DEBATE 74: ¿Lo crees factible?

Presentacion pintadas01Comienza el curso y ya tenemos al alumnado en clase. Y aparecen los problemas: falta de respeto, de disciplina, de interés, que en determinados colectivos comienzan a acumularse. El conjunto de la clase sufre por las continuas molestias, los profesores intentan hacer frente con paciencia y habilidad a la situación, hasta que, como mal menor, se recurre a lo inevitable. Por supuesto, conozco docentes que jamás han echado de clase a un alumno, pero la actuación de los primeros también es comprensible. ¿Qué hacer con los expulsados? Se han ensayado múltiples fórmulas con resultados desiguales: sacarlos al pasillo, reunirlos en la biblioteca, expulsarlos a casa durante varios dí­as, etc. ¿Es esto lo más recomendable? Dada la finalidad educativa del sistema, no parece que deban primar los aspectos punitivos, pero la realidad es tozuda y a veces lo vuelve inevitable.
Y ante esta situación, aparecen los buenos docentes para ensayar nuevas propuestas y, con gran esfuerzo, aportar soluciones. Eso es lo que hace unos años implantó el IES Pablo Sarasate de Lodosa, de la mano de su directora, Rosario Sucunza, que lamentablemente perdió la vida el año pasado en un accidente de tráfico en su vuelta diaria a Estella, donde viví­a. Y eso es también lo que acaba de implantar el IES Tierra Estella desde este mismo curso. Frente a los dí­as de expulsión, que era la solución existente hasta ahora, siempre que las familias lo acepten, el alumnado de la ESO y Bachillerato podrá acogerse a las nuevas propuestas de trabajo en beneficio de la comunidad: leer un cuento o ayudar en el aseo de los niños de la Escuela Infantil Arieta, como apoyo en el ciclo 0 a 3 años; ayudar en la limpieza, los paseos y la huerta con los mayores de la Residencia San Jerónimo; o ayudar a poner en marcha el ropero de la Cruz Roja, en colaboración con la Asamblea Local de Estella. Puede que usted esboce una media sonrisa, pero le aseguro que la iniciativa no es de broma, que detrás de ella hay mucho trabajo y que merece nuestro respeto, aliento y aplauso.
Para aquellos que dicen que en los institutos y colegios de Navarra no hay orden ni disciplina, les invito a que hagan una prueba. Acérquense a cualquiera de los centros. Verán que, pasados los cinco minutos entre clase y clase, de pronto el silencio se apodera de los pasillos y, cerrada la puerta de cada aula, se produce el milagroso y diario encuentro, siempre el mismo y siempre diferente, entre alumnos y profesores. Mis colegas de Lodosa y Estella no se han contentado con ello. Han decidido asumir un reto más: convertir la sanción en un instrumento educativo. A todos ellos, mi doble enhorabuena.
Román Felones. Diario de Navarra, 18/9/2014

 

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21 Respuestas

  1. Unai Martínez Carou dice:

    Sinceramente este tipo de castigos con una pequeña función comunitaria me parece una brillante idea. Pero, en cierto modo me parece bastante complicado que un alumno tan «rebelde» y caótico acepte el hecho de que debe leer ante un público o de que tiene que ayudar a mantener la higiene de los mismos. Es más, opino que podrí­an causar una mala influencia frente a los más jóvenes. si no poseen sentido de la responsabilidad en horario lectivo opino que tampoco lo van a presentar a la hora de hacer actividades de ayuda comunitaria.
    Sin embargo, este tipo de castigos puede ayudar a su desarrollo, tanto de su sentido común como de su responsabilidad. es una forma de ayudar a aquellos a los que el estudiante les está prestando servicio como al castigado mismo.
    Para terminar me gustarí­a añadir que, por muy productivo que sea, también hay otras formas de hacer que los alumnos se acostumbren a respetar los horarios o a sus profesores.

  2. Tamar Blanco Prieto dice:

    Creo que la idea es mas positiva que expulsar a los alumnos del colegio durante unos dias.La idea de hacer que cuiden de personas mayores es muy buena porque creo que los jovenes tienen poco respeto hacia ellos y como creo que los alumnos que tienen ese comportamiento en clase es porque no respetan a los demas les seria muy positivo.

