Conceptos fundamentales de Filosofí­a

ABSTRACCIí“N: Operación de la mente que tiene por objeto separar, de lo que se hace presente intuitivamente a los sentidos, una caracterí­stica esencial que representa o bien la naturaleza de un objeto o una propiedad suya, o bien lo que de común hay entre varios objetos, y por cuyo medio decimos que entendemos qué son aquellas cosas. El resultado de la abstracción, lo abstraí­do o lo abstracto, es el concepto o la idea en sentido tradicional; aquello de donde se abstrae es la percepción dada por los sentidos.
La primera teorí­a de la abstracción la hallamos en Aristóteles, quien la opone a la intuición de las esencias o captación directa de las ideas por la mente, tal como hace Platón; Puesto que toda idea o todo concepto universal de la ciencia debe provenir de algún modo de la experiencia, los conceptos universales se obtienen a partir de la inducción esto es, observando lo que hay de común o semejante en varios individuos, o bien son resultado de la actividad iluminadora del entendimiento agente, que capta la esencia del objeto en lo que llama imagen sensible.
La escolástica medieval recurre a la abstracción para dar fundamento al realismo de los conceptos al admitir que la esencia está en el objeto permitiendo que sea abstraí­da de ellos. Sin embargo Guillermo de Occam rechaza todo conocimiento que se deba a la abstracción. Las cosas son singulares y el conocimiento no abstrae ninguna esencia común que radique en ellos (nominalismo). Las esencias o ideas son nombres para designar esos objetos singulares. El empirismo del siglo XVII destaca este mismo aspecto. Locke afirma que las ideas simples son recibidas pasivamente por el entendimiento que las convierte en generales y abstractas cuando separa de ellas las diversas circunstancias concretas. Para Humee tampoco hay abstracción sino generalización por la costumbre. Las ideas son copí¬a de las impresiones no resultado de una abstracción.

ACCIDENTE: Lo que no es en sí­, sino en otro. Es decir, que para existir necesita un sujeto de inhesión (un color, un tamaño, una virtud, que existen, pero en algo o alguien que es azul, que mide tanto, que es prudente, etcétera). Se opone a la sustancia, lo que es «en sí­». Distinguí­a Aristóteles nueve accidentes, que, con la sustancia forman las diez CATEGORIAS o géneros supremos del ser. Se distingue este accidente categorial del accidente lógico (o PREDICABLE), que es una forma de atribución por la que decimos de un sujeto algo que no forma parte de la esencia del mismo ni le acompaña siempre. Por ejemplo, del hombre el ser bajo o rubio, etcétera.

AFECTO: Tendencia o movimiento apetitivo en su aspecto positivo, teñida de un tono sentimental que no alcanza el grado absorbente de la pasión. Tales, la inclinación, la solicitud, el cariño, la ternura, etcétera.

AGNOSTICISMO: Actitud que niega la posibilidad de un determinado conocimiento (agnosticismo metafí­sico, valoral, etcétera). Se dice eminentemente en lo que se refiere al conocimiento de la existencia de Dios. Los agnósticos en ese sentido no niegan, como los ateos, la existencia de Dios, sino sólo el que pueda ser conocido sensible, racionalmente o de cualquier otra forma.
ALMA: Principio de vida de los seres vivos. Aquello de que resulta la condición de viviente. Es el objeto de la psicologí­a, llamada originariamente De Anima (sobre el alma). Modernamente se ha restringido el concepto de alma -y el objeto de la psicologí­a- al alma sensitiva o dotada de algún modo de conciencia, excluyendo del mismo el alma o vida vegetal. En un sentido más restringido -y vulgar- se dice sólo del alma racional humana, dotada de sustancialidad e inmortal.

ANALISIS: Método de estudio o investigación consistente en descomponer un todo en sus elementos más simples y estudiarlo en éstos o a partir de éstos. Se opone a la SINTESIS (vid.), método de sentido inverso que lo complementa para el estudio de un objeto.

ATRIBUTO: Propiedad (o «propio») que acompaña siempre a una esencia y por la que se manifiesta (sin formar parte de la misma). Aristóteles lo consideraba como uno de los cinco PREDICABLES o formas de predicación (especie, género, diferencia, propio y accidente). Lo definí­a como el universal predicable de una pluralidad a la que atribuye algo no esencial pero que le acompaña siempre (como la facultad de hablar o la de reí­r en el hombre).

AXIOMA: Proposición primera de la que parte la demostración. La lógica clásica le otorga el carácter de proposición evidente por sí­ misma. La lógica matemática reduce los axiomas a primeras premisas convencionalmente elegidas.

BELLO: Noción muy amplia que en la antigí¼edad significaba una armoní­a o proporción de elementos (variedad en la unidad) acompañada de cierta grandeza y claridad que hací­an al objeto bello fácilmente intuible o inteligible. Cabí­a distinguir entre lo bello como manifestación del bien moral (una bella acción, una bella persona), como clara manifestación de la verdad, como perfección sensible o como perfección expresiva. Su reducción al objeto puramente estético es posterior y se relaciona con las corrientes subjetivistas del gusto.

BONDAD: En su sentido más inmediato dí­cese de la acción humana (voluntaria) cuando se ajusta a las normas de su rectitud o moralidad. Derivadamente de este sentido se aplica a las personas que realizan habitualmente el bien (que son buenas o poseen bondad). En un segundo sentido ontológico cí­tase la bondad entre las nociones trascendentales, que poseen la misma extensión que el ser. La bondad destaca en el ser (en todo ser) su deseabilidad por una voluntad que rectamente lo apetezca. Todo ser, en lo que tiene de ser, es perfeccionador de algo o de alguien por la ley de armoní­a que preside al Cosmos y hace a los seres mutuamente perfectibles y perfeccionadores.

CARACTER: Conjunto de condiciones que distinguen a un objeto y lo diferencian de los demás. Entre los signos diferenciales de un hombre concreto, además de los puramente individuales, se consideran y clasifican los más generales que dimanan del temperamento y del carácter. El primero se refiere más bien a las determinaciones psicosomáticas, al paso que el segundo (el carácter) se refiere a las condiciones más propiamente aní­micas y espirituales en su aspecto permanente y común, asimismo clasificables. Para La Senne, el carácter es como un lí­mite objetivo intrí­nseco de la personalidad, cuya construcción se realiza libremente, pero siempre dentro de ese lí­mite congénito e insuperable.

CATEGORIA: En un sentido general: noción que sirve para la dirección del pensamiento o de su expresión (tal pueblo, por ejemplo, no posee las mismas categorí­as mentales que nosotros). Platón y Aristóteles le dieron el sentido de géneros supremos de la realidad o división última de cuanto hay en grandes grupos lógicamente deducidos. Abarcan todo cuanto es y a alguno de ellos se llega ascendiendo desde la cosa concreta a su especie, a su género próximo, remoto… género supremo. Son: la sustancia (ser en sí­) y el accidente (ser en otro). Este se divide en nueve (cantidad, cualidad, relación, etcétera). Cuando se considera (en lógica) a las categorí­as como sujetos posibles de predicación se llaman PREDICAMENTOS. Kant llamó categorí­as a unas formas a priori de segundo grado, radicadas en el entendimiento, que hacen posibles los «juicios sintéticos a priori» en las ciencias de la Naturaleza.

CAUSA: Decimos de algo que es causa cuando de alguna manera comunica el ser o influye en la producción de otro ser, su efecto. Se distingue del mero principio (la causa es principio, pero no todo principio es causa), de la ocasión y de la condición. La filosofí­a clásica dividí­a la causa en: material, formal, eficiente y final. Las dos primeras (intrí­nsecas) obran desde dentro del ser, fundiéndose; las otras (extrí­nsecas), desde fuera. La eficiente, por impulsión; la final, por atracción a través de la mente de quien actúa (sea el artista humano, sea Dios en el orden de la Creación). Comprender un ser es conocer sus causas. Así­, la ciencia ha sido definida como causarum cognitio.

CONCEPTO: Es el resultado del proceso de abstracción. Es una representación mental de carácter ideativo. Un concepto se distingue de una imagen (resultado inmediato de la percepción o recuerdo sensible) en que ésta posee caracterí­sticas concretas, reflejo de algún objeto determinado, mientras que el concepto sólo contiene caracterí­sticas generales, esenciales y definitorias, obtenidas por abstracción. La imagen mental de una montaña contiene la forma de alguna montaña, mientras que el concepto sólo posee las caracterí­sticas definitorias que se aplican necesariamente a cualquier montaña: «cumbres elevadas», por ejemplo. Los conceptos pueden ser universales, particulares y singulares. Cada concepto tiene dos dimensiones: extensión y comprensión.
Los conceptos universales siempre han planteado problemas acerca de su realidad. En Platón son los equivalentes de las ideas y en Aristóteles de las formas. En la Edad Media el realismo exagerado afirmaba su existencia real; el nominalismo, al contrario, que eran meros nombres para designar el parecido de las cosas. Kant dejó clara la ilusión de los conceptos sin experiencia: «los conceptos sin experiencias son vací­os, y las experiencias sin conceptos son ciegas». Modernamente a los conceptos universales no se les reconoce existencia, tienen sólo un carácter lógico. Por ejemplo, a los conceptos les competen dos propiedades fundamentales: extensión y comprensión.

