«Una generación de analfabetos funcionales»: Suecia declara la guerra a las pantallas en la escuela

Durante las últimas dos décadas, multitud de expertos, pedagogos y educadores han allanado el camino a la digitalización en las escuelas. La presentaban como una ventaja competitiva y aseguraban que la autosuficiencia y creatividad, el mayor razonamiento o la innovación eran algunos de los múltiples beneficios potenciales que podrían tener entre los alumnos. Pero al final, nada como un buen libro: es la conclusión a la que ha llegado el gobierno sueco antes de anunciar el pasado 15 de mayo la paralización de su estrategia de digitalización en las escuelas.

La decisión, motivada por la implacable y cruda realidad de los datos académicos, ha sido anunciada por la ministra de Educación Lotta Edholm solo seis meses después de haber aprobado un nuevo impulso a las tecnologías en las escuelas.

Según el último informe PIRLS dedicado al análisis de la comprensión lectora en los alumnos, Suecia ha empeorado un año más sus resultados con 544 puntos frente a los 555 que obtuvo en 2016. Pese a obtener un resultado muy superior a la media europea de 528 puntos, la ministra Edholm ha decidido atajar el descenso en las capacidades de los alumnos y dotar de 60 millones de euros en 2023 -más 45 en 2024 y 2025- para que los libros vuelvan a predominar en las aulas.

«Ninguna tablet podrá sustituir los libros»

«En el futuro, el Gobierno quiere ver más libros de texto y menos tiempo de pantalla en la escuela», remarcó la ministra en base a su plan para recuperar la lectura en las escuelas, a expensas del tiempo pasado ante las pantallas. Su objetivo último, recuperar la política de «un libro por asignatura y alumno».

Que esta medida haya sido impulsada por el gobierno sueco es significativo, pues fue precisamente uno de los países pioneros en la digitalización masiva de los colegios comenzada hace unos 15 años a raíz de una recomendación del Consejo Europeo en 2008 que aconsejaba el aprendizaje electrónico.

La declaración de guerra a las tecnologías en la educación ya fue esbozada el pasado mes de diciembre por la ministra, cuando en un artículo se refirió a la digitalización como «un experimento» asumido de forma «acrítica», considerando la digitalización «como algo positivo» per se, sin importar el contenido. Los libros, dijo Edholm, «tienen ventajas que ninguna tablet podrá sustituir».

«Modo de preparación: se baten los huevos y se añade el azucar», escribe un alumno de primaria en una pizarra digital. 

«Generación de analfabetos funcionales»: los resultados

La ministra indicó que la posibilidad de tener una «generación de analfabetos funcionales» es una amenaza real y no duda en achacarlo a la digitalización en las escuelas.

Lejos de ser mera opinión, las contundentes declaraciones de la ministra y la misma decisión gubernamental responden a los estudios e informes elaborados por más de 60 expertos en torno a esta materia, como  es el caso del Instituto Karolinska.

Según declararon fuentes de esta última institución a Diario de la Educación, la conclusión de todas las organizaciones consultadas fue unánime: «Toda la investigación del cerebro en niños muestra que no se benefician de la enseñanza basada en pantallas» y el último informe PIRLS es un indicio.

Entre otros argumentos que justifican la decisión del gobierno sueco se encuentra un experimento realizado con pantallas digitales en las aulas, cuyos resultados mostraron un rendimiento académico significativamente más bajo en los alumnos que usaban pantallas digitales en las aulas frente a los que no lo hacían.

La disminución del nivel educativo fue atribuida a la falta de concentración de los estudiantes debido a las distracciones que generan las pantallas digitales. Además, se encontró que los dispositivos electrónicos también afectaban negativamente la calidad del sueño de los jóvenes, lo que a su vez impactaba en su capacidad de aprendizaje.

Entre otros datos preocupantes se encuentra una reciente encuesta realizada a 2.000 profesores en la que uno de cada cinco reconocieron que sus alumnos nunca o prácticamente nunca escribían a mano.

Consecuencias globales: menos atención y retención o «atrofia del pensamiento»

Lejos de estar restringidas a un ámbito geográfico concreto, los efectos negativos en la lectura en pantallas son globales. El estudio elaborado para América Latina y El Caribe por el profesor de la universidad de Liubliana, Miha kovač, y el profesor de la universidad de Leiden, Adrián van der Weel, abunda en conclusiones como que «la materialidad del texto impreso aumenta nuestra capacidad de recordar su contenido«. El incremento de problemas en la vista, la disminución de la atención y la paciencia, la «atrofia del pensamiento crítico» o una menor retención son otros problemas asociados a la lectura en pantallas.

El pensamiento creativo, otro de las grandes promesas de la digitalización en las escuelas, también parece haberse visto perjudicado con su implementación.

Según expresó el miembro del Consejo Sueco de Investigación Elin Bäckström al portal Phys.org en noviembre de 2022, el juego de los niños en edad preescolar con tabletas es menos creativo e imaginativo en comparación con el juego con juguetes físicos.

Recientemente, la Universidad de Uppsala y el Instituto de Educación del University College London en Reino Unido elaboraron una investigación sobre los patrones de juego de los niños con aplicaciones que mostraba como el juego con tablets y dispositivos llevaba al niño a una mayor exploración pero con menores elementos de simulación y fantasía de quienes jugaban con juguetes físicos como ladrillos o disfraces.

Tomado de www.religionenlibertad.com

 

 

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