Barakaldes@s, haya tranquilidad. ¡Tenemos a SAN ROQUE!
Es el caso, amable lector, que en nuestro Barakaldo tenemos una Parroquia dedicada a este Santo: la de EL REGATO. Allí podemos contemplarlo. No repetiré la vieja leyenda (¿la conoces?) referente a una peste de tiña que asoló nuestro entorno y dejó el inusual apodo de tiñosos a nuestros vecinos.
Quizá debiéramos organizar unos “rezos” al santo y trasladar su imagen, en sentida procesión con mascarillas y recomendada separación, desde el Regato hasta la Plaza de los Fueros.
Por si nada sabes de este personaje, te dejo unas breves líneas.
San Roque es una de los grandes santos populares que ha suscitado devoción en todo el mundo. Existen levantadas muchísimas capillas y en diferentes iglesias tienen una imagen de él, gracias a los favores que a lo largo de los siglos ha concedido, principalmente en épocas de enfermedades y de peste.
Cuenta la historia que Roque habría nacido por el año 1.300 en la ciudad francesa de Montpellier. Quedó huérfano muy pronto y vendió toda la herencia familiar para entregar los beneficios a los pobres.
En la zona de la Toscana, Roque se hospedó en la ciudad de Acquapendente y, en el hospital, se puso a servir a todas aquellas personas que estaban infectadas de la peste, logrando, cómo no, curaciones admirables e inexplicables. Seguramente, San Roque aprendió nociones de Medicina en su ciudad natal, que puso luego en práctica durante sus peregrinaciones.
Cuando se dispuso a regresar a su país, pasó por Rímini, hoy convertida en una de las grandes zonas «pijas» de veraneo de Italia. Allí, Roque no se dedicó a tomar el sol en la playa, ni a tomar helados, ni tampoco a tomar copas en una terraza de un bar, sino que predicó el evangelio y continuó curando de la peste a aquellas personas que podía. Tantas curaciones y tanto contacto con los infectados, propició que en la ciudad de Piacenza él mismo quedara contagiado y se viera obligado a retirarse en un bosque de las afueras de la ciudad.