Scheifler, el gran sabio vasco cumple 100 años

JOSÉ RAMÓN SCHEIFLER detesta los homenajes, en especial los que quieren dedicarle a él. Hoy, día en el que cumple 100 años de vida, no podrá evitar que algunos familiares y amigos –pocos, dada la edad y las condiciones sanitarias por la pandemia de covid-19– le agasajen y perturben un poco su quehacer diario.

Resumir la vida y obra del Padre Scheifler (Bilbao, 1920) es tarea imposible. Un siglo nos contempla. Jesuita, cursó Humanidades y Filosofía y posteriormente se formó en Teología en Oña y Salamanca y en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma y posteriormente en Israel, donde vivió un tiempo en un kibutz. Tras hacerse cargo de la cátedra de Sagradas Escrituras de la Facultad de Teología de Oña (Burgos) fue decano del centro, que trasladó a Bilbao. La docencia ha sido su gran vocación. Miles de alumnos han pasado por sus innovadoras clases. Es autor de los libros Así nacieron los Evangelios, El misterio del hombre en la Biblia y Dos años de lucha por la paz, recopilación de sus artículos en DEIA sobre esta temática. Abertzale consecuente y activo, en este periódico ha escrito más de 1.200 artículos, muchos de ellos de carácter político.

Pese a su avanzada edad, sigue escribiendo y mantiene una extraordinaria claridad de ideas, memoria y personalidad que le hace estar siempre rodeado de amigos que le quieren, le cuidan y le admiran.

Como aproximación a su vida, cinco personalidades muy cercanas a él analizan para DEIA sus facetas como jesuita, teólogo, docente, analista político y social y miembro de la Universidad de Deusto, su casa.

 

La trayectoria vital del padre Scheifler

1.¿Cuál es y ha sido su relación con el Padre Scheifler?

2.¿Qué ha aprendido de él en lo personal y en lo académico/profesional?

3.¿Qué aportaciones fundamentales ha hecho como jesuita?

4.¿Qué cree que le debe la sociedad vasca?

JOSÉ MARÍA GUIBERT

Rector Universidad Deusto

«Está muy agradecido a la Compañía de Jesús y se ha sentido muy respetado»

Rector de la Universidad de Deusto desde 2013 -recientemente ha renovado su cargo-, es, además de jesuita, doctor ingeniero industrial y licenciado en Teología. Mantiene una gran relación de afecto mutuo con el Padre Scheifler y también de admiración. Nadie mejor que él para analizar la faceta como miembro de la Compañía de Jesús de uno de sus hijos más insignes al cumplir su centenario.

  1. Conocí a José Ramón en otoño de 1989. Yo era estudiante de Teología, él era profesor de Biblia. Era un profesor profundo que nos obligaba a pensar. Libre, crítico y con autoridad. Hacía leer y describía con rigor los temas del Antiguo Testamento, desde distintos acercamientos. Posteriormente, he convivido con él casi diez años en la comunidad jesuita de Deusto. Se siente querido y cuidado en la comunidad. Es una persona sensible que quiere «no molestar» y su principal preocupación es la sordera, que limita mucho la relación. José Ramón aparenta ser muy cerebral y crítico, pero intercala mucho en sus frases un «¡Ay, Jesús!» o «¡Ay, Dios!», y sabe sonreír como un niño pícaro. Quizá la edad le ha hecho más tierno.
  2. Sobre todo, valoro su compromiso con lo que cree y dedicación al trabajo. Ha llevado una vida muy regular y sencilla. Es conocido que toda la vida se ha levantado por la mañana antes de la media de los compañeros. Siempre ha sido muy independiente, pero para ser constante en su dedicación, ser analítico y buscar la verdad, esté quien esté delante. En una de mis últimas conversaciones me decía: «Mi motivación ha sido siempre ayudar a la gente a vivir mejor». Y le creo. Es muy racional y dialéctico y está cómodo analizando y describiendo hechos y problemas aportando datos y argumentos. Mis dos últimas charlas con él han acabado diciendo él que tenía que escribir sobre lo que estábamos hablando. Con su letra, todavía bien redondita y clarita, ha redactado miles y miles de páginas. Cuatro días antes de cumplir los cien años se autoexplicaba a sí mismo diciendo: «Escribiendo es como me encuentro bien».