CONCIENCIA: Es la capacidad de representarse objetos siendo consciente de esa representación. Es el saber algo dándose uno cuenta de que se sabe. La conciencia (representación) del mundo implica la conciencia de sí­ mismo como sujeto que conoce y por ello se puede tomar el concepto en dos acepciones: la representativa (de objetos) y la reflexiva (sobre uno mismo).
Por la primera todo hombre es capaz de representarse mentalmente el mundo; la conciencia es esta capacidad del individuo de conocer el mundo que le rodea, incluido su propio cuerpo. Por la segunda tener conciencia, significa subjetividad, ser sujeto.
Cuando este objeto de representación es directamente el yo mismo, a la conciencia se la llama autoconciencia y cuando es un valor moral o un deber, también llamada conciencia moral.
Las primeras apelaciones a la conciencia, entendida como conocimiento reflexivo de uno mismo, se dieron en el «conócete a ti mismo» de Sócrates, o el «diálogo del alma consigo misma», de Platón, o en la distinción entre «hombre exterior» y «hombre interior de Agustí­n de Hipona. Sin embargo la consideración de la conciencia como tema de filosofí­a comienza con las Meditaciones Metafí­sicas de Descartes.
Para él, la conciencia es fuente única de certeza y modelo de conocimiento y se identifica, además, con el yo o la sustancia del individuo; «Pienso luego existo» no es otra cosa que la expresión de la autoconciencia pura. El yo presente a sí­ mismo como primer dato evidente sobre el que poder edificar o deducir todo conocimiento posterior.
A Hume se debe, en cambio, la perspectiva de considerar a la conciencia como si fuera un flujo de impresiones, un «haz», una «corriente» o un «rí­o», esto es, como conjunto de vivencias sin identidad de sujeto y sin carácter sustancial.
Con la llegada de los representantes de la llamada «Filosofí­a de la sospecha», se somete a crí­tica la noción tradicional de conciencia. Nietzsche afirma el origen social de la conciencia y la necesidad de desenmascarar cuanto se oculta realmente detrás de ella como conciencia moral; Marx la constituye en un mero reflejo de las relaciones económicas de producción, y según Freud es un producto del inconsciente.

CONOCIMIENTO: Facultad o efecto de conocer. Poseen conocimiento aquellos seres capaces de traer a su conciencia el mundo que les rodea o su propia realidad. Por el conocimiento, el sujeto entra con las cosas conocidas en la relación sujeto-objeto. Existen grados distintos de conocimiento (de «luces»), desde el conocimiento animal hasta la visión beatifica.

CONSENSO: Acuerdo que toman libremente los individuos, componentes de un grupo social, sobre cuestiones discutibles, en especial, valoraciones y actitudes. En los filósofos del Contrato Social (Hobbes, Locke, y Rousseau) el consenso es el mismo pacto o acto de acuerdo para la constitución de la sociedad civil desde el estado natural.
Fue considerado antiguamente desde Aristóteles y sobre todo en la Escolástica para demostrar la existencia de Dios), como «prueba de verdad»: Si todo el mundo está de acuerdo en una opinión se acepta como cierta. A veces se ha equiparado con el sentido común.
En la escuela de Frankfurt (Benjamin, Adorno, Horkheimer, Habermas, Apel, y Habermas) el consenso es el resultado de la «acción comunicativa» en la que los humanos mediante el lenguaje y la argumentación argumentación pretendemos llegar a acuerdos o criterios universales en el orden moral y social. Entonces pueden ser considerados como verdad. (teorí­a consensual de la verdad).
El consenso resulta sumamente adecuado en aquellas cuestiones en que no parece que pueda lograrse un conocimiento objetivo, por ejemplo, ciertos principios morales o decisiones, sobre todo, de orden práctico-moral.

COSTUMBRE: Puede tomarse como sinónimo de hábito. En otro sentido más preciso se aplica preferentemente a los hábitos colectivos: costumbres de un pueblo, de una civilización, de la Iglesia, etcétera. La antigua pedagogí­a velaba, ante todo, por la conservación de las (sanas) costumbres, y el orden polí­tico se asentaba en el respeto a las costumbres, que se juzgaban como la virtud (hábito del bien) para la recta conducta del hombre.

CONTRATO SOCIAL: En general el contrato social es una convención entre individuos, por la que, de forma tácita o expresa, determinan renunciar a los derechos naturales para constituirse en sujetos de derechos civiles constituyendo así­ el Estado y la sociedad, sus normas y derechos y su autoridad.
Las primeras teorí­as contractualistas se deben a los sofistas. Para ellos las leyes morales y polí­ticas no son naturales sino resultado de una convención o acuerdo de los ciudadanos de cada polis; por tanto son relativas a ésta.
De este fondo convencionalista surgen las teorí­as propiamente contractualistas, que proliferan entre el Renacimiento y el s. XVIII; sus defensores más notables son Hobbes, Locke y, sobre todo, Rousseau. En todos ellos la sociedad se constituye por un pacto entre individuos libres que desde su estado natural necesitan un acuerdo para no destruirse o para garantizarse los derechos. En Hobbes este pacto es de claudicación de las libertades y da lugar a un sistema polí­tico autoritario, único capaz de poner paz en ese estado natural de guerra de todos contra todos. En Locke el pacto es democrático, se constituye para que una autoridad electa y revocable coordine las libertades de todos y en Rousseau el pacto sustituye el estado de bondad natural por una sociedad que pervierte al hombre.

DEBER: Noción recí­proca a la de derecho, que designa la atadura o ví­nculo moral que liga al sujeto racional y libre a respetar el derecho de otro, ante todo el de Dios a ser obedecido. Se distinguen por su origen los deberes innatos y los adquiridos, y por su término, los deberes para con Dios, para con las demás personas y para con nosotros mismos. Kant pretendió fundamentar la noción de deber en el mero respeto al «imperativo categórico» o forma a priori de la razón práctica.

DEDUCCIí“N: Nexo lógico por el que una conclusión resulta de la comparación de dos o más premisas. La deducción procede de lo universal a lo particular o menos general. Su expresión se llama SILOGISMO.

DEFINICIí“N: Manifestar lo que una cosa es. Deslindar o señalar los lí­mites conceptuales de algo. Existen definiciones etimológicas, descripticas, genéticas; la más perfecta es, sin embargo, la esencial, en la que se expresa el género próximo y la diferencia especí­fica. No todos los objetos son, sin embargo, susceptibles de definición esencial.

DEMOCRACIA: Gobierno del común de la población por medio de representantes o en asamblea directa. Aristóteles la cita entre las tres formas rectas de gobierno (monarquí­a, aristocracia, democracia), si bien es más propia de pequeñas comunidades, donde es más posible el conocimiento mutuo de los ciudadanos. El concepto moderno (posrevolucionario) de democracia difiere del antiguo, por cuanto supone que el origen -y no solo el ejercicio- del poder y sus normas brotan de la voluntad del pueblo.

DEMOSTRACIí“N: Razonamiento por el cual se reduce a verdades evidentes o ya demostradas proposiciones cuyo fundamento no aparece claro.

DEONTOLOGíA: Tratado o estudio de los deberes. Se llama así­ a la segunda parte de la ética (ética especial), que trata de los diversos deberes (para con Dios, para con los demás, para con nosotros mismos; deberes de Estado, de profesión, etcétera).

DESTINO: En una concepción fatalista o determinista, la suerte asignada a cada hombre e ineludible por él. En una concepción no determinista, como la cristiana, se llama destino de una cosa a su fin o término natural, y en el caso del hombre, a su misión voluntariamente aceptada o a su fin sobrenatural último.

DIALECTICA: En el sentido que le otorgaban Platón y Aristóteles, es el arte de la discusión o búsqueda de la verdad en el diálogo a través de diversas divisiones y precisiones conceptuales. Para los estoicos, la dialéctica se identificaba con la lógica, distinguiéndose de la retórica, que es el arte de hacer bello el discurso. Para Hegel y su escuela, dialéctica es la sí­ntesis de los opuestos o el ritmo del pensamiento en su marcha constante (y creadora) a través de la tesis, la antí­tesis y la sí­ntesis.

DILEMA: Forma compleja de la argumentación disyuntiva en la que, partiendo de una disyunción, se muestra, a través de las premisas menores, que todos los términos de la disyunción conducen a una misma consecuencia.

DIOS: Ser Supremo, principio primero y fin último de cuanto es. Ser cuya esencia coincide con su existencia. Acto puro o Primer Motor Inmóvil, en la concepción de Aristóteles. Los panteí­stas identifican a Dios con el mundo; la filosofí­a griega hacia al mundo coeterno con Dios, pero sometido a éste e impulsado por él. Para el cristianismo y la mayor parte de las religiones, Dios es distinto del mundo, creador del mismo y personal. Respecto de Dios, la filosofí­a se ocupa principalmente del problema de la demostrabilidad de su existencia. Dos tipos de argumentos han sido propuestos: el a priori u ontológico, que pretende probar la existencia de Dios por el mero análisis de su concepto (San Anselmo; modernamente, Descartes), y las pruebas a posteriori, es decir, a partir de la existencia del mundo sensible, elevándose a su Causa y Fin últimos. Santo Tomás, en el siglo XIII, sistematizó estas últimas pruebas en las llamadas «cinco ví­as demostrativas de la existencia de Dios».