  3. Miguel Ángel Ruiz dice:

    Diariamente, en las escuelas de todo el mundo , se observan comportamientos incorrectos y a destiempo de determinados alumnos. Alumnos que buscan llamar la atención y conseguir fama o que simplemente su personalidad es así­, propia de la rebeldí­a. Su orgullo se eleva y se agranda su figura frente a la del profesor, e incluso algunos ponen en entredicho la autoridad de éste.

    Concretamente, en España hay un alto porcentaje de expedientes disciplinarios que acarrean una expulsión durante dí­as e incluso una semana. Pero, ¿qué efectividad tiene esto? ¿influye en la conciencia de los alumnos?. A veces sí­, pero a veces no sirve de nada. Los nuevos métodos que se mencionan en el texto me parecen muy acertados. Qué necesidad hay de enviar a un alumno a casa para que desaproveche el tiempo pudiendo hacer servicios comunitarios y a su vez educativos. Ayudar en una residencia, contar historias a los infantiles…

    Dicho esto, serí­a una gran iniciativa implantar este sistema en la educación de los colegios españoles, sinceramente, yo votarí­a a favor.

  4. Mikel. Rodeño. dice:

    Me gustarí­a empezar diciendo que puede haber muchos tipos de castigos, unos más acertados y otros menos, pero si el alumno es realmente un adolescente rebelde se negará a cumplirlo. No obstante, estoy de acuerdo con mis compañeros respecto a que una buena manera de rentabilizar las horas de castigo es haciendo labores sociales y ayudando a los que más lo necesitan. Pero, ¿si el alumno se niega a cumplir el castigo? Entonces, poco puede hacer el profesorado. En mi opinión, es cuestión de educación; se puede actuar de una mala manera y por eso ser sancionado, pero ese castigo solo tendrá algún efecto sobre el alumno si éste es consciente de ello y recapacita sobre lo ocurrido. Y aquí­ esta el problema, aquellos alumnos realmente rebeldes «pasan de todo» y les da igual «arre que so».

    De lo que sí­ que estoy realmente en contra es de las sanciones relacionadas con la expulsión a casa durante unos dí­as. Creo que aquellos alumnos que están interesados en mejorar su actitud pueden cumplir castigos que sean mucho más productivos para ellos y con los que aprendan algo. Sin embargo, aquellos alumnos que pasan de todo están encantados con estos castigos; es más prefieren estar expulsados que en clase. Es el tipo de vida que les gusta llevar: vaga, sin aspiración ninguna. Y eso es lo realmente triste, que no se den cuenta de que el daño se lo están haciendo a sí­ mismos. Además, parece que están orgullosos de sus malas acciones, se las cuentan a sus amigos pensando que son los mejores y no se dan cuenta de que en realidad no es así­.

    Así­ que para concluir solo me queda decir que la idea que han tenido en algunos colegios de Navarra es excelente, aquellos que quieran cambiar se darán cuenta mas fácilmente de sus errores y los realmente rebeldes, seguirán en su lí­nea, pero éstos poco cambiaran si no empiezan a darse cuenta de sus errores.

  5. Eder González Olmo dice:

    A pesar de los esfuerzos realizados por algunos profesores, hoy en dí­a es difí­cil encontrar un solo centro donde no haya problemas de disciplina dentro de las aulas. Estos problemas dificultan el proceso de enseñanza-aprendizaje. A veces se trata de alumnos puntuales, el llamado alumno «conflictivo», en ese caso será más fácil reconducir su conducta, pero cuando son varios los alumnos que presentan problemas de conducta es más difí­cil ya que se apoyan unos a otros. Los docentes tienen el deber de enseñar a os alumnos por medio de la educación en valores a través de la comunicación en el aula. Compartir decisiones y sobre todo respeto ante los distintos puntos de vista. Cuando no se aceptan las normas básicas de respeto me parecen acertadas las nuevas propuestas de trabajo en beneficio de la comunidad.

    Por tanto, considero que el profesorado debe tomar conciencia del problema y asumir con rigurosidad la gestión de los conflictos en las aulas.

  6. Andoni Fernández González dice:

    Siempre ha sido difí­cil encontrar un método de castigo adecuado en los centros educativos. Para que me entendáis, pondré el ejemplo de aquel que va al colegio en Secundaria de forma obligatoria en contra de su voluntad. En ese caso, la expulsión no hará que el alumno rebelde deje de serlo, pues para el ese castigo supone un alivio.

