DEBATE 180: Prohibiciones en la adolescencia (1ª Ev.)
—¿No deben prohibir los padres en la adolescencia?
—Sí, pero sólo cuatro cosas. No más.
—¿Sólo cuatro cosas?
—Sí, porque si desde que se levanta le decimos: «no has desayunado, no has arreglado la habitación, no has apagado el ordenador , no estés todo el tiempo con el móvil…» solo les decimos cosas negativas. Por eso tienen esa imagen de los padres de todo el día diciendo no, no, no. Si además, le digo «está prohibido tomar alcohol», ¿de qué sirve? No se le puede controlar permanentemente. Si le digo «prohibido ir con tal amigo», tendrá más ganas de ir con él. Hay que trabajar con ellos primero la negociación. Si no ha cubierto sus responsabilidades del día a día (estudio, tareas de casa…) se le dice que no puede salir porque no ha realizado ningún esfuerzo, no se lo ha ganado. No saldrá y tampoco beberá. Hay que inculcarle las conductas de responsabilidad.
Como bien dice este texto la etapa de la adolescencia está cargada de prohibiciones por parte de los padres en su intento de educar y cuidar a sus hijos. Desde la visión del adolescente esto puede parecer en muchas ocasiones un exceso de control que se asemeja a un castigo o falta de confianza. Estoy de acuerdo en que lo importante es no llevar al extremo este tipo de prohibiciones ya que lo único que se consigue es que el adolescente en ocasiones tenga cada vez más ganas de hacer eso que no le dejan.
No obstante, si que creo que tienen que existir una serie de normas y limitaciones que ayuden a educar en la responsabilidad, entendiendo lo que es bueno o malo para uno mismo y las personas que nos rodean. Por ello, pienso que lo más adecuado sería encontrar un término medio basado en la confianza mutua.
Este fragmento refleja muy bien la relación que muchos padres tienen con sus hijos, en cuanto a las prohibiciones que se les establecen. Estoy de acuerdo con el texto en que las prohibiciones no sirven de nada, ya que si le prohibes a un adolescente hacer cierta cosa en muchos casos le daran mas ganas de hacerlo,pero sin que sus respectivos padres lo sepan. Sin embargo, si no se lo prohíben podrán tener la confianza suficiente para contarles lo que hacen y de esta manera crear una relación con más confianza.
Aunque si es cierto que no les pueden permitir todo, tiene que haber un punto medio respecto a la responsabilidad que tenga el adolescente, y en esta cuestión deben incidir los padres inculcando desde pequeños lo que está bien y lo que no, pero sin prohibiciones con la posibilidad de dejar a sus hijos que se equivoquen.
Estoy de acuerdo con este texto y más con la parte que dice que las prohibiciones no sirven de nada, porque al momento de dar una negativa te dan más ganas de hacerlo, y más cuando no hacen mas que decirte lo que tienes que hacer.
Los padres deben tener sus reglas ya sea para los hijos como en casa, para que sus hijos puedan crecer como buenas personas, pero también como personas independientes al permitirles salir o quedar con sus amigos porque si son buenos estudiantes, ayudan en casa, sería lógico que se les de alguna recompensa.
Estoy de acuerdo con lo que dice el texto ya que creo que refleja bastante bien la relación de algunos padres e hijos, una relación que se basa en prohibiciones en vez de en la confianza mutua. Creo que las prohibiciones no sirven ya que les impulsa a hacer aquello prohibido con más ganas. De todos modos eso no significa que no deban haber ningún tipo de restricción. Creo que tienen que existir una serie de normas y limitaciones que puedan ayudar a los padres a educar a sus hijos en la responsabilidad, entendiendo lo que es bueno o malo para uno mismo y para las personas que nos rodean. Como he dicho antes encontrando un término medio entre ambos llamado confianza mutua.
En resumen, creo que siempre se nos tiene que dar la posibilidad dentro de esas limitaciones la posibilidad de equivocarnos, porque muchas veces errando es como se aprende.
