Brigadas Internacionales. El encuadramiento en los distintos grupos se efectuó en función de grupos idiomáticos y de origen. Los jefes, en un principio fueron elegidos por los propios voluntarios, pero más tarde, la elección pasó a hacerse en función de las necesidades. Al lado de cada jefe militar habí­a un Comisario Polí­tico, cuyas tareas principales eran de carácter polí­tico (mantener la moral, arengar polí­ticamente a las tropas, etc) aunque en ocasiones también tení­an que asumir labores militares. Se formaron siete brigadas, llamadas de la siguiente forma XI, XII, XIII, XIV, XV, 129 y 150. Cada brigada se dividí­a a su vez en tres (salvo en algunos casos en los que habí­a cuatro) batallones que en un principio rondaban los 650 hombres cada uno. Estos batallones recibí­an nombres con un claro contenido polí­tico como Garibaldi o Commune de Paris.

La marcha de las Brigadas

El año 1938 se suceden los intentos para poner fin a la guerra civil desde los organismos internacionales.

La República era consciente de su debilidad, y Juan Negrí­n juega la baza de apostar por un proceso de pacificación, emitiendo con ocasión del 1 de mayo de 1938 un posible acuerdo basado en trece puntos, entre los que se incluí­a la retirada de todas las fuerzas internacionales presentes en el conflicto. Esto se uní­a a una intensa labor diplomática, encabezada por Manuel Azaña en la que se mostraba a Francia y Gran Bretaña la conveniencia de tener un fuerte aliado en el sur ante los acontecimientos que se precipitaban en Europa tras la ocupación de Checoslovaquia por Hitler.

El Gobierno de la República comunicó oficialmente a la Sociedad de Naciones y al Comité de No Intervención su firme compromiso en la retirada de las Brigadas Internacionales el 21 de septiembre. La propuesta llegó al bando nacionalista, si bien Franco comunicó «oficiosamente» que era tarde ya para cualquier acuerdo. De todas formas, el Gobierno de la República consumó el proceso de desmovilización esperando que la buena voluntad sirviera para que las potencias europeas presionaran a Franco.

El 23 de septiembre de 1938 los brigadistas vivieron su último dí­a de combate, pero no serí­a hasta el 27 de octubre que los internacionales del Ejército del Centro y de Levante serí­an reagrupados en Valencia. Mil quinientos hombres. Al dí­a siguiente ocurrió igual con los brigadistas de Cataluña, que fueron reunidos en Barcelona.

El ejército les brindó un gran homenaje bajo el lema: Caballeros de la libertad del mundo:¡buen camino¡. El mayor de los homenajes que se les rindió, fue el desfile celebrado en Barcelona el 28 de Octubre. Toda la ciudad amaneció con pancartas y carteles alusivos a las Brigadas Internacionales. Ante Companys, Azaña, Negrí­n, Vicente Rojo y más de 300.000 personas, los internacionales desfilaron por la Avenida 14 de Abril (actual Avenida Diagonal), en un ambiente altamente emotivo, con un histórico discurso de Dolores Ibárruri.

Hubo actos similares de homenaje en Valencia y Madrid. Tras un desfile en el que la gente los despidió con aplausos, llantos y cubriendo la calzada de rosas tras un espectacular despliegue de cazas republicanos los brigadistas estaban listos para partir.

La mayorí­a de los menos de diez mil brigadistas supervivientes a la guerra tratarí­a de volver a sus paí­ses. Muchos de ellos no tendrí­an problemas (franceses, británicos, norteamericanos), pero otros muchos se verí­an con situaciones complejas: los italianos, alemanes, búlgaros y canadienses se vieron entre la espada y la pared. Formalmente eran expulsados de España pero, o serí­an detenidos en sus paí­ses al regreso debido al triunfo en los mismos del fascismo y el nazismo, o bien habí­an salido sin autorización. Algunos se refugiaron en casas particulares en Cataluña y otros pasaron ilegalmente la frontera francesa.

Después de la Guerra

Tras la salida de las Brigadas internacionales, y con el regreso a sus paí­ses de origen, sus miembros fueron acogidos de forma distinta. En un principio muchos fueron tachados de mercenarios, mientras otros fueron condecorados en su propia tierra. La llegada de la Segunda Guerra Mundial evidenció el papel que habí­an tenido estos combatientes en España.

El 26 de enero de 1996, el Congreso de los Diputados español concedió la nacionalidad a los brigadistas, cumpliendo así­ la promesa realizada por Juan Negrí­n cuando estos abandonaron España.

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