Es una persona que ha creído en el apostolado intelectual. Aunque tenía y tiene más de noventa años, es de los que más se interesaban por la vida de la universidad. Me ha escrito bastantes cartas, en mi tarea como rector, por querer seguir la vida de la institución. Su celo por enseñar no tiene límites. Con más de 95 años le pidieron que diera una asignatura, Ciencia y Fe, en la Escuela de Ciudadanía de la UD. El director del programa solicitó que yo lo autorizara. Lo que hice fue buscar un suplente en la Facultad de Teología que pudiera hacerlo, antes de comprometerme con él. Encontré uno, por si en algún momento fallaba José Ramón. Sin embargo, no hizo falta. La asignatura fue un éxito. Los alumnos, encantados. Si comenzó a dar clase en Deusto en 1962, eso quiere decir que quizá ha hecho el récord de ser profesor deustense durante más de cincuenta años.

  1. Escribió un ensayo de treinta páginas sobre Mi jesuitismo. Él está muy agradecido a la Compañía de Jesús porque le ha permitido realizar sus proyectos y se ha sentido muy respetado. Fue decano de la Facultad de Teología y secretario general de la Universidad de Deusto. Tuvo un protagonismo importante en traer la Facultad de un pueblo apartado de la provincia de Burgos, Oña, a un centro urbano, Bilbao. Esto supone también preparar mejor a los teólogos para retos de futuro. Colaboró mucho en la tremenda renovación que supuso entonces el Concilio Vaticano II.
  2. Además de sus aportes como biblista y teólogo, ha sido un analista sincero de muchas cuestiones que afectan al país. Ha puesto racionalidad y criterios humanistas en los debates. Sus más de mil artículos y sus relaciones personales demuestran interés, pasión y compromiso por los temas que preocupaban y preocupan a la sociedad, desde temas de fe y religión a los temas políticos y sociales.

 

JOSÉ MARÍA ÁBREGO

Exrector de Deusto y exrector del Instituto Bíblico de Roma

«Le ha interesado estudiar críticamente la relación que guardan los Evangelios con la historia»

Jesuita también, asegura quien fue rector del prestigioso Instituto Bíblico de Roma que toda institución organiza una solemne celebración con ocasión de su primer centenario de actividad. «No puede ser menos cuando lo celebra una persona. Los cien primeros años marcan un hito: convocan a los amigos y, desde la inercia de lo vivido, invitan a seguir en la brecha del servicio y la convivencia». He aquí las reflexiones de quien ha sido rector de Deusto y ha compartido pasiones vitales y espirituales y muchas etapas de convivencia sobre la apasionante faceta de Scheifler como teólogo, donde ha dejado una gran impronta, en algunas ocasiones no exenta de polémica.

Conocí al Padre Sheifler cuando era decano de la Facultad de Teología de Bilbao y yo vine a estudiar Teología y a enseñar griego a los principiantes. Antes le conocía de oídas, pues todavía se conservaba su recuerdo en el Pontificio Instituto Bíblico, en donde él se había formado en Sagrada Escritura, cuando todavía el Concilio Vaticano II no la había definido como el «alma» de la Teología. Nunca fue mi profesor, porque, viniendo del Bíblico, me convalidaron sus asignaturas. Pero tuve ocasión de aprender muchas actitudes y valores que llenaban su vida: estudio, dedicación, reflexión crítica, todo adobado en una buena dosis de humor y pasión.

  1. Lo primero que me llamó la atención fue su capacidad de trabajo. Desde primeras horas de la mañana estaba en su despacho. Eran años convulsos aquellos del comienzo de los 70. Él recibía a todos y conservaba con celo un archivo enorme con el resumen de las conversaciones y con reflexiones sobre los acontecimientos de cada día. Sus escritos son una mina inagotable de recuerdos y anécdotas.

Era llamativa también su pasión por enseñar. No solo formó generaciones de estudiantes en sus años de docencia reglada, sino que se dedicó por muchísimo tiempo a esa escuela de adultos que comenzó en la parroquia de San Vicente y que él continuó en otros lugares, años después de su jubilación. La Biblia no era para él algo reservado para los teólogos, sino el alimento de quienes quisieran vivir su fe con coherencia y espíritu crítico. La carga de trabajo no le asustaba: conferencias, artículos, clases, colmaban su tiempo y dedicación.

