TEMA 3: Fueros y liberalismo: las guerras carlistas y la cuestión foral (1833-1876)

Tema 3: Fueros y liberalismo: las Guerras Carlistas y la Cuestión Foral (1833-1876)

 ÍNDICE

 Introducción: concepto

1.- La primera Guerra Carlista (1833-1840)

            1.1. Los contendientes

            1.2. El conflicto

2.- La inserción del régimen foral en el Estado liberal y el fuerismo

3.- La última Guerra Carlista y la abolición foral (1873-1876)

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 Los fueros locales, fueros municipales o, simplemente, fueros eran los estatutos jurídicos aplicables en una determinada localidad cuya finalidad era, en general, regular la vida local, estableciendo un conjunto de normas, derechos y privilegios, otorgados por el rey, el señor de la tierra o el propio concejo. Fue un sistema de derecho local utilizado en la Península Ibérica a partir de la Edad Media y constituyó la fuente más importante del Derecho altomedieval español.  (Ver ANEXO 6).

1.- La primera Guerra Carlista

Con la muerte de Fernando VII, 1833, absolutistas y liberales se enfrentan militarmente. La excusa fue la lucha por la sucesión al trono entre Carlos Mª Isidro (hermano del Rey) e Isabel II (hija del Rey). En realidad, el conflicto es más amplio: mundo rural contra mundo urbano, alta burguesía contra propietarios rurales, partidarios del antiguo régimen (absolutistas) contra reformistas (liberales)…

El año 1830 fue decisivo: Fernando VII se casó con Mª Cristina de Borbón y nació su primera hija (María Isabel). Debido a ello, se promulgó la “Pragmática Sanción”, que derogaba la “Ley Sálica” y permitía a las mujeres reinar. Al rechazar don Carlos la nueva situación, el pleito dinástico quedó abierto. Además, este hecho, ofreció a los liberales la posibilidad de alcanzar el poder de manera pacífica, apoyando a Isabel II.

Así en 1832, Mª Cristina (madre de la reina y regente en la minoría de edad de su hija) se impone en la Corte y coloca a sus partidarios en el poder. Comienza a tomar medidas para luchar contra los carlistas tras la muerte del rey: expulsó a D. Carlos a Portugal, suprimió a los Voluntarios Realistas, renovó los ayuntamientos con alcaldes liberales, promulgó una amnistía política para todos los liberales y sustituyó en el ejército a los jefes sospechosos. Finalmente, tras la muerte del rey, el 17 de septiembre de 1833, las Cortes proclaman heredera a Isabel II (con 3 años). D. Carlos, su tío, no lo acepta y comienza la guerra.

1.1. Los contendientes

– Los Carlistas: el infante don Carlos Mª Isidro recibió el respaldo de todos aquellos sectores sociales para los que los liberales y sus reformas podían suponer una amenaza: la pequeña nobleza terrateniente a la que le inquietaba la desaparición de sus privilegios fiscales, la supresión de los mayorazgos y la influencia en los municipios rurales; muchos humildes agricultores de los territorios forales vasco navarros, donde se beneficiaban de exenciones fiscales y militares; y el bajo clero rural, que intentaba evitar nuevas desamortizaciones y temía la abolición de los diezmos.

En el dominio geográfico, el carlismo tuvo una mayor implantación en Navarra, en las tres provincias vascas y en la zona situada al norte del río Ebro en la región castellonense del Maestrazgo. Sin embargo, las tropas carlistas jamás lograron conquistar las grandes ciudades, ni siquiera Bilbao, Pamplona o Vitoria.

Con el lema “Dios, Patria, Fueros y Rey”, la ideología carlista es favorable al absolutismo regio y al mantenimiento de las jerarquías y privilegios sociales estamentales, al integrismo religioso y la defensa plena de todos los intereses de la Iglesia, al mantenimiento de los fueros vascos y navarros y un concepto de «patria» como un conjunto de tradiciones y costumbres heredadas. Los carlistas se resistían al avance de la industrialización y del capitalismo.

– Los Isabelinos: la causa de Isabel II enseguida se identificó con el liberalismo moderado. Recibió el apoyo de una minoría selecta e influyente de la sociedad: propietarios acomodados y grandes terratenientes que aumentaron sus posesiones con la política desamortizadora; los industriales y hombres de negocios; los intelectuales que manejaban la opinión pública; el alto clero; los profesionales libres, funcionarios, la oficialidad del ejército casi sin excepción y la mayor parte de la nobleza, a quienes benefició enormemente la conversión del señorío en propiedad individual.

Las zonas de influencia fueron sobre todo las ciudades, además de la mayor parte de España, excepto las zonas forales, Cataluña y núcleos del Levante y Castilla. Ideológicamente los liberales moderados pretenden una monarquía constitucional, basada en la soberanía nacional, libertades públicas y políticas, separación de poderes e igualdad ante la ley. Ideales propios de la ilustración y, además, la liberalización de los bienes de la nobleza, la desamortización de los de la Iglesia y la incentivación de la industria nacional.

1.2.- El Conflicto

– La primera Guerra Carlista (1833-40) pasó por diferentes etapas destacando en ella las acciones del coronel Tomás Zumalacarregui, (muerto en el sitio de Bilbao), las expediciones por toda España y el Pacto de Vergara (Agosto de 1839).  Con este pacto se inicia el fin de la contienda. Está firmado por el carlista Rafael Maroto (a espaldas de don Carlos) y el isabelino Baldomero Espartero.  En él, los carlistas reconocían a Isabel como reina y los liberales, además de admitir en su ejército a los oficiales y a los soldados carlistas que lo quisieran con todos sus grados y condecoraciones, se comprometían a defender los fueros vascos y navarro ante las Cortes Generales. Al convenio se adhirieron la mayoría de los carlistas castellanos y vascos, pero los navarros prefirieron seguir a D. Carlos a Francia. Las Cortes Generales, a instancias del general Espartero, mantendrán vigentes los fueros “sin perjuicio de la unidad constitucional de la monarquía”.

