Sensacional descubrimiento en Pompeya: hallan los cuerpos intactos de dos hombres que huían de la erupción del Vesubio

Pompeya vuelve a maravillar con un descubrimiento sensacional. En las últimas excavaciones de Pompeya han aparecido dos cuerpos intactos de dos personas que huían tras la erupción del Vesubio en el 79 d.C. Se trata de un hombre de unos 40 años, de la clase alta de la antigua ciudad romana, envuelto en una capa de lana, y su joven esclavo con una túnica, con los huesos ya desgastados por años de duro trabajo. Junto a los cuerpos se encontró también otra manufactura pesada de lana, tal vez una segunda capa o quizás una manta, según han revelado los calcos.

«Es un descubrimiento absolutamente excepcional», declaró a la agencia Ansa el profesor Massimo Osanna, durante años director del parque arqueológico de Pompeya, y desde septiembre director general de los museos públicos. «Por primera vez en más de 150 años –añadió Osanna- fue posible hacer calcos perfectos de las víctimas y de las cosas que llevaban consigo en el momento en que fueron golpeados y murieron por los vapores hirvientes de la erupción».

Por su parte, el ministro de Bienes Culturales, Dario Francescini, ha calificado de «increíble» el hallazgo, que tuvo lugar hace apenas unos días en la excavación en curso, desde comienzos de año, en la gran villa suburbana en Civita Giuliana, a 700 metros al noroeste de Pompeya. El Parque Arqueológico de Pompeya extendió hasta esa zona sus excavaciones en el año 2017, con el objetivo de rechazar a los llamados «tombaroli» (ladrones de tumbas), que han dejado en el área amplias huellas de su delincuencia.

Otros descubrimientos

En esa misma villa se encontraron en sus cuadras, en el año 2018, los restos de tres caballos de raza. Uno de ellos en particular llamó la atención porque estaba totalmente enjaezado, con una refinada silla en madera y bronce y arneses relucientes, como si fuera el momento de la salida inminente del propietario de la villa, tal vez un comandante militar o un magistrado de alto rango. También es la misma residencia donde hace unos meses se descubrió una pared pintada al fresco con la flor blanca y el grafiti con el nombre de la pequeña «Mummia», la niña que pudo haber sido hija de los dueños de esa finca.

Según Massimo Osanna esta residencia pompeyana es «de la más alta calidad, con habitaciones ricamente decoradas y con frescos, suntuosas terrazas a varios niveles con vistas al golfo de Nápoles y Capri, además de un especial apartado para los servicios de la villa con un terreno que se extendía hasta el mar, con espacios de almacenes de aceite y vino.

La excavación, aún en curso, quizás aclare mejor en los próximos meses el papel y vida de estos dos hombres y hacia dónde se dirigían. Por ejemplo, se podrá comprobar si también estaba llegando el resto de la numerosa familia que poblaba la residencia, que seguramente ya desde muy temprano en la mañana habría buscado seguridad en las habitaciones.

El conocimiento acumulado en los últimos años sobre los últimos momentos de Pompeya podrá aclarar cómo vivieron estos dos hombres el final de su tragedia. «Con una buena aproximación a los hechos -ha explicado el director Osanna- debió haber ocurrido en la madrugada del segundo día de la erupción», por lo tanto, alrededor de las 9 de la mañana del 25 de octubre de ese terrible 79 d.C.

En menos de veinte horas, el Vesuvio expulsó diez mil millones de toneladas de magma, centenares de millones de toneladas de vapores y de otros gases a una velocidad de salida 300 metros al segundo. En un radio de 12-15 kilómetros, el territorio en dirección a Pompeya quedó bajo un espesor de tres metros de lava. Cambió la conformación de la costa, sepultó Herculano bajo veinte metros de fangos volcánicos y Pompeya bajo casi seis metros de lava, piedra pómez y cenizas. Pocos habitantes se salvaron, solamente aquellos que se marcharon de inmediato. Datos ciertos sobre los muertos nos los hay, pero se estiman entre ocho y diez mil para Pompeya y de tres mil a cuatro mil en Herculano.

Los calcos, decisivos

Los calcos serán decisivos, nos darán luz sobre la vida de estos dos hombres ahora descubiertos y su papel en la grande y fastuosa residencia donde han sido encontrados. El director Massimo Osanna explicó que «estamos teniendo nueva luz sobre la vida de los pompeyanos gracias a las investigaciones sobre los restos óseos encontrados en los calcos de yeso», un invento debido a la gran intuición de arqueólogo Giuseppe Fiorelli (1823-1896), destacado director de la excavaciones.

Solo desde 1858, gracias al método genial introducido por Fiorelli, podemos apreciar la impronta que dejó la erupción en los pompeyanos, al obtener moldes de yeso de los muertos. Los cuerpos, al descomponerse a lo largo de los siglos, habían dejado espacios vacíos bajo la lava. Fiorelli los rellenó con yeso líquido introducido a través de los agujeros abiertos en la corteza creada sobre Pompeya tras la erupción. En esa cámara vacía, donde la materia orgánica había desaparecido, Fiorelli obtenía moldes de extraordinaria precisión que reflejaban los últimos momentos de la vida de esas personas.

Tomado de www.abc.es

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