  1. El Padre Scheifler conocía bien que los Evangelios no eran crónicas periodísticas sobre la vida de Jesús de Nazaret y siempre le interesó, de acuerdo con la mentalidad científica de su tiempo de formación, estudiar críticamente la relación que las narraciones bíblicas guardaban con la historia, la que se podía haber visto y filmado. Este interés le ocasionó algún problema, que sufrió con gran estoicismo y humildad. Su libro Así nacieron los Evangelios indica ya en su título el interés de su orientación teológica. Creo que se encontraba más a gusto con reflexiones puntuales que con largos tratados académicos.
  2. Nunca la teología fue su dedicación exclusiva. Siempre intentó que su pensamiento y estudio iluminaran otros ámbitos de su vida personal y de la de su tiempo. Su tradición familiar y su convicción personal le llevaron a reflexionar, siempre con dosis de pasión y de espíritu crítico, sobre los derechos de su pueblo y los caminos de la paz.

No gustaba a todos lo que escribía, pero se ganó el respeto de todos e iluminó a muchos.

La deuda que le debemos nos invita a agradecer a José Ramón su incansable dedicación y tenacidad, al tiempo que nos impulsa a agradecer al Señor por su larga vida. La felicitación se convierte en un deseo cordial:

Bihotz-bihotzetik, urte askotarako. Por muchos años.

 

ÁNGEL MARÍA UNZUETA

Doctor en Teología. Exvicario

«Con su peculiar docencia nos enseñó a pensar y a ser autónomos»

José Ramón Scheifler ha tenido miles de alumnos a lo largo de su dilatada historia docente. Algunos de ellos, aventajados. Es el caso de Unzueta, que admira la revolucionaria pedagogía, el peculiar sistema de dar clases y de realizar exámenes y evaluar a los alumnos, algunos, de ellos, como él mismo, que posteriormente han tenido la oportunidad también de formar a otros discípulos en la Universidad.

  1. La primera asignatura cursada por mí con el profesor José Ramón Scheifler llevaba por título Inspiración y hermenéutica bíblica. Pero más allá del título, fue su método lo que nos llamó poderosamente la atención a cuantos, hace ya décadas, tuvimos la suerte de conocerle en sus años de docencia en la Facultad de Teología, enclavada entonces en el edificio que alberga actualmente la Escuela de Hostelería de Artxanda.

Fue una enorme novedad, que a más de un alumno dejaba perplejo. Acostumbrados por aquel entonces a contar con un manual o libro de texto o, en su defecto, a tomar apuntes en clases de corte magisterial, nos topábamos con un profesor atípico, que no pretendía que sus alumnos memorizaran contenidos, sino que, acompañados por el profesor, se atrevieran a reflexionar y a pensar con libertad. En ese sentido, era un maestro en el arte de la mayéutica, tratando de sacar lo mejor de cada uno. Sus clases no se basaban en la información ni planteaban preguntas y respuestas, sino preguntas y más preguntas. He perdido los cuadernos de apuntes, por aquello de que «dos traslados equivalen a un incendio» y me ha tocado realizar más de dos. Pero recuerdo que mis notas correspondientes a sus asignaturas llenaban páginas en las que se recogía interrogante tras interrogante. Poco a poco, uno iba descubriendo que, al buscar respuestas, unas preguntas iluminaban las precedentes. Además, el contraste con lo que iban descubriendo otros compañeros servía para matizar o corregir las propias conclusiones.

  1. Con este modo peculiar de impartir las asignaturas, nos enseñó a degustar los textos bíblicos y a sospechar de ellos, distinguiendo lo que parecían decir, lo que decían en su contexto original y lo que podían transmitir para el momento actual. Por suerte, otros profesores se encargaron también de ello, cada cual en su estilo.

Terminado el ciclo institucional, contando con una primera y elemental visión global de la teología, uno podía pensar que en los cursos de licenciatura podría dedicarse a fortalecer aspectos de lo ya aprendido. En realidad, era así, pero una vez más, el profesor Scheifler aplicaba su peculiar método, que volvía a ponerlo todo en cuestión. No se trataba por tanto de construir sobre conocimientos ya cimentados, sino de replantearlos para una reconstrucción de mayor calado.

