DEBATE 211: Adolescencia y Alcohol (1º de la 2ª Evaluación)
Marisa Landeras (62 años) tiene cuatro hijos que ya han pasado la adolescencia, esa etapa a veces volcánica que atraviesa a los que son niños todavía. Este periodo, lleno de hormonas, construcción personal y descubrimientos, es también el momento en el que se producen los primeros contactos con el alcohol y otras sustancias. Así le pasó a una de sus hijos.
Con 16 años, hizo lo que muchos: quedar en el aparcamiento de un súper y jugar a cualquier cosa en la que bebe quien pierde. No debió acertar ni una. Ingirió mucho vodka y muy rápido, así que pasó lo que tenía que pasar: «No había bebido nunca y cayó redonda, sería un coma etílico. Sus amigas llamaron a la ambulancia y aunque no tuvieron que llevarla al hospital, estuvo inconsciente». Los médicos la atendieron y volvió en sí. Hoy es una mujer a la que después de ese consumo en atracón o ‘binge drinking’, sigue sin sentarle bien tomar una copa.
Tomado de www.elmundo.es
Hoy en día esta cada vez mas normalizada la ingesta de alcohol en menores. Se ve de uso cotidiano y casual, cuando no debería de ser el caso.
Lo que le paso a la hija de Marisa Landeras es algo que por desgracia sigue sucediendo en la actualidad. No se sabe el motivo por el que la hija decidió consumir alcohol ese día, si fue por causa de las hormonas, por experimentar, por presión social o simplemente por que quiso, pero tenemos que ser muy cautelosos a la hora de tomar estas decisiones y con quien.
Los adolescentes, en su mayoría, se sienten presionados por su alrededor por consumir este tipo de sustancias y se ven amenazados si no lo hacen o el miedo a que dirán.
Tenemos que aprender a no guiarnos por los demás y tomar nuestras decisiones, sobre todo en este tipo de cuestiones tan importantes como el consumo de alcohol o drogas.
En mi opinión, es importante abordar la educación sobre el consumo de alcohol en la adolescencia. Es necesario que los padres hablen con sus hijos abiertamente, para evitar situaciones peligrosas, es muy importante un apoyo continuo a los adolescentes, centrandose en su bienestar y toma de decisiones saludables.
Las bebidas alcohólicas están integradas en nuestra sociedad y cultura (desde la religión hasta las celebraciones cotidianas). Es por ello que, tenemos interiorizado desde la infancia su consumo. Al fin y al cabo, ¿quién no recuerda un “brindis” entre adultos en las Navidades?.
Por otra parte, cuando llegamos a la adolescencia, época de experimentación, y nuestros padres nos ponen ciertos límites (como con el consumo de aclohol) es normal que surjan ciertos sentimientos de rebeldía hacia las prohibiciones de los mayores.
Además, la educación escolar no aporta mucho en la prevención del consumo de alcohol, ya que en muchos casos, no conviene financiar programas de divulgación que puedan afectar a los beneficios que se consiguen con la recaudación de impuestos que brinda la venta de dichas bebidas.
En conclusión, el consumo de alcohol durante la adolescencia es algo normal, aunque no por ello, debe dejarse pasar. Es necesario una mayor concienciación sobre el tema y esto comienza en los hogares.
Este texto expone de forma clara cuáles son los efectos del alcohol en el organismo. No obstante, éstos vienen dados por una ingesta excesiva del mismo, y no por su mera consumición. Son muchos los jóvenes que encuentran el entretenimiento en beber sin control. Y, desde estar alegres, a perder el centro de gravedad, y la conciencia hay un paso muy pequeño, que, además, en un ambiente de normalización e influencia social, se hace efímero.
No obstante, para mí, esa clara insistencia de los jóvenes por el alcohol proviene de su propia prohibición en los menores. Está psicológicamente demostrado que todo lo que se nos conmina a no hacer es lo primero a lo que nos vemos inclinados a hacer, y más en esta edad en la que la aceptación social es para muchos sinónimo de autorrealización.
Antes que promover una política que sitúe el alcohol, que puntualmente y en su justa medida puede ser acicate para el entretenimiento, como algo indigno; y que incluso trate a los jóvenes como niños sin conciencia ni personalidad propia, es necesario proponer un cambio. No me considero una peor persona o un niño menos responsable por beber alguna copa de vez en cuando, siempre y cuando sea yo quien lo elija, y no por escuchar que «el que bebe es guay» o por el simple «morbo» de transgredir una norma, que llegados a este punto no es más que un mero trámite.