    Está claro que todos estos actos no tendrí­an por qué darse si existe el respeto y se respetan las normas básicas de la convivencia. No obstante, también esta claro que las normas se incumplen muy a menudo, y que por ello existen las sanciones.

    Me gustarí­a señalar que la idea de poner como castigo servicios a la comunidad y a aquellos que los necesitan es sencillamente genial, ya que se harí­a un trabajo que la sociedad agradecerí­a; y que ayudarí­a a aquellas personas rebeldes a aprender valores tan importantes como la solidaridad y el compañerismo, y sobre todo, la necesidad de hacer el bien.

  7. Alazne Verdeal dice:

    Desde muy pequeños los centros escolares enseñan a los niños que la conducta inadecuada tiene sus consecuencias. Y esto sigue ocurriendo hasta que finalizan sus estudios en el centro. Pero, ¿es siempre el método adecuado?

    En mi opinión, los «castigos» impuestos por el centro educativo dependen de su efectividad a la hora de imponerse. Por ejemplo, en dos centros educativos diferentes dos alumnos faltan el respeto al profesor. Uno de los profesores enví­a el alumno a dirección para que obtenga su «castigo» y corrija su conducta, mientras que el otro profesor, ignora al alumno y prosigue con la clase. Hay más probabilidades que el segundo alumno vuelva a cometer esta falta que el primero. Algunos centros educativos no tienen esa «mano dura» y facilitan que esta falta u otras pasen más veces.

    Por otra parte, los castigos no son los más acertados. Realmente creo que los castigos impuestos en Navarra son sin duda los más acertados. Por un lado, hacen actividades sociales y beneficiarias, por otro, se puede llegar a aprender que todos los trabajos necesitan su esfuerzo, su sudor y su mérito (como el mismo autor ha comentado).

  8. Iker Abadía dice:

    Con lo complicado que resulta encontrar un castigo efectivo para los alumnos más rebeldes, me parece una gran opción implantar trabajos que ayuden a la comunidad. Habrí­a que recordar, no obstante, que el alumno conflictivo podrí­a negarse a estas tareas, aunque serí­an de mayor efectividad que una expulsión del centro (que causarí­a más alivio al estudiante que otra cosa, todo hay que decirlo).

    Este método, aparte de ser beneficioso para su alrededor, harí­a que el alumno se lo pensara dos veces antes de actuar incorrectamente, puesto que dudo que decidiera limpiar una residencia voluntariamente. Por tanto, veo esta clase de medidas como una buena opción para resolver los problemas de disciplina de las aulas.

  9. naroa perez dice:

    En mi opinión este tipo de sanciones son una de las mejores ideas que nunca habí­a escuchado, ya que a parte de impartir ese castigo para que el comportamiento de los sancionados mejore, se hace una labor comunitaria estupenda. Ya que al ayudar a estas personas sera un gran progreso para todas las partes influyentes, y un gran paso para el cambio.
    Además sera muy difí­cil que nadie lo intérprete como un castigo severo, ya que no le hace mal a nadie y consigue sacar de el mal comportamiento de estos alumnos una gratificante ayuda a personas que lo necesitan. Sin obviar por supuesto el peso que se les quita a algunos profesores de tener que tomar medidas por su cuenta, que podrí­an acarrear otros problemas.
    Bajo mi punto de vista seria una idea que se deberia poner en manos de todos los centros educativos para una notable mejora a la hora de impartir sus clases.

  10. Janire Martínez dice:

    Lo primero que quisiera explicar es que SOLO admito el «castigo» como una medida cuya finalidad es cambiar las actitudes inapropiadas, y por lo tanto encuentro «sin sentido» la expulsión de un alumno a su casa, (cuando vuelve esta mas perdido que antes… la clase es incapaz de seguirla… y no encuentra ningún aliciente para cambiar su actitud original).
    Con ello, por supuesto, no estoy diciendo que haya que «dejar» que estas actitudes inadecuadas se mantengan en el tiempo, sin hacer nada. Lo que intento decir , es que hay que buscar RECONDUCIR estas actitudes, buscando cual es el MOTIVO que lleva a este alumno a actuar como lo hace (no sigue la clase porque no entiende… y en lugar de reconocer este hecho… opta por abandonar?? ¿¿O tiene problemas personales y esta intentando llamar la atención de alguien???
    Desde mi simple opinión de estudiante, considero que la propuesta implantada en Navarra,puede ser una solución (hace al alumno sentirse útil frente a terceros… no el mas inútil de la clase…)
    Puede que no sea la solución definitiva, la universal… pero desde luego considero que va en la dirección adecuada.