DUDA: Estado de incertidumbre de la mente en la que ésta oscila entre opiniones u opciones diversas. Los escépticos apoyaban en motivos de duda hacia todo su ideal de SUSPENSION de juicio o epojé, que suponí­an origen de la libertad interior y de la felicidad. Descartes utilizó una «duda universal metódica» en su búsqueda de una primera verdad evidente e inconmovible.

ECLECTICISMO: Condición de un sistema filosófico que se forma de aspectos diversos de otros sistemas, sin lograr con ellos una armonización coherente u original.

EMPIRISMO: Doctrina filosófica, contraria al racionalismo, que sostiene que las ideas y el conocimiento en general provienen de la experiencia. A Aristóteles se debe la primera lí­nea de pensamiento que vincula de manera sistemática el conocer a la experiencia sensible, pero el empirismo, como doctrina filosófica sistemática, se supone caracterí­stica de la filosofí­a inglesa de la época moderna e ilustrada.
El precursor del teórico es Francis Bacon (1561-1626) quien destaca la necesidad de recurrir a la inducción y a la observación para hacer ciencia. Quienes dan forma sistemática al empirismo son, sin embargo, Locke (1632-1704), Berkeley (1685-1753) y Hume (1711-1776). A ellos se debe la versión clásica del empirismo.
Aquellos afirman que no existen ideas innatas. El entendimiento, antes de toda experiencia, no es sino una «tabla rasa». Es decir, el conocimiento procede de la sensación, o experiencia interna o externa; de este modo afirma tanto la prioridad temporal del conocimiento sensible (el conocimiento empieza con la experiencia) como su prioridad epistemológica o lógica (el conocimiento requiere de la experiencia como justificación). El modelo de conocimiento son las ciencias empí­ricas. Se ponen en cuestión las afirmaciones dogmáticas de la razón tales como la sustancia, el yo, Dios, preocupándose por tanto más de la filosofí­a moral y polí­tica que de la metafí­sica.
Frente al racionalismo que se desarrolla en el continente, el empirismo se abre camino en Gran Bretaña. El empirismo por excelencia de la edad contemporánea recibe el nombre de empirismo lógico o neopositivismo. Sus dos principios empiristas fundamentales son: el principio de la verificabilidad, «un enunciado es verdadero cuando se puede verificar experimentalmente» u otras formulaciones más o menos radicales, y el reduccionismo de los conceptos no lógicos a enunciados observacionales. Fue defendido principalmente por el Cí­rculo de Viena.
Karl R. Popper representa una crí­tica dirigida al neopositivismo en general desde un punto de vista empirista crí­tico, que su autor llamó racionalismo crí­tico. Su principio de falsabilidad se opone diametralmente al inductivismo que supone el principio de verificación.

ENTENDIMIENTO: En términos generales, la facultad de pensar. Más concretamente, la capacidad humana de penetrar en las cosas sensibles y abstraer de ellas el universal representándolo en forma de CONCEPTO. Intelligere (entender) -dice Santo Tomás- implica un cierto leer dentro (intus legere). Distinguí­an Aristóteles y los escolásticos dos potencias dentro de la facultad intelectiva: el entendimiento agente, que es a modo de luz que ilumina el universal que está en las cosas procedentes de su forma, y el pasivo, que hace como de pantalla donde se forma el concepto en la mente individual.

EPISTEMOLOGíA: Disciplina o rama de la filosofí­a que estudia los problemas del conocimiento, principalmente los de su origen, valor y lí­mites. Etimológicamente significa «estudio del conocimiento», o «estudio de la ciencia»; llamada también «teorí­a del conocimiento». Así­ se usa modernamente desde finales del s. XIX remplazando al concepto más antiguo de gnoseologí­a (filosofí­a del conocimiento). Recientemente se le atribuye la función de ocuparse de la ciencia y del conocimiento cientí­fico y entonces se identifica con la «filosofí­a de la ciencia».
La epistemologí­a  consiste en el estudio crí­tico de las condiciones de posibilidad del conocimiento humano. La epistemologí­a se ocupa de responder a cuestiones como: ¿En qué consiste conocer?, ¿Qué podemos conocer? y, ¿Cómo sabemos que lo que conocemos acerca del mundo es verdadero? Ante estas preguntas se han dado a lo largo de la historia de la filosofí­a dos grandes corrientes:
El racionalismo, que privilegia la razón frente a los sentidos y otorga un carácter dogmático a nuestro conocimiento y el empirismo, que privilegia los sentidos y le otorga un valor relativo. Fueron racionalistas Platón, Descartes, y empirista Hume.
Aristóteles y Kant mantienen posturas de mayor equilibrio. El racionalismo y el empirismo suelen emparejarse respectivamente con las posturas ontológicas idealista (la realidad es una proyección del conocimiento) y realista (el conocimiento es un reflejo de la realidad).
El conocimiento es una relación entre un sujeto y un objeto. No hay lo uno sin lo otro y, además la presencia de uno supone la del otro. Pero son independientes. Para nosotros el mundo, las cosas, son siempre algo presente en la mente pero además esas cosas están, o al menos parece ser que deben estar, fuera de ella. Ahora bien, o nos las apropiamos espiritualmente al conocerlas porque están ahí­ o proyectamos el conocimiento que tenemos de ellas sobre el mundo y les damos así­ existencia independiente.
Este es el problema del realismo/idealismo  que a su vez va relacionado con el problema del origen y fuentes del conocimiento y las posturas del racionalismo/empirismo. Si lo primero es la realidad parece ser que la puerta de entrada a la mente son los sentidos. Si, al contrario, primero se da la idea y luego la realidad priorizamos la razón frente a los sentidos.
El realismo sostiene la existencia independiente de las cosas, aunque no sean conocidas. El idealismo sostiene que no existen otros objetos o cosas que los contenidos de la propia conciencia: idea, vivencias, sentimientos, percepciones, o los llamados objetos ideales, (las entidades matemáticas, y las conciencias -incluida la de Dios- que los piensan). El empirismo defiende que las ideas son copias de las impresiones y por tanto limitadas y relativas. El racionalismo que las ideas son innatas y a continuación afirma dogmáticamente que les corresponde una realidad apropiada en el mundo de los sentidos.
Con Heráclito y Parménides se inician los planteamientos epistemológicos. A Heráclito se le puede atribuir cierto empirismo que funda el conocimiento de la naturaleza en lo que aparece a los sentidos (lo múltiple), aunque admite al mismo tiempo el conocimiento del logos oculto (lo uno) que está más allá de ellos. Parménides adopta claramente una postura racionalista que le hace rechazar el conocimiento de lo múltiple y mutable, las cosas tal como aparecen a los sentidos engañosos, para aceptar sólo el conocimiento de lo que es uno e inmutable, comprensible sólo al entendimiento.
Los sofistas se inclinan por el escepticismo, el convencionalismo y el relativismo. Sócrates representa la universalidad de la razón y del concepto. Platón transforma ese intelectualismo en idealismo (las ideas antes que formas universales en nuestra mente son realidades espirituales independientes) e innatismo (el conocimiento consiste en recordar las ideas en un ascenso purificatorio del cuerpo). Aristóteles interpreta el conocimiento de manera empí­rica formulando un realismo que suele llamarse moderado: El conocimiento es un proceso de abstracción que comienza en los sentidos. La forma o idea no preexiste sino que se extrae a partir de la imagen común que nos proporcionan.
Sto.Tomás añade al proceso del conocimiento un retorno al objeto singular para reconocer en concreto las cosas. Tal matización viene requerida por la división entre esencia o idea, y existencia o concreción individual del ser dada por Dios en la Creación.
La principal cuestión epistemológica de la Edad Media la constituye la denominada disputa de los universales: ¿Las ideas abstractas existen solo en la mente o son realidades tal cuáles? El nominalismo es la gran aportación medieval a la teorí­a del conocimiento: los conceptos universales son nombres o signos convencionales vací­os que sólo sirven para designar lo común a varios individuos. El conocimiento es siempre concreto, intuición directa del ente o cosa singular.
En la Modernidad el problema del conocimiento ocupa un lugar prioritario. Dos posturas se contraponen: el racionalismo (Descartes…) y el empirismo (Hume…). El primero pretende un conocimiento exacto a partir de una evidencia y sirviéndose de la deducción llegar matemáticamente a demostrar todas las demás verdades. El punto de partida es el «cogito ergo sum».
A partir de las ideas innatas y en especial de la de Dios se deduce la existencia del mundo y de la verdad, dando lugar a una postura dogmática. En el empirismo todo conocimiento viene de los sentidos. Las ideas son copias de las impresiones y nada nos puede certificar que respondan a las cosas. El conocimiento es así­ relativo y no nos proporciona certeza. Sólo caben generalizaciones de la experiencia basadas en la costumbre.
Kant lleva a cabo la sí­ntesis de estas dos posturas mediante un giro «copernicano»: es el sujeto el que determina al objeto y no a la inversa. Las intuiciones sin conceptos son ciegas, los conceptos sin intuiciones están vací­os. Sólo podemos conocer a partir de los sentidos pero este conocimiento adquiere universalidad y necesidad gracias a las estructuras aprióricas del sujeto. Por esta razón, Kant es un autor decisivo en las cuestiones epistemológicas.
Marx entiende el conocimiento vinculado a la praxis. Analizando socialmente la realidad observamos que la ideologí­a o conjunto de ideas con que nos la representamos es una falsificación encubridora. La visión materialista de la historia y su praxis consiguiente, la lucha de clases, recuperará una visión lúcida y reintegrará la desigualdad social.
En Nietzsche el conocimiento es valor para la vida. Voluntad (Wille) de poderí­o frente al nihilismo o negación del mundo por parte de la filosofí­a y la moral y sustituirlo por juicios que favorezcan la vida.

