¿Merece la pena conseguir un título de inglés solo para incluirlo en el currículum?

Es el eterno debate: ¿para demostrar que se sabe hablar inglés hace falta un título o no? Ni la pregunta tiene una respuesta inequívoca, ni los certificados oficiales de idiomas son la única prueba irrefutable de que uno domina la que se ha convertido en lengua franca. Pero tampoco se han convertido en papel mojado. Además de que son un pasaporte necesario para unos cuantos procedimientos oficiales: estudiar en el extranjero, acceder a ciertas oposiciones, solicitar becas y visados…

“La certificación de idiomas ha evolucionado considerablemente en los últimos años. El principal motor ha sido la movilidad internacional por razones académicas, profesionales y personales”, analiza John Kear, responsable de exámenes para España del British Council. ¿Pero para qué sirve tener un título? ¿Y cuál elegir entre tanta variedad de pruebas? Seis expertos en la enseñanza del inglés, las certificaciones y el mercado laboral responden a las principales dudas que generan los títulos oficiales de idiomas.

  1. ¿Para qué sirve tener un título oficial de inglés?

“Los títulos sirven para demostrar de forma independiente y objetiva lo que has conseguido, el nivel que tienes”, resume David Bradshaw, responsable de evaluación de Cambridge Assessment English para España y Portugal. Los certificados juegan, sobre todo, en el terreno académico y laboral. En cuestión de estudios, pueden ser necesarios para obtener un título de grado —pues muchas universidades exigen un nivel mínimo de inglés para graduarse—, participar en programas de intercambio, acceder a un máster… En lo laboral, se exige en algunas oposiciones, para solicitar visados si se quiere trabajar en el extranjero o simplemente para mejorar el currículum.

“Por lo general, la certificación se requiere en procesos importantes donde las personas se juegan mucho”, apunta Lee Golding, responsable de evaluación lingüística de Oxford University Press España. Hay quien los utiliza, sin embargo, como excusa de aprendizaje. “Algunos alumnos simplemente quieren aprender y tener algo concreto al final del curso. Es un viaje de aprendizaje y les gusta tener algo físico, un papel, al final”, asegura Debbie Rimmer, directora de exámenes de la academia International House Madrid.

  1. ¿Merece la pena obtener un título solo para mejorar el currículum?

Una de cada tres ofertas de trabajo exige un idioma extranjero y en el 92% de los casos esa lengua es el inglés, según un estudio de Adecco. Pero no es lo mismo rellenar el campo de “idiomas” de tu currículum con el consabido “nivel medio-alto” que afinar el tiro, ser capaz de decir que tienes un C1 y además poder acreditarlo con un certificado de la Universidad de Cambridge o de la de Oxford, por ejemplo, dos de las instituciones examinadoras con más prestigio.

Tener un certificado es una primera prueba de que sabes inglés, además de un indicativo de otros valores, como el esfuerzo o el afán de superación. Pero igual de cierto es que, si superas el filtro inicial del currículum y llegas a la fase de la entrevista, lo más probable es que te vayan a hacer una prueba oral. Y de poco servirá el título si no eres capaz de demostrar tu dominio en ese momento. “Merece la pena incluir el título en el currículum, pero ten en cuenta que en la entrevista van a querer que pruebes que tienes ese nivel”, señala Salvador Sicart, director en España de la consultora de recursos humanos Hays Response.

Ten cuidado también con el tiempo de vigencia de tu título: todo lo que tenga más de dos o tres años puede perder mucha validez en un proceso de selección. “Aun así la clave es la realidad posterior, depende del uso que le hayas dado al idioma después”, apunta Lucas Varela, experto en desarrollo de talento en la consultora de recursos humanos PageGroup. “Los certificados son pistas que vamos teniendo, pero al final todo acaba en una comprobación directa del nivel del candidato”.

  1. ¿Cuáles son los principales exámenes que hay?

Para navegar en la maraña de títulos de inglés, Lee Golding apunta una primera clave: “No existe ningún examen universal que te abra todas las puertas. Lo importante es que el alumno se informe siempre del examen que se le va a requerir: para estudiar, para opositar, para trabajar…”.

El catálogo de certificaciones se divide en dos categorías básicas: los exámenes mononivel y los multinivel. Los primeros evalúan en un nivel concreto del Marco Común Europeo de Referencia (MCER), que es la escala de referencia para el aprendizaje y enseñanza de idiomas en toda Europa. Así, por ejemplo, el First de Cambridge te examina en las cuatro destrezas básicas al comunicarse en un idioma —hablar, escuchar, escribir y leer— y mide si tienes o no un B2, entendido como un nivel “avanzado” según el Marco. Para conseguir el título, es necesario aprobar el examen (aunque si te quedas por debajo o incluso por encima, Cambridge certifica el nivel que tengas, cualquiera que sea).

En esta categoría se encuadran las titulaciones de Cambridge —como el First, el Advanced (C1) y el Proficiency (C2), las pruebas más populares en España—, así como los exámenes Trinity, del Trinity College London. Las Escuelas Oficiales de Idiomas también certifican mediante pruebas específicas del nivel A2 al C1.

Por el contrario, los exámenes multinivel “han sido específicamente diseñados para medir la competencia lingüística en inglés de cualquier individuo, independientemente de su nivel”, apunta John Kear, del British Council. Por eso no se aprueban ni se suspenden, ni tampoco son específicos de un escalón concreto. A través de una estructura que también evalúa las cuatro destrezas básicas, lo que hace es ir baremando al candidato para definir en qué nivel se encuentra.

Aquí se incluyen pruebas clásicas como IELTS y TOEFL, la primera británica y australiana (del British Council, IDP Education y Cambridge) y la segunda estadounidense (de ETS), ambas con amplio reconocimiento en el ámbito laboral y el académico. También una nueva hornada de exámenes que han aparecido en los últimos años, como Linguaskill, de Cambridge, Oxford Test of English, de la Universidad de Oxford, y Aptis, del British Council. La tendencia de las instituciones evaluadoras ha sido desarrollar pruebas más flexibles, cortas (en duración y en tiempo de espera de los resultados) y baratas.

  1. ¿En qué se diferencian?

El ‘speaking’, con un ordenador

La revolución online ha llegado a la enseñanza de idiomas, pero también a la evaluación. Frente a la imagen tradicional de los exámenes en papel que se rellenan con bolígrafo y de los correctores que se pasan horas y horas delante de un montón de hojas, comienza a abrirse paso un nuevo escenario: el de alumnos que se examinan frente a un ordenador, algoritmos que definen qué preguntas hacer e inteligencia artificial que se encarga de corregir.

El componente digital lleva tiempo presente en las pruebas más tradicionales, que suelen tener su versión paper-based (en papel) y computer-based (por ordenador, al menos algunas partes). En el caso de los nuevos exámenes, tanto Linguaskill, como Aptis y la prueba de Oxford se realizan íntegramente por ordenador. También el speaking: a los candidatos les toca hablar directamente a la máquina por un micrófono y su locución queda grabada para su posterior corrección.

Con otra novedad más. Y es que estas pruebas suelen ser adaptativas, por lo que van modulando su dificultad en función de las respuestas que dé cada candidato para así baremar su nivel y ubicarle adecuadamente en su escalón.

Además de esta diferencia básica de concepto, hay otros aspectos que distinguen unos exámenes de otros y que sirven como guía para decidir cuál elegir: la duración, la disponibilidad de fechas para hacer el examen (pues se hacen en centros evaluadores concretos y en unas fechas determinadas), el formato (tradicional con bolígrafo y papel o por ordenador), el plazo que hay que esperar para recibir los resultados y el precio. Los más caros son los exámenes de un nivel específico y las pruebas IELTS y TOEFL, que rondan los 200 y 250 euros; mientras, examinarse de los exámenes multinivel más nuevos está por debajo de los 100 euros.

Capítulo aparte merecen las llamadas pruebas de nivel, que normalmente se confunden con los exámenes o test multinivel a pesar de que no tienen nada que ver. Son exámenes rápidos que realizan, por ejemplo, las academias de idiomas al inicio del curso para formar grupos de alumnos con un conocimiento similar del idioma, pero que no tienen ninguna validez a la hora de acreditar un nivel concreto.

  1. ¿Qué significa que un título sea oficial?

“Un título oficial es el emitido por un ente externo, independiente y regido de alguna forma por una serie de normativas o por una organización superior que fiscalice ese título”, condensa David Bradshaw, de Cambridge. Como referencia, en Europa se recurre a la Asociación de Examinadores de Idiomas Europeos (ALTE, por sus siglas en inglés), que se encarga de auditar los procesos de evaluación de sus miembros para asegurar de que sus títulos son fiables y están alineados con el Marco Común Europeo.

Pero la oficialidad de un título por sí sola no basta. Otro concepto clave es el del reconocimiento. Si necesitas el certificado para un procedimiento administrativo, como por ejemplo una oposición, hay que verificar con el organismo que la convoca qué nivel se pide y qué certificados admite como prueba de ello. Si por el contrario lo necesitas por un motivo más general, como mejorar tu currículum, ese concepto del reconocimiento se vuelve más difuso. Como pista, las entidades examinadoras suelen ofrecer en sus webs un listado con los organismos y empresas que reconocen sus certificados.

  1. ¿Por qué unos títulos caducan y otros no?

Los exámenes multinivel más nuevos están pensados para satisfacer una necesidad inmediata: para una entrevista de trabajo, para pedir una beca… Por su parte, IELTS y TOEFL tienen una vigencia de dos años, mientras que los títulos clásicos de Cambridge (First, Advanced…) no caducan. En este último caso, “la evaluación se hace en mucha profundidad y tocamos destrezas lingüísticas pero también paralingüísticas, por lo que el planteamiento es un poco como el de una licenciatura. Yo me licencié hace 30 años y me sigue valiendo”, explica Bradshaw. “Es una demostración de un nivel que adquiriste en un momento dado. Pero si has seguido manteniendo el contacto con el inglés, no debería haber bajado”.

Los expertos recomiendan, sin embargo, comprobar siempre con la entidad que te exige el título. Aunque la acreditación no caduque, quien deba reconocerlo (la administración, una empresa…) puede fijar sus propios plazos de vigencia.

  1. ¿Hay que prepararse para hacer uno de estos exámenes?

Los exámenes multinivel son una especie de foto del escalón en el que uno se encuentra en un momento concreto, mientras que los de un nivel específico se suelen enfocar como una meta a conseguir a medio o largo plazo. Por eso la preparación es diferente. “Los títulos como IELTS, Aptis… están diseñados para medir el nivel de inglés, por lo que no es necesario realizar un programa de preparación previo”, apunta John Kear, del British Council. “Los exámenes de nivel específico normalmente requieren una preparación exhaustiva para poder superarlos con una buena calificación”.

En cualquier caso, lo aconsejable es familiarizarse al menos con la estructura del formato del examen: qué partes tiene y en qué orden, qué tipologías de preguntas incluye… “Mucha gente saca peor nota porque no entiende lo que tiene que hacer”, señala Debbie Rimmer, de International House. Además, los expertos recomiendan practicar otros aspectos, “como la gestión del tiempo, escribir de forma legible…”, señala Lee Golding, de Oxford. “Pero, desde luego, hay que trabajar el nivel. Si quieres acreditar un B2, no te presentes al examen si no tienes ese nivel”.

Tomado de www.elpais.com

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