El euro de la Edad de Bronce
Mucho antes de las criptomonedas, los pagos móviles y las inversiones en Bolsa, la economía de una zona se basaba en intercambiar un bien que sobraba por otro que se necesitaba. Hasta la aparición de las monedas y los billetes, el trueque era la única forma de comercio conocida. Un nuevo estudio apunta a que el germen de lo que hoy conocemos como sistema económico europeo apareció a finales de la Edad de Bronce, gracias a la popularización de un sistema de medición y a incontables fragmentos de bronce que funcionaron como moneda.
El estudio, publicado en el Journal of Archaeological Science, detalla que las herramientas de medición comenzaron a usarse en el sur de Italia entre los años 2300 y 1700 antes de Cristo. Estos útiles se expandieron rápidamente por Europa y entre los años 1200 y 800 a.C. ya se utilizaban en todo el continente. Giancarlo Lago y Nicola Lalongo, los autores del estudio, describen así estos utensilios: “El único dispositivo de pesaje que se conocía en aquella época era la balanza: una simple viga horizontal de madera o hueso, con un punto de apoyo central y dos platillos colgando de cada lado”.
Diferentes investigadores han encontrado numerosos depósitos de bronce y metales de esta época por toda Europa, cuyo significado no se ha podido desentrañar. Las localizaciones de estos cúmulos se reparten indistintamente en numerosos entornos. Tampoco siguen un patrón religioso o ritual, ya que, a pesar de encontrar fragmentos de espadas o hachas, nunca se encuentran todas las partes de un mismo objeto. El análisis de más de 3.000 piezas de 150 depósitos hallados en Italia y el noreste de Alemania desveló que estas siguen una proporción muy ajustada a las pesas de piedra que se utilizaban en las balanzas. “El peso de los fragmentos siempre es múltiplo de una misma unidad de medida”, reconocen los investigadores. Las pesas varían entre los 8 y los 10 gramos, al igual que el shekel, la unidad de medida usada en Mesopotamia y que tenía siempre una equivalencia en plata.
Las pesas varían entre los 8 y 10 gramos, al igual que el shekel, la unidad de medida usada en Mesopotamia y que tenía siempre una equivalencia en plata
El catedrático de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Roberto Risch, señala a un aumento de la extracción y producción del bronce: “La cantidad de metales que encontramos a partir del 1300 a.C. es exponencialmente superior a la que encontramos en el Bronce Antiguo. Eso significa que se está produciendo mucho metal y hay mucho metal en circulación”. Según los investigadores, este aumento de la oferta de bronce se explica porque este material cumple una doble función: como moneda de cambio y como materia prima para fabricar herramientas. Ya en Mesopotamia, la plata también cumplía estas mismas funciones.
Además, este material está repartido por todo el continente, incluso en zonas donde no existían minas de este tipo, como los países escandinavos y el Mediterráneo. Risch se pregunta cómo pudieron llegar tales cantidades de ese material a 800 kilómetros de donde fue extraído y responde su propia pregunta: “Por intercambio”. El mismo experto explica que el valor intrínseco del bronce viene por lo laborioso de su elaboración (extracción, reducción y fundición del mineral, forja del metal, etc.). Eso, sumado a un tamaño pequeño que lo hace fácil de transportar y la posibilidad de poder fundirlo para hacer una nueva pieza, sitúa al bronce como el material perfecto para funcionar como moneda. Es la misma lógica que seguimos hoy en día. “Es mucho más común pagar con billetes pequeños de 5 o 10 euros que con uno de 100 o de 500”, resumen Lalongo y Lago.
“Siempre pensamos que el origen de la moneda tuvo que ser el oro”, señala el profesor de la Autónoma de Barcelona, “pero es el material menos apropiado porque está demasiado limitado en la naturaleza”. El único mineral lo suficientemente abundante para establecerse como moneda de cambio era la plata, aunque la mayoría se encontraba en Oriente Próximo. Europa, por su parte, era rica en minas de cobre. Risch no descarta que en algún momento se utilizara otro material, aunque cree que es imposible de saber hoy en día: “Pudo haber otro tipo de moneda, como tejidos o grano, pero arqueológicamente no somos capaces de reconocerlo como tal”.
“Este estudio da evidencias muy sólidas de que, además de las monedas, existe un sistema de intercambio medible. Para el hombre moderno es algo obvio, pero para la formación de la moneda y los mercados no lo es tanto”, considera Risch. Los investigadores creen que la existencia de dinero en la Prehistoria puede representar un punto y aparte en el concepto que tenemos del mundo moderno. “Si admitimos que las civilizaciones occidentales no fueron responsables de la invención del dinero, quizás podamos empezar a desterrar los prejuicios que apoyan nuestra supuesta superioridad”, cuentan.
Tomado de www.elpais.com