Lluí­s Companys I Jover

(El Tarrí²s, Urgell, 1882-Barcelona 1940).Abogado, periodista y polí­tico, durante los años de la Segunda República fue el segundo presidente de la Generalitat de Catalunya. De muy joven se trasladó a vivir a Barcelona, donde estudió derecho y pronto se decantó hacia la polí­tica. Republicano de primera hora, durante los primeros años del siglo militó en la Asociación Escolar Republicana, en la Solidaritat Catalana, la Unió Federal Nacionalista Republicana y el Partit Republicí  Reformista. En 1917 fue uno de los fundadores del Partit Republicí  Catalí , a quien representó como concejal en el Ayuntamiento de Barcelona. Sensible a la problemática social, como su amigo, el también abogado Francesc Layret, a partir de 1919, cuando se iniciaron las grandes movilizaciones obreras presididas por la CNT, apareció el pistolerismo y se incrementó la represión gubernamental, actuó como abogado de los trabajadores y, por esta razón sufrió persecuciones y deportaciones. En 1920, tras el asesinato de Francesc Layret, a manos de pistoleros de la patronal, fue elegido diputado por Sabadell. Y siguió los mismos pasos de su amigo en la defensa de los campesinos arrendatarios, en contra de los propietarios. En 1921, junto a otros republicanos, fue configurando la idea que ya habí­a tenido Layret de constituir una organización sindical de campesinos, que quedó formalmente creada en 1922 con el nombre de Unió de Rabassaires i Altres Cultivadors del Camp de Catalunya. Companys redactó los estatutos del nuevo sindicato y fundó y dirigió su periódico «La Terra». Tuvo una participación decisiva en la creación de l’Esquerra Republicana de Catalunya, que alcanzó un éxito electoral inesperado en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931. Dos dí­as después proclamó la República desde el balcón del Ayuntamiento de Barcelona. A lo largo de la etapa republicana, fue diputado a Cortes de la República, en el Parlamento de Catalunya -que también presidió-, gobernador civil de Barcelona y ministro de Marina del gobierno republicano presidido por Azaña. A principios de enero de 1934 sucedió a Francesc Macií , que habí­a fallecido el 25 de diciembre de 1933, como presidente de la Generalitat de Catalunya. Impulsó la Ley de contratos de cultivo, que a lo largo del año 1934 fue un motivo de crispación social y polí­tica con los propietarios de tierras catalanes y con el gobierno de la República, y el dí­a 6 de octubre de 1934, como respuesta por la entrada de ministros antirrepublicanos de la CEDA en un gobierno presidido por Lerroux, proclamó el Estado Catalán de la República Federal Española. El movimiento se desarrolló paralelamente a una huelga general que los sindicatos habí­an proclamado en todo el Estado y a una insurrección obrera protagonizada por los obreros asturianos, y que fue duramente reprimida por Franco. Al fracasar el movimiento, fue detenido, juzgado y condenado a treinta años de cárcel. Recuperó la presidencia de la Generalitat después de las elecciones de febrero de 1936. Al estallar la guerra civil, en julio de 1936, no consiguió evitar la hegemoní­a polí­tica de la CNT y del conjunto de las fuerzas obreras que en Cataluña habí­an hecho fracasar la sublevación militar-fascista, pero preservó las instituciones y consiguió que finalmente, en septiembre de 1936, el conjunto de organizaciones obreras catalanas se integrasen en el gobierno de la Generalitat. A partir de octubre de 1937 abundaron sus enfrentamientos con el gobierno republicano de Negrí­n instalado en Barcelona, y en abril de 1938, una vez el frente habí­a llegado a tierras catalanas, escribió una amarga carta a Negrí­n, quejándose de las arbitrariedades que estaba cometiendo y de la marginación que sufrí­a el gobierno catalán. En 1939 se exilió a Francia, donde fue detenido por los alemanes al producirse la invasión nazi. Trasladado a España, fue juzgado por un tribunal militar, sin ningún tipo de garantí­as procesales, condenado a muerte y finalmente fusilado en Montjuic el 15 de octubre de 1940. No quiso que se le vendaran los ojos y sus últimas palabras, frente al pelotón de fusilamiento, fueron: «¡Per Catalunya!».



También te podría gustar...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *