TEXTO 10: Fragmento de la novela «EL INTRUS0» (1904)

Era la «casa de peones» el miserable albergue de las montañas mineras, donde se amontonan los jornaleros. (…) Aresti pensó con tristeza en las noches transcurridas en este tugurio.

Llegaban los peones fatigados de romper los bloques arrancados por los barrenos, de cargar los pedruscos en las vagonetas, arrastrarlas hasta el depósito de mena y devolverlas al sitio de partida. Después de una mala cena de alubias y patatas con un poco de bacalao o tocino, dormí­an en aquel tabuco, sin quitarse más que las botas y algunas veces el chaquetón, conservando las ropas, impregnadas de sudor o mojadas por la lluvia. El aire estancado bajo un techo que podí­a tocarse con las manos hací­ase irrespirable a las pocas horas, espesándose con el vaho de tantos cuerpos, impregnándose del olor de suciedad. Los parásitos anidados en los pliegues del camastro, en las junturas de madera, en los agujeros del techo, salí­an de caza con la excitación del calor, ensañándose al amparo de la obscuridad en los cuerpos inánimes que dormí­an con el sueño embrutecedor de la fatiga. En las noches tormentosas, cuando el viento pasaba de parte a parte de la casucha por sus resquicios y grietas, amenazando derribarla, los cuerpos vestidos y malolientes se buscaban ansiando calor. Los sudores se juntaban, las respiraciones se confundí­an, la suciedad era fraternal. (…)

La cantera era el peor enemigo del obrero rebelde. En las minas de galerí­as subterráneas, con sus peligros que exigen cierta maestrí­a, el personal no era fácil de sustituir; necesitaba cierto aprendizaje. Pero en las prodigas Encartaciones el hierro forma montañas enteras; la explotación es a cielo abierto; sólo se necesita hacer saltar la piedra, recogerla y trasladarla, cavar y romper como en la tierra del campo, y el bracero, empujado por el hambre, llegaba continuamente en grandes bandas a sustituir sin esfuerzo alguno a todo el que abandonaba su puesto protestando contra el abuso. Mientras no se cortase esta corriente continua de hombres, mientras no se estancara la población obrera de las Encartaciones, era difí­cil que el trabajo conquistase sus derechos.

Vicente Blasco Ibáñez, El intruso, Valencia, 1904.

COMENTARIO

Se nos presenta para comentar un fragmento de la obra de Blasco Ibáñez («El intruso») en el que se describe, un tanto descarnadamente, la situación vital del trabajador de las minas de hierro de Bizkaia en los inicios del siglo XX, haciendo hincapié, sobre todo, en la vivienda denominada, entonces, «vivienda de peones o barracones». Realizaremos el comentario siguiendo el siguiente orden: localización, análisis y contextualización. Finalizaremos con unas breves conclusiones en las que resaltaremos la importancia del texto.

1.- LOCALIZACIÓN

Tipo de texto: según la fuente es un texto histórico primario; según la forma es un fragmento de una novela y según el tema es un texto de í­ndole socio-cultural.

Autor: individual (Vicente Blasco Ibáñez. Novelista valenciano : 1867-1928).  Combinó su faceta de novelista con la de orador y polí­tico. Algunas de sus obras han sido llevadas a la pantalla).

Destino: está dirigido a un colectivo y su finalidad es pública.

Época:  Valencia, 1904.

2.- ANíLISIS

Iniciaremos el análisis con la aclaración de algunos conceptos que ayuden a una mejor comprensión del texto. Tugurio (Habitación, vivienda o establecimiento miserable y pequeño), mena (mineral sin limpiar, tal como se extrae de la mina), cantera (lugar de donde se extrae piedra u otras materias primas normalmente al aire libre), mina (instalación subterránea para la extracción y tratamiento de minerales) y Encartaciones (territorio occidental de Bizkaia donde se ubica la zona minera).

El tema central del texto es mostrar la situación en la que viví­an los mineros de Bizkaia en los inicios del siglo XX y las principales ideas hacen referencia al lamentable estado de la vivienda, la escasa alimentación y la forma de trabajo. Ampliaremos brevemente cada una de estas ideas.

El texto tiene dos párrafos. El primero (muy corto) nos centra el espacio que se va a describir: la vivienda minera; el segundo detalla este espacio añadiendo en su segunda mitad algunas consideraciones sobre el propio lugar de trabajo: la mina o cantera.

