El Monte San Pedro sigue desvelando su historia
Tras un mes de intensos trabajos, esta última campaña de prospecciones en el frente vasco de la Guerra Civil en el monte San Pedro de Beraza ha sido muy especial. No solo por el enfoque de investigación de los hechos bélicos e históricos que sucedieron entre 1936 y 1937 en ese paraje a 700 metros de altitud y perteneciente a los términos municipales de Amurrio y Orduña. El equipo de arqueológico de la UPV, dirigido por Josu Santamarina Otaola, está también ilusionado con «el inicio del proceso de puesta en valor de todo ese espacio» mediante un itinerario a pie de aproximadamente 2 kilómetros con paneles que «debe estar listo en marzo», avanza Santamarina.
Divulgar lo que allí ocurrió hace más de ocho décadas es un ejercicio de justicia y de recuperación de la memoria histórica hacia quienes estuvieron en un frente de guerra «ocupado por diferentes bandos, pero donde tuvo especial protagonismo el Ejército de Euzkadi, sobre todo el Batallón Araba y el Leando Carro porque fueron los que crearon el paisaje fortificado del Monte San Pedro», destaca. Gracias a las cuatro campañas de prospecciones, han salido a la luz los restos de varias de las estructuras defensivas que fueron bombardeadas y que, con el paso del tiempo, habían quedado ocultas y selladas en el suelo: cuatro bunkers y más de cien metros de trincheras y refugios, algunos subterráneos. «Este año hemos excavado en dos largos tramosde trincheras, de más de setenta metros», precisa el arqueólogo.
Y entre toda esa tierra removida y revisada de manera minuciosa, el equipo de investigadores ha hallado más de mil piezas por campaña, en su gran mayoría casquillos procedentes de países como Estados Unidos, México, Francia, Alemania, Gran Bretaña o Checoslovaquia, lo que evidencia «la participación de diferentes potencias».
Otra versión de la batalla
De esa munición se pueden sacar conclusiones muy alejadas de la versión que ha pasado a la historia. «Siempre se ha pensado que en la cruenta batalla final de San Pedro, a finales de mayo de 1937, la retirada republicana fue muy rápida. Pero nos hemos encontrado allí muchísimos casquillos de procedencia checoslovaca, característica del Ejercito de Euzkadi que la obtenía de contrabando. A nuestro entender, eso certifica que intentaron defender y proteger la posición hasta el final».
Junto a objetos de carácter bélico, como un fragmento de la parte de cuero de un casco hallado en esta última campaña, las piezas desenterradas muestran también la vida cotidiana en las trincheras. Lo más curioso localizado este año, que aún están pendientes de analizar, han sido una «pequeña chapa que podría ser identificativa, como la del miliciano Manuel Mogrovejo, o un simple objeto personal» y un casquillo introducido en otro cartucho «formando como un cofrecito que podría haber servido para guardar agujas».
Tomado de www.deia.eus