Los misteriosos orígenes del euskera

Pasada la euforia y la propaganda del primer debate plurilingüe en la historia del Congreso, la cruda realidad termina por imponerse en muchos grupos políticos que no quieren que sus discursos se disuelvan en la indiferencia. Con el fin de que sus intervenciones lleguen al máximo de posibles votantes, tanto el PNV como Bildu han deslizado que no utilizarán en el futuro solo el vasco, sino una fórmula bilingüe según el día y las circunstancias con el fin de colocar siempre que puedan sus mensajes en los medios de comunicación nacionales. Y es que, como resulta obvio, el euskera nunca ha sido el mejor altavoz ni dentro ni fuera del País Vasco…

Los orígenes de la lengua vasca están envueltos en grandes cantidades de mitos, controversia y leyendas que ningún filólogo termina de resolver. El euskera se habla en las regiones de Navarra y País Vasco, en el norte de España, y el suroeste de Francia, de modo que más de 700.000 personas, el 35% de la población de la región, lo conocen actualmente. Atrás queda un siglo XX que vivió su resurrección y también su tumba. «La cultura vasca, lo que se dice ‘cultura’, se ha hecho en español o en francés. En español escribió sus cartas y sus ejercicios Íñigo de Loyola, el fundador de la Compañía de Jesús, y en francés pensaba y escribía el abate de Saint-Cyran, fundador de Port Royal, fortaleza del jansenismo. (…) En vascuence no se puede pensar con universalidad. Y el pueblo vasco, cuando se eleva a la universalidad, lo hace en español o en francés», aseguraba Miguel de Unamuno sobre lo que él considera el irremediable final del euskera.

La última investigación del matrimonio Rabaté se centra en la rivalidad íntima que vivió el pensador vasco con el dictador y que le llevó al exilio en París en condiciones desesperadas

El misterio de esta lengua nace de la supuesta dificultad de enlazarlo con otras más allá de que tomara numerosos préstamos del castellano o del latín y de hallar su raíz histórica. Las principales hipótesis sobre su procedencia lo evocan al etrusco, el bereber y a otras lenguas antiguas de Europa no indoeuropeas, pero hasta el momento ha sido imposible encontrar similitudes del euskera con el húngaro, el finlandés, los idiomas de Laponia y los países Bálticos o las lenguas caucásicas. Únicamente alguna palabra casual compartida, en su mayoría palabras obsoletas…

Otra teoría, esbozada incluso por el erudito alemán Wilhelm von Humboldt y defendida por Unamuno, sostiene que el antecedente del euskera no sería otro que el íbero. No obstante, desde que en 1922 el historiador Manuel Gómez Moreno empezara a descifrar su escritura y se leyeran textos en dicha lengua no se han hallado semejanzas que permitan demostrar esta tesis.

La fantasía nacionalista ha defendido tradicionalmente que la falta de nexos se explica en que se trata de un idioma único, una isla legendaria anterior a todas las lenguas españolas, que se lleva hablando milenios y sobreviviendo a las glaciaciones dentro de la Península. Así lo atestiguarían símbolos hallados en cuevas prehistóricas del País Vasco y otras representaciones de dudosa procedencia. No obstante, esta obsesión por adelantar el origen del idioma cada vez más atrás ha dado pie a todo tipo de fraudes y manipulaciones. En el verano de 2006 se informó del hallazgo de numerosas inscripciones en euskera durante las campañas de excavaciones en un yacimiento arqueológico de una ciudad romana asentada en las proximidades de Vitoria entre los siglos I y VI.

Los expertos no tardaron en concluir que los grafitos en euskara eran ‘totalmente falsos’. Las mismas dudas que en la actualidad penden sobre el reciente hallazgo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi en Navarra de las inscripciones más antiguas en lengua vasca. Concretamente, una pieza de 2.100 años con una palabra similar a «zorioneko» (afortunado) adelantaría varios siglos el origen de la lengua.

Sabino Arana, padre del nacionalismo vasco, puso siempre por delante el concepto de raza vasca al de la lengua, entre otras razones porque nunca llegó a hablar euskera con solvencia, tanto por su condición de burgués bilbaíno en un entorno castellanoparlante como por la propia situación del idioma entonces, donde no había una norma unificada. Solo escribió en esta lengua un 16% de toda su obra, pero realizó numerosos estudios filológicos, recogió numerosas palabras populares, creó numerosos neologismos en dicha lengua y reivindicó su uso político: «No vale considerar al Euskera meramente como una hermosa lengua, digna de ser cultivada en la literatura: es el broquel de nuestra raza, y contrafuerte además de la religiosidad y moralidad de nuestro pueblo».

«No vale considerar al Euskera meramente como una hermosa lengua, digna de ser cultivada en la literatura: es el broquel de nuestra raza»

En este sentido, el antiguo carlista defendía que solo los vascos lo hablaran: «Los catalanes quisieran que, no sólo ellos, sino también todos los demás españoles establecidos en su región hablasen catalán; para nosotros sería la ruina el que los maketos residentes en nuestro territorio hablasen euskera», pues «no es el euskera uno de tantos idiomas españoles, como lo son el gallego, el catalán, el castellano, etc.: lingüística e internamente considerados, hay mucha más diferencia entre el euskera y cualquiera de los idiomas españoles, que entre éstos y la lengua que hablan los naturales de la India asiática; políticamente considerándolo, hay en derecho entre el idioma euskeriano y los españoles tanta diferencia como la que hoy existe entre el francés y estos últimos, porque el euskera es lengua de un pueblo que jamás ha estado dominado por España, de una nación que nunca ha sido española, mientras que los idiomas españoles pertenecen a regiones que, sí es cierto que en situación política anormal se han gobernado independientemente las unas de las otras, pero nunca han dejado de ser reinos o condados españoles».

Dada su pureza, Arana defendía que había que ser no solo vasco, sino nacionalista, para hablar por derecho propio el euskera: «Si fuese moralmente posible una Bizkaya foral y euskelduna (o con Euskera), pero con raza maketa, su realización sería la cosa más odiosa del mundo, la más rastrera aberración de un pueblo, la evolución política más inicua y la falsedad más estupenda de la historia. Para nosotros sería la ruina que los maketos residentes en nuestro territorio hablasen Euskera. ¿Por qué? Porque la pureza de raza es como la lengua, uno de los fundamentos del lema bizkaino, y mientras la lengua, siempre que haya una buena gramática y un buen diccionario, puede restaurarse aunque nadie la hable, la raza en cambio, no puede resucitarse una vez perdida».

o difícil entonces era hablar de un único euskera dada la complejidad de dialectos que pueblan la historia de esta región. Según el filólogo Koldo Mitxelena, los dialectos del euskera se produjeron en fechas del siglo VI debido a razones políticas que fragmentaron la sociedad e hicieron complicado que se entendieran entre los propios pueblos vecinos. Frente a esta Torre de Babel vasca, se creó el euskara batua, una lengua vasca unificada cuyas bases se sentaron en el congreso de 1968 de la Real Academia de la Lengua Vasca. Un encuentro celebrado en el santuario de Arantzazu que ha dado lugar a la variedad que desde la década de 1980 se utiliza en la administración, la enseñanza y los medios de comunicación.

Tomado de www.abc.es

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