Cita el primer párrafo a la «casa de peones» y a uno de los personajes, «Aresti», como testigo de las condiciones que éstas reuní­an. Hace referencia a los «barracones« que, propiedad de las propias minas, eran utilizadas por los mineros como vivienda bajo alquiler y control de los capataces. «Aresti» es el principal protagonista de la novela y su figura está inspirada en el doctor Areilza, médico del Hospital Minero de Triano a fines del siglo XIX y una de las personalidades más sugerentes del Bilbao de 1900. El párrafo ya nos sugiere una visión pesimista y un tanto distorsionada de la realidad.

El segundo de los párrafos tiene dos partes: la primera está referida a la propia vivienda y la segunda al lugar de trabajo. Ocupa la primera unas catorce lí­neas y nos dice que, tras una muy dura jornada de trabajo («romper los bloques barrenados, cargarlos en las vagonetas, arrastrarlos hasta el depósito y devolver la vagoneta«), el minero se encuentra con una vivienda (a la que denomina como «tabuco« o «cuchitril») en la que «tras una mala cena de alubias y patatas con un poco de bacalao o tocino« se va a dormir. Las condiciones del «tabuco» (compartido con otros mineros) no son nada higiénicas: duermen con la ropa puesta, el aire es irrespirable, los techos son bajos, los parásitos son como de la familia, el frí­o es intenso… Todo ello queda resumido de una forma muy plástica en el final del párrafo «los sudores se juntaban, las respiraciones se confundí­an, la suciedad era fraternal«.

La segunda parte (últimas diez lí­neas del párrafo) se refiere al lugar de trabajo de los mineros que no era otro que la cantera, tratada como «el peor enemigo del obrero rebelde«. Distingue entre «cantera» y «mina» señalando como más peligrosas las primeras por no requerir ningún aprendizaje al ser a «cielo abierto». Por ello, a las canteras llegaban multitud de «braceros» (especialmente de Castilla) que, una vez acabadas las labores del campo, bien en sus lugares de  origen o bien en otros ajenos, llegaban a la zona minera «empujados por el hambre«. Termina el párrafo con una afirmación sumamente demagógica: la situación en la que viven sólo se solucionará cuando deje de llegar gente necesitada de trabajo para comer. Muy propio del naciente sindicalismo del momento.

3.- CONTEXTUALIZACIÓN

La extracción del hierro en Somorrostro está datada desde los tiempos romanos («una montaña toda de hierro«, afirma Plinio). Desde la Edad Media se explotaba para quemarlo en las ferrerí­as bizkainas y guipuzcoanas. Será, sin embargo, a partir de 1855 (año de invención del convertidor Bessemer) cuando la extracción comenzó a ser masiva dado que el citado convertidor precisaba de mineral no fosfórico (abundante en Bizkaia). Por ello, pronto se instalaron en el entorno compañí­as británicas. La tercera Guerra Carlista (1872-1876) detuvo todo este movimiento reactivado sistemáticamente cuando terminó la contienda. Es el momento de la explotación masiva, de los ferrocarriles mineros, de los planos inclinados, de los tranví­as aéreos, de los hornos de calcinación. Es en estos años cuando se llegó al máximo de extracción (6,5 millones de toneladas). La mayor parte del hierro se exportó a Inglaterra produciendo ingentes beneficios para algunos empresarios que en pocos años se enriquecieron; algunos de ellos promovieron nuevas fábricas, entre las que descollará la fundada en 1902: Altos Hornos de Vizcaya.

La novela del escritor valenciano es la obra literaria que mejor revive la complejidad social y aní­mica de Bizkaia en los años de este despegue industrial. Aunque los acontecimientos que narra están fechados en 1903, todo ello se ajusta a la reconstrucción de una nueva sociedad en el último cuarto del siglo XIX. El aumento de la población fue espectacular siendo la llegada de inmigrantes un hecho totalmente desorganizado. En la zona minera se instalaron bien pronto los barracones que acogí­an, amontonados, a cientos de peones mineros, o en las precarias viviendas que se ofrecí­an a los inquilinos. Eran en su gran mayorí­a inmigrantes procedentes de la mitad norte de España (Guipúzcoa, ílava, Burgos, Cantabria y La Rioja…). Llegaban como temporeros (cuando las faenas del campo languidecí­an o con idea de retornar tras reunir un dinero).

