LECTURA: Batalla de Clavijo: leyenda o historia

A la muerte de Silo le sucedió Mauregato (783-789), hijo natural de Alfonso I y de una esclava. Se dice que de éste reinado data la leyenda apoyada en diversas tradiciones -según recoge Alfredo Gil del Rí­o en su obra «Historia y Antiguas Leyendas de La Rioja» (1977), del tributo de las cien doncellas concedido por el Rey a los emires Omeyas, a cambio de conservar la neutralidad.

Ramiro I (842-850), hijo de Bermudo el Diácomo, mantuvo diversas luchas contra Nepociano, que se habí­a proclamado Rey de Oviedo. Su importancia en este estudio -añade Gil del Rí­o- radica en su intervención en la Batalla de Clavijo.
Según cuenta la tradición en el año 844, por haberse negado a Abderramán II el vejatorio tributo de las cien doncellas, le fue declarada la guerra a los musulmanes, lo que dio lugar a la célebre Batalla de Clavijo.

El Rey Ramiro I reunió al Consejo de Estado, se negó a pagar el tributo al emir cordobés. La respuesta árabe no se hizo esperar y las tropas sarracenas se entregaron al saqueo y la rapiña. Cuando las tropas cristianas, en minorí­a, llegaron a Albelda, se enfrentaron al ejército musulmán y conocieron la derrota. Los cristianos se hicieron fuertes en el Monte Laturce también llamado collado de Clavijo.

Alfredo Gil del Rí­o en «Camino Francés a Compostela»(Madrid 1999) escribe:  En la actualidad, la mayorí­a de los investigadores han llegado a la conclusión, como analiza Luis G. de Valdeavellano, que no es posible aceptar la realidad histórica de la victoria de Ramiro I en Clavijo ni la del fabuloso «tributo de las cien doncellas», ni tampoco la autenticidad del «privilegio de los votos a Santiago», supercherí­a amañada en el siglo XII por el clérigo Pedro Marcio, añadiendo que la verdadera batalla fue librada por Ordoño I contra el Banu Qasi Muza en el monte Laturce, como mantiene Sánchez Albornoz (La auténtica batalla de Clavijo).

Lévi Provení§al, basándose en una noticia de los fragmentos del Mugtabis de Ibn Hayyan, últimamente descubiertos por él, no cree en la realidad histórica de la batalla de Clavijo o de monte Laturce ganada por Ordoño I a Muza en el año 859 o en el 860, sino que en el año 851 u 852 los gascones atacaron la fortaleza de Albelda, construida por Muza, que en el primer dí­a es tuvieron a punto de triunfar sobre las huestes de Banu Qasi, quien incluso fue herido; pero que al siguiente dí­a una fuerte ofensiva de Muza obligó a los gascones a emprender la retirada. Para Lévi Provení§al este combate, que Ibn Hayyan sitúa en Laturce o de Clavijo, y Ordoño I ni ganó la batalla ni participó en ella; en cuanto Ibn Hayyan nada dice sobre la intervención del rey astur en la lucha. Lévi Provení§al considera que la narración que de la batalla de Albelda hace la Crónica de AIfonso III, como una victoria de Alfonso I sobre Muza es una evidente interpolación. (Vid. E. Lévi Provení§al, Du nouveau sur le Royaume de Pampelune au IX .sií¨cle. «Bulletin Hispanique, LV (1953), p. 16). y continúa diciendo que sin embargo no es posible aceptar, al menos por ahora, que Ordoño I no triunfase en Albelda frente a Muza ni participase en ninguna batalla contra aquella for taleza, y habrá que esperar en todo caso a que Lévi Provení§al alegue las razones en que se funda para considerar interpolado el pasaje de la «Cró nica de Alfonso III» relativo a la victoria de Ordoño I en Albelda o Monte Laturce; ni hay razón para preferir la noticia de Ibn Hayyan, historiador que vivió de 988 a 1076 aunque hubiese seguido en esto a al-Razí­ (888- 955), ya que en todo caso, siempre el testimonio del «Cronicón Albeldense» serí­a el más próximo a los sucesos. Por otro lado nada se opone a que los Gascones hubiesen atacado Albelda en el 851 u 852, y que años después Ordoño I emprendiese una campaña contra la fortaleza de Muza, y derrotase a éste en el monte Laturce.

También menciona Valdeavellano el estudio de fray Justo Pérez de Urbel Lo viejo y lo nuevo sobre el origen del Reino de Pamplona donde se mantiene la misma opinión a que anteriormente hacemos referencia manteniendo la opinión de que hubo dos batallas de Albelda; una en el año 851 entre los Gascones y Muza y la conocida del 859 librada entre Ordoño I y Banu Qasi.

