LECTURA: Los grandes sistemas urbanos europeos
Cada vez más la consolidación de un espacio europeo único y la progresiva disolución de las fronteras entre países hace que la competencia y la cooperación entre los territorios aumente. Un factor crítico de la competitividad territorial es la eficiencia de los sistemas de infraestructuras y la calidad ambiental de los diferentes territorios.
En el futuro de Europa, cada territorio y cada región deberá identificar su vocación y sus estrategias de desarrollo en un contexto más interrelacionado. En el caso de la Comunidad Autónoma del País Vasco, es esencial definir las claves de la integración funcional e infraestructural con las demás regiones europeas.
Esta reflexión ha llevado a incluir este capítulo de contextualización europea en las DOT (Directrices de Organización Territorial), con objeto de disponer de una referencia territorial amplia que inspire propuestas en la escala menor.
1. La Dorsal Europea
Existe una excepcional concentración urbana en tres espacios europeos de gran centralidad: Inglaterra en el Reino Unido, la aglomeración del Benelux-RFA-Suiza, y el Norte de Italia. Estas tres zonas configuran un espacio con fuertes interrelaciones que no se encuentra segmentado ni por las barreras político-administrativas ni por obstáculos físicos tan importantes como el Mar del Norte o los Alpes. A este amplio territorio se le denomina la «Dorsal Europea» y es una de las tres grandes megalópolis mundiales.
El resto del territorio europeo presenta una distribución relativamente uniforme de ciudades de más de 200.000 habitantes. No obstante, pueden apreciarse algunos vacíos importantes alrededor de Madrid y en el centro de Francia, así como en las partes occidentales de Irlanda, Grecia y Dinamarca.
La importancia de la «dorsal europea» o de la Megalópolis como elemento estructurante del Sistema de Ciudades de Europa no solamente estriba en el elevado número de ciudades que acoge, sino también en su gran proximidad. Aglutina al 47% de las ciudades importantes europeas y supone el 50% de la población y actividad económica del total del sistema de ciudades, en un reducido espacio que apenas supone el 18% del territorio de Europa.
La parte más tradicional de la Megalópolis se extiende desde las costas del Mar del Norte hasta Colonia y Bonn. La parte más dinámica está comprendida en el triángulo Munich-Stuttgart-Zurich, aunque no conviene olvidar que Bruselas y Amsterdam son también ciudades muy atractivas para las empresas.
2. El Norte del Sur
Otro espacio europeo de gran protagonismo urbano es el denominado «Norte del Sur». Es un subsistema más reciente. Parte del entorno de Ginebra y de Lyon, y se extiende ampliamente por el «Boulevard francés del Mediterráneo» en dirección a la España del Sur y a Portugal. Actualmente engloba ya a Barcelona, Zaragoza, Madrid y a Valencia. Por otro lado, este nuevo espacio también entronca con la «Dorsal Europea» en el Norte de Italia y continúa por el Adriático hacia Roma y Nápoles, integrando plenamente gran parte del espacio italiano.
El «Norte del Sur» agrupa al conjunto de actividades más dinámicas y novedosas de la Europa actual, y de alguna forma, está provocando el desplazamiento de la Megalópolis hacia el Sur. Se espera para esta zona un gran desarrollo basado particularmente, pero no solamente, en las nuevas tecnologías. Los atractivos específicos de estas regiones meridionales residen fundamentalmente en la bondad climática, en un medio ambiente cualificado, y en una amplia oferta de amenidades que, en muchos casos, descansa en desarrollos anteriores de carácter turístico, de ocio y de esparcimiento.
En contraste con las zonas de antigua industrialización, estos nuevos espacios se valoran también por su oferta de mano de obra barata y escasamente reivindicativa, y porque permiten superar los niveles de congestión de los espacios tradicionalmente preferidos en la Europa Central. El compromiso con la calidad de los nuevos desarrollos residenciales y de las nuevas áreas de actividad económica, y las operaciones de recualificación de las zonas ya consolidadas y con escasa calidad, constituyen factores clave para el éxito de estos territorios en el nuevo esquema europeo de áreas urbanas en competencia por la atracción de inversiones productivas.
