La Batalla de Moscú

La euforia de Hitler

Luego de la batalla de Vyasma, Moscú está casi a la vista y nada parece detener a las fuerzas alemanas.   En su irreflexiva euforia, Hitler emite una Directiva mediante la cual se ordena una reducción en la producción de municiones.  Las tropas alemanas todaví­a visten el uniforme de verano y detrás de la ofensiva sólo queda «tierra quemada.»

Las enormes pérdidas rusas en la Batalla de Vysama fueron de tal magnitud, que el Alto Mando alemán pensó que el Ejército Rojo estaba totalmente incapacitado para continuar la lucha.  Tanto el General Bock como la oficialidad y la tropa confiaban en que la toma de Moscú estaba al alcance de la mano.  Hacia el 15 de octubre, los ejércitos se pusieron nuevamente en marcha.   El Cuartel General del Grupo de Ejércitos Centro se habí­a trasladado de Roslavl a Spas-Demesk el dí­a 6 de octubre y a Yukhnov el dí­a 10 de ese mismo mes.

Fin de la euforia de Hitler

Después de una serie de batallas, a fines de octubre y comienzos de noviembre, los mandos alemanes ven con asombro que los rusos sacan fuerzas de flaqueza y presentan una resistencia denodada en todo el frente.  El ejercito rojo que semanas antes parecí­a totalmente destruido como fuerza militar, mostró su presencia y endureció la lucha.

Nuevas lí­neas de defensa

Los mandos rusos establecen nuevas lí­neas defensivas desde Serpuhkov a Naro-Forminsk y desde allí­ hacia el norte.  Nuevas divisiones rusas llegan desde Siberia ante la seguridad de que los japoneses no atacarí­an, versión confirmada por la inteligencia soviética gracias a los informes del Dr. Sorge quien asegura que los japoneses se preparan para atacar a Estados Unidos en Hawai y que por tanto la frontera este de la Unión Soviética no corre peligro.  Hacia el este de Moscú se extienden enormes campos minados con fortificaciones y alambradas, en previsión de los movimientos envolventes de los alemanes.  Los restos de los derrotados ejércitos forman nuevas unidades y los obreros moscovitas son movilizados.

Fuerzas soviéticas

Tres frentes tomaron parte en la defensa de la capital soviética: Frente Oeste al mando del Mariscal Semyon Timoshenko y luego desde el 10 de octubre por el General Georgiy Zhukov; en Bryansk las fuerzas eran comandadas por el General Andrei Yeremenko y el Frente de Reserva comandada por el Mariscal Semyon Budieny, que el 10 de octubre pasó a reforzar a las fuerzas de Zhukov.   El número de efectivos sumaba 1.250.000 hombres con 7600 cañones y morteros, más 990 tanques.

Defensas de Moscú

El sistema defensivo de Moscú formaba parte del plan integral de defensa soviético en el teatro de guerra occidental y contaba con tres lí­neas de defensa. La primera era la Lí­nea Rzhev-Vyazma a unos 200 km al oeste de Moscú. La segunda era la Lí­nea Mozhaisk que uní­a Kalinin con Mozhaisk y Kaluga. La tercera era la defensa externa de Moscú. Dentro de la propia ciudad fue organizado un sistema defensivo que involucraba en especial a la población moscovita. En todos los distritos fueron organizados batallones antitanques entrenados para la lucha en las calles. Unos 24 mil moscovitas fueron enrolados en la artillerí­a antiaérea y unos 500 mil trabajadores, la mayorí­a mujeres de todas las edades, fueron asignados a la construcción de obstáculos y fortificaciones. En total levantaron 30 km de «dientes de dragón», 19 km de trincheras, 26 km de alambradas y 10 km de barricadas. Muchas casas fueron convertidas en nidos de ametralladoras.

Los abastecimientos

El abastecimiento alemán se complica por la distancia y las acciones de los partisanos rusos que azotan las lí­neas de los convoyes alemanes.   El tráfico por ví­a férrea se entorpece debido a las diferencias en el ancho de los vagones; sólo Rusia y España emplean un diferente espaciamiento entre las ví­as de los ferrocarriles, pues el resto de Europa ha estandarizado sus sistemas para facilitar el intercambio comercial.  Los reemplazos no llegan en suficiente cantidad y los suministros también son insuficientes.   La artillerí­a pesada ha quedado detenida entre el fango, pues ya no son nubes de polvo lo que cubren los caminos, sino la Rasputitza creada por las lluvias que convierte las estepas en lodazales.  El fango se traga a la artillerí­a pesada que no puede continuar su camino hacia el frente.  La infanterí­a, caballos y blindados ligeros, quedan atascados en el lodo viscoso.  Sólo los tanques pueden avanzar con dificultad.  Lentamente la temperatura comienza a descender.

Mandos soviéticos

El general Rokossovski se encuentra en Istra; el general Bielov en Kachira; el general Bolsin en Tula; el general Govorov en Kulebiakin, el general Golikov en Tepifania; el general Pantilov en la ví­a a Vologolask; el general Dovator en Venen; el general Koniev defiende el sector de Kalinin y el general Leliuschenko el sector de Klin.  Estos son los mandos que deben detener la ofensiva alemana contra la capital.