Pues yo que pienso que una «buena ración de No diaria» es una excelente forma de educar….!!!!
La palabra «prohibir» tiene la misma fuerza que cuando tienes un regalo y no lo puedes abrir.
Prohibir sin explicar el motivo y sus consecuencias, hace que se corte la libertad de las personas.
En el paso de niño a adulto, tenemos que prepararnos e informarnos, para procurar no cometer errores que nos traiga consecuencias. Pero creo que este periodo, es el propicio para experimentar con las enseñanzas bien aplicadas para llevar una vida de adulto en la que podamos dar nuestra opinión (por la experiencia), en primera persona y sabiendo de lo que hablamos.
Está claro que la etapa de la adolescencia es dura de llevar no solo para los padres, para los hijos también. Los padres están constantemente diciéndonos que hacer y prohibiéndonos, mientras que los adolescentes estamos poniendo trabas y revelándonos. Por lo que a mi respecta, el que nos establezca unos limites es muy importante a la hora de educar. Hay que dejar claro que se puede hacer y que no. Si no hay prohibiciones y limitaciones, surgen problemas como la adicción a la tecnología, el botellón etc… Aunque muchas veces estas prohibiciones intensifiquen las ganas de hacer algo, al menos servirán como obstáculo. Por lo tanto, es esencial marcar límites, pero hay que tener en cuenta las distintas maneras de hacerlo. Tal vez en vez de ir directamente con un no, se deban barajar otras posibilidades como la de llegar a un acuerdo.
La educación de los hijos es mucho mas difícil de lo que parece y para ambas partes, tanto hijos como padres es difícil de llevar. Muchas veces se piensa que prohibiendo cosas o diciendo constantemente que no sin dejar a los hijos explicar sus razones se va a conseguir que no lo hagan. Pues en mi opinión es todo lo contario, si tu hijo quiere algo pero tu no se lo quieres permitir, deberías hablar serenamente con el/ella y dejarle que explique sus razones, después tu darás tus argumentos e intentaras que comprenda el por qué de ese no. Está claro que muchas veces no lo entenderán pero por lo menos habrán escuchado y tu a ellos también. La prohibición de muchas cosas no servirá tampoco, se ha de explicar las situaciones y riesgos que tienenesas acciones. De una manera habrá que guiarles pero también dejarles libres para que tomen sus decisiones, se equivoquen y aprendan. Si no, lo harán por su cuenta sin contarte nada y será peor en el caso de que necesiten algún tipo de ayuda.
Estoy de acuerdo con este fragmento porque usualmente al momento de educar, los padres le prohíben a sus hijos hacer una cosa o la otra, pensando que es la mejor solución para proteger a sus hijos de los peligros del mundo exterior o de cometer errores que ellos mismos cometieron en un pasado. Sin embargo, en exceso, tiene el efecto contrario, pues si se le limita a un joven constantemente su vida diaria, va a sentir que no tiene control de su vida, lo que le llevará a hacer «la prohibición de los padres» aun con más ganas, para sentir que por lo menos tienen control de su vida durante un corto periodo de tiempo.
Por otro lado, desde mi punto de vista, sí es necesario crear algunas normas, pues los jóvenes tendemos a enfocarnos solo en el presente, «a vivir el aquí y el ahora» y nos olvidamos de las consecuencias secundarias que pueden tener nuestros actos a corto o largo y plazo. Por esto es necesario contar con algunas limitaciones para guiarnos y poco a poco aprender que los hechos que realizamos en un presente, pueden afectarnos en un futuro..
Mi opinión al respecto es que hoy en día la educación en casa no se debe basar en un simple «no» porque esto afecta negativamente al adolescente. En mi opinión, creo que una mejor forma de educación en casa es la del diálogo.
Entiendo que el padre o madre responsable de la criatura llegará a un límite donde su única respuesta sea el «no, no y no». Pero, nadie nunca dijo que criar a un adolescente fuera fácil. Tenemos que entender que están en una fase rebelde y que no piensan con claridad y un «no» por respuesta lo único que hará será aumentar esa ansiedad por realizar lo que se les ha prohibido.
