La juventud abraza la espiritualidad: «Soy católico, ¿y qué?»
En 1989, Madonna perdió un cuantioso contrato con Pepsi por su polémico videoclip ‘Like a prayer’, en el que ardían cruces y salía un santo afroamericano. El Vaticano condenó el vídeo, los sectores conservadores amenazaron con no tomarse un solo refresco más si seguían patrocinando a la artista «blasfema» y Madonna ganó a adeptos y detractores a partes iguales. En España sumaría más de los segundos porque en aquellos tiempos el 90,3% del país se confesaba católico, según las encuestas del CIS.
Año 1992, Sinéad O’Connor acude al exitoso late nigth estadounidense ‘Saturday Night Live’ para promocionar su tercer disco. Mientras interpreta una remozada versión de ‘War’ de Bob Marley & The Wailers, saca una fotografía del entonces Papa Juan Pablo II y la rompe en directo en protesta por los abusos sexuales a niños en el seno de la Iglesia. A la salida de los estudios de televisión le tiraron huevos y más de 4.000 espectadores remitieron una queja a la cadena. En España nos enteramos por las noticias. Ese año, el CIS volvió a preguntar a los españoles por su consideración en materia religiosa: un 87,4% se declaraba católico entonces.
27 de octubre… hace trece días. Rosalía lanza ‘Berghain’, un adelanto de su nuevo disco, ‘Lux’, que se ha publicado este viernes. El trabajo contiene numerosas alusiones al cristianismo: la virgen sobre el aparador, las cruces de sus sandalias, las tiras que simulan un rosario, la paloma que emprende el vuelo tras escaparse del revoltijo de las sábanas de un camastro austero donde bien podría uno imaginarse descansando a una novicia… El vídeo superó los tres millones de visualizaciones el primer día. Y no ha necesitado una legión de creyentes para obrar el milagro.
No los hay. En España, la última encuesta del CIS (octubre de 2025) cifra en un 52,8% el porcentaje de católicos. De hecho, una revisión a los datos de religiosidad de las encuestas de los últimos cincuenta años dibuja una grafica en descenso.
Con una excepción: el repunte, desde hace cuatro años, entre los más jóvenes, el colectivo de 18 a 24 años. Según el CIS, el porcentaje de católicos de esta edad en octubre de 2021 era del 28,1%, pero ha escalado hasta el 36,4% en octubre de este año –el 10,5% se declara católico practicante y el 25,9%, no practicante–. Los datos de asistencia a oficios religiosos confirman el incremento: hace cuatro años, dentro del grupo de jóvenes de 18 a 24 años que se declaraban católicos el 13,2% iba a misa «todos los domingos» o «varias veces a la semana». En la actualidad, sin embargo, acuden con esa frecuencia un 19,4%.
Explica esta excepcional tendencia al alza –solo se observa en este colectivo de edad– Mónica Cornejo, subdirectora del departamento de Antropología Social y Psicología Social de la Universidad Complutense de Madrid. «Existe un auge del catolicismo identitario y una visibilización de la identidad religiosa por una parte de la juventud, que vuelve a llevar cruces vistas. Aunque es un catolicismo más cultural, menos dogmático. No les interesa tanto la religión leída, sino la religión vivida». Y «en esa lógica –advierte– está Rosalía. «Igual no me la imagino en misa, pero sí rezando. Se ha leído a las místicas y muestra una versión de espiritualidad ‘new age’, sin doctrinas, más desde la experimentación».
– Poco menos que se le ha ‘santificado’…
– Rosalía ha conseguido no molestar a nadie, pero de ahí a que sea una heroína… Ella sabe dónde pisa, no se pone a hablar del Papa o de la Conferencia Episcopal, no hace política ni se complica la vida. Dice que tiene una necesidad de Dios, que es una cuestión básica que no sienta mal a nadie.
En este sentido, la antropóloga recuerda la polémica con la artista Samantha Hudson, diva ‘queer’. «Ella es creyente pero grabó una canción en la que decía que Jesucristo era su novio y acabó convertida en un icono anticristiano. Hace cinco años y menos, si salía una persona trans con un crucifijo ya estaba montado el lío, le llegaba enseguida una denuncia de abogados cristianos. Hasta ahora las reivindicaciones de la cristiandad por parte de determinados colectivos se han visto como ofensivas».
Pero Rosalía no solo ha sorteado la ofensa, sino que las alusiones al cristianismo de su vídeo han servido de «gancho» en un momento como el actual en el que un sector creciente de la juventud parece abrazar la religiosidad. Aunque no lo haga de la manera tradicional ni se hagan catequistas. «Hoy los jóvenes católicos reivindican su religiosidad sin pudor y de manera incluso contestataria. Como diciendo: ‘Soy cristiano, ¿y qué?’».
App de citas bíblicas
La juventud católica, señala la experta, ha experimentado una suerte de empoderamiento cuyas causas atienden a diversos orígenes. «Por un lado, se ha producido un auge de la ultraderecha, que dirige a los jóvenes este mensaje del catolicismo identitario, de la religión como patrimonio cultural. Defienden que el catolicismo y la identidad española están unidos». Y ‘predican’ con acierto por redes sociales. «Saben usarlas muy bien y han encontrado en los chicos, tradicionalmente menos religiosos que las chicas, muchos adeptos. Han sabido agitar el malestar, aunque no van tanto contra los ateos, que es una cosa más de la Transición, sino contra el islam y otras minorías religiosas».
Pero ese malestar que acusa la juventud no tiene nada de divino. Es terrenal. «La juventud está muy presionada para tener éxito. Se les obliga a trabajar pero se les paga mal, no tienen dinero para un piso y tal vez no tengan jubilación. Lo cotidiano no cumple sus expectativas y no ven futuro… Cuando estás un poco desesperado no es extraño buscar refugio en la religión».
Recuerda Cornejo que «lo buscaron muchas mujeres en momentos de gran misoginia de la historia, cuando los matrimonios eran concertados y había mucho riesgo en los partos». Algunas pensaron: ‘Antes de dormir cada noche con un señor que ronca y al que no quiero me hago monja».
Es la idea de Ainara, la adolescente que protagoniza ‘Los domingos’, la película de Alauda Ruiz de Azúa que ganó la Concha de Oro en San Sebastián. «Para una joven cristiana que ve que va a tener un trabajo mal pagado, que no hay ayudas suficientes para ser madre y que va a acabar teniéndose que meter en Tinder no parece un destino tan descabellado…».
– ¿Habrá más vocaciones?
– No lo sé. Pero sí se observa un auge de la espiritualidad, que es un concepto amplio. Hay católicos que meditan, que es algo que viene de la espiritualidad oriental, pero conectan con su Dios.
Y la Iglesia está «abierta» a estas nuevas manifestaciones. «Quieren innovar. No es la Iglesia cerrada contra la ley del aborto de hace unos años. No buscan solo a la gente mayor que va a misa, sino también a los jóvenes que están en internet y se bajan una app en el móvil que les sugiere dos o tres citas bíblicas cada día».
