LECTURA: El Convento Carmelitano de LA PUNTA de Sestao

 Orí­genes

Descripción del Promontorio de Ugarte: Loma estrecha y larga (1000 metros aproximada­mente), que se adentra en el rí­o Nervión. Recibió el antiguo nombre de Ugarte (Ur-arte = entre aguas). Por el este y por el norte hay terrenos arenosos, y por el sur la recorre el rí­o Galindo. Esta «lengua» de tierra fue llamada también Urbinaga. En la Punta existí­a la ermita de San Nicolás de Ugarte, dedicada a San Nicolás de BarI. Muy con­currida por marineros.

Ciriquiain en «Los puertos marí­timos vasconga­dos», habla de los puertos del rí­o Nervión y dice que hubo un puerto el de Uhart. Nadie lo encontrarí­a hoy. Este autor lo ubica en el concejo de San Salva­dor del Valle, en la llanada de Ugarte; y hace refe­rencia al Galindo, como un regato seco y arenoso, seco dos veces cada dí­a; a este lugar atribuye el puerto que aparece en la escritura de arras del rey don Garcí­a del año 1040. El Ugarte del promontorio de San Nicolás de Bari, consta en documentos como fondeadero de Ugarte. Parece que, cuando no se podí­a acceder hasta el interior del rí­o, los barcos fondeaban en el promon­torio de la Punta. En 1718, hací­a doce años que estaba erigida la Provincia de San Joaquí­n de Navarra (1706), y a pesar de las diligencias realizadas por los Provincia­les para fundar casa de Desierto, como lo manda su normativa, no se lograba. Este lugar de Urbinaga, en 1718, el Provin­cial Fray Agustí­n de Jesús Marí­a, decidió que fuese para su Desierto de la Provincia Carmelita de Navarra.

Dificultades

La extensión del terreno le pareció, al principio, pequeña para ubicar un desierto, además no tení­a dinero para adquirir los terrenos. El siglo XVIII, era un siglo de dificultades: las voluntades de las gentes se van lentamente apar­tando de los monasterios, y las antiguas fundacio­nes temen por su vida y ruegan a las autoridades no concedan más licencias.

Cuando ya estaban dispuestos a realizar la com­pra y habí­an nombrado a un encargado de llevarla a cabo, estalló la matxinada del Traslado de Aduanas, lo cual retrasó la compra y casi la hace imposible.

Al entrar en el Señorí­o, el Mariscal de Campo D. Blas de Loya, al frente de 3000 infantes y un regi­miento de caballerí­a, para asegurar la paz en Vizca­ya (era éste muy afecto a la orden de los Carmelitas) y escuchó con interés a los Padres de Bilbao sobre el proyecto de fundación de casa desierto, prome­tiéndoles que harí­a todo lo posible.

En las escrituras de venta se lee cómo en las puertas de la iglesia parroquial del Concejo de San­ta Marí­a de Sestao un domingo 13 de Febrero de 1695, se quiere vender el monte de San Nicolás por no ser de ninguna utilidad, ni aprovechamiento, por ser tierra estéril y es inundada continuamente por el agua salada, y porque da muy poca renta al Conce­jo (100 reales al año). Era un juncal anegado conti­nuamente por el agua del mar.

A pesar de lo negativo del terreno no faltaron compradores: Simón de Mendieta, con 1300 duca­dos, que fueron pagados por Humberto Joaquí­n y Pedro Quartier, súbdito inglés este último, pero de tan mal ojo, tanto en la compra como en la explota­ción del islote que, muerto en Inglaterra, su hijo Pedro, menor de edad, hereda la propiedad con el montante de 74.296 reales y 6 maravedí­es de plata de deuda. Llegamos a 1718 y el padrastro curador del pequeño Quartier se niega irreductiblemente a la venta del lugar, aunque San Nicolás no hací­a sino incrementar la deuda.

El dueño del monte vendió resul­tándole provechosa porque los Carmelitas fueron buenos y fieles pagadores. Se pagó la cantidad de 2000 ducados, que se convino a razón de 60 al año, a más de los 74.296 reales y 6 maravedí­es de plata de deuda.

Nombre de Desierto

El antiguo nombre de San Nicolás cede al de Desierto, y así­ se denomina a la parte de Barakaldo que cae junto a la rí­a, aunque la lengua de tierra donde estuvo el convento se denomina la Punta.

Lo más curioso es que el nombre de Desierto también vadeó la rí­a y nos encontramos con Desier­to-Erandio. El camino de Bilbao transcurrí­a por la margen derecha. Muchas personas vení­an a imponerse el escapulario carmelitano y vení­an hasta Erandio, donde estaba el embarcadero desde donde se cru­zaba la rí­a para acceder al Desierto. El embarcadero para el Desierto se convirtió en el habla simplificada de la gente en Desierto para la parte de Erandio. ¿A dónde vas? Al Desierto, refiriéndose al embarcadero de Erandio.

