La guerra de sucesión (1700…)
Si bien en un principio sólo Austria se negó a reconocer a Felipe V como rey de España, una serie de torpezas cometidas por el monarca francés Luis XIV traería como consecuencia una larga guerra, que durante doce largos años ensangrentaría los campos europeos.
1. Las causas
– La oposición austriaca al testamento de Carlos II.
– La política desacertada del Rey Sol al declarar, en diciembre de 1700, que el nuevo monarca español, su nieto, no podía renunciar a sus derechos sobre la corona francesa, lo que abría la posibilidad de reunión de ambos tronos en un solo soberano, rompiéndose así la Teoría del Equilibrio Europeo.
– La apertura a Francia del comercio con las Indias, que provocó el recelo de Inglaterra y Holanda.
– La toma por parte de Francia de las plazas de la «Barrera Belga», lo que suponía un peligro para la Holanda.
2. Los contendientes
El emperador Leopoldo I supo aprovechar hábilmente aquella situación para formar la Gran Alianza de La Haya (1 septiembre de 1701), en la que se integraron Austria, Inglaterra, y la mayor parte de los príncipes del Sacro Imperio Romano Germánico. A esta coalición se unieron, en 1703, Portugal y Saboya. Cada uno de los aliados pretendía una parte de Imperio español: si alcanzaban la victoria, Inglaterra recibiría Menorca, Gibraltar, Ceuta y la tercera parte de las Indias españolas; Holanda, parte de Flandes y otro tercio de las Indias; El Milanesado sería para el Imperio; Galicia y Extremadura para Portugal; y el resto de la monarquía española quedaría para el archiduque Carlos, segundo hijo del emperador alemán.
Frente a ellos, Felipe V contaba con Francia, dos príncipes alemanes, y como es natural con España, aunque algunos súbditos de la corona de Aragón cambiarían de bando en 1705.
3. Los jefes militares
En esta contienda tuvieron ocasión de distinguirse grandes militares, entre los cuales merecen mención:
El general inglés John Churchill, duque de Marlborough, cuyo nombre se hizo tan famoso en Francia y en España, que se ha perpetuado en ambos países en canciones infantiles: el célebre Mambrú, vulgarización de su título nobiliario.
Jacobo Stuart Fitz-James, duque de Berwick, hijo natural del rey Jacobo II de Inglaterra y sobrino de Marlborough, que se naturalizó francés al perder su padre la corona, y consiguió para los borbones el triunfo de Almansa.
El mariscal Eugenio de Saboya-Carignano que, aunque nacido francés, combatió en el bando austriaco.
Claudio Luis Héctor, duque de Villars, mariscal de Francia, posiblemente el mejor general de Luis XIV en la Guerra de Sucesión.
Luis José de Borbón, duque de Vendome, militar francés fallecido en Vinaroz y sepultado en El Escorial por orden de Felipe V.
4. Guerra europea
Los hechos de armas fueron, en general, desfavorables para las tropas borbónicas a lo largo del conflicto en los campos de Europa (exceptuando la Península). Las hostilidades comenzaron ya en 1701 en el norte de Italia, entre austriacos y franco-españoles, resultando heridos el propio Felipe V en Luzzara (14-15 de agosto de 1702). En el frente de batalla de Flandes y el Rin, Marlborough se apoderó de Lieja y, junto a Eugenio de Saboya, venció a los franceses en Hí¶chtí¤dt (13 de agosto de 1704). Una reacción hispano-francesa permitió la toma del Ducado de Saboya. Poco antes, el 4 de agosto de 1704, la escuadra inglesa había ocupado Gibraltar en nombre del pretendiente.
En 1706, tras las decisivas batallas de Ramillies y Turín, España dejaba de dominar Flandes y el Milanesado. En 1707, la escuadra anglo-holandesa se apoderaba de Orán, Cerdeña y Menorca. En 1709, Luis XIV inició gestiones para conseguir la paz, pero fracasaron ante las duras condiciones de los aliados, que le exigían luchar contra su propio nieto. Aquel mismo año, los partidarios del archiduque consiguieron que éste fuese reconocido como rey de España por el Papa Clemente XI, lo que provocó la ruptura de relaciones entre Felipe V y el Vaticano.