ESCEPTICISMO: Teorí­a que desespera en la búsqueda de un criterio de verdad y afirma la imposibilidad de la certeza. Los escépticos antiguos recomendaban, en consecuencia. La epojé o SUSPENSION DE JUICIO.

ESENCIA: Lo que una cosa realmente es; aquello que lo define o caracteriza más nuclearmente. Su propiedad que la identifica, su definición; lo que la constituye más propiamente.
Platón utiliza este concepto para designar la «realidad» de una cosa, lo que una cosa es en verdad, por tanto la idea de la que participa. Para Aristóteles la esencia es la forma que identifica o define a una sustancia. A diferencia de Platón, es inseparable de la materia. En Santo Tomás la esencia se queda como potencia o posibilidad de ser que solo por la creación recibe el ser o existencia.
El existencialismo antepone la existencia a la esencia: el ser humano no se define por una esencia previa, por un ideal que haya que llevar a la práctica, sino que se va definiendo conforme vive y se construye gracias a su libertad.

ESTí‰TICA: Disciplina o parte de la filosofí­a que tiene por objeto de estudio la belleza en general y, de un modo especial, las condiciones con las que se percibe y crea lo bello, y los criterios con que se valora.
En la actualidad, incluye el estudio de los diversos fenómenos estéticos, como obras de arte, el sentimiento estético, la actitud y la valoración estética; es la teorí­a o filosofí­a del arte. Las principales teorí­a estéticas son las de:
En Platón, la belleza se identifica con el Bien y el arte es una copia de la naturaleza que a su vez es copia de las Ideas
Por el contrario, durante el Renacimiento, el desprecio a lo sensible y mundano de la Edad Media se inicia en esta época la revalorización de la naturaleza y la sensualidad.
Baumgarten (época moderna) introduce el término «estética», indicando con él un tipo de experiencia o conocimiento «sensible y oscuro» frente a la claridad de la lógica. Finalmente, Kant considera que lo bello es lo que suscita en nosotros una actitud de desinterés.
Las primeras teorí­as estéticas, arrancan de Platón y Aristóteles. En ambos, la naturaleza de lo bello y de las artes se trata por separado, sin vincular la belleza con el arte, y relegando a un segundo plano la vivencia placentera que produce el arte. En Platón, lo bello se identifica con lo bueno, y bello es lo que es bueno para el individuo y el Estado, mientras que a las obras de arte o a las artes propiamente dichas las consideraba -por razón de la teorí­a de las ideas- una mera imitación de una imitación. Para Aristóteles, el arte es un saber productivo. Trata más del arte que de lo bello, que ya no se identifica idealmente con lo bueno; la belleza pertenece a la forma.
La exaltación estética del Renacimiento, ve en el arte, sobre todo en la pintura, una ventana abierta a la contemplación de la naturaleza, y entiende lo bello como la conciencia de la armoní­a que en ella existe.
La estética moderna nace con la obra Aesthetica de A.G. Baumgarten, filósofo racionalista, discí­pulo de Ch. Wolff, quien hacia 1750 introduce este término para aplicarlo a una rama de la filosofí­a, «hermana menor de la lógica», que estudiará no el conocimiento claro y distinto, propio de esta última, sino el conocimiento sensible y «oscuro». La belleza es ya la perfección sensible abandonando el enfoque metafí­sico propio de la filosofí­a clásica y medieval
Kant estudia en su Crí­tica del Juicio (1790) los juicios estéticos que denomina juicios del gusto. Lo propio de la valoración o juicio estético es su carácter desinteresado. El valor estético se produce cuando se contempla una obra con desinterés no por el contenido de lo que se contempla. En la «Crí­tica de la Razón pura» se denomina estética al estudio de las condiciones aprióricas de la sensibilidad.
A partir de los siglos XIX y XX la estética se entiende tanto como análisis del sentimiento estético como filosofí­a de las bellas artes.

ESTRUCTURA: Conjunto de elementos ordenados que se relacionan y rigen según una ley dando lugar a una totalidad coherente y auto ajustada. En un sentido reducido serí­a únicamente la configuración interna de las cosas, su esqueleto o armazón considerado al margen de su desarrollo y de sus detalles.
El concepto de estructura se puede aplicar a cualquier realidad biológica, matemática, psicológica, lingí¼í­stica o, etnológica. Marx utiliza este concepto para explicar tanto la base económica de la sociedad (la infraestructura, el conjunto de los medios de producción y las relaciones de producción) como la superestructura (conjunto de producciones sociales, jurí­dicas e ideológicas que se derivan de la anterior).
En los años 60 y 70 apareció una corriente filosófica, el estructuralismo, caracterizada por aplicar una metodologí­a para las ciencias sociales enfrentada al historicismo y al subjetivismo y basada en este concepto de estructura.

ETERNIDAD: Se dice de una duración sin fin. Pero, en rigor, lo que tuvo principio, tiene desarrollo sucesivo (aevum), y no tendrá fin -como el alma humana- se llama eviternidad. Boecio definió la eternidad (propia sólo de Dios) como «posesión total, perfecta y simultánea de una vida sin lí­mite».

í‰TICA: Disciplina o parte de la filosofí­a cuyo objeto de estudio es la moral. Por moral hay que entender el conjunto de normas o costumbres (mores) que rigen la conducta de una persona. La ética es la reflexión racional sobre qué se entiende por conducta buena, cual es el fundamento de esa bondad y en qué consisten los juicios que la formulan.
La ética se apoya en un análisis racional de la conducta moral, reconoce su diversidad y se preocupa de su fundamentación y crí­tica. En resumen, la ética es la ciencia de la moral. El principal problema ético consiste en saber qué es lo bueno. Las respuestas más notables han sido el eudemonismo de Aristóteles reformulado luego por Sto. Tomás, el Epicureismo, el Emotivismo moral de Hume, las éticas formales de Kant o Sartre, y las concepciones crí­ticas de Marx, Nietzsche o Freud.
En Platón la moral es sabidurí­a, purificación y ascenso hacia el Bien en sí­. Los valores morales son universales y absolutos al pertenecer al mundo de las ideas presidido por el mismo Bien. Para Aristóteles el bien no es algo en sí­ y separado; está inscrito en cada sustancia como fin suyo. La felicidad, eudaimoní­a, es el fin de la vida, y no puede consistir más que en una actividad del alma, por lo que la felicidad perfecta ha de consistir en la actividad «más excelente»: la vida de la mente.
Esa felicidad no obstante debe acompañarse de la realización de las otras facultades y necesidades del hombre buscando siempre el término medio. En él está la virtud que por otra parte se define como hábito o disposición adquirida.
En el epicureismo el bien se identifica con el placer asumido de forma moderada y medida para que sea más duradero y estable. En el estoicismo el bien y la felicidad radican en el sometimiento al destino y la serenidad interior. Ambas son éticas del desencanto cí­vico.
La ética escolástica cristiana se basa en el amor. Su fundamento último es la ley natural infundida por Dios en la creación. Dios es el fin último y la felicidad la identificación con El y su modo de ser que se plasma en la ley eterna. Tanto el Aristotelismo como la Escolástica son ejemplos de éticas materiales y teleológicas.
La ética kantiana es sin embargo modelo de las teorí­as deontológicas. La razón práctica se impone a sí­ misma mediante el imperativo categórico formal: «obra sólo según aquella máxima que puedas querer que se convierta, al mismo tiempo, en ley universal» actuar por cumplir el deber. A esta ética la llama Kant «formal» y «autónoma», mientras que considera que las restantes son «materiales» y «heterónomas», por cuanto en ellas la voluntad humana se determina a obrar por motivos prácticos.
El utilitarismo, define el bien como utilidad, y ésta, como «el mayor bien para el mayor número posible de personas», para lo que es necesario, mediante el cálculo utilitarista valorar la cantidad de placer y de dolor, de felicidad e infelicidad, de satisfacción e insatisfacción en la mayorí­a de la ciudadaní­a.

EXISTENCIA: Condición de las cosas reales o de hecho. Acto de ser o existir (vid. ACTO). El objeto puesto en el contexto de la experiencia. La existencia responde a la pregunta ¿es? o ¿existe? Para el racionalismo moderno, la existencia se explica por la propia esencia del universo, y la comprensión esencial de cuanto existe es el término u objetivo del Progreso. La Filosofí­a de la Existencia (existencialismo) destaca, en cambio, la irreductibilidad -el carácter «dado»- de la existencia, su prioridad respecto a la esencia y la imposibilidad de trascender la pura existencialidad de lo real.