El hacinamiento habitual en los barrios obreros, alcanzó su máxima expresión en la zona minera en la que los patronos construyeron unas instalaciones endebles que podí­an trasladarse si fuese necesario y en las que, en principio, tení­an que vivir obligatoriamente los mineros. Eran recintos con frecuencia sin servicios higiénicos, en los que se agolpaban un centenar o más de camas, cada una para dos o tres obreros. La misma obligatoriedad tení­an los mineros respecto al consumo que debí­an hacer en las «cantinas« propiedad de la empresa. Con precios muy altos, los alimentos eran de muy baja calidad. El pan era la base de una dieta completada con tocino, tasajo, alubias, garbanzos, patata y vino. Las insuficiencias nutritivas explican la indefensión ante las enfermedades y el raquitismo habituales en las imágenes literarias y periodí­sticas. Las jornadas laborales eran, al principio, de sol a sol, si el tiempo no impedí­a el trabajo, en horarios de once y más horas. Era un trabajo agotador en el que no siempre existí­a el descanso dominical. Esta situación provocó la gran huelga de 1890 en la que, en el papel, se acabó con los barracones y cantinas obligatorios y se implantó la jornada de 10 horas.

CONCLUSIONES

Tras haber analizado el texto, finalizaremos nuestro comentario con unas breves conclusiones, señalando aquellos aspectos más significativos y la importancia del texto.

1.- La industrialización bizkaina iniciada a mediados del siglo XIX tuvo su base en la existencia de mineral de hierro (ya conocido y utilizado desde la edad antigua). Su abundancia, calidad, facilidad de extracción y proximidad al mar, favoreció su explotación. Las ferrerí­as, por ello, fueron abundantes en el entorno.

2.- Con la invención del «convertidor Bessemer» en 1855 la explotación minera sufrió un desmesurado e incontrolable desarrollo. El capital extranjero monopolizó el proceso y empresas inglesas, francesas, belgas, etc… se instalaron en el entorno. Minas, transporte de mineral y flota se convirtieron en sí­mbolo europeo de un sistema de producción organizado.

3.- La necesidad de mano de obra atrajo hacia la margen izquierda del Nervión una ingente mano de obra proveniente del mundo rural más cercano. Su llegada provocó unas necesidades de infraestructuras imposibles de abordar buscándose soluciones más que precarias. Especialmente insuficientes fueron las relacionadas con la vivienda.

4.- El texto que hemos comentado aborda, de manera descarnada, cuál era la situación en la que viví­an los mineros de la zona de Somorrostro. Bajos salarios, jornales de miseria, viviendas sin ninguna higiene, jornadas laborales de sol a sol, aprovechamiento por parte de los dueños de las minas… Todo ello motivará el desarrollo de un potente movimiento obrero capitalizado por el socialismo y, en menor medida, por el comunismo.

 

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13 Respuestas

  1. UnaiMer. dice:

    Gracias, buen aporte, seguid así­.
    No sabeis a cuanta gente ayudais.

  2. nahiii dice:

    mila esker!

  3. Ane dice:

    muy bueno¡¡ gracias

  4. AlbitaaaH dice:

    Buf, muchisimas gracias!! =)

  5. Amaia dice:

    Muchiiiisimas gracias! Estos comentarios son muy pero que muy útiles! Seguid así­ 🙂 Eskerrikasko!

  6. Antonio D. V. dice:

    Es posible que yo esté equivocado pero quiero recordar que aparte del contenido de la obra que aquí­ se narra,también el novelista relata como el dueño de los Altos Hornos que repudiaba a los curas, cae enfermo y su mujer que era todo lo contrario al marido, trae a su casa a un jesuí­ta que le lava el cerebro al marido, hasta tal punto que el jesuí­ta se queda con la fortuna del dueño de los Altos Hornos. Y aquí­ o se dice nada de esto, que raro ¿no? o tal vez esté yo equivocado y se trate de otra novela de V. Blasco Ibáñez

  7. Antonio D. V. dice:

    He vuelto a consultar en google y he leí­do parte de la novela «El Intruso», ahora tengo que decir que estoy en lo cierto y que es muy raro que esta parte de la novela no aparezca reflejada en este texto.A partir de ahora no le daré mucho crédito a la información que aparezca en google.

  8. Argala dice:

    Os amo, gracias. Os amo, sois la caña. Gracias por el comentario.

  9. vane dice:

    biennnnnnnnnnnnnnnnnn

  10. jhon raff dice:

    gracias

  11. jhon raff dice:

    gracias muy útil el comtario

  12. Patxo dice:

    Buenas donde en el analásis dice: «Encartaciones (territorio oriental de Bizkaia donde se ubica la zona minera).» Debería decir: Encartaciones (territorio OCCIDENTAL de Bizkaia donde se ubica la zona minera). ya que la Vizcaya Oriental es el Duranguesado. y no las Encartaciones.

    Muchas gracias un saludo.

  13. Mitxel dice:

    Muchas gracias por la observación. Lo corrijo inmediatamente.

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