3 y 4. Tal método demandaba lógicamente un tipo de examen peculiar. En mi etapa de estudiante fue el primer profesor – luego hubo algún otro – que planteaba los exámenes rompiendo el formato al uso, que sigue siendo demasiado frecuente en la Universidad: encierro en un aula para responder por escrito a una serie de cuestiones planteadas. Con él no podía ser así. Entregaba unos folios con testimonios, hechos y cuestiones que los alumnos debíamos comentar y responder en el plazo de una semana, para luego contrastar nuestras conclusiones en un encuentro personal con él. No se trataba tanto de acertar en la respuesta, sino de justificar el proceso de reflexión seguido en su elaboración. En una época en la que primaba la memoria, nos invitó a pensar y a ser autónomos, porque donde no hay libertad no hay verdad.

Eskerrik asko, maisu jauna, eta zorionak bihotzez eta nire sasoiko hainbat ikaskideren izenean.

ANDONI ORTUZAR

Presidente del EBB del PNV

«Ha sido un lujo para DEIA. Pese a su categoría intelectual, es abierto, valiente en sus análisis»

Una de las facetas más públicas de Scheifler ha sido siempre la de fino y riguroso analista. No solo en el ámbito religioso, moral o eclesiástico, sino también, y de modo profuso, en la política y en la actualidad social de Euskadi en tiempos muy convulsos. Nacionalista entusiasta y tenaz, nunca ha ocultado su ideología abertzale y su compromiso con el PNV. El presidente del EBB, Andoni Ortuzar, periodista de profesión, trabajó en DEIA en la época quizá más proflífica de Scheifler como articulista. Admira su capacidad de análisis, su rigurosidad y su apuesta por el nuevo periodismo abertzale que surgió tras el franquismo.

  1. Una de las principales características del Padre Scheifler fue la importancia de que en el momento en el que nacía DEIA y se abría un hueco para un periodismo democrático y vasquista, abertzale, que una personalidad de su prestigio quisiera entrar reforzaba esa apuesta por un análisis político abertzale desde bases nuevas, enfrentándose al establishment periodístico de la época. Es en ese momento en el que entré yo en DEIA. Era una apuesta por el periodismo abertzale, por encuadrarse en las nuevas variables del periodismo frente al establishment de la prensa que venía del franquismo y por hacer un análisis de la realidad con ojos vascos. Él era un colaborador muy prestigioso. Tuve más relación con su trabajo en la época de la escisión del PNV, momento en el que, junto con otros, se significó mucho. En un momento tan crítico, él defendía las tesis del partido frente a Garaikoetxea y lo hizo con mucha solvencia.
  2. Otra de las principales características es la rigurosidad discursiva y la capacidad analisística como solo las tienen las mentes privilegiadas. Plumas de altísimo nivel. Para DEIA, Scheifler ha sido un lujo, una pluma que hubiese podido firmar en cualquier periódico internacional y, sin embargo, optó por DEIA. Aun teniendo esa categoría intelectual y su adscripción religiosa, ha sido un hombre bastante abierto, no pontificaba. Exponía sus análisis, era valiente al escribir, pero no hacía dogmas de fe.
  3. Además de su compromiso y su extraordinaria capacidad de análisis sobre Euskadi, ayudó a entender la política internacional, los procesos políticos y sociales que se desarrollaban en el mundo. Centró muchos de sus análisis en temas del ámbito internacional cuando Euskadi, por las circunstancias políticas que se vivían entonces, era una sociedad un tanto encerrada en sí misma y que se miraba en exceso el ombligo. Él nos obligaba a elevar la vista. Otra faceta importante ha sido su lucha incansable contra la lacra de la violencia, cómo ha combatido, desde las ideas, el terrorismo y la perversión de la violencia. En aquella época muy pocos elevaban la voz frente a no sólo el daño en pérdida de vidas humanas o en el aspecto material y económico, sino también desde el plano ético y moral ante lo dañino que era para la sociedad convivir con un fenómeno terrorista. No muchos se atrevían.
  4. Es una persona de cien años que ha dedicado su vida en cuerpo y alma a una sociedad, desde la religión pero en contacto con la sociedad, en la Universidad, por donde han pasado por su docencia miles de alumnos y alumnas. Eso se lo tenemos que agradecer.

