ORIENTACIÓN: Cómo organizar el trabajo escolar en casa
El tiempo de estudio personal en casa debe ser planificado con criterios de economía de tiempo y de aprovechamiento eficiente. Conviene administrarlo como un bien limitado y escaso que vale la pena rentabilizar teniendo presentes algunos criterios básicos.
El tiempo que dedicamos en casa al trabajo personal y al estudio es un tiempo que se comparte con las horas dedicadas al ocio (sea tiempo de disposición personal o sea tiempo organizado). Cuanto más eficientemente aprovechemos el tiempo de estudio, más tiempo libre obtendremos. Y esto, aunque pueda parecer lo contrario, es deseable. Necesitamos tiempo libre para descansar, para entretenernos en actividades lúdicas o culturales que nos atraigan, para jugar cuando se es pequeño…
Es importante que desde el principio de curso dejemos establecido un horario de trabajo explícito que determine la hora de inicio y el tiempo de referencia que se dedicará al trabajo. Este tiempo no debería ser en ningún caso inferior al tiempo predeterminado. Si algún día las tareas se acaban antes de tiempo, debería establecerse la costumbre de dedicarlo a la lectura recreativa o de repaso con el fin de evitar que, por acabar rápido la tarea, realicemos ésta de manera descuidada.
Al convertir estas circunstancias en costumbre, desarrollaremos algunos hábitos que, si se inician en los primeros cursos, quedarán muy arraigados y facilitarán su esfuerzo para el estudio.
Pero, si por un lado intentaremos hacer el trabajo bien hecho, también intentaremos no dedicar a éste más tiempo del necesario. Por ello será un reto constante acabar la tarea en el tiempo de referencia preestablecido. En alguna ocasión, si se produce un desfase notable entre las referencias propuestas y la realidad de tiempo usado, vale la pena explicarlo al profesor-tutor para valorar si dicho desfase es fruto de mis limitaciones o excesos o de errores de planificación del profesor.
Aunque puede variar en función de la jornada escolar, el tiempo de referencia que podemos considerar como razonable en función de la edad, durante los cinco días hábiles de la semana, puede ser:
í˜ Educación primaria (hasta los 12 años). El tiempo debería oscilar entre una media hora diaria en el primer curso y una hora y cuarto en el último curso.
í˜ Educación secundaria (entre los 12 y 16 años). El tiempo oscilaría entre una hora y media en el primer curso y dos horas en el último.
í˜ Educación posobligatoria-ESPO (16-18 años). El tiempo oscilaría entre dos horas en primero y tres en segundo.
Durante el fin de semana puede usarse algún tiempo como comodín para acabar algunas tareas. Puede ser útil como elemento compensador de las dificultades que podamos encontrar. Así, si nuestra capacidad para el estudio es discreta y estamos dispuestos a ello, podemos conseguir alcanzar un nivel escolar más óptimo a base de dedicar un poco más de tiempo.
El horario de estudio de cada día podemos decidirlo de acuerdo a las siguientes circunstancias:
o Las horas ocupadas por actividades habituales sujetas a horario, como pueden ser el horario escolar, las horas de comidas y cenas y la participación en actividades recreativas o de formación extraescolar.
o La alternancia de tiempos de trabajo y de descanso, de manera que el rendimiento del tiempo de estudio sea óptimo. Hay que evitar, por ejemplo, hacer los deberes inmediatamente después de llegar del colegio. Vale la pena descansar un rato.
o Que se distribuya a lo largo de todos los días de la semana para evitar acumular mucho tiempo en algún día, lo cual produciría seguramente una disminución del rendimiento.
o Evitar en lo posible que sea inmediatamente después de las comidas por la somnolencia que puede producir la digestión.
El horario establecido debe marcar una pauta lo suficientemente estable como para ser determinante en la creación de hábitos pero, a la vez, lo suficientemente flexible como para que permita al estudiante acomodarse a diferentes contingencias que pueden presentarse a lo largo de las semanas. En todo caso, debería ser más estable al principio y más flexible cuando el hábito de trabajo haya quedado establecido de una manera evidente.
Finalmente vale la pena establecer algunas costumbres sobre cómo distribuir el trabajo durante el tiempo de estudio. Son estrategias puntuales que pueden hacer más rentable el tiempo dedicado al estudio:
Antes de empezar, dedicar unos minutos, pocos, a decidir el orden en que se harán las diferentes actividades de trabajo o estudio si las hubiere.
Hacia la mitad del tiempo dedicado al trabajo, hacer una pausa de no más de cinco minutos para relajarse. Puede, por ejemplo, ir al lavabo, escuchar una canción, dar una vuelta por la casa, etc.
– Si has de hacer más de una actividad, empezar dedicando unos minutos a la que resulte menos penosa, seguir con la que requiera más concentración y esfuerzo y dejar para el final, si las hubiere, otras que no necesiten mucha concentración.
– No aplazar las tareas hasta el límite del plazo de tiempo disponible para su finalización. Más bien distribuirlas según su dificultad a lo largo de los días y con la idea de hacerlas cuanto antes. Sigue siendo válida la frase popular «no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy».
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