Influencia de Barakaldo

El desierto no estaba ubicado en territorio bara­kaldés. ¿Qué interés puede tener para la historia de Barakaldo? o ¿qué incidencia tuvo para nuestro municipio? Con motivo de la desamortización desaparece el convento y hay un escrito del Ayuntamiento de Barakaldo al jefe polí­tico de Vizcaya:

«A V.S. con el debido respeto representan la sorpresa de sus vecinos y asistentes cuando han llegado a oí­r la traslación de los carme­litas descalzos del convento llamado San José de la Isla a otra provincia, particular­mente en el dí­a que se ven privados de los Mercedarios Calzados de Burceña, pues siendo una de las anteiglesias de mayor población que tiene la provincia, les habí­a quedado el recurso a dichos carmelitas, inmediatos o contiguos a esta dilatada an­teiglesia, en donde un considerable número de personas de este pueblo se mantienen con jornales y otros ejercicios a que se dedi­can en aquel convento por sus propios inte­reses. Otros han hallado en él remedio a sus apuros… Aplicados a su ministerio y al fo­mento de la labranza, alrededor de una mul­titud de pueblos que los estiman, necesitan: y buscan y encuentran en todos sus nego­cios, señor, serí­a la traslación de dicha co­munidad de una trascendencia perjudicial y de gravedad para estos habitantes y demás individuos, para verse abandonados los unos de su subsistencia, y los más que dejarí­an olvidar las obligaciones de ciudadano que, profesa la Religión Católica y que obvian tantos males…».

De donde se puede deducir que en el siglo XVIII y comienzos del XIX, al menos, la potencia eco­nómica más fuerte de Barakaldo, a la que se acoge la mayor parte de sus habitantes, es la antigua jun­quera improductiva convertida en vega fértil gracias al esfuerzo tenaz y a la dirección de los Carmelitas del Desierto. Esa misma planicie, será a finales del siglo XIX y durante el siglo XX, la potencia más fuerte de Vizca­ya y la que acogió a un gran número de habitantes como trabajadores de sus empresas.

Técnica de regadí­o

La huerta de los frailes carmelitas estaba en el monte de San Nicolás y la regaban con agua de llu­via; pero llegaban los meses de verano y las plantas se secaban. Se dieron cuenta de que algunas plan­tas de la vega aunque estuviesen afectadas por las mareas no se secaban, sino que se recuperaban y llegaban a fructificar. Esto, posiblemente les llevó a concebir la idea de regar con agua salada, para ello se construyó un fuerte muro alrededor de la vega, de tres metros de espesor y más de kilómetro y medio de longitud, con un talud de apoyo de tres metros. La labor de realización del muro estuvo a cargo de un fraile carmelita, Fray Juan de San José al que se le atribuí­a una fuerza descomunal.

Construyeron un chimbo (o balsa de agua) y un canal o pesquera que contení­a piezas para la distri­bución del agua a las distintas parcelas cultivadas. El chimbo y el canal se llenaba de agua salada en las pleamares y se vaciaban con la bajamar mediante compuertas.

Perpendicularmente al canal principal, los frailes prepararon las parcelas o tablares, que ocupaban toda la vega. Los tablares estaban dispuestos de forma que en ambos lados de cada uno de ellos y en toda su longitud quedaban formadas las regueras o zanjas que humedecí­an los tablares sin que el nivel del agua llegara a la superficie; de esta forma el salitre nunca llegaba a la raí­z de las plantas. Los Carmelitas de La Punta fueron, los descubridores y pioneros de un sistema de regadí­o desconocido, que después se practicó en otros lugares costeros. La vega estaba preparada para cultivar. Al princi­pio no podí­a sembrarse trigo porque maduraba antes de tiempo, tal era la ferocidad de aquellos arenales. Pero en seguida fueron muchos los frutos con cosechas de maí­z, trigo y txakoli; hortalizas, manzanas… Se habla de recoger hasta 2000 fane­gas de trigo y maí­z

El P. Ignacio de la Santí­sima Trinidad trabajó mu­cho en acomodar la tierra de labor, hizo levantar un curioso mapa de la vega donde se reproduce a es­cala la vega solamente: a lo demás dio un tamaño ca­prichoso, diez veces mayor del que le corresponde. La vega parece enrejada por lí­neas gruesas traza­das equidistantes, con una superficie total de más de 30 hectáreas. Los grabados antiguos daban más importancia al Desierto, exagerando el tamaño de la Punta, mien­tras reducí­an la vega, que tení­a 10 veces la exten­sión de la Punta.

Pleitos con los carmelitas

La presencia de los carmelitas no fueron siempre de una convivencia cordial y amistosa. Periódica­mente se rompí­a la armoní­a vecinal. Entre todos los pleitos, recojo alguno que tuvo que ver con vecinos de Barakaldo.