FELICIDAD: Estado de armoní­a o plenitud interior, reflejo subjetivo de la recta ordenación de la vida hacia su verdadero fin. La felicidad se diferencia del placer: puede una vida llena de placeres ser profundamente desdichada, y, a la inversa, ser feliz sin disfrutar de placeres. Etimológicamente, procede de buen demonio, término en el sentido socrático del daimon interior o espí­ritu profundo personal.

FENí“MENO: En Kant este término designa el objeto del conocimiento tal como lo conocemos nosotros. Se opone al noúmeno, la cosa en sí­ misma, lo que serí­a al margen de nuestra manera de conocer o como serí­a conocida en una intuición intelectual. El fenómeno no es mera apariencia de las cosas a los sentidos, sino todo cuanto podemos conocer por la experiencia y, en algún sentido, construcción (trascendental) del sujeto humano mediante las formas a priori de la sensibilidad (s y t).
Posteriormente, «fenómeno» pasó a significar, de un modo más general, cualquier «hecho» o «suceso» que pudiera convertirse en objeto de una descripción cientí­fica. Así­, en las ciencias empí­ricas, fenómeno es el hecho que se toma como objeto de estudio, mientras que en la fenomenologí­a de Husserl fenómeno es el «dato» de conciencia cuya esencia se describe (no se construye, como en Kant).

FENOMENOLOGíA:  La escuela y teorí­a filosófica que pretende describir el sentido de las cosas viviéndolas como fenómenos de conciencia. Surge con Edmund Husserl, Max Scheler, Martin Heidegger, J.-P. Sartre, y M. Merleau-Ponty.
Mediante el método fenomenológico se busca llegar «a las cosas mismas» partiendo de la propia subjetividad ya que las cosas se experimentan primariamente como hechos de conciencia y ya que la caracterí­stica fundamental de la conciencia es la intencionalidad, su permanente dirigirse hacia las cosas. Se opone al realismo porque las cosas se dan primeramente en la conciencia y se opone al idealismo porque no se adaptan al sujeto y sus estructuras sino que se revelan ante él.
Reducción fenomenológica: consiste en «poner entre paréntesis», a modo de una suspensión de juicio o epojé la existencia o no de las cosas aceptando que al menos son hechos de mi conciencia.
Reducción eidética: en ese fenómeno interno a mi conciencia ponemos entre paréntesis las caracterí­sticas individuales y concretas y nos quedamos con su esencia.
Reducción trascendental: como último reducto, si ponemos también entre paréntesis esta misma esencia nos quedamos con la subjetividad trascendental y se nos revela que en esa misma conciencia se da ya el mundo de forma intencional.
Husserl identifica la fenomenologí­a con un «idealismo trascendental». Una ciencia fundada en el a priori objetivo de las esencias que se revelan en la conciencia a diferencia del a priori de las estructuras cognoscitivas del sujeto (Kant).

FORMA: Aquello por lo cual un ser es lo que es. En Platón es una de las maneras de nombrar a las ideas. En Aristóteles es, por un lado, el elemento metafí­sico correlativo de la materia, con la que constituye la sustancia de cada cosa, según la teorí­a del hilemorfismo. Por otro lado es también una de las cuatro causas, aquella precisamente que expresa la esencia. Si los elementos o el contenido de un ser es la materia, la forma es la configuración o estructura que lo identifica.
La forma para Platón era la idea o modelo que estaba separada de la realidad sensible. Aristóteles la unifica con la materia en el concepto de sustancia. Todo lo que hay son sustancias compuestas de materia y forma (hilemorfismo). La Escolástica no sólo admitió la teorí­a hilemórfica, sino que hizo de la materia el principio que explica la individualidad de cada cosa y, de la forma, la naturaleza universal de las cosas.

FUNCIí“N: Concepto referido a las consecuencias objetivas observables de los fenómenos sociales. En un nivel más amplio, función se refiere a la contribución de cualquier punto social o cultural para la supervivencia, persistencia, integración o estabilidad de la sociedad como un todo.

GNOSTICISMO: Teorí­a filosófico-religiosa de la época helení­stica que suponí­a a la gnosis o razón una superioridad sobre la fe (o pistis), de modo tal, que el contenido de ésta serí­a sólo una popularización de ese saber más alto, fruto de la gnosis.

HíBITO: Forma de tendencia apetitiva no nativa, que se adquiere por la repetición de los actos y que nos dispone a realizarlos con mayor facilidad, rapidez, perfección y con menor consciencia. Se ha llamado al hábito «segunda naturaleza».

HERMENEíšTICA: En general significa el arte de la interpretación de un texto o un hecho para adquirir su comprensión. Filosóficamente designa aquella corriente de pensamiento que explica los hechos por su significado, por la intencionalidad que encierran en lugar de por su medición cuantitativa. Para ello el intérprete tiene que sumergirse en la vivencia de lo otro, partir de su propio sentimiento y desde allí­ comprender, descubrir su sentido.
El método hermeneútico es el propio de las ciencias del espí­ritu, y es la contrafigura del método de las ciencias de la naturaleza. Hay realidades irreductibles a la matematización y contrastación propias del método empí­rico que también requieren una explicación y que necesitan por tanto otro método. Esas realidades son las diferentes expresiones de la cultura, los resultados históricos del espí­ritu humano. «Explicamos la naturaleza, comprendemos la cultura» afirma Dilthey.
Para los hermeneúticos Schleiermacher, Dilthey, Heidegger, Gadamer, y Ricoeur la comprensión es un proceso que se dirige a las vivencias del espí­ritu. Este camino puede derivar en un acentuado subjetivismo. Por eso el investigador debe ser consciente de su propia aportación en la comprensión. No puede partir de cero y por tanto debe ser consciente de sus juicios y sentimientos previos para, una vez comprendido el fenómeno, criticar la pre-comprensión de la que ha partido. Es lo que se llama el cí­rculo hermeneútico. El sentimiento vivido es el punto de partida y de llegada de toda comprensión, que es propiamente el intento de reconstruir en mi propia vivencia la vivencia de lo otro.

HIPí“TESIS: Antecedente de una proposición condicional o hipotética. Enunciado que sólo se puede probar por sus consecuencias.

IDEA: Puede entenderse este término en cuatro sentidos: a) Como universal intuible -o inteligible- en una pluralidad de objetos. b) Como el resultado de la abstracción (universal en la mente), que recibe m s propiamente el nombre de concepto. c) En sentido platónico: como arquetipo o modelo de las cosas de este mundo, subsistente en un mundo inteligible. d) En un sentido moderno: como cualquier acto o producto del pensamiento (en Locke y los empiristas especialmente).

IDEALISMO: Escuela o corriente filosófica que sostiene que el ser, lo que existe, es en primer lugar la idea bien como realidad inmaterial o en nuestro pensamiento o en Dios y que a partir de ella se constituye o afirma la realidad.
Ontológicamente por tanto afirma la primariedad de la idea, y epistemológicamente significa que el sujeto constituye la realidad en el acto de afirmarla, la crea al conocerla. Se opone al realismo que afirma que la realidad exterior a la mente es lo primero y que como tal se nos impone al conocerla. La realidad es tal como la conocemos afirma el idealismo; conocemos las cosas tal como son propone al contrario el realismo. El idealismo concibe un sujeto activo, creador y suele desarrollarse paralelamente al racionalismo. El realismo un sujeto pasivo, receptor de percepciones y por eso se asocia al empirismo.
El primer idealista es Platón al concebir el mundo de las Ideas como la protorrealidad y modelo del mundo sensible. Si bien al dotar a esas ideas de existencia real independiente de nuestra mente cabe considerarlo el primer realista. El idealismo se desarrolló sobre todo en la época moderna con Kant en quien adquiere una formulación moderada pues la dimensión ideal preexistente, los «apriori», tienen solo un carácter formal (idealismo trascendental) y sobre todo con Hegel, Fichte y Schelling para quienes la Idea es lo absoluto: el Todo.
Leibniz aplica el término al platonismo en cuanto afirma que la verdadera realidad está en las ideas. Platón es considerado el primer realista por cuanto otorga al mundo de las ideas el carácter de realidad primera y ejemplar. Sin embargo, Kant distingue el idealismo empí­rico, que pone en duda (Descartes) o niega (Berkeley) la existencia de cosas exteriores, del idealismo trascendental o formal: el suyo. El sujeto constituye formalmente las cosas exteriores.
El primero de los idealistas modernos es Berkeley, con su afirmación sobre la inexistencia de la materia, o inmaterialismo, y su fenomenismo. «Ser es percibir o ser percibido» En realidad este idealismo de Berkeley es un fenomenismo. El ser de las cosas consiste en ser percibido, es su fenómeno.
El gran desarrollo moderno del idealismo es el que corresponde al llamado «idealismo alemán», que tiene sus inicios a finales del s. XVIII (Fichte, Schelling y Hegel), Pretende hallar un sistema de pensar que elimine la distinción entre sujeto y objeto, y entre yo y mundo, distinción que se vive como una contradicción.

