El barco funerario vikingo que ha revelado un poderoso enclave nórdico desconocido hasta ahora

En 2018, un equipo de arqueólogos del Instituto Noruego para la Investigación del Patrimonio Cultural (NIKU) detectó, gracias un georradar de alta resolución, un barco vikingo enterrado debajo de un cementerio en Gjellestad, en el condado de Østfold.

Las imágenes revelaron una estructura grande y bien definida, de 20 metros de largo, que está enterrado a unos cincuenta centímetros de profundidad, cerca del montículo funerario de Jelle, que data de hace alrededor de 1.500 años, el segundo túmulo más grande de la Edad del Hierro de Escandinavia.

Además, las prospecciones descubrieron que la nave formaba parte de una necrópolis con nueve túmulos (colinas funerarias formadas con piedras y tierra apiladas) más pequeños, así como los restos de cuatro casas comunales cercanas donde habrían vivido los vikingos. «Está claramente diseñado para mostrar poder e influencia», decía en su momento Lars Gustavsen, arqueólogo de NIKU.

Ahora, los resultados de dos años de investigaciones confirman la hipótesis y se han publicado en la revista «Antiquity». El notable complejo arqueológico fue un posible centro religioso o político que proporciona información sobre la evolución de la sociedad nórdica en su transición de la Edad del Hierro a la Vikinga.

El GPR reveló 13 túmulos funerarios, algunos de ellos de más de 30 metros de ancho usados durante siglos en la Edad del Hierro. Las casas comunales también eran excepcionalmente grandes, de hasta 30 metros de largo. Los especialistas creen probable que se tratase de salones para celebrar banquetes, estructuras religiosas o centros de culto donde se llevaban a cabo rituales y ceremonias de iniciación utilizados en la religión vikinga.

Los resultados del uso combinado de métodos geofísicos, de detección de metales y de excavación de zanjas hace pensar a los científicos que Gjellestad tiene sus orígenes en un cementerio de montículos ordinario, que luego se transformó en uno reservado para las clases altas que estaba representado por grandes túmulos, edificios y el barco enterrado.

Todo ello indica el surgimiento de un centro neurálgico en una época en que las luchas por el control de la tierra estaban en auge. Esta relevancia de Gjellestad como enclave político se mantuvo y se reforzó con el entierro de barcos, «la máxima expresión de estatus y riqueza», de acuerdo con el estudio. Según «Antiquity», existe evidencia de que la nave funeraria vikinga habría sido visible en kilómetros a la redonda y habría sido una declaración de la comunidad de que eran dueños de la tierra.

Tomado de www.abc.es

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