Por eso, un diálogo con el joven es una solución mas educada y eficaz para hacerle entender las cosas a golpe y porrazo de «no»
Estoy totalmente de acuerdo, ya que muchos padres piensan que lo mejor para que no hagan las cosas mal o cosas malas es prohibiendolo, en vez de decir que es lo que tenemos que hacer o que es lo correcto ya que si saben que lo vamos hacer mal, nos dejan hacerlo mal para que luego nos den un castigo y explicarnos como se tendria que hacer, cuando lo que tenian que hacer es no esperar hacerlo mal y explicarnos como hacerlo bien o que es lo mejor para hacer para que no tengamos ningun castigo ni represalias.
Como dice el texto, todos hemos pasado por la época de adolescencia y todos sabemos los pensamientos y gustos que trae consigo. Por desgracia, normalmente los tutores o padres tienden a sobreproteger a sus hijos imponiendoles ciertas restricciones en ocasiones excesivas.
A mi parecer hay que buscar un intermedio entre entender al adolescente y no dejarles de manera independiente, sino ir preparandole para su futura vida, inculcandole sobretodo los valores esenciales que toda persona debe de tener. No obstante, las prohibiciones en ciertos casos pueden crear frustración o enfado que empeoran la relación familiar.
Este texto es muy importante, ya que indica y refleja muy bien la relación cotidiana entre los padres con sus hijos. Sin embargo, yo considero que los padres no deberían establecer prohibiciones sobre cualquier actividad, ya que eso puede implicar que a sus hijos les incite más a realizar aquellas actividades que sus padres les han prohibido.
Ahora, considero que en las relaciones padres-hijos nunca deben faltar normas, para indicarles las conductas positivas y necesarias que deben realizar. Gracias a estas normas – sin llegar a ser obligaciones – los hijos realizan aquello que es necesario y que les beneficie. Por todo esto, estas normas pueden mejorar la responsabilidad y confianza de las familias.
Evidentemente que os sentís MUY implicad@s en el texto. Los padres-madres exigen, dicen siempre NO, no son dialogantes…. ¿Lo es un adolesccente?…¿Lo sois vosotr@s?… Los padres-madres diciendo NO y vosotros pidiendo continuamente… ¿Tendrá que ser así?… ¿No precipitamos las cosas?… Sé por algún padre docente, cuyo hjo está en ESO, que hay día de un «insoportable» subido… TODO es QUERER… «Quiero, me dejas, los demás, soy…». Veo poca reflexión sobre este apartado aunque, bien mirado, ¿NO sois adolescentes querienso ser mayores?…
Lo que hay que tener claro sobre este tema que tanto parece afectar a mis compañeros es que el papel de los padres es ser padres (educadores) y no colegas de sus hijos. Creo que es importante remarcar este punto, porque parece que hoy en día los roles no están claros.
Estoy de acuerdo en que ambas partes mantengan un diálogo fluido sobre los deseos de cada uno y los motivos de ello, ya que esto será enriquecedor para todos. En cualquier caso, los padres deben tener la última palabra y marcar los límites en las actividades de sus hijos.
Los jóvenes deberían apelar a conseguir la confianza de sus padres, pero la confianza cuesta mucho ganarla y muy poco perderla. Hay que trabajarla día a día con hechos y actitudes, para demostrar que la persona es responsable con sus promesas, obligaciones y acciones.
La finalidad de este texto es el sistema adecuado que unos padres deberían aplicar a la hora de educar a su hijo en la adolescencia. Yo pienso que la educación de un hijo se basa en hacerle comprender que debe hacer y que no debe hacer manteniendo una conversación recíproca, para que ambos puedan dar su punto de vista. La educación se tiene que hacer desde que nace, porque si se consiente mucho a un niño este a la hora de entrar en la adolescencia será un verdadero problema o incluso su mal comportamiento puede serlo cuando sea una persona adulta, tampoco esta de más que los padres permitan a sus hijos ciertas libertades, ya no es todo NO, NO, NO… Tienen que saber discernir.
Bajo mi percepción, la cuestión no es saber cual es el máximo de cosas que se deben prohibir a los adolescentes. Claro esta que no se les puede dejar a su libre albedrio pero los padres tienen la función de inculcarle unos valores. Estos valores serán los que determinen su manera de comportarse durante su adolescencia y para el resto de su vida. Por lo tanto, no se deben interpretar las negaciones de los padres como una acción prohibitiva a los adolescentes sino como consejos que les ayudan a desarrollarse moralmente. Claro está que para inculcar estos valores el sacrificio debe de ser de ambas partes, por un lado el de los padres (tienen que orientar moralmente al adolescente aguantando sus reproches, pero no puede ser sobreprotectores porque estos podrían sentirse con una sensación de libertades nulas) y de los adolescentes (tienen que aceptar las limitaciones que les imponen sus padres, pues ellos son los que tienen más experiencias morales, sentimentales, culturales, … y se las están intentando inculcar.
Aun que como adolescentes no sepamos apreciarlo, ya que queremos sentirnos mayores y hacer todas esas cosas que por su carácter indecente nos resultan atractivas, hay cierto encanto en el no poder. Hay cierto encanto en el tener que beber alcohol a escondidas, en el «me tengo que ir porque ya son las diez aun que quisiera estar aquí toda la noche», en el levantarse con sigilo a la doce de la noche a coger el movil que tus padres te han confiscado porque tienes que responder urgentemente un mensaje del chico que te gusta… Tiene encanto, y nos hace sentir afortunados cada vez que logramos esas pequeñas cosas que nos hacen sentir superiores al insuperable poder de nuestros padres.
Es muy posible que cuando seamos mayores y tengamos el movil todas las noches pero no tengamos a nadie que nos escriba, o cuando podamos estar en la calle a las dos de la mañana pero nos aburramos muchísimo, o cuando queramos sentir la ilusión de perder la inocencia en algo pero ya la hayamos perdido… echemos de menos estas cosas.
Aun así, como adolescentes, seguiremos luchando por esa lograr esa madurez que algún día nos abrumará y nos hará querer volver a no tener derechos.
Aun que como adolescentes no sepamos apreciarlo, ya que queremos sentirnos mayores y hacer todas esas cosas que por su carácter indecente nos resultan atractivas, hay cierto encanto en el no poder. Hay cierto encanto en el tener que beber alcohol a escondidas, en el «me tengo que ir porque ya son las diez aun que quisiera estar aquí toda la noche», en el levantarse con sigilo a la doce de la noche a coger el movil que tus padres te han confiscado porque tienes que responder urgentemente un mensaje del chico que te gusta… Tiene encanto, y nos hace sentir afortunados cada vez que logramos esas pequeñas cosas que nos hacen sentir superiores al insuperable poder de nuestros padres.
Es muy posible que cuando seamos mayores y tengamos el movil todas las noches pero no tengamos a nadie que nos escriba, o cuando podamos estar en la calle a las dos de la mañana pero nos aburramos muchísimo, o cuando queramos sentir la ilusión de perder la inocencia en algo pero ya la hayamos perdido… echemos de menos estas cosas.
La adolescencia es una etapa bastante dura para nosotros, pero para nuestros padres también es difícil de llevar. Aunque muchas veces pensemos que solo nos ponen prohibiciones, puede que ellos se piensen que de esa manera nos protegerán de ciertas cosas. Sin embargo, para aprender, vamos a tener que cometer errores y, tras errar, aprenderemos que lo que estamos haciendo no es bueno para nosotros. Además, las prohibiciones lo único que generan son muchas más ganas de realizarlo. Por ello, creo que lo mejor, como se dice en el texto, sería una negociación entre padres e hijos. De ese modo, ambos estarían parcialmente de acuerdo con la decisión tomada y eso, al final, llevará a una mayor confianza entre ellos.