Estamos en el 200 aniversario de José María Iparragirre y su célebre verso del Gernikako Arbola: «Eman ta zabal zazu». Si alguien ha dado y ha extendido su fruto, ha sido Scheifler. No solo ama a Euskadi, sino que no ha tenido ningún problema en mostrar lo que era. En Euskadi todo el mundo sabía que el Padre Scheifler era nacionalista del PNV, un abertzale en primera línea para aportar con su firma el respaldo a procesos políticos tan complicados y novedosos como aquellos.

 

ROSA MIREN PAGOLA

Exvicerrectora y Aldezle (Defensora) de la Universidad de Deusto

«Es un ejemplo de dignidad, coherencia, rigor intelectual y lucha por lo justo»

Rosa Miren Pagola es una de las personas más cercanas a José Ramón Scheifler, por quien siente devoción y reconocimiento y con quien mantiene una relación de amistad. En este testimonio, apunta la aportación que este jesuita ha realizado a la Universidad de Deusto.

 

  1. Para mí, el Padre Scheifler ha sido ejemplo de dignidad, de coherencia, de rigor intelectual y de lucha por lo justo. Me ha proporcionado consejo ponderado cuantas veces lo precisara y, sobre todo a través de sus escritos, ha sido guía en muchas y diferentes vertientes de mi vida. Quien haya disfrutado de su amistad puede considerarse afortunado y en mi caso no puedo menos de reconocer que sigo teniéndolo como maestro y amigo.
  2. Su trayectoria destaca por la integridad personal y profesional. Recordaría cómo, siendo decano de Teología en Oña, junto con los profesores y estudiantes vascos de la facultad, se identificó con el documento de denuncia que 339 sacerdotes vascos dirigieron a sus prelados por la situación político-social y las prácticas ejercidas por la dictadura. O el silencio guardado en las detenciones y traslados al cuartel de Garellano, así como la salvaguarda de los archivos de su facultad en los sucesivos intentos de registro e incautación por fuerzas militares. O la presentación de objeción de conciencia a la Compañía, al entender que se conculcaban los derechos de los estudiantes. Ese agudo sentido de la justicia y de los derechos humanos ha irradiado con fuerza entre los que hemos tenido la suerte de conocerlo y tratarlo.
  3. Fue protagonista relevante en la Universidad de Deusto desde 1964. Defensor de los derechos humanos en los peores años de la dictadura franquista, le acarreó no pocos sinsabores y sufrimientos. Todavía quedan en el recuerdo las Semanas de Teología que promovió, y que, cuando se encontraban en su cénit, las tuvo que cancelar por orden de la autoridad. Gracias a su tenacidad y empeño, logró que la Facultad de Teología de Oña se incorporara a la Universidad de Deusto y que en el plazo de un año tuviera sus propias instalaciones y Estatutos. Años de expansión y excelencia docente en la facultad, pero difíciles por el contexto socio-político. Su intachable conducta y excelente gestión como decano y miembro de la Junta de Gobierno tuvieron el reconocimiento de la comunidad universitaria. Sin embargo, en 1973, en defensa de los valores de una universidad de la Iglesia y por discrepancia con la máxima autoridad universitaria, dimitió, y mantuvo su renuncia a pesar de ser reelegido por unanimidad.

u aportación a la UD siguió siendo relevante: consultor, mentor del Forum Deusto, adjunto a la Dirección del Instituto de Estudios Vascos, participó de modo significativo en la revisión de los Estatutos y en la formulación del Proyecto Universitario de Deusto. Los siete años en los que ostentó el cargo de secretario general (1986-1993) marcaron un estilo nuevo que conjugaba el rigor y la minuciosidad con la amabilidad en la atención a la comunidad universitaria, incluido el alumnado.

  1. Aun siendo muy conocido en nuestra sociedad, su figura se agrandará con el tiempo. Bilbao cuenta ya con otro jesuita notable que, aunque ha rechazado reconocimientos, todos se los otorgamos desde nuestra razón y con el corazón. Su aportación científica y cultural, amplia y variada, lo avala. La fidelidad a sus principios e ideas, tanto de obra como de palabra, la ha mantenido con la firmeza del montañero que ha sido y que no teme posibles adversidades. Y siempre, como telón de fondo, su lealtad y apego al Pueblo Vasco, «la tierra de los antepasados», y al euskera. Milla esker, José Ramón, eta Zorionak!

 

Tomado de www.deia.eus

NOTA: me honro de haber sido alumno suyo en la Facultad de Teología los años 72-75.

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