IDEOLOGíA: Sistema de representaciones (imágenes, mitos y conceptos) dotados de una existencia y de un papel histórico en el seno de una sociedad dada. Con ella los hombres interpretan su vida y función social.
Según Marx, la vida social es resultado de la producción y está alienada en su origen. Por ello la representación que de ella surge es falsa y Marx la define como conjunto de ideas y «formaciones nebulosas» o «sublimaciones» que dan una imagen falseada y falsificadora de la realidad y de las condiciones en que se desarrolla la vida de los hombres. Los hombres y sus relaciones aparecen así­ invertidos como en una «cámara oscura».
La ideologí­a pretende dotarse de consistencia propia y erigirse como sistema real verdadero frente al mundo material, olvidando su carácter dependiente y no sustantivo. Su función es ocultar, desfigurar, sublimar, y suplantar la situación social de alienación (Feurebach).

ILUSTRACIí“N: Movimiento filosófico del siglo XVIII, especialmente de Francia, que afirmaba el poder ilimitado de la Razón para gobernar el mundo de los hombres y dirigir sus vidas, abjurando del pensamiento histórico. Fue origen de la Enciclopedia (de aquí­ su otro nombre de «enciclopedismo»), y fue antecedente inmediato de la Revolución francesa.

IMAGINACIí“N (lat. imaginatio, phantasia): Facultad sensible o sentido interno capaz de reproducir sensaciones o percepciones en ausencia de sus estí­mulos. De las tres funciones que se le atribuyen (conservadora, reproductora, combinadora) se da vulgarmente el nombre de imaginación a la última, combinadora o creadora.

INDUCCION: Razonamiento o procedimiento cientí­fico que de lo particular o menos general conduce a lo universal, según definición de Aristóteles. Por partir de lo más inmediato sensible, la inducción es previa a la DEDUCCION, procedimiento inverso. Cabe distinguir la inducción completa, que parte de la anunciación de todos los casos que abarcará la conclusión, y la incompleta, que se apoya solamente en algunos, metódicamente seleccionados.
INMORTALIDAD: Condición de no ser afectado por la muerte, propia del alma en tanto que sustancia espiritual. La inmortalidad que se atribuye al alma es natural, no gratuita ni metafí­sica (ésta es sólo de Dios).

INTENCIONALIDAD: Referencia de cualquier acto psí­quico (de conocimiento o de a petición) a un objeto diferente de sí­. Para Brentano y la escuela fenomenológica, la intencionalidad es uno de los datos que suministra el análisis de la actividad pensante. En esta idea se halla una refutación del IDEALISMO gnoseológico.

INTUICIí“N: Tipo de conocimiento inmediato, en el que el objeto es captado directamente por la facultad correspondiente, la sensibilidad o el entendimiento. En un sentido ordinario se entiende como el «presentimiento» de saber algo sin ser consciente de sus razones. Así­ se habla, por ejemplo, de la intuición femenina o del que juega y gana a la bolsa.
La intuición puede ser sensible o intelectual. Una intuición es siempre algo inmediato, no interpone ningún paso o mediación. Por eso es propia de la percepción sensorial y está muy discutida como intuición intelectual o de conceptos, que son más bien fruto de la abstracción. Así­ lo vieron Aristóteles y Tomás. Descartes, sin embargo, la considera el punto de partida de su filosofí­a deductiva y Kant la niega al considerar los conceptos vací­os, necesitados siempre del contenido de la intuición sensible.

JUICIO: Es la unión de un sujeto y un predicado. Acto mental por el que el entendimiento afirma que el sujeto pertenece o no al predicado. Es el equivalente de «enunciado» en la filosofí­a aristotélica y escolástica.
Los juicios pueden ser según su cantidad universales, particulares y singulares. Según la cualidad afirmativos o negativos. Tradicionalmente también se dividí­a a los juicios en analí­ticos y sintéticos. Los primeros son a priori y los segundos a posteriori. Kant sin embargo establece la posibilidad de «juicios sintéticos a priori».
Recordad lo estudiado el curso pasado en Lógica. Primero la distinción entre: concepto cuya expresión es un término, juicio o relación entre dos conceptos cuya expresión es una proposición y razonamiento o relación de varios juicios y cuya expresión es el argumento o inferencia. Luego el cuadro de oposiciones de los juicios cuando vimos la silogí­stica. Y sobre todo el cuadro de clasificación de las ciencias y la Analí­tica Trascendental de Kant.
Los juicios analí­ticos y sintéticos equivalen respectivamente a relaciones de ideas y cuestiones de hecho (Hume), y verdades de razón y verdades de hecho (Leibniz). Los juicios analí­ticos son aquellos en los que el predicado está incluido en el sujeto. Su verdad puede establecerse con independencia de la experiencia. Los juicios sintéticos son enunciados cuyo predicado no está incluido en el sujeto.
Su verdad depende de lo que sucede en la realidad (a posteriori). Los analí­ticos, por ser a priori, son universales y necesarios, pero no amplí­an nuestro conocimiento; los sintéticos, por ser a posteriori, amplí­an el conocimiento, pero no son ni universales ni necesarios De aquí­ deduce Kant que la ciencia debe fundarse en una clase intermedia de juicios: los «juicios sintéticos a priori», que son necesarios y universales y a la vez amplí­an el conocimiento.

Lí“GICA: Ciencia del pensamiento en sí­ mismo considerado, en sus formas y en sus leyes. Aristóteles le dio el nombre de Organon por considerarla instrumento previo a todo saber. La moderna lógica matemática aspira, mediante una formalización del pensamiento, a un metalenguaje universal.

MAL: Noción correlativa en oposición a BIEN e igualmente extensa. En un sentido primero se dice de la acción moral (buena o mala) según se ajuste o no a la norma de su rectitud. En su sentido ontológico, mal no tiene entidad o se identifica con la nada, supuesto que el ser como tal es ontológicamente bueno. La existencia del mal en el mundo (enfermedad, pecado, miseria) es, según la opinión más común en filosofí­a, una realidad defectiva, no positiva (limitación o desorden).

MATERIA: Aquello de lo que están hechas las cosas. Esta definición vale tanto para las cosas fí­sicas (propiamente «materiales») como las que no lo son; por ejemplo, el tema de que trata un libro. Cientí­ficamente la materia es lo real perceptible por los sentidos y mensurable. Desde el punto de vista metafí­sico materia y forma son conceptos correlativos. La materia de algo es su contenido y la forma su estructura o configuración.
Esta noción de Aristóteles no coincide con la nuestra de materia fí­sica. La materia, a la que da el nombre de Hyle, madera en general y madera para la construcción, es aquella parte de la realidad que, junto con la forma, constituye el todo de una sustancia individual. De esta manera se introduce en el pensamiento occidental que todas las cosas están hechas de elementos que mantienen entre sí­ una determinada relación de composición, o de estructuras.
La materia aristotélica no es, en consecuencia, «material» (los únicos principios propiamente materiales, en sentido fí­sico, son los cuatro elementos), sino que es un principio metafí­sico que da a entender que todo se explica a modo de una composición de dos elementos correlativos, materia y forma, y que la misma materia es en sí­ misma un concepto relativo, cuya naturaleza debe precisarse indicando la forma respecto de la cual es materia.

