DEBATE 6: ¿Hijos o lavadoras?

«Es una realidad que nos compete. La sociedad vasca actual está sufriendo un proceso de envejecimiento. Cada vez nacen menos niños. ¿Cómo hemos llegado a esta situación? ¿Qué está pasando para que nuestras tasas de natalidad rocen lí­mites tan bajos?

La respuesta es muy sencilla. Existe un cúmulo de factores que guardan una estrecha relación con el estrepitoso descenso de los í­ndices de natalidad. A principios del siglo XX, debido a los valores de aquella época, las mujeres tení­an una única función: quedarse en sus casas cuidando de sus hijos. Entonces las tasas de natalidad eran muy elevadas ya que las familias de seis o siete hijos eran casos muy habituales. En la actualidad, sin embargo, se da el caso contrario, ya que las mujeres se han incorporado al mundo laboral y disponen de poco tiempo para criar hijos.

Pero existen otros factores que explican este descenso de la natalidad. Mientras que a principios de siglo los hijos eran necesarios para trabajar y contribuir a la mejora económica de la casa hoy dí­a ni son tan imprescindibles ni las leyes de protección del menor lo permitirí­an.   Muchos relacionan, además este hecho con la economí­a. Vivimos en una sociedad extremadamente consumista y no es tan fácil renunciar a los «caprichos» para llevar una vida más austera y alejada de las ansias de tener. Entonces se debe elegir entre «tener hijos» y renunciar a nuestra «calidad» de vida o mantener nuestro actual nivel basado en el consumo: coches, vacaciones, teléfonos, móviles, televisiones, aparatos electrónicos, videoconsolas… ¡No es una cuestión fácil! Cuesta menos comprar una lavadora y mantenerla unos años que criar a un hijo y más ahora que parece que mandan más los hijos. Las lavadoras no protestan, ni contestan.

Frente a esta situación se prevé  una situación de difí­cil reemplazo generacional. Es necesario que el gobierno trabaje concienzudamente en promulgar polí­ticas natalistas. Se debieran dar generosas ayudas a los jóvenes que deseen tener hijos ya que de ellos depende nuestro futuro. Además de esto mejores condiciones laborales, ayudas para conciliar la vida laboral y personal… Pero aún hay mucho que hacer».

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5 Respuestas

  1. Asier Rodríguez González dice:

    Es evidente que los tiempos han cambiado totalmente, lo cual a aceptado directamente en lo referente a los aspectos socioeconómicos como bien apunta el texto.
    Este grave problema que va a suponer dificultades en el relevo generacional que también cita el texto, personalmente, no creo que se resuelva mediante ayudas económicas.
    No obstante, sí­ que veo más viable el que se pueda hacer en cierto modo una adaptación de la jornada laboral (lo cual no quiere decir que ésta se tenga que reducir ni mucho menos) para poder tener un mayor éxito en la formación y desarrollo de los hijos dando la posibilidad de elaborar una mejor relación paterno-filial.
    En cuanto a la educación, eso tiene que formar parte de la responsabilidad de cada padre, es decir, una vez puestos los medios para posibilitar una mayor dedicación, son los padres quienes tienen que preocuparse por formar correctamente a los hijos para que en un futuro (cuando los hijos se encuentren en la adolescencia) haya el menor número de problemas posibles.

  2. Mitxel dice:

    Recuerdo a los lectores que para participar en el debate es obligatorio identificarse adecuadamente, ceñirse al tema y escribir correcta y educadamente.

  3. Jonatan Ruiz dice:

    Ciertamente la tasa de natalidad ha sufrido un cambio en nuestro paí­s. Nuestros abuelos seguramente serí­an 5 hermanos o más, nuestros padres 2 ó 3 y entre nosotros es cada vez más habitual ver hijos únicos. Si nos damos cuenta, el número va bajando (aunque no sea mi caso, somos 5 hermanos). Las familias numerosas somos cada vez menos vistas por la calle. En general no se nos respeta, frases que nos identifican con ciertos animales y frases que te introducen directamente en movimientos de la Iglesia (Opus Dei,Kikos)son cada vez más oidas. En mi opnión una cosa no quita la otra, es cierto que en mi casa somos católicos pero una familia puede ser numerosa sin creer en nada que le impulse a estar abierto a la vida.
    Finalmente, creo que la crisis económica actual afecta mucho este tema.

  4. Como se ha comentado en el texto, los tiempos van cambiando y con él la vida. Hasta hace nada, las mujeres sólo teniamos que preocuparnos por encontrar un marido para poder llevar una vida. Hoy en dí­a no lo vemos necesario, somos capaces de seguir adelante solas.
    Yo, como adolescente y apartando el tema de sexo, mi prioridad son los estudios, poder conseguir una base para luego más adelante valerme por mi misma. En el momento que yo consiga ese objetivo, me empezaria a plantear el formar una familia (y no antes). Lo que quiero decir con esto, es que, hoy en dí­a vemos el formar una familia como segundo objetivo de la vida y no nos preocupa dejarlo para más tarde. Hoy en dí­a la edad que se ve normal para tener un hijo es de treinta para adelante, y me atreverí­a a decir que acercandose ya a los cuarenta. Y para una mujer serí­a más fácil tener dos o tres hijos, que a aumentar esa cifra, ya que van surgiendo complicaciones a esas edades.

  5. Jon Koldo Gonzalez Loza dice:

    En mi opinión, el descenso de la natalidad no es si no una consecuencia del avance cientí­fico que ha propiciado que hoy en dí­a la esperanza media en los paí­ses desarrollados sea tan alta. Así­, la sociedad se plantea tener descendencia cada vez más tarde ( si es que se lo plantea) debido, entre otros factores, a las exigencias laborales del mercado. Además, al vivir en un paí­s consumista el coste que supone criar a los hijos es mucho más elevado que antaño, debido a la preparación que deben adquirir, más exigente que antiguamente. El hecho de la incorporación de la mujer al trabajo ha propiciado que algunas madres dejen de lado en cierto grado su función de educación y crianza filial, y se hace harto complicado que las madres que trabajan fuera puedan dedicarse tanto a su oficio como a sus hijos, por lo que a menudo deciden dejar el empleo. De todas formas, aunque la natalidad haya descendido vertiginosamente, la ascendiente inmigración hace que el número de habitantes no descienda, por lo que no corre peligro la población. En mi opinión, no es un hecho negativo que la natalidad descienda, pues las circunstancias actuales así­ lo han propiciado, la sociedad se a de adaptar a las necesidades de todos y ello implica nuevos cambios.

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