TEXTOS: El Manifiesto de Sandhurts (1874)
«(…) Por virtud de la espontánea y solemne abdicación de mi augusta madre, tan generosa como infortunada, soy único representante yo del derecho monárquico en España (…). Huérfana 1a nación ahora de todo derecho público e indefinidamente privada de sus libertades, natural es que vuelva los ojos a su acostumbrado derecho constitucional y a aquellas instituciones que ni en 18121e impidieron defender su independencia ni acabar en 1840 otra empeñada guerra civil. Debióles, además, muchos años de