MATERIALISMO: Escuela o conjunto de teorí­as que, a lo largo de la historia del pensamiento, han afirmado, como principio fundamental, que en el mundo «sólo existe materia» o que «todo es materia o es reducible a la materia».
Puesto que el concepto de materia ha ido variando a lo largo del tiempo y tampoco resulta muy claramente definible, han existido y existen diversas clases de materialismo filosófico. Los primeros materialistas fueron Leucipo y Demócrito para quienes la realidad está compuesta de átomos y vací­o. En la época moderna Hobbes y La Mettrie formulan un materialismo mecanicista y determinista. Hasta el ser humano es una máquina sujeta a leyes fijas. El naturalismo de la Ilustración, el evolucionismo de Darwin y el cientifismo del XIX acabaran por configurar en el positivismo una visión del mundo en la que solo existe lo comprobable y por tanto lo sensible material. En el marxismo o materialismo histórico este suelo firme, sensible y material, es el trabajo o praxis humana.
El materialismo clásico antiguo lo personifica el atomismo de Leucipo y Demócrito, cuya afirmación fundamental es que sólo existen los átomos y el vací­o, de modo que toda la naturaleza y los cambios que en ella ocurren pueden explicarse por los choques que se producen azarosamente entre estas unidades mí­nimas de materia indivisible dotadas de movimiento eterno. Esta afirmación de materia y movimiento eternos se convirtió en el paradigma de todo materialismo posterior. El epicureí­smo y el estoicismo prosiguen el materialismo atomista: los epicúreos manteniendo un mundo formado de átomos, aunque no totalmente sometido al determinismo fí­sico, y los estoicos con un carácter determiní­stico absoluto.
En el siglo XVII, en plena filosofí­a moderna, Thomas Hobbes repite la afirmación básica del atomismo antiguo: todo en el universo son cuerpos en movimiento y lo que no es cuerpo no forma parte del universo. Este iniciador del empirismo inglés, aplica asimismo los principios del materialismo a las explicaciones psicológicas, a los problemas que plantea el lenguaje y a las relaciones sociales e insiste en el determinismo.
Pero el campo de aplicación de la actitud materialista logra su mayor amplitud con los ilustrados franceses del s. XVIII: el materialismo de la Ilustración, de autores como La Mettrie, Voltaire, Diderot, d´Alembert y Holbach, se constituye como el substrato desacralizado y naturalista de ideas que van a configurar buena parte de la visión laica del mundo propia del hombre occidental.
Los descubrimientos cientí­ficos del s. XIX, como la producción de sustancias orgánicas en el laboratorio (que se inicia con la sí­ntesis de urea en 1828), el desarrollo de la nueva teorí­a atómica, las nuevas teorí­as fí­sicas basadas en la concepción de la materia y la fuerza como realidades últimas, el principio de la conservación de la materia y de la energí­a en todos los cambios, el progreso de la fisiologí­a y, sobre todo, la teorí­a de la evolución de Darwin, no sólo reafirmaron las convicciones materialistas y naturalistas de la ilustración francesa, sino que les dieron una base cientí­fica que parecí­a eliminar las fronteras entre lo fí­sico-quí­mico y lo bioquí­mico, entre la vida y la materia inerte y entre el hombre y el animal.
En el siglo XIX y XX los avances en fí­sica, biologí­a, antropologí­a y sociologí­a, han llevado a la conclusión de que la vida, el hombre y la misma sociedad son productos evolutivos de la naturaleza. El materialismo se identifica con la actitud cientí­fica adecuada. El positivismo de Comte es un claro exponente de esta actitud. Frente a esta generalización de materialismo, conviene diferenciar el materialismo de Marx más considerado como un realismo: La realidad fundante no es tanto la naturaleza aislada cuanto la relación dialéctica de la acción humana con ella, es decir el trabajo. La historia además es fruto de la praxis humana más que de un azar o un determinismo absoluto de la materia.

MEMORIA: Facultad de conocimiento por la que reproducimos sensaciones, percepciones o contenidos ideales pasados en tanto que pasados (es decir, con referencia a un tiempo o experiencia pretérita). La memoria es una facultad sensitiva de conocimiento, común al hombre y al animal; pero en el hombre se da también la memoria intelectiva, en la que aquélla actúa bajo el imperio de la voluntad. Se trata no meramente de reconocer cosas o situaciones pasadas, sino de recordar voluntaria o intencionadamente.

METAFíSICA: Disciplina o parte de la Filosofí­a que estudia el ser, el concepto más fundamental y general que puede pensar el entendimiento humano. En este sentido se identifica con la ontologí­a.
En Aristóteles reciben este nombre los libros puestos después de los tratados de fí­sica. La tradición ha interpretado el hecho de ir después «metá» de la fí­sica, en el sentido de un saber que va «más allá de la fí­sica», o del conocimiento de la naturaleza, en busca de principios y conceptos que puedan explicar radical y abstractamente la realidad.
El principal problema de la Metafí­sica es su naturaleza como ciencia. Ese dirigirse hacia en un mundo más allá de lo sensible. En las épocas clásica y medieval ya desde Aristóteles se le consideró como «filosofí­a primera», núcleo fundamental para las otras ramas de la filosofí­a. Sin embargo Kant niega su posibilidad al considerar que no puede contrastar sus enunciados; no se basa en la experiencia sensible. Por semejante motivo está desprestigiada en la filosofí­a contemporánea al constatar que sus enunciados no son verificables.
Referencia de las clases La metafí­sica clásica trata de hallar una explicación última de la realidad recurriendo a principios que están más allá del mundo de la experiencia. El primero en iniciar explí­citamente esta tradición es Platón. La verdadera realidad son las ideas; por la mediación del demiurgo se constituye las realidades sensibles como copias e imágenes semejantes a las ideas. A partir de aquí­ se produce el desdoblamiento al que recurre el pensamiento filosófico tradicional -desde Parménides hasta Hegel- para explicar la experiencia inmediata por un principio trascendente, que está más allá de ella.
Aristóteles trata de reunificar las esencias o ideas platónica integrándolas en las cosas sensibles constituyendo así­ las sustancias o realidades múltiples compuestas de materia y forma y regidas por las cuatro causas. La sustancia es además cambiante en la medida que se constituye al pasar de la potencia al acto.
Esta consideración metafí­sica del mundo natural, es recogida por la escolástica medieval (Tomás de Aquino) que la fundamente en el concepto de Dios o Ser Supremo subsistente de por sí­. Todas las cosas tienen su existencia por la Creación de Dios con quien guardan una relación de analogí­a.
El racionalismo de Descartes establece tres grandes realidades metafí­sicas o sustancias. Dios, mundo, yo. Entre estos dos últimos se da una correspondencia perfecta garantizada por Dios. Hume sin embargo en una dirección opuesta niega la existencia de estas sustancias «metafí­sicas» reduciendo la realidad a sí­ntesis de impresiones
Kant plantea por vez primera la cuestión de que la metafí­sica parece ser una empresa a la vez necesaria e imposible para la razón, y se decide analizar sus lí­mites y posibilidades en la Crí­tica de la Razón Pura. El resultado es la negación de la posibilidad de la metafí­sica como ciencia. Los objetos tradicionales de la metafí­sica, Dios, mundo y yo son, desde el punto de vista del conocimiento, sólo ideas reguladoras del pensamiento y postulados de la razón práctica.
La filosofí­a de Nietzsche es una descalificación global de la metafí­sica. Es fruto del resentimiento moral al no tener valor para afrontar la vida con riesgo y pasión y refugiarse en construcciones racionales que compensen nuestra frustración. La metafí­sica desdobló el mundo verdadero de la sensibilidad en otro aparente de carácter racional y vací­o (nihilismo).

Mí‰TODO: Etimológicamente, «camino hacia». Todo sistema o técnica para la investigación de lo que es o del hacer. Se divide en deductivo e inductivo, y también en heurí­stico y didáctico. Descartes comenzó su replanteamiento de la filosofí­a estableciendo el método de la «duda universal metódica».

MISTERIO: Algo que se desconoce y que no puede afrontarse con el conocimiento sensible ni intelectual por obedecer a causas superiores a las facultades humanas de conocimiento. Puede ser objeto de revelación y, en el hombre, de fe.

MODERNISMO: Teorí­a filosóficoreligiosa condenada por San Pí­o X en su encí­clica Pascendi. Supone que la fe no es patrimonio de la Iglesia, sino que pertenece a la razón humana por efecto de una revelación primitiva. De aquí­ deduce el carácter relativista de todas las religiones y propugna su evolución en convergencia hacia una religión superior y superadora. Es la base del actual progresismo religioso.

NATURALEZA: Término empleado en varios sentidos: la esencia o la sustancia de un ser considerada en cuanto principio u origen de operaciones (en la naturaleza del hombre está crecer, hablar, etc., no asó volar); el conjunto de cosas exteriores como opuesto a la interioridad del sujeto; el mundo mismo como todo ordenado y «naturado» por Dios.

PERCEPCIí“N: Conciencia de una sensación. Es un proceso fisiológico por el que el sujeto transforma las diversas impresiones sensoriales (estí­mulo) en una representación mental sensible. Es el resultado de una captación de los sentidos en la que influyen tanto los estí­mulos que nos llegan, bien del exterior o de nuestro propio cuerpo, como los componentes subjetivas con que los recibimos, sean las caracterí­sticas de nuestros sentidos, los patrones mentales o las experiencias previas que proyectamos sobre dichos estí­mulos.
Recordad lo estudiado el curso pasado sobre el binomio figura-fondo, las leyes de la percepción, los patrones subjetivos… En la percepción aprehendemos la realidad, no como una suma de impresiones aisladas sino como un conjunto global organizado, del que luego podemos distinguir las sensaciones que lo componen.
Para Aristóteles, como buen empí­rico, la percepción es el primer paso del conocimiento. Sobre las diversas percepciones sensoriales el «sentido común» unifica una imagen o fantasma que sirve de base para el proceso de abstracción que realiza el entendimiento agente. En la Estética Trascendental de Kant cualquier percepción viene configurada por las estructuras aprióricas del espacio y el tiempo.

PLACER: Uno de los términos o tonos extremos de la vida afectiva que acompañan a cualquier clase de emoción. Sólo puede describirse como un ensanchamiento o fruición de nuestro psiquismo al obtener el objeto de su apetición.

