TEMA 4: El sistema político de la Restauración (1875-1923)
Tema 4: El sistema político de la Restauración (1875-1923)
ÍNDICE
Introducción
1.- Las bases del sistema: la Constitución de 1876 y el caciquismo
1.1. La Constitución de 1876
1.2. El bipartidismo
1.3. Problemas: caciquismo…
2.- Las fuerzas del sistema y de la oposición
2.1. Fuera del sistema
2.2. El Movimiento obrero
2.3. Regionalismo y nacionalismo
3.- La crisis del sistema canovista
Tras el “pronunciamiento” en Sagunto del general Martínez Campos (diciembre de 1874), Alfonso XII fue proclamado nuevo rey. Con la reposición de los Borbones se inicia el periodo histórico de la Restauración (1874-1923). El artífice de la misma fue Antonio Cánovas del Castillo. (Ver ANEXO 7)
Entre las medidas tomadas por el nuevo Gobierno señalamos:
- poner fin a la 3ª guerra carlista, con la derrota en febrero de 1876 del pretendiente Don Carlos (VII), que marchó al exilio;
- abolir los fueros de las provincias vascas, aunque se establecieron los “conciertos económicos”.
- finalizar la guerra de Cuba con la Paz de Zanjón en 1878, aunque no fue muy duradera.
1.- Las bases del sistema: la Constitución de 1876 y el caciquismo
Como principio general indicamos que se trataba de volver al régimen anterior al Sexenio revolucionario, cansada la clase burguesa de los cambios políticos (monarquía democrática de Amadeo I, república federal, república centralista). Cánovas del Castillo veía necesaria una nueva Constitución moderada que estableciera unas “reglas de juego” abiertas, para recoger en su seno a todas las ramas del liberalismo, que evitara los pronunciamientos y mantuviera un orden político y público estables, basados en el equilibrio. La idea fundamental del sistema canovista era la soberanía compartida entre el Rey y las Cortes. Los partidos oficiales debían aceptar este principio de legalidad constitucional.
Las bases del sistema son dos: la Constitución de 1876 y el turno de partidos:
1.1. La nueva Constitución (5ª) fue promulgada en junio de 1876, tras escasos debates. Sus principales características (además de su moderación, eclecticismo y duración) eran:
– Soberanía compartida (Cortes con el Rey) en la línea del liberalismo doctrinario.
– Amplias atribuciones del monarca (convocar, suspender o disolver las Cortes) Además mantiene el poder ejecutivo, la dirección del Ejército y ejerce un papel moderador.
– Sistema bicameral: Senado mixto (con miembros de derecho propio, miembros nombrados por la Corona y otros elegidos por las corporaciones) y Congreso (con miembros elegidos por los ciudadanos). La Constitución no determinará el tipo de sufragio, remitiéndose a una Ley Electoral que establecerá el sufragio censitario y en 1890 el sufragio universal masculino.
– Declaración amplia de derechos individuales, regulados por la legislación ordinaria. En la práctica los derechos quedaban limitados por leyes restrictivas. La ley de imprenta de 1879 consideraba delito todo ataque al sistema político y social de la Restauración.
– En el ámbito religioso, se optó por la tolerancia del Estado confesional con otros cultos no católicos, aunque reconocía los privilegios tradicionales de la Iglesia católica; era una fórmula intermedia entre la libertad de cultos (1869) y la confesionalidad del Estado (1845).
– El Estado se organizaba de forma centralista. Se controlaban los ayuntamientos – en las poblaciones de más de 30.000 habitantes, los alcaldes eran nombrados por el Rey -. Se establecía la unidad de códigos y la igualdad jurídica de los españoles, quedando abolidos los fueros de las Provincias Vascas, estableciendo la igualdad fiscal y de servicio militar para todos aunque el poder central realizó conciertos económicos especiales con estas provincias.
– Sufragio censitario: la participación electoral en 1881 era de poco más del 5% de la población. Así quedaban excluidas las clases populares de la vida política.