El consumo de alcohol entre los jóvenes, como se ilustra en el caso de la hija de Marisa Landeras, es un tema crítico que requiere una atención especial. La narrativa destaca la urgencia de abordar este problema mediante la promoción de conductas responsables. Es esencial que los jóvenes comprendan los riesgos asociados con el ‘binge drinking’ y cómo puede afectar su salud.
La conciencia de los riesgos, como se sugiere en el comentario, es clave para prevenir situaciones peligrosas. Los adolescentes deben estar informados sobre los efectos adversos del consumo excesivo de alcohol, como el coma etílico mencionado en el relato. La educación sobre estos riesgos puede ayudar a disuadir comportamientos peligrosos y fomentar decisiones más conscientes.
Además, el establecimiento de un diálogo abierto entre padres e hijos es esencial. La historia resalta cómo la comunicación efectiva puede ser un factor determinante para la seguridad de los jóvenes. Los padres deben crear un ambiente en el que los adolescentes se sientan cómodos compartiendo sus experiencias y preocupaciones sobre el alcohol, lo que contribuirá a una toma de decisiones más informada.
En resumen, la necesidad de promover conductas responsables, crear conciencia sobre los riesgos y fomentar el diálogo abierto son aspectos cruciales para abordar el consumo de alcohol entre los jóvenes y proteger su salud.
Las bebidas alcohólicas están integradas en nuestra sociedad y cultura (desde la religión hasta las celebraciones cotidianas). Es por ello que, tenemos interiorizado desde la infancia su consumo. Al fin y al cabo, ¿quién no recuerda un “brindis” entre adultos en las Navidades?.
Por otra parte, cuando llegamos a la adolescencia, época de experimentación, y nuestros padres nos ponen ciertos límites (como con el consumo de aclohol) es normal que surjan ciertos sentimientos de rebeldía hacia las prohibiciones de los mayores.
Además, la educación escolar no aporta mucho en la prevención del consumo de alcohol, ya que en muchos casos, no conviene financiar programas de divulgación que puedan afectar a los beneficios que se consiguen con la recaudación de impuestos que brinda la venta de dichas bebidas.
En conclusión, el consumo de alcohol durante la adolescencia es algo normal, aunque no por ello, debe dejarse pasar. Es necesario una mayor concienciación sobre el tema y esto comienza en los hogares.
El caso de Marisa Landeras ejemplifica los peligros del «binge drinking» en la adolescencia, como lo vivió su hija con un coma etílico. A pesar de sobrevivir, el incidente dejó secuelas, ya que incluso hoy el consumo moderado de alcohol afecta negativamente. Destaca la necesidad de educación temprana sobre el consumo responsable de alcohol y el cuidado integral de la salud durante la adolescencia.
El consumo de bebidas alcohólicas esta muy normalizado en nuestra sociedad.
En el caso de Marisa Landeras, con el ejemplo de su hija, podemos ver los peligros del consumo excesivo de alcohol en la adolescencia y sus consecuencias. Además, resalta cómo este incidente ha dejado una marca en la relación de la hija con el alcohol en el futuro.
Es necesario recordar la importancia de la educación sobre el consumo responsable de alcohol y la necesidad de prevenir situaciones similares mediante la orientación adecuada a los adolescentes.
La falta de experiencia y el fácil acceso al alcohol pueden llevar a situaciones peligrosas, como el consumo excesivo, que puede tener consecuencias graves para la salud. es necesario de proporcionar información precisa sobre los riesgos asociados con el alcohol y promover alternativas saludables para los jóvenes durante la adolescencia.
Mi opinión personal sobre esta situación es que ilustra muy bien los peligros del consumo irresponsable de alcohol, especialmente durante la adolescencia. Es alarmante ver cómo un juego aparentemente inofensivo puede llevar a consecuencias tan graves como un coma etílico.
Es importante reconocer que la adolescencia es una etapa crucial en el desarrollo personal y que los jóvenes están expuestos a diversas presiones sociales y experimentación. Sin embargo, es responsabilidad de los adultos, incluidos los padres y la sociedad en general, educar y concienciar sobre los riesgos asociados con el consumo de alcohol y otras sustancias.
Este caso también resalta la importancia de la atención médica y el apoyo adecuados en situaciones de emergencia relacionadas con el consumo de alcohol. Es reconfortante saber que las amigas de la persona afectada actuaron rápidamente al llamar a una ambulancia y que los médicos pudieron proporcionar la atención necesaria.
Además, es valioso que esta experiencia haya llevado a la persona afectada a ser consciente de los efectos negativos del alcohol en su organismo y a tomar decisiones más saludables en el futuro. Sin embargo, es preocupante que todavía le afecte negativamente tomar una copa, lo que subraya la importancia de prevenir el consumo excesivo desde una edad temprana.