POSITIVISMO: Actitud teórica y escuela filosófica que sostiene que el único y auténtico conocimiento es el cientí­fico caracterizado por su sujeción a los hechos y la condición de verificabilidad de sus enunciados.
Además es propio del positivismo una actitud crí­tica ante la filosofí­a tradicional, en especial la metafí­sica. El «espí­ritu positivo» es fiel a estos principios:
Fenomenismo: la realidad se manifiesta en los fenómenos; sólo hay impresiones y copias de ellas en la mente (recordad Hume); cualquier concepción de una esencia oculta más allá de los fenómenos es ilusoria;
Nominalismo: el saber abstracto no es saber de cosas en sí­ o universales, sino de meras cosas individuales generalizadas; y, Descriptivismo: Se rechazan los juicios de valor y los enunciados normativos, en cuanto carentes de sentido cognoscitivo y se atribuye a la moral un valor meramente descriptivo. Unidad del método de la ciencia, Sólo hay un ámbito del saber, el reducible a la observación y a la experiencia, en definitiva a una única ciencia, preferentemente la fí­sica.
Debe su origen a Hume y como escuela filosófica aparece en el XIX con Comte: el entendimiento, la sociedad y la humanidad pasan por tres estados: teológico, los fenómenos se explican por fuerzas sobrenaturales, el metafí­sico o abstracto, cuando el hombre sustituye lo sobrenatural por lo abstracto, y el cientí­fico o positivo, cuando se renuncia a un saber absoluto y nos conformamos con conocer las meras relaciones entre fenómenos, esto es, las leyes; Esta es la meta final de la mente humana.
En el perí­odo que transcurre entre los años veinte y los treinta se desarrolla el denominado positivismo lógico, o neopositivismo que cristaliza en torno al llamado Cí­rculo de Viena. Se llama así­ por centrar su estudio, no en los hechos, sino en el análisis lógico del lenguaje. Su caracterí­stica más importante es el principio de verificación, según el cual sólo tienen significado aquellos enunciados que son susceptibles de verificación.

POTENCIA: En general, principio de movimiento o cambio. En el aristotelismo, principio metafí­sico (capacidad de ser) que, unido al ACTO, explica la realidad del MOVIMIENTO. Las cosas naturales tienen un ser o realidad (acto), pero también numerosas disposiciones o potencias cuya realización sucesiva las hace seres en movimiento, a diferencia de Dios, que es acto puro, sin mezcla de potencia.

PROBABILISMO: En un sentido, forma moderada de escepticismo que admití­a la mayor probabilidad como criterio o guí­a de acción (negando siempre la certeza). En otro, teorí­a moral que admite la licitud de la acción sólo en el sentido de la opinión más probable.

PSICOANíLISIS: Teorí­a psicológica sobre el origen subconsciente (y pansexualista) de los fenómenos psí­quicos. Método de psicologí­a que se pretende intermedio entre la introspección y la extrospección (introspección provocada). Método terapéutico en psiquiatrí­a.

PSICOLOGíA: Nombre atribuido a Melanchton para designar la ciencia del alma y los fenómenos psí­quicos. Llamada anteriormente De Anima. Se divide en psicologí­a experimental y psicologí­a racional.

RACIONALISMO: Escuela o corriente filosófica, nacida en Francia en el s. XVII opuesta al empirismo, y que sostiene que el punto de partida del conocimiento no son los datos de los sentidos, sino las ideas propias del espí­ritu humano.
Sus principales representantes son Descartes, Spinoza y Leibniz. Y las principales caracterí­sticas son: la afirmación de la existencia de ideas innatas, la relación directa -prácticamente coincidencia- entre pensamiento y realidad, el conocimiento es de tipo deductivo, como el que se da en las matemáticas, se atribuye un carácter fundamental a la sustancia (las dos sustancias de Descartes, la sustancia única de Spinoza y las mónadas de Leibniz). Se acude a Dios como garante del conocimiento y orden.
La forma caracterí­stica de argumentación racionalista excluye el recurso a la experiencia y se remite exclusivamente a la razón. En general, actitud filosófica de confianza en la razón que exalta la importancia de las ideas y las independiza de la experiencia.

RAZONAMIENTO: Toda inferencia o discurso por el que se llega a una conclusión partiendo de datos o premisas conocidas.

RELATIVISMO: Teorí­a que sostiene el carácter relativo o condicionado de la moral o del conocimiento (de la verdad) respecto del hombre -o de su tiempo- como cognoscente o como sujeto de actividad.

RELIGIí“N: Conjunto de lazos dogmáticos, disciplinarios y salví­ficos que unen al hombre para con Dios. Virtud que nos inclina a dar a Dios lo que le pertenece.

SEMIOLOGíA: Normalmente entendida como sinónimo de semiótica, privilegia la función social del signo.

SEMIí“TICA: Teorí­a general de los signos. Palabra acuñada por C. S. Pierce fundador de la lógica matemática.; acentúa la función lógica del signo. Para Umberto Eco se ocupa de cualquier cosa que pueda considerarse como signo y es la disciplina que estudia «todo lo que puede usarse para mentir».

SER: Aquello que todos los seres, existentes o posibles, tienen en común, y a lo que compete existir de alguna manera «Id cui competit esse». Es el objeto de la Ontologí­a general o ciencia del ser en cuanto tal, y del tercer grado de ABSTRACCION o abstracción metafí­sica.

SOCIOLOGíA: Disciplina o ciencia que tiene como objeto de estudio los hechos sociales y las leyes que los rigen. La sociologí­a analiza la estructura social y sus grupos; la relación individuo-sociedad; la estratificación, movilidad y el cambio social; la autoridad, el origen del poder y la constitución de la sociedad civil, y las diferentes teorí­as que los interpretan.
Sociólogos destacados fueron Augusto Comte quien la independizó de la filosofí­a considerándola una «ingenierí­a o fí­sica social»; Durkheim quien señaló los «hechos sociales» empí­ricos como su objeto de estudio propio y, por tanto, deben ser tratados como cosas; Weber destacó el carácter intencional de estos hechos y, por tanto, la necesidad de «comprenderlos» y no solo describirlos. El materialismo histórico de Marx puede considerarse como una sociologí­a de la «praxis».
La sociologí­a se inicia como ciencia empí­rica independiente con Augusto Comte quien la llama también «fí­sica social». Después recibe claras influencias del evolucionismo y del darvinismo y se apoya en el modelo biológico para desarrollar una concepción organicista de la vida social. La sociedad humana es un organismo real (Herbert Spencer).
Durante el siglo XIX proliferan en Europa las encuestas de carácter social y los estudios monográficos que investigan la situación de crisis por la transición a la era industrial y las revoluciones sociales. Del fondo de estas investigaciones sociológicas descriptivas, surge la primera tendencia sociológica cientí­fica: í‰mile Durkheim, quien identifica el «hecho social» como el objeto propio de estudio. La sociologí­a adquiere así­ un carácter preferentemente descriptivo y explicativo de los hechos sociales.
Max Weber, señala en Alemania el comienzo de una «sociologí­a comprensiva». El objetivo de la sociologí­a es la comprensión de la acción social, esto es, aquellos hechos producidos por la actividad humana en los que es esencial la intencionalidad. A estos hechos sociales, no se accede si no es a través de la comprensión, única manera de captar, no sus leyes, sino su sentido.
El marxismo interpreta la realidad social desde el materialismo histórico. La sociologí­a es, en este caso, el mismo marxismo que interpreta la historia como una lucha de clases. La organización social, depende directamente de las relaciones de producción propias de cada época. Tales relaciones son conflictivas por naturaleza y conducen a la revolución y la igualdad.
En Norteamérica el centro impulsor de las investigaciones sociológicas americanas es la «escuela de Chicago» que desarrolla una sociologí­a eminentemente urbana caracterizada por una orientación empí­rico funcionalista, y la adopción de una metodologí­a basada en la observación y la historia de casos. Además de la utilización de teorí­as de alcance medio.

SUPOSICIí“N: Sentido o significación particular en que se emplea un término. Existe la suposición real («la mesa es un mueble»), la suposición lógica («la mesa es un término») la suposición gramática («la mesa es una palabra»).

SUPUESTO: La sustancia primera completa y existente, susceptible de actuación. Se opone, dentro de la sustancia, a la sustancia incompleta (como el cuerpo o el alma en el hombre) que sólo unida a otra forma una sustancia completa.

SUSPENSIí“N DE JUICIO: Actitud recomendada por el escepticismo antiguo como fuente de paz interior y felicidad al no adherirse la mente a ninguna opinión ni convicción.

SUSTANCIA: Lo que es en sí­, y no en otro. Se opone a ACCIDENTE, que para existir requiere un sujeto de inhesión (la sustancia). Se distingue la sustancia primera (ser concreto o individuo), y la sustancia segunda, que es el universal referente a un objeto sustancial. Para los cartesianos, la noción de sustancia entraña también el «concebirse por sí­ misma», es decir, no poder reducirse ya a otra cosa. Espinosa no reconocí­a otra sustancia que Dios, que identificaba con la naturaleza.

TRASCENDENCIA: Lo que va más allá del asunto u objeto de que se trata. Se opone a INMANENCIA.

TRASCENDENTAL: Aquello que trasciende. En lenguaje kantiano, lo puro o relativo a las condiciones a priori del conocimiento o de la acción.

VERDAD: En su sentido primario, condición del juicio (o de la proposición) por la cual expresa lo que realmente es (adecuación del pensamiento con la cosa). En sentido ontológico, se dice que la verdad es un TRASCENDENTAL puesto que cuanto tiene ser es verdadero al ser manifestable a un entendimiento que rectamente lo conozca (eminentemente al de Dios). Es, en definitiva, la cognoscibilidad de todo cuanto es. A la verdad en el primer sentido se opone el error; a la ontológica, la nada.

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