El Papa Francisco en Madagascar con el P. Opeka, misionero Paúl

Dejo para el final la visita al Centro del P.Pedro OPEKA, sacerdote argentino paúl, el Centro de AKAMASOA. Me permito decir quién es el P.Pedro OPEKA. Sus padres dejaron su nación de Eslovenia por la persecución comunista y llegaron a Argentina. El P.Pedro OPEKA nació en Argentina. Sintió la vocación religiosa y entró en la Congregacion de los Paúles, en francés Lazaristes. Una vez ordenado sacerdote y después de seguir un curso de francés en París llegó a Madagascar, a la Misión de los Paúles de la Diócesis de Farafangana. El P.Pedro trabajó en el Distrito de Vangaindrano donde, entre otras construcciones, construyó una hermosa y grande iglesia.  Entonces sus Superiores le nombraron Maestro de los Estudiantes Paúles que en aquel entonces estudiaban en Antananarivo. Es aquí donde encuentra su verdadera vocación. Caminando por la ciudad y viendo los basureros llenos de gente buscando alguna cosa aprovechabe, se le partió el corazón. Pidió a sus Superiores que nombrasen un nuevo Maestro para los Estudiantes y que a él le diesen permiso para ocuparse de los pobres. No en vano es hijo de San Vicente de Paúl.

Obtenidas ambas cosas por parte de sus Superiores el P.Pedro comienza su labor. Hoy día, después de treinta años de intenso trabajo su Centro, Akamasoa, es un modelo para todos. Todo el mundo trabaja, la mayoría picando piedra, pero todo el mundo come con el sudor de su frente. El encuentro del Papa con el P.Pedro fue muy emocionante. Se dieron un abrazo inolvidable. Resulta que allá por el año 1967 el Papa Francisco fue Profesor del P.Pedro en Argentina. Hoy día el Centro del P.Pedro acoge a más de 25.000 habitantes y de ellos 14.000 estudian en las Escuela. Había un grupo de 10.000 niños y adolescentes animando con sus cantos. Al Papa y al P.Pedro se les veía muy emocionados. En su discurso, entre otras cosas, el Papa dijo que «la pobreza no es una fatalidad». Después se acercó a la cantera donde la mayoría de los habitantes pica la piedra y el Papa hizo una larga oración pidiendo por los trabajadores del lugar y los trabajadores de todo el mundo.

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