El mito de la batalla de Arrigorriaga (Padura)

En concreto el mito de la batalla de Arrigorriaga (pedregal rojo en euskera) plantea las bases de algunas de las situaciones de que disfrutaron los vascos hasta casi el umbral del siglo XX, como son la de hidalguí­a universal, la de sometimiento mediante pacto a su señor y la de exención de prestación de servicio de armas más allá de su propio territorio.

En la mitologí­a vasca existen dos versiones de este hecho, narradas en diferentes épocas, que nos describen, básicamente, la misma situación aunque con diferencias en los detalles. La primera de ellas, perteneciente al conde de Barcelos, hijo natural del rey de Portugal Don Dionis, que vivió en Castilla en el siglo XIV. Nos cuenta el conde Barcelos cómo los vascos, sometidos al conde asturiano Don Munio, al que debí­an pagar un tributo anual que no podí­an evitar, consistente en una vaca, un buey y un caballo blanco, toman como su señor a Froom -de sangre real al ser hermano del rey de Inglaterra-, el cual les promete defenderlos y conducirlos a la victoria si así­ lo hací­an. Bajo su mando derrotan a las fuerzas del conde asturiano en Vusturio (Busturia) que, debido a la gran mortandad, pasó a denominarse Arrigorriaga (Pedregal rojo), de ahí­ el nombre de la batalla.

Otra versión, ya del siglo XV, corresponde a Lope Garcí­a de Salazar, y en ella se sostiene el mismo núcleo, aunque con algunas variantes. Para empezar, la acción se sitúa en el marco de las disputas entre León y Castilla, siendo Vizcaya atacada continuamente por los leoneses, al ser territorio castellano. En una de las incursiones leonesas, bajo el mando del hijo del rey de León, los vizcaí­nos le presentan batalla, pero éste no la acepta si no se le presenta por un rey o hijo del rey, siendo así­ que los vizcaí­nos toman como su jefe a don Zurí­a, nieto del rey de Escocia, el cual les conduce a la victoria y persiguen a los restos del ejército leonés hasta el «árbol gafo de Luyando», en la supuesta frontera del territorio. Tras el triunfo, los vizcaí­nos toman a Zurí­a como su señor, alzándolo como conde de Bizkaia.

Ambas versiones tienen un fondo común, pero mantienen algunas diferencias, en concreto en lo que se refiere a la teorí­a pactista del poder, que en la segunda de ellas hace surgir el señorí­o de Jaun Zurí­a del acuerdo de éste con sus súbditos, lo que ha servido para justificar la idea de la independencia originaria tanto como la del pacto, además de justificar la situación de exención del servicio de armas fuera del territorio, al no querer traspasar el lí­mite que marcaba el «árbol gafo». Otros mitos importantes y que definen aspectos de gran importancia en la formulación del nacionalismo vasco son los de Túbal y Aitor.

Ambos hacen referencia a la condición de los vascos como pueblo elegido por Dios, pero con notables y sugerentes diferencias, sobre todo teniendo en cuenta que median muchos siglos entre uno y otro mito, aunque como en el caso anterior, ambos comparten una idea central, la de la singularidad  y antigí¼edad del pueblo vasco, en tanto que comunidad diferenciada, de carácter noble y con cultura y lengua diferentes a las del resto de la pení­nsula, y que combinados con los expuestos más arriba dan derecho a formular una especificidad que se traduce en derechos forales respecto al estado castellano o de independencia con respecto al español posteriormente.

 

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1 respuesta

  1. Javier Valdivia dice:

    Hay alguna inexactitud en el relato. Aceptando Vusturio por Busturia, éste municipio no pasó a llamarse Arrigorriaga, se sigue llamando Busturia que dista del anterior unos 45′ en coche. Busturia está muy cerca de la costa y Arrigorriaga está en el interior en una de las rutas de salida hacia la meseta.
    Por esto me parece más coherente el relato de Lope de Salazar, mejor conocedor de la geografí­a vizcaí­na y de sus historias.
    En cualquier caso gracias por el árticulo y por cualquier corrección que me podáis hacer

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