Lacarra (Historia del reino de Navarra) pone de manifiesto las distintas versiones que del encuentro hacen los cronistas cristianos y musulmanes para atribuirse la victoria final, señalando que para Ibn Hayyan la lucha fue entre los musulmanes y los al-galasqiyyin. El primer dí­a del encuentro fue desfavorable para los musulmanes, de los que murieron no pocos y ese mismo dí­a Musaibn Musa recibió treinta y cinco lanzazos que traspasaron las mallas de su loriga. Pero al segundo dí­a los musulmanes rechazaron el ataque, yendo en vanguardia Musa ibn Musa, que, a pesar de sus heridas, encendió el ánimo de los musulmanes y prestó los mejore servicios. Los galasqiyyun fueron derrotados dejando la tierra cubierta de cadáveres, mientras que para la versión cristiana, la derrota se con vierte en un triunfo espectacular del nuevo Rey de Asturias Ordoño, que sitió Albelda, mientras que Muza colocaba sus campamentos en el Monte Laturce; el cristiano dividió en dos sus ejércitos, uno para que continuara el asedio mientras que el otro se dirigí­a contra Muza. Este serí­a completamente derrotado, su yerno Garcí­a -casado con su hija Oria- resultó muerto y el campamento fue saqueado, encontrándose en él regalos que le habí­a enviado el rey de los francos, Carlos el Calvo. El mismo Muza, tres veces herido por la espada, escapó con dificultad y gracias a la ayuda que le prestó un cristiano que serví­a en su ejército. Derrotado el ejército musulmán, las tropas de Ordoño apretaron el cerco de la plaza de Albelda, que fue tomada a los siete dí­as, muertos sus defensores y arrasada hasta sus cimientos.

Gregorio de Balparda ( «Historia crí­tica de Vizcaya y de sus fueros» ) hace las alusiones que en nuestros cronicones, el Salmanticense dedica párrafos a la expedición de Ordoño I contra los vascones repetidas veces hizo guerra a los caldeos y triunfó sobre ellos. Como moviera su ejército contra los vascones rebelados y redujera su paí­s a su dominación, de vuelta ya, llegó un mensaje diciendo: He aquí­ que al otro lado está e enemigo… contra el cual Ordoño movió su ejército y contra una ciudad denominada «Albeida». y allí­ se dió la batalla de Albelda o Clavijo, y sostiene que la batalla de Albelda o de Clavijo, la auténtica de Clavijo ocurrida por el año 852, tuvo consecuencias importantes: el predominio del rey de Oviedo en toda Navarra quedó restablecido y en adelante los pamploneses mismos colaboran con Ordoño I.
Resumiendo controversias de historiadores e investigadores, un hecho parece evidente: la famosa batalla que tanta trascendencia representó para la Ruta Jacobea con la aparición del Apóstol Santiago, en su veracidad histórica pudo tener lugar en los años 852 ó 860, pero no en el año 844, como fecha que la tradición marca en una leyenda de fe.

La batalla de Clavijo tuvo gran importancia en el desarrollo de la Ruta Jacobea. Para la cristiandad tiene la significación de una guerra santa; pero la religión y polí­tica se unen para darle un contenido que excede del ámbito de la fe. La iglesia de Santiago de Compostela adquiere unos tributos que afectan a todo el paí­s; casa «yugada de tierra cultivada y viñedos debe pagarle media fanega de trigo o de vino».

El propio Santo tendrá una recompensa «material» por su ayuda participando en el «botí­n de guerra». y así­ cuando se dividiese Santiago «la parte correspondiente a un caballero».
El reparto del «botí­n» se habí­a transformado en una costumbre habitual en la guerra, que evidencia que el cristianismo no podí­a romper las ligaduras que le ataban a prácticas paganas. En la tradición árabe tení­a tal arraigo, que Mahoma señaló la cuota de un quinto a dividir entre Alá, el Profeta, sin olvidar a otras personas que lo precisaban.
Historia o leyenda, otro hecho resulta incuestionable: que como con secuencia de la victoria cristiana sobre las huestes de Abderramán, quedó abolido el tributo de las cien doncellas y Ramiro I instituyó «el voto de Santiago», por el cual se ofrecí­an al Apóstol las cosechas y el botí­n de guerra. El voto se cumplió religiosamente hasta el año 1812, en que fue abolido por las Cortes de Cádiz después de vivas crí­ticas. Restaurado en 1936, más bien con un pensamiento religioso, sus antiguos privilegios no han tenido efectividad en los tiempos actuales; sin embargo, la devoción por el Santo es una tradición, por lo que figura como patrón de España.

En Calahorra aparece suscrito el denominado «Diploma de San Ra miro», en 25 de mayo del 844, instituyéndose el mencionado voto:

«Hicimos voto… de pagar perpetuamente cada año a manera de primicias de cada yugada de tierra una medida de la mejor mies, y lo mismo del vino… Concedimos también… que de todo el botí­n que en cada una de las expediciones cogieren a los sarracenos, den con toda exactitud a nuestro glorioso patrono Protector de España tanta parte y porción como corresponde a un soldado de a caballo».

Son interesantes las palabras del discurso pronunciado por don Julián Cantera en Clavijo, el 23 de mayo de 1962:

«Si Compostela puede justamente gloriarse de su preeminente lugar en el culto y en el arte, no está ausente de su prosperidad el Voto del Rey don Ramiro I de Asturias en Clavijo, a causa precisa mente de la Aparición del Apóstol Santiago en la memorable Bata lla, auténtica e histórica, de Clavijo. En sus peores tiempos el Voto de Clavijo producí­a a Compostela más de dos millones de reales al año, por lo que no exageramos, ni hacemos injuria a nadie, si decimos que Clavijo tiene parte, y buena parte, en esa joya del arte románico, relicario espléndido del Sepulcro del Apóstol, que es la suntuosa Catedral de Santiago de Compostela. Serí­a, por tanto, una graví­sima injuria inferida a aquellos beneméritos y digní­simos Canónigos el haber cobrado por tantos siglos los cuantiosos millones del Voto de Clavijo a base de una fabulosa leyenda».

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