La ‘epidemia’ de la mala alimentación en los jóvenes españoles: sólo un cuarto de ellos come de manera equilibrada

«Somos lo que comemos». Esta frase que ha trascendido generaciones parece haber sido tan cierta como importante con el paso del tiempo. Nuestra alimentación no solo influye en nuestra salud física, sino también en nuestra salud mental y emocional. Por desgracia, esta máxima no parece calar en las nuevas generaciones de nuestro país, donde la importancia que se le da a mantener una alimentación saludable es considerablemente menor entre los jóvenes.

En un contexto marcado por la penetración de las redes sociales y la importancia de la imagen pública, aspectos como el de cuidar de nuestra alimentación no parecen estar entre las prioridades de los menores de 30 años. La niñez y adolescencia, antesala a la edad adulta, es una etapa vital para el desarrollo de hábitos alimenticios saludables que perdurarán toda la vida y para incidir sobre el consumo de frutas y hortalizas frescas; sin embargo, las familias no parecen tomar consciencia aún de la importancia de este problema y de su papel como educadores.

Los hogares con hijos ‘suspenden’ en la práctica de una dieta equilibrada

Para colocar una vez más el foco sobre la ‘epidemia’ silenciosa de la obesidad infantil en nuestro país y poner cifras a los hábitos de alimentación de las familias, la consultora GfK ha presentado un estudio reciente sobre tendencias de consumo, impulsado por Plátano de Canarias dentro de su Programa Europeo de Promoción del consumo de frutas y hortalizas frescas de la Unión Europea PROPER DIET 2022-24, en el que se analizan los hábitos de consumo de frutas y hortalizas de los hogares españoles con hijos de hasta 12 años.

Los resultados del estudio revelan que solo el 25,3% de los adultos menores de 30 años considera necesario abrazar hábitos de alimentación equilibrados; un dato que contrasta fuertemente con el 48,4% de los mayores de 45 años que sí considera este hábito importante para cuidarse. Casi el doble… pero la cosa no acaba ahí.

Aunque el 38,7% de los hogares con menores considera que comer de manera equilibrada es importante para cuidarse, tan solo el 32,9% reconoce llevarlo a cabo para cuidarse. Una paradoja que se repite cuando se pregunta sobre la recomendación de la OMS de consumir al menos cinco raciones de frutas y hortalizas por persona y día: la mayoría de estos hogares (el 87,6%) conoce esta recomendación, si bien sólo el 52,8% apenas lo implementa en su rutina diaria.

La conveniencia: el motivo que permanece más estable para el freno en el consumo

Sin duda, los datos casan con las cifras de un país en el que 4 de cada 10 niños tiene exceso de peso, un riesgo que es aún mayor en los hogares con bajos ingresos, donde los niños tienen el doble de probabilidades de desarrollar obesidad.

Sin duda, la circunstancia del precio de la cesta de la compra ha añadido un problema más en el contexto de inflación que viene afectando a las familias en los últimos dos años. El estudio de GfK y Plátano de Canarias refleja que, en la última medición realizada, un 47,7% de las familias con hijos señala el precio como el principal motivo por el que no han consumido más frutas y hortalizas frescas en 2023. Los consumidores gastan más, pero se llevan menos productos a casa y esto redunda en el hábito.

No obstante, si aislamos el efecto generalizado que está teniendo en la actualidad el incremento del coste de los alimentos, el freno al consumo que parece mantenerse más estable en el tiempo es el ritmo de vida que llevamos. En 2022, sólo el 17,6% de los hogares mencionó precio; mientras que un 37% señaló que no comían más frutas y hortalizas con más frecuencia por inconvenientes como la falta de tiempo, el comer fuera de casa o la pereza. Incluso, el hecho de que haya personas a las que no les guste el sabor de estos alimentos aparecía el año pasado como un factor más relevante (23,2%) que el precio.

La ‘batalla’ perdida de la comunicación

A las exigencias del ritmo de vida actual al que deben hacer frente las familias y el incremento de los precios, también se une otra barrera: la publicidad de las marcas poco saludables. Los niños, expuestos cada vez más a la publicidad con la penetración de las pantallas, reciben al día cantidad de mensajes publicitarios de alimentos insanos que, además, se ‘disfrazan’ detrás de llamativos mensajes y packaging engañosos que muestran imágenes de frutas.

La necesidad de grandes dosis de pedagogía y campañas de comunicación y promoción de alimentos frescos saludables que contrarresten el gran número de publicidad ‘insana’ es fundamental.

Tomado de www.abc.es

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