Las tareas del hogar, caldo de cultivo de las discusiones de pareja

«Los platos siguen sin fregar», «te dije que bajaras la basura», «no has ido a hacer la compra». Son frases que a todos nos suenan. Tanto, que muchos estudios coinciden en destacar que más de la mitad de las parejas terminan teniendo fuertes discusiones por estos temas cotidianos, más aún cuando a la ecuación se le añaden niños. Pero, ¿cómo afectan estas tensiones a la relación de pareja? ¿Y a quienes conviven con ellos? ¿Podemos llegar a saber que una riña está dando paso a algo más profundo? ¿Cómo se puede llegar a puntos en común?

Una de las principales razones de estas discusiones es «la falta de tiempo», advierte Patricia Vega, profesora del Máster en Psicología General Sanitaria de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). «La gran mayoría de las personas que conviven en pareja tienen trabajo ambos, en muchas ocasiones se añaden hijos, mascotas, el querer tener ocio… y hay personas que empiezan por tener conflictos porque cada uno se ve sobrecargado con sus tareas; y no solo la de casa porque una de las partes puede sentir que trabaja más fuera», sentencia la experta.

No hay que perder de vista que «es normal que las parejas discutan», «lo malo es cuando lo hacen de mala manera, faltando al respeto, con descalificaciones», puntualiza Vega. Esas discusiones hacen que haya más roces, una comunicación negativa que, a su vez, deriva también en una pérdida del contacto físico. «Hoy estamos enfadados y no nos besamos, mañana no nos decimos algo gracioso, luego estamos un tiempo en el que ya no tenemos miradas e incluso afecta a las relaciones más íntimas, eso distancia a la pareja» porque todo ello deriva en una mala comunicación, en falta de contacto y de expresiones de cariño… que «poco a poco van a hacer que la pareja tenga contactos muy negativos y que no estén a gusto el uno con el otro».

Y si los enfrentamientos se producen con los niños cerca, el asunto se complica más: «no viven bien esas esas discusiones y suelen ser los más honestos diciendo cosas como ‘es que prefiero tener la ropa sucia a que discutan por la lavadora’». Eso sí, «si los padres saben discutir, negociar y se respetan, no es un mal aprendizaje para los pequeños», advierte la experta. «De hecho, ellos aprenderán también a discutir de buena manera si los padres se escuchan, se ceden la palabra, son empáticos.. esos niños no van a vivir igual la discusión en la que los padres se descalifican o se insultan, a una en la que hay comunicación», destaca la experta.

Llegar a «puntos de encuentro»

Pero, llegados a ese punto, ¿cómo se puede trabajar para evitar los conflictos? Y, especialmente, ¿cómo te das cuenta de que hay que pedir ayuda? «Ceder es importante», destaca Patricia Vega. Más bien, llegar a puntos en común porque siempre hay dos versiones. «Es como aquel famoso vestido que unos veían blanco y dorado y otros azul y negro, y ambos tienen razón. En las parejas ocurre lo mismo: ambos estarán mostrando una parte del conflicto y ambos tienen su razón, así que ambos tienen que llegar a un punto de encuentro». Para conseguirlo, primero hay que determinar una comunicación con unos límites establecidos y el respeto por delante, y volver a encontrar la confianza. «Es súper importante fomentar los puntos fuertes, volver a salir, volver a hacer cosas juntos… aunque sea ponerse guapos para tener una ‘cita’ en el salón de tu casa».

Si todo eso no ha tenido éxito, «no hay que esperar al último momento para pedir ayuda. «Si ambos están de acuerdo en acudir a terapia de pareja porque tienen discusiones, porque no están a gusto o incluso porque quieren crecer más, un profesional verá la situación desde una perspectiva objetiva, les va a dar unas pautas y les va a ayudar a ver muchas cosas buenas; de hecho muchas parejas se sorprenden cuando les dices, por ejemplo, que te gusta cómo se miran porque ellos mismos no son conscientes de que lo hacen», destaca Vega.

El rol de la mujer

«Los profesionales vemos que sigue teniendo más carga la mujer. En muchas casas se asume que las tareas las van a hacer ellas porque, aunque los hombres cada vez participan más en las labores del hogar y en la crianza, en la gran mayoría de las parejas las mujeres tienen más carga mental e instrumental. Incluso nosotras nos imponemos muchas veces ese rol de que se trata de cuestiones más femeninas, eso de «¡cómo no lo voy a hacer si soy su madre!». Pues el padre también lo puede hacer y no pasa nada». De hecho, Vega pone sobre la mesa una realidad muy en boga: «hay mujeres que te dicen que cuando no había hijos o no tenían tanta carga familiar se encargaba más ella de las tareas sin ningún problema, y lo asumía e incluso le gustaba; pero al sumar trabajo, hijos… comienza a sentir que no puede con todo y es cuando surge el conflicto», sentencia Vega. Pero tampoco hay que perder de vista que las cosas están cambiado: «El hombre cada vez participa más en la crianza, quieren disfrutar de ello y son muchos los que te dicen ‘quiero ser más padre de lo que fueron conmigo, pasar más tiempo con mis hijos’».

Consejos para organizar las tareas

No hay una fórmula perfecta. Las parejas y cada familia son un mundo único por lo que los límites y ‘las reglas’ deben ser los que cada uno establezca. Sin embargo, para la experta en psicología Patricia Vega, hay algunas actitudes y comportamientos que pueden hacerlo más fácil:

– Empatía: lo mejor es ser capaz de empatizar, «significa que si la otra persona está sobrecargada tienes que saber que tienes que cargarte un poco más, perder ‘privilegios’ a veces». Una empatía hacia ambos lados en la que hay que «cumplir lo dicho aunque no apetezca».

– Comunicación: «que sea positiva, con afecto, buscando soluciones, no echando las cosas en cara y no centrándose sólo en los aspectos negativos sino también en los positivos, nada que no quisieras tú para ti». Además, añade la experta, «hacemos un montón de listas de lo que hay que hacer o comprar, y no las hacemos de cosas que son importantes, como lo que quiero conseguir con mi pareja, lo que quiero contarle al final de día…

– Contratar a una persona externa: «imagina dos personas que trabajan diez horas al día ambas, por mucho que se repartan las tareas van a estar agobios igualmente, y en ese caso contratar una persona externa es una solución como cualquier otra. Gastamos el dinero en ropa o en otras muchas cosas, pero no en aspectos que nos permiten ‘ahorrar tiempo a la vida’ y a veces, si se puede económicamente, que una persona externa te ayude con la casa hace que la realidad mejore mucho».

– Técnica ‘tiempo fuera’: es una de las que más recomendamos y es tan sencillo como marcharte cuando estás enfadado, no hables porque en esos momentos de rabia es cuando se dicen las cosas de las que luego nos arrepentimos; porque nos olvidamos de lo que hemos dicho, no de lo que hemos oído».

Tomado de www.elcorreo.com

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