– La segunda de las Guerras (1848-1849) no tuvo ninguna repercusión en el País Vasco y no afectó, por tanto, a la Cuestión Foral.

2.- La inserción del régimen foral en el Estado liberal y el fuerismo

Durante el reinado de los Reyes Católicos (1469-1504), se produce la unión territorial de Castilla (en la que están insertas las llamadas Provincias Vascongadas) y la Corona de Aragón, además de la anexión de Navarra para Castilla en 1512. Pero cada reino mantenía su diferenciación: instituciones, libertades y fueros propios procedentes de la Edad Media. Durante el reinado de los Austrias (siglos XVI y XVII) los fueros son respetados e, incluso, ampliados en algunos casos aunque no dejaron de alzarse voces para que se suprimiesen. Con el cambio de dinastía, tras la Guerra de Sucesión, a principios del S. XVIII, y la llegada de Felipe V y los Borbones, se lleva a cabo un proceso de castellanización de los reinos de la Corona de Aragón que habían apoyado la candidatura del Archiduque Carlos al trono español; así se promulgan los “Decretos de Nueva Planta” por los que dichos reinos perdieron sus Cortes, Instituciones y Fueros propios, imponiéndoles las leyes de Castilla. Sin embargo, los Fueros navarro y vascos siguieron vigentes por haber apoyado a Felipe V en la guerra. Durante todo el siglo XVIII permanecieron intocables.

Durante el siglo XIX, la primera Constitución española (Cádiz: 1812) decretó la supresión de los Fueros en favor de la igualdad de todos los españoles y de todos los territorios. No obstante, en la época de Fernando VII (1814-1833) se verán restaurados (excepto en el periodo del trienio liberal: 1820-1823). Las guerras carlistas acabarán por abolirlos. Sin embargo, a finales del siglo XIX nacerá en Bilbao una fuerte corriente política demandando su restitución: es el “foralismo” que, junto con el “tradicionalismo” sentarán las bases del moderno nacionalismo sabiniano.

Durante el s. XX, la  Constitución de la 2ª República, en 1931, permitió la creación de estatutos de autonomía y gobiernos autonómicos, aprobándose el de Cataluña y, ya durante la Guerra Civil, el del País Vasco. Este Estatuto estuvo vigente únicamente durante nueve meses en el territorio de Vizcaya. La Dictadura de Franco (1939-1975) que entonces se impuso en España suprimió los Estatutos de Autonomía y, en lo que respecta al País Vasco, sólo dejó vigente el “Concierto Económico” en Navarra y Álava.

Tras el franquismo, que persigue todo nacionalismo y con el carlismo incluido en el sistema político franquista de FET (Partido único reconocido por Franco), viene la Transición y la Constitución de 1978, en la que se generaliza la idea de las autonomías y se crea un mapa autonómico para toda España, mediante el cual, aunque con algunas diferenciaciones, se llevó a cabo un proceso de descentralización administrativa para toda España y se recuperó el “concierto económico” como medio de financiación autonómica para el País Vasco y Navarra, respondiendo así a las aspiraciones nacionalistas y forales.

En los albores del s. XXI se ha iniciado una profunda revisión de los Estatutos de Autonomía aunque en lo que respecta al de Euskadi dicha revisión está actualmente paralizada.

3.- La última Guerra Carlista y la abolición foral

La tercera Guerra Carlista (1873-1876) siguió unos derroteros parecidos a las anteriores: algunos éxitos iniciales de los carlistas (que en esta ocasión habían añadido a su programa la defensa del catolicismo) y su derrota final. Los carlistas no consiguieron apoyos fuera de las zonas rurales del norte del Ebro y por eso estaban condenados al fracaso a medio plazo, a pesar del éxito obtenido en varias batallas. En febrero de 1876, Carlos VII cruzo la frontera para no volver. Sus consecuencias fueron funestas para el País: una fuerte sangría demográfica (300.000 víctimas), un enorme gasto de recursos económicos, un factor ralentizador en el proceso de crecimiento económico para determinadas zonas del país y un retroceso en la industrialización de España.  Tras esta Tercera Guerra y con la Restauración de Alfonso XII, el sistema canovista elimina todos los fueros vasco-navarros (incluidas las diferencias fiscales) y el carlismo se incorpora al sistema democrático. Poco después, como compensación a los fueristas liberales, se pondrá en vigor la parte económica de los Fueros bajo la denominación de “Concierto Económico”. Entonces toma fuerza un movimiento de carácter romántico y conservador que reivindica dichos fueros, además de la lengua y la cultura vascas, frente a la inmigración que supuso la industrialización: el movimiento nacionalista vasco, aglutinado por el PNV que fue creado en 1894 por Sabino Arana.

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3 Respuestas

  1. Mario dice:

    Desde siempre ha luchas por el poder entre ricos y pobres. El País Vasco siempre ha luchado por mantener su autonomía y su concierto económico propio, no estando de acuerdo con otras autonomías. Al día de hoy, se sigue defendiendo nuestro estatuto y se ha intentado recuperar una mayor autonomía respecto al territorio español.

  2. Qué interesante poder conocer la historia y así saber más sobre todas las guerras que tuvieron lugar durante este periodo y las consecuencias tan nefastas en la población. Excelente aporte, gracias por compartirlo.

  1. febrero 6, 2013

    […] civiles) y otros acontecimientos directamente relacionados con dicha organización territorial (Guerras Carlistas). El año 1873 verá el primer intento de articulación federal en España a través del Proyecto […]

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