– Esta Constitución fue la más duradera de todas, permaneciendo en vigor hasta 1931 (salvo en la Dictadura de Primo de Rivera).
1.2. El sistema estuvo controlado con la formación de dos opciones políticas representativas. Cánovas aglutinó las diversas fuerzas moderadas (nobleza, terratenientes, oligarquía de negocios, altos mandos del ejército, Iglesia) fundando el Partido Conservador, sostén de la monarquía alfonsina. El partido de la oposición dinástica fue el Partido Fusionista o Liberal de Sagasta, quién agrupó a partidarios de la Constitución de 1869, que pedían el sufragio universal. El sistema, parlamentario en la forma, distaba mucho del británico, al que Cánovas tomaba como modelo. Había un pacto entre ambos partidos de notables que establecieron un “turno pacífico” para gobernar y dejaban fuera al resto de los partidos. En la práctica este sistema sólo podía funcionar mediante el caciquismo. Los caciques, procedentes de la oligarquía terrateniente, controlaban la vida política, económica y social del país, especialmente en las zonas rurales. Para favorecer al partido al que le correspondía gobernar, se manipulaban y falseaban las elecciones y se utilizaba el pucherazo, o sea, la falsificación de las actas electorales. A la muerte de Alfonso XII, en 1885, le sucederá como Regente su esposa Mª Cristina (el futuro Alfonso XIII no había nacido), manteniéndose el turno de partidos tras el llamado Pacto de El Pardo entre Cánovas y Sagasta.
1.3. Varios problemas:
Caciquismo: los caciques eran individuos o familias poderosos tanto por su poder económico como por su influencia en los pueblos y comarcas. Compraban los votos y hacían “favores” para premiar la fidelidad electoral, concediendo puestos de trabajo, rebaja de contribuciones, facilidades burocráticas, etc.
Manipulación: debido a la escasa confianza en la capacidad de juicio de los electores, se llega a la manipulación electoral. El Ministerio de la Gobernación imponía unos candidatos debidamente “encasillados” (introducidos en las listas electorales).
Pucherazo: mediante el pucherazo se falsificaba el censo electoral, incluyendo a personas muertas, o se impedía votar a las vivas con coacciones y amenazas de todo tipo, como la prohibición de propaganda electoral y la dificultad para votar.
2.- Las fuerzas del sistema y de la oposición
Si los partidos conservador y liberal fueron las fuerzas que mantuvieron el sistema de la restauración, también hubo otras corrientes políticas que se posicionaron en contra. Tres son los bloques principales.
2.1. Fuera del sistema quedaron los partidos antidinásticos: 1. Los carlistas, que no aceptaban la dinastía borbónica y habían sido derrotados en la 3ª guerra carlista en 1876, se dividieron en 1888; los de la Unión Católica, fundada por Pidal y Mon, se integraron en el partido conservador, mientras los integristas de Nocedal formaban el Partido Tradicionalista. 2. El republicanismo perdió el apoyo de las clases medias, asustadas por los desórdenes de la Primera República y adaptadas con facilidad a la Restauración. Tras la vuelta a la legalidad en 1881, gracias al gobierno liberal de Sagasta que autorizó la libertad de asociación, se fragmentó: Castelar fundó el Partido Posibilista y aceptó la Restauración pero con sufragio universal; tras 1890 se integró en el partido Liberal. Salmerón dirigió a los republicanos unitarios. Pi y Margall lideró la opción mayoritaria, el federalismo, defendiendo el reformismo social. Ruiz Zorrilla agrupó a los radicales en el Partido Progresista, organizando desde el exilio pronunciamientos fracasados. Tras el sufragio universal (1890) se reunificaron (salvo los posibilistas) en la Unión Republicana (1903), lo que permitió que por primera vez hubiera en las Cortes una importante minoría republicana.