Posiblemente, la pujanza económica y los crecimientos sostenidos de Suiza y Baviera refuercen el fenómeno de emergencia del «Norte del Sur» como espacio para la implantación de nuevas actividades, conectándolo precisamente con la Megalópolis europea. Mientras tanto, las viejas regiones marcadas por la huella de las primeras revoluciones industriales tal vez se resientan de este desplazamiento de los ejes de desarrollo europeos hacia el Sur, acusando con mayor fuerza la obsolescencia de sus estructuras, actividades y equipamientos y la presión ejercida durante mucho tiempo sobre sus paisajes.
3. Las Periferias
Más allá de los espacios europeos funcionalmente integrados se encuentran las «Periferias». Están poco transformadas aún y la acción antrópica todavía no es muy importante. Tienen ciudades de un cierto tamaño, pero son extremadamente débiles en cuanto a las funciones urbanas que desarrollan. La red urbana del subsistema periférico difícilmente podría parangonarse con los elevados niveles de desarrollo de las redes de los subsistemas anteriores. Grecia, el Sur de Italia, Portugal, el Sur de España e Irlanda están lejos del centro y lo acusan notablemente. La baja Escocia, sin embargo, parece que se renueva. De todas formas, y a pesar de estar en el extremo de Europa, Escocia no pertenece en sentido propio a las denominadas Periferias.
Las Periferias así descritas aparecen como espacios de reserva para el crecimiento europeo del mañana, pero atraviesan graves problemas de desarrollo en la actualidad. Su futuro está aún por definir. De momento, la mayor parte de las ciudades de las Periferias están infradotadas. Sólo Sevilla parece que tiene realmente posibilidades de despegar en un futuro no muy lejano después del enorme esfuerzo de creación de infraestructuras que el Estado español ha realizado con motivo de la Expo 92. También se espera mucho de Lisboa y de Oporto; así como de Salónica.
4. El Arco Atlántico
Las costas atlánticas constituyen otro subsistema urbano débilmente integrado en el conjunto europeo. Esta zona está jalonada de ciudades de rango y capacidad de influencia moderadas, que viven más bien aisladas unas de otras, conformando un espacio urbano poco estructurado y poco dinámico que a veces se ha denominado los «Finisterres» pero que más frecuentemente se identifica como «Arco Atlántico». En esta Euro-región no hay actualmente aglomeraciones urbanas de rango superior capaces de ejercer un liderazgo eficaz, que les permita ser vehículo de la generación-transmisión de innovaciones que posibilita el desarrollo económico y el bienestar social. El grado de dependencia de la Megalópolis resulta, pues, muy elevado.
Las ciudades de esta región europea se debaten entre el mantenimiento de su papel urbano tradicional y la búsqueda de mecanismos de cooperación interurbana que pongan fin al aislamiento, a la descoordinación y a la debilidad funcional que les caracteriza. El papel del Arco Atlántico en el escenario urbano europeo está como en el caso de las Periferias, aún por definir.
Las regiones situadas en el Arco Atlántico, configuran un espacio potencial de desarrollo que en la actualidad se caracteriza por la escasa articulación territorial entre sí y con la dorsal europea más dinámica. Esta situación tiende a ampliar las diferencias entre las regiones y sitúa al Arco Atlántico en clara desventaja competitiva frente a otros espacios periféricos de la Comunidad como el Arco Mediterráneo, que se encuentra en una situación emergente. La Euro-región Atlántica agrupa zonas poco homogéneas, con problemas muy diversos y con una evidente debilidad de las infraestructuras de transporte y comunicaciones. El futuro de este territorio pasa en gran medida por el éxito en las estrategias de integración con el resto de los sistemas urbanos dinámicos de la Europa Comunitaria.