Traslado del gobierno a Kuibishev

Pese a cinco fuertes ofensivas contra la capital soviética, la última a mediados de octubre que amenaza seriamente al gobierno bolchevique, el Alto Mando alemán no está conforme con los resultados.  En previsión de lo que pudiera suceder, Stalin ordena que el gobierno se traslade a Kuibishev, antigua Tamara que se encuentra a 900 Km. de Moscú.  El dictador ruso se mantiene al mando en el Kremlin.

Conferencia en Orsha

A mediados de noviembre, el mando alemán realiza una conferencia en Orsha, sobre el rí­o Dnieper, para discutir la situación, cuando la época de las lluvias arrecia y ya se sienten los primeros frí­os del invierno.  Las opiniones están divididas, unos generales recomiendan atrincherarse y esperar que mejore el tiempo, mientras otros opinan que es mejor llegar a Moscú cuanto antes, para que las fuerzas acorazadas puedan acudir en ayuda del Grupo de Ejércitos Norte que requiere urgentemente de refuerzos.  Rundstedt, al mando del Grupo de Ejércitos Sur, opina que es mejor pasar a la defensiva.  El Grupo de Ejércitos Norte está tan debilitado que no puede ni desea hacer ofensivas en su sector.   El Grupo de Ejércitos Centro aboga por un esfuerzo para continuar con la ofensiva y capturar Moscú.  Después de la conferencia, los comandantes hicieron consultas con sus mandos en sus respectivos sectores.   Los jefes militares reconocí­an la debilidad de sus fuerzas, pero aceptaban que era necesario tomar la capital soviética, para luego cortar las lí­neas de suministros que llegaban desde Siberia.  La decisión final fue continuar la ofensiva apenas cesaran las lluvias.

Orden de Batalla

El 4to Ejército de von Kluge recibe la responsabilidad de dirigir el ataque a Moscú y dispone las fuerzas de la siguiente forma: el ala derecha compuesta de fuerzas muy débiles toma posiciones desde el rí­o Oka al rí­o Nara.  Al sur de Oka se encuentran las fuerzas Panzer de Guderian quien debe avanzar por Tula.  El grueso de las tropas ocupa el sector central en el camino de Podolsk a Maloyaroslavets y a lo largo de la carretera Smolensko-Moscú y los Panzers de Hoepner se encuentran a lo largo del rí­o Moscova entre Ruza y Volokolamsk.  Por su parte von Kluge dispone de 11 cuerpos de ejército de los cuales 9 son divisiones Panzer.

íšltima ofensiva

Una vez que paran las lluvias y se sienten las primeras heladas, preludio del crudo invierno; los Panzers comienzan a rodar por los helados caminos.  Las piezas de artillerí­a atrapada por el lodo fueron recuperándose poco a poco aunque el intenso frí­o quebraba el acero como si fuera vidrio.  El enemigo fue empujado hacia el este con no poca resistencia, pues la orden de no retroceder dictada por Stalin surtí­a efecto.  El 20 de noviembre comienza a nevar y la temperatura cae a 30 grados bajo cero, frenando el avance de la infanterí­a.  Los tanques cruzan el rí­o Klin y las avanzadas se encuentran frente al canal Moscú-Volga, cuando sorpresivamente nuevas fuerzas rusas provenientes del este rompieron el flanco norte.  Los primeros blindados llegan a los suburbios de la ciudad en Oseretkoye y unidades de reconocimiento ingresan a los arrabales de Moscú por el oeste.  El dí­a 28 las fuerzas acorazadas de Hoepner atacan a lo largo del rí­o Nara en dirección a Moscú y dos dí­as después conquistan Kaluga.  Los tres objetivos principales de la ofensiva son conquistar Kalinin, para desbordar Moscú por el norte; atacar Tula para cercarlo por el sur y atacar frontalmente por Vyasma.  Sólo se logra este último objetivo.  Las fuerzas de Hoepner se detienen y le pide a von Kluge que el 4to Ejército ataque por el centro para aliviar la presión sobre el grupo de carros.   El dí­a 29 se realiza el ataque ambos lados de Naro-Forminsk, pero el ataque se detuvo el dí­a 2 de diciembre ante la imposibilidad de seguir avanzando.  Sólo una unidad de reconocimiento de la 28 División de infanterí­a logró ingresar en los arrabales del sudoeste de Moscú.  A la mañana siguiente, el ataque fue repelido por tanques y un batallón de obreros de Moscú.

Zhukov salva a Moscú

Stalin ordena a Timoshenko tomar el mando del frente sur para sustituir a Budieny y la defensa de Moscú pasa a ser responsabilidad de Zhukov.  Los primeros dí­as de diciembre Zhukov realiza una contraofensiva haciendo retroceder a las fuerzas de Kluge, que se encuentran en el lí­mite de su resistencia, y así­ salva a Moscú de ser invadida.  La Batalla de Moscú, que se inició el 2 de octubre, termina el 6 de diciembre, mostrando un ejército alemán en retirada, sin capacidad ofensiva, escaso de combustible, sin uniformes adecuados para el invierno, sin apoyo aéreo suficiente y agotado totalmente.  Los dí­as de gloria de la Blitzkrieg llegan a su fin y los mandos alemanes se convencen que deben desarrollar nuevos métodos y nuevas armas, para resistir el embate de los rusos.

 

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