2.2. El movimiento obrero se opuso también al sistema canovista. Con la progresiva industrialización y la consolidación del capitalismo experimentó un gran desarrollo, pero conservando sus malas condiciones de vida y trabajo. Estaba dividido en dos tendencias rivales: el anarquismo y el socialismo, ambas revolucionarias. Integradas en la Internacional, su ruptura se produjo a raíz del Congreso de Zaragoza de 1872, debido a la discrepancia entre Marx y Bakunin. Esta división fue causa de su debilidad. Durante la Restauración las asociaciones obreras fueron ilegales hasta 1881.
– Anarquismo: los ideólogos anarquistas (Bakunin, Kropotkin, entre otros) propugnan la ausencia de todo poder por encima del individuo y la lucha contra el Estado, critican la democracia parlamentaria y rechazan participar en el juego político de los partidos. Atacan a la Iglesia y al ejército como bases de la sociedad burguesa; defienden el federalismo y la huelga general revolucionaria. Son partidarios de la formación de pequeñas comunidades campesinas autosuficientes, con los medios de producción socializados. Muy implantado en Andalucía y Cataluña. A partir de 1881 creció mucho. Algunas organizaciones anarquistas llevaban a cabo acciones terroristas. En 1911 se creó el sindicato anarquista, la CNT (Confederación Nacional del Trabajo).
– Socialismo: el socialismo defiende la creación de partidos políticos de clase que lleguen al poder aprovechando las elecciones en democracias burguesas. Parte de la lucha de clases y una vez llegado al poder, el proletariado debe establecer una dictadura para controlar el Estado y establecer la sociedad sin clases, con los medios de producción socializados en manos del Estado. La corriente socialista se desarrolló en torno a un partido marxista, el PSOE, fundado en Madrid en 1879 por Pablo Iglesias y un pequeño grupo de tipógrafos e intelectuales. En 1888 fundó su propio sindicato, la Unión General de Trabajadores (UGT). El periódico oficial del partido era El Socialista (1886). Esta tendencia arraigó en Madrid, Extremadura, Castilla la Nueva y de ahí se extendió a los núcleos mineros e industriales de Asturias, Vizcaya y Cataluña. Más organizados, pero menos numerosos que los anarquistas, crecieron mucho en la última década del siglo.
– El movimiento obrero y las mujeres: La integración de la mujer en el trabajo industrial fue muy temprana tanto en la industria textil catalana como en la industria minera vizcaína. Pudo llegar al 17% en 1877. Su salario venía a ser un 50-60% del masculino. La sociedad y los mismos sindicatos se mostraban un tanto recelosos ante el trabajo remunerado de las mujeres. Una destacada dirigente femenina fue Teresa Claramunt, obrera textil de Sabadell. En la cuenca minera bizkaina destacará, en el primer tercio del siglo XX, doña Dolores Ibarruri.
2.3. Regionalismo y nacionalismo
Los regionalismos y los nacionalismos fueron movimientos de oposición, potenciados por las burguesías locales. El sistema canovista se mostró incapaz de integrarlos. El regionalismo pretende la defensa de la región mediante la autonomía administrativa. El nacionalismo sostiene que cada pueblo o nación tiene derecho a ejercer la soberanía sobre su territorio, lo que significa que a cada identidad cultural debe corresponder un Estado independiente. Ambos movimientos periféricos surgieron por el fracaso del liberalismo para crear un nacionalismo español que vertebrara a la sociedad.
– Cataluña: a mediados de siglo surgió un movimiento cultural, la Renaixença, que buscaba la recuperación de la lengua y cultura catalanas. Se implantaron los Juegos Florales en 1859. El iniciador del catalanismo fue Valentí Almirall, creador del Centre Catalá (1882) y autor de Lo catalanisme (1886) que defendía la autonomía frente al centralismo. La Unió Catalanista (1891) elaboró las Bases de Manresa (1892), el primer programa de catalanismo, escrito por Enric Prat de la Riba, que representaba al catalanismo conservador, católico y burgués. En 1901 nació el primer gran partido político catalán y conservador, la Lliga Regionalista, dirigida por Prat de la Riba y Francesc Cambó, que aspiraba a la autonomía de Cataluña.