El convento contaba con jornaleros de Barakaldo y Erandio. El Cura párroco de Sestao quiso cobrar los diezmos a la iglesia a los trabajadores allí­ donde ganaban sus jornales. Esto hizo que muchos jorna­leros abandonasen sus trabajos y los frailes encon­trasen problemas para encontrar trabajadores que quisieran trabajar para ellos.

En 1751 habí­a varios vecinos de Barakaldo que debí­an algunos reales a los Carmelitas del Desierto por el maí­z que les habí­a entregado. El P Fray Fer­nando de San Joaquí­n, prior del convento, deman­dó a los deudores ante el Corregidor de Bizkaia y éste, a petición suya, ordenó que pagaran sus deu­das a la comunidad dentro de tres dí­as y que en su defecto se les apremiarí­a a ello «por venta y remate de vienes». La mayorí­a de los demandados no es­taba de acuerdo con la contabilidad que el conven­to habí­a llevado con ellos porque aseguraban que aunque era cierto que se les habí­a entregado el maí­z, parte ya habí­a sido pagado con carbón, paja y trabajos que habí­an realizado en la vega del con­vento. El 1837, la ley de Desamortización de Mendizábal dio término a estas cuestiones al obligar a los Car­melitas a abandonar aquel idí­lico lugar, que fue tan laureado por todos los que se acercaban a estos parajes. Entre ellos

Guillermo Humboldt en 1801: «En el camino de Bilbao a Somorrostro no se puede olvidar el Desierto. Esta pequeña pení­n­sula, que forma el Ibaizábal, donde se vierte en él un pequeño arroyo de montañas, el Galindo, es uno de los puntos más encantado­res de toda España, pues desde él se divisa, de una vez, el paisaje de Bilbao, el mar con sus montes piramidales y Somorrostro».

Gaspar Melchor de Jovellanos: «16 de agosto de 1791.- Bajada al Desierto. «˜ Convento de Carmelitas Descalzos, situado entre dos brazos de la rí­a de Portugalete; todo bien cercado; con bosque; una bellí­sima vega;… «

Félix Marí­a de Samaniego: «En el más sano clima de España, una fértil colina hermosea y domina el mar y la campa­ña…»

Vida cotidiana de los frailes carmelitas

Los carmelitas llevaban una vida muy austera, basada en la oración, en el trabajo y en la peniten­cia. Su alimentación era muy frugal, a base de pan, legumbres, hortalizas y algo de pescado que cap­turaban en el cauce desde Portugalete hacia Urbí­­naga. La enfermerí­a y los servicios para los huéspedes eran objeto de mayor atención, reservando para los enfermos comodidades que ellos no se permití­an. A los criados les entregaban sábanas, de las que ellos prescindí­an.

íšltimos años del convento

En 1801, con motivo de la Zamacolada, y de la ocupación de Bilbao por parte de las tropas de Godoy, la Junta de Sanidad del Puerto pidió al Prior del Desierto sitio en el convento para alojar tripulan­tes de barcos puestos en cuarentena. A pesar de la oposición del prior, la Junta ocupó las casetas, paja­res y tejavanas de la vega. En 1805, se decretó que las ermitas fuesen destinadas a Lazareto.

En 1808 con motivo de la prohibición de los con­ventos por parte de José Bonaparte, los frailes se dispersaron. En 1813 se volvió a reunir la comunidad. Se pudo recuperar casi todo lo que se habí­a pasado a la Administración.

En 1816 se reanudó la observancia eremí­tica. La Junta Suprema de Sanidad del Reino ordenó la retirada de los lazaretos del Desierto y los instaló en el castillo de Luchana.

¿Cómo se extingue la vida eremí­tica en San José de la Isla? ¿Qué dí­a lo abandonaron definitivamente los religiosos? El dí­a 18 de septiembre de 1834 salen los religiosos del desierto.

El convento fue ocupado por las tropas de la Rei­na (Isabel II), se convirtió en un fuerte inexpugnable durante las Guerras Carlistas.

En la Segunda Guerra Carlista, 1874, la guarni­ción del Desierto se rinde a los carlistas.

En 1879 posee la propiedad la Compañí­a inglesa «Cantabrian», que la vende con todos sus edificios y hornos a D. Francisco de las Rivas Ubieta, primer Marqués de Mudela, que hace de ella la fábrica de «San Francisco».

En 1895, en capí­tulo, los carmelitas vuelven a demandar un Desierto y esta vez la comunidad que habí­a habitado en San José de la Isla se ubica en Herrera, cerca de Miranda de Ebro, un santuario que habí­a sido habitado por Cistercienses. Se compró el lugar y se instaló allí­ el Desierto. Este lugar se vio en 1903 que no prestaba las suficientes condiciones para lo que era un Desierto carmelita y adquirieron un nuevo emplazamiento en Hoz de Anero, una finca denominada Los Palacios de Rigada, en la provincia de Cantabria, donde todaví­a hoy existe una peque­ña comunidad de carmelitas descalzos que viven en ese Desierto, y que son los continuadores de la primitiva comunidad que habitó San José de la Isla.

Dani Castillo

 

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