Los fallecimientos sucesivos de Leopoldo I (1705) y de su primogénito José I (1711), que elevaron al trono imperial al archiduque Carlos, resultaron decisivos. Inglaterra, que entre otras cosas luchaba para impedir la eventualidad de la unión de las coronas francesa y española, viendo que de continuar la contienda, con toda seguridad acabarían reunidos los tronos del Sacro Imperio Romano Germánico y España, se apresuró a comenzar las negociaciones de paz, que culminaron en 1712 con la renuncia de Felipe V a sus derechos sucesorios sobre el trono francés. Ni Holanda, ni Portugal, ni el Imperio aceptaron el cese de hostilidades, continuando la guerra en Flandes, donde Villars derrotó a Eugenio de Saboya cerca de Denain, victoria que permitió un respiro a Francia. Portugal, y poco después Saboya y Holanda, se adhirieron armisticio unos meses más tarde; sólo Austria mantuvo la guerra hasta que la ocupación francesa de Friburgo obligó a los Habsburgo a firmar la paz.
5. Guerra Civil
Pero en 1705 se produciría un acontecimiento vital para nuestra historia, la Guerra de Sucesión Española, además de su carácter internacional, pasó a ser una contienda civil. Hacía más de cuatro años que Felipe V reinaba en España con el acatamiento de todos sus súbditos, cuando en el verano de 1705, algunos territorios de la corona de Aragón reconocieron como rey al pretendiente austriaco con el nombre de Carlos III, desacatando la autoridad de Felipe V. Este levantamiento vino determinado por:
– La propaganda austriaca, que insistía en el carácter centralista de la administración borbónica.
– Algunos atentados cometidos contra el régimen autónomo tradicional.
– La coactiva presencia de la escuadra aliada en distintos puertos mediterráneos.
Dentro de la gran complejidad de la sublevación, se puede, sin embargo, afirmar la ausencia en todo momento de un sentimiento separatista. En el plano estamental, la confrontación presentó un doble cariz; en la corona de Castilla, pueblo y clero apoyaron la causa borbónica, mientras la alta nobleza era partidaria del archiduque; por el contrario, en la corona de Aragón, se invirtieron los términos.
En 1706 la causa se presentaba mal para Felipe V, llegando al extremo de tener que abandonar Madrid ante el ataque del pretendiente. En abril de 1707, las fuerzas franco-españolas derrotaron al ejército aliado en Almansa, propiciando así la caída de gran parte de los reinos valenciano y aragonés. Durante 1708, las tropas felipistas completaron su dominio sobre Valencia al tiempo que avanzaron hacia Cataluña.
En 1710, una ofensiva aliada desde Barcelona logró detener a las fuerzas borbónicas en Almenara, llegando incluso a tomar de nuevo Madrid. Sin embargo, las victorias de Brihuega y Villaviciosa de Tajuña (Guadalajara), decidieron la guerra en España a favor de Felipe V. Poco a poco, los austriacos abandonaron Cataluña a su suerte. Barcelona cayó tras heroica resistencia en 1714.
Con la toma de Palma de Mallorca en julio de 1715 terminaba definitivamente la Guerra de Sucesión Española, cuando hacía tiempo que se había firmado la paz general.
6. Los tratados de paz
En virtud de los tratados de Utrecht y Rastatt, las potencias europeas reconocían como rey de España y de las Indias a Felipe V, con renuncia por su parte a suceder al trono francés, así como de los Borbones franceses a la corona española. Inglaterra recibía Gibraltar y Menorca, además de la autorización de enviar anualmente un navío de «permiso» de quinientas toneladas a comerciar a la América española, y el monopolio de la trata de negros. Austria era recompensada con los Países Bajos, Cerdeña, el Milanesado, Mantua, Mirandola y Comachio. Sicilia pasaba a poder de Saboya; y a Portugal se le devolvía la colonia de Sacramento, conquistada por España en 1705.
En suma, estos tratados significaron el triunfo de Inglaterra y de su política de equilibrio europeo, el ocaso de Francia como primera potencia, y la ruina de la hegemonía española en Europa.