  11. Jessica Rubio dice:

    Para comenzar me gustarí­a decir que, un alumno expulsado es un alumno que ha su vuelta no podra seguir las clases, y esto lo llevara a comportarse como habia hecho con anterioridad. Es por eso, que en mi opinion la nueva forma de castigo que imponen Lodosa y Estela me parece una idea mucho mejor, ya que el alumno sigue asistiendo a clase y ademas se le implantan unas tareas extras, como leer ante un publico de esa edad o colaborar con otras personas. Pero tambien he de admitir que un estudiante rebelde lo seguira siendo, y es por eso que su primera iniciativa es y sera siempre la de romper las normas.

  12. Raúl Calvo dice:

    Quiero empezar diciendo que, aunque en los ámbitos educativos se hayan probado todo tipos de castigo, no es fácil encontrar el método más adecuado para realizar esta acción de castigo hacia el alumno.
    En mi opinión, creo que lo que a todos los alumnos nos interesa de estar en clase es sacar la mejor nota posible, o en el caso de que se nos de mal una asignatura o no nos guste simplemente aprobarla.
    Por lo cual, los castigos aplicados no deberí­an realizarse de manera fí­sica sobre el alumno (refiriéndome a expulsarle de clase o algo por el estilo) sino que deberí­an reflejarse su nota negativamente.
    Respecto al castigo de función comunitaria no la veo adecuada para un colegio, puesto que no considero que sea correcto ese tipo de castigo porque no transmite ningún mensaje a esas personas «rebeldes» que están en la época de crecer y es normal las pequeñas tonterí­as que hacen durante las clases.En cambio, ese método no lo veo mal para gente que tenga problemas sociales.

  13. Joseba Álvarez dice:

    Siempre ocurren estas cosas en clase. Siempre hay mal comportamiento por parte de algunos alumnos, aunque llegar al extremo de faltar al respeto a los profesores, son palabras mayores. Es verdad que siempre hay en el aula el tí­pico o los tí­picos que molestan, y que no dejan impartir correctamente las clases. ¿Es recomendable la expulsión? Yo creo que para el resto de los alumnos es un descanso, pero para este tipo de alumnos la expulsión les supones unos dí­as de vacaciones. A la vuelta seguirán siendo las mismas personas que cuando fueros expulsadas.

    La otra opción es lo que se implantó en Navarra. A mí­ me parecen una buena idea los trabajos para la comunidad. Así­ se darán cuenta que por un mal acto, hay una consecuencia, y esta consecuencia requiere un trabajo, no unas vacaciones.

    Estarí­a bien que en todos los colegios se conseguirí­a lo que se ha conseguido en los colegios de Navarra. Que haya un respeto entre los profesores y los alumnos, que haya un saber estar y un buen comportamiento tanto en las aulas como fuera de ellas. Y si encima consiguen el reto que se han propuesto, convertir la sanción en un instrumento educativo, yo también les doy mi enhorabuena.

  14. Arrate Caballero dice:

    Desde hace bastante tiempo, por las pelí­culas hemos observado que depende en qué civilizaciones y paí­ses los castigos para «los malos» eran realizar trabajos forzados, en canteras, trabajos de carretera…
    Con estos sistemas de realización de trabajos sociales parece que volvemos al pasado representado en estas pelí­culas.
    El sistema no me parece malo siempre y cuando el «castigado» lo realice bien, en condiciones, y por lo menos con esa experiencia habrá aprendido algo nuevo y lo que cuesta hacerlo. ¿Pero es esta la solución? Si en clase no quiere estudiar o es un gallito que quiere llamar la atención, ¿con esto cambiará?
    La ví­a de mandarlo para casa unos dí­as, que para alguno significa que si en clase no atiende, así­ puede perder el hilo de todo el curso, tampoco sé si es la solución acertada, pero… Todos sabemos el descanso que supone para el resto de compañeros y la paz para los profesores que estos «amigos» se tiren unos dí­as fuera de la clase.

  15. Éaco dice:

    Veo buen idea lo de que los expulsados vallan a ayudar, en vez de perder el tiempo en sus casa, pero ellos tendrian que ser junto con sus padres y profesores los que eligan el castigo. Gracias a ellos aprenderian algun respeto a ancianos o enfermos, pero únicamente si se lo toman enserio.

