Una exposición recuerda a Antonio de Trueba, el gran cronista de la Bizkaia del XIX

Durante muchos años Antonio de Trueba (Galdames, 1819; Bilbao, 1889) vivió en el número 8 de la calle Ibáñez de Bilbao, frente a los Jardines de Albia, en donde se ha perpetuado su memoria con un monumento cuya imagen realizó Mariano Benlliure y Gil. Una escultura que sirvió ayer para recordar a uno de los intelectuales más reconocidos de su época, que ejerció como poeta, novelista, cronista y periodista, y a la vez como preludio de una interesante exposición dedicada a su vida y obra, que acogerá el Museo de Las Encartaciones hasta final de año.

Las Juntas Generales de Bizkaia, la Diputación Foral y el Ayuntamiento de Galdames firmaron un acuerdo de colaboración con motivo de la celebración en 2019 del bicentenario del nacimiento del escritor, que ha sido recordado con exposiciones, publicaciones y actividades diversas a lo largo de 2019 y 2020. El de ayer fue un acto emotivo, en el que participaron la presidenta de las Juntas Generales de Bizkaia, Ana Otadui; la diputada de Cultura, Lorea Bilbao; la alcaldesa de Galdames, Rakel Larruskain; la primera teniente alcalde de Sopuerta, Mamen Etxebarria, y el director del Museo de Las Encartaciones, Javier Barrio, entre otros.

Incluso acudió el propio Trueba, ya que el actor Kepa Gallego recreó palabras de la vida y la obra de uno de los «más grandes» vizcainos de Las Encartaciones que, en 1862, catorce años antes de la abolición de los Fueros, fue propuesto desde Juntas Generales de Bizkaia como cronista y archivero del Señorío de Bizkaia. La presidenta de las Juntas Generales le definió como «un pensador moderno, un buen periodista y escritor, un gran historiador y un firme defensor de los fueros, de las tradiciones vascas».

Otadui recordó que, además de la exposición, se ha encargado una investigación sobre su obra, en la que trabajan Joseba Agirreazkuenaga, catedrático de Historia Contemporánea de la UPV/EHU; Montserrat Amores, profesora de la Universidad Autónoma de Catalunya; Jesús Arrate, investigador especializado en el siglo XIX, y Goio Bañales, investigador especializado en Enkarterri, coordinados por Javier Barrio.

Más de cien piezas

La exposición sobre el escritor encartado está compuesta por más de cien piezas que incluyen libros, documentos originales, obras de arte, ilustraciones, textos escritos por intelectuales contemporáneos de Trueba y numerosas piezas que las Juntas Generales han adquirido durante años a través del Museo de las Encartaciones.

Las obras expuestas han sido cedidas por la propia Cámara vizcaina, el Archivo Foral, la Diputación Foral de Bizkaia, el Museo Vasco, así como por coleccionistas privados. El Museo de Las Encartaciones, en Sopuerta, ha acondicionado su nave central para acoger estas obras en las que se incluye también documentación de familias procedentes de Enkarterri, como cuadernos escolares de los siglos XVIII y XIX, libros de negocios, elementos religiosos, litografías…

También se exhiben piezas etnográficas muy relevantes, como una máquina serradora procedente de Inglaterra construida en 1882, un rodete del molino Granada, de Ortuella, o colmenas hechas con troncos para elaborar miel. A ello se suma un gran altar portátil utilizado en las guerras carlistas del siglo XIX por el Tercio de Bizkaia y que está fechado en 1860, además de un escudo de Bizkaia tallado en madera de la misma época.

Una de las piezas más destacadas es un retrato de Trueba realizado por el pintor Aurelio Arteta, que se exhibe en el Palacio Foral y que ha sido cedido al museo encartado para esta exposición.

autodidacta

Para la diputada de Cultura, Trueba fue un «ejemplo de superación, como tantos que hay en Bizkaia. Su origen fue muy humilde, un autodidacta, que huyendo de la primera guerra carlista, con 15 años, se tuvo que marchar a Madrid».

El actor Kepa Gallego recordó que este nació en el barrio Montellano de Galdames y que, cuando contaba 15 años, trabajó en la ferretería de un tío suyo en Madrid, donde se aficionó a la literatura. Fue un firme defensor de los valores y los fueros vascos. Su prestigio creció de tal manera que en 1862 las Juntas Generales le nombraron Cronista y Archivero del Señorío, lo que le permitió volver a Bilbao.

Como cronista y archivero legó numerosas descripciones de la vida, patrimonio y tradiciones de su Bizkaia natal que han ayudado a entender el siglo XIX. A todo ello hay que sumarle sus numerosísimas poesías, novelas y cuentos que tanta fama le dieron.

Tomado de www.deia.eus

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