– País Vasco: Sabino Arana en 1895 fundó el Partido Nacionalista Vasco (PNV). Defendía la raza vasca, la lengua (el euskera), el integrismo católico y los fueros tradicionales, abolidos en 1876; ferviente antiespañolista, reclamaba la recuperación de la independencia de la Nación Vasca. Su lema era Dios y ley vieja. Idealizó el medio rural del País Vasco y rechazó la industrialización porque creía que los inmigrantes no vascos o maketos degeneraban la raza vasca a causa del mestizaje. Diseñó la ikurriña o bandera nacionalista. El PNV osciló entre el independentismo radical y una tendencia más moderada que buscaba la autonomía del País Vasco dentro de España, consiguiendo votos entre las clases medias.
– Galicia: el regionalismo fue más tardío y emergió como reacción contra el atraso secular de Galicia. Se inició con el Rexurdimento, movimiento cultural de intelectuales que defendían la lengua y la cultura gallegas, como Manuel Murguía, de tendencia liberal- democrática, y Alfredo Brañas, tradicionalista.
– Otras regiones: en Andalucía hubo un primer intento de regionalismo con Blas Infante, que tardaría mucho tiempo en consolidarse. Lo mismo ocurrió en Valencia, Aragón y en Baleares.
3.- La crisis del sistema canovista (Ver ANEXO 8)
Diversas crisis jalonaron la fase final del sistema de la Restauración.
3.1. La crisis de 1898: la guerra con Estados Unidos: el motivo es la intervención de los americanos en la guerra entre cubanos y españoles. La causa última la explosión del acorazado Maine (15 de febrero de 1898). Una guerra, corta, que se extiende a Filipinas, si tenemos en cuenta la superioridad militar de los estadounidenses. El 10 de diciembre se firma la paz en París.
Las consecuencias más significativas fueron: pérdidas demográficas (miles de muertos y heridos) y territoriales (se pierden Cuba y Filipinas), pérdida de prestigio del sistema de la Restauración y de los militares, fortalecimiento del nacionalismo catalán y vasco, algunas pérdidas económicas para la industria catalana y potenciación de la presencia colonial en África.
3.2. La crisis de 1909: la semana trágica de Barcelona: se conoce con este nombre a los sucesos acaecidos en Barcelona y otras ciudades de Cataluña entre el 26 de julio y el 2 de agosto de 1909. El desencadenante de estos violentos acontecimientos fue el decreto del gobierno de Antonio Maura de enviar tropas de reserva a las posesiones españolas en Marruecos, en ese momento muy inestable, siendo la mayoría de estos reservistas padres de familia de las clases obreras. Los sindicatos convocaron una huelga general.
Las consecuencias: la Semana Trágica tuvo un brutal coste humano: un centenar de muertos, heridos, destrucciones… La represión fue muy dura y culminó con el juicio sin garantías y la ejecución de Francisco Ferrer y Guardia, pedagogo anarquista y fundador de la Escuela Moderna. Igualmente se llevó por delante el programa reformista de Maura
3.3. La crisis de 1917: la huelga general motivada por el mal reparto social de los beneficios del boom económico (tras la primera Guerra Mundial) y la creciente inflación. En ella podemos distinguir diversos aspectos: Crisis militar (se crean Juntas de Defensa ante los ascensos de los africanistas), Crisis política (en Cataluña se constituye una Asamblea Nacional de Parlamentario que pidió un cambio de gobierno y la convocatoria de Cortes Constituyentes) y Crisis social: la huelga general de 1917 (ANEXO 8).
Las consecuencias: un centenar de muertos y miles de detenidos y la dimisión del Presidente del Gobierno (Eduardo Dato).
Gracias por la página Mitxel
Excelentes apuntes para entender este periodo de la historia. Me gusta mucho lo bien estructurados y explicados que están. Imprescindible para aprobar el curso con nota, así como la prueba de acceso a la universidad si la hacemos. Se agradece encontrar este tipo de contenido de calidad y al alcance de todos.