  16. Nerea Alvear Trobo dice:

    Las técnicas de castigo anteriores, como expulsar al alumno del centro educativo, me parece que no ayudan a educarle ni a enseñarle su mala conducta. Por lo que a su vuelta, seguirá comportandose de la misma manera o incluso peor porque se sentirá enfadado con el profesor que le expulso. En cambio, la nueva técnica desarrollada por Lodosa y Estella, me parece una mejor idea porque le alumno ayudará a terceros y no se sentirá inútil en casa. Y si desarrolla esta tarea con seriedad, ¡a lo mejor aprende a respetar a los demás!, que es la causa por la que le echaron.

  17. Egoi Orobio Vázquez dice:

    El tratar de que las sanciones vayan más allá intentando que eduquen a los alumnos expulsados y, de paso, ayudar a la comunidad me parece una gran idea. Sin embargo, no sabemos con certeza si los alumnos se tragarí­an su orgullo y colaborarí­an correctamente. Si no lo hicieran habrí­a que buscar otra sanción, pudiendo entrar en un cí­rculo vicioso.

    De todas formas, las ideas que rompen con lo establecido y son innovadoras siempre han de ser bienvenidas, en la medida de lo posible.

  18. Egoi Orobio Vázquez dice:

    El tratar de que las sanciones vayan más allá intentando que eduquen a los alumnos expulsados y, de paso, ayudar a la comunidad me parece una gran idea. Sin embargo, no sabemos con certeza si los alumnos se tragarí­an su orgullo y colaborarí­an correctamente. Si no lo hicieran, habrí­a que buscar otra sanción, pudiendo entrar en un cí­rculo vicioso.

    De todas formas, las ideas que rompen con lo establecido y son innovadoras siempre han de ser bienvenidas, en la medida de lo posible.

  19. Javier Pérez Mato dice:

    Sinceramente, opino que los castigos deberí­an de ser distintos para cada alumno. No es lo mismo que una u otra persona cometan la misma incidencia. No veo a un quinqui leyendo cuentos, y tampoco creo que le aportase nada ni a él ni al anciano.

    Sin embargo, esta visión pesimista de los castigos tan creativos, no implica que piense que los castigos no sirven para nada. Primeramente, pienso que un castigo adecuado a cada persona puede corregirla y segundo, pienso que a veces incluso, no es necesario ni un castigo. A veces, diversas personas solo necesitan fe en ellas,, que alguien las guí­e por el camino correcto. Nunca se sabe, no hay que perder la fe en las personas.

  20. Asier Celada dice:

    Es muy frecuente ver en los centros educativos de nuestro paí­s actitudes negativas por parte de los alumnos. í‰stas van desde faltas leves de interés por la asignatura hasta otras mucho más graves como la agresión verbal ( o en casos extremos, fí­sica) a los profesores.

    Como norma general se suele aplicar castigos tales como dí­as de expulsión, acudir por las tardes a la biblioteca o perder el derecho a ciertos exámenes. Sinceramente pienso que estos castigos, aunque comprensibles debido a la crispación que suponen estos alumnos, no son apropiados ya que no benefician a nadie e incluso pueden llegar a potenciar estas indeseables actitudes.

    Es por ello que la idea que han tenido los responsables de algunos centros de Navarra de que las sanciones se traduzcan en trabajos o servicios que beneficien a la escuela o a la sociedad más próxima a los institutos me parece genial. No sólo se sanciona de una manera útil si no que se convierte el castigo en educación. Lo ideal serí­a que nadie se comportara de manera inadecuada pero, mientras tanto, quiero mostrar mi máximo apoyo a estas alternativas.

  21. Elena Perez dice:

    ¡Felicidades a los profesores de Navarra! ¡Felicidades a los promotores de esta iniciativa!. Si desde el sistema educativo queremos educar , el castigo no puede ser el recurso, aunque sea el ultimo a emplear.
    La violencia genera violencia, el resentimiento hacia el profesor, el colegio, la sociedad… empobrece el espiritu. Si ayudamos a esos alumnos «conflictivos» a entender que ellos valen la pena, que el esfuerzo vale la pena, el respeto en las aulas no nacerá del miedo al castigo sino del convencimiento de que una buena actitud es positiva y genera beneficios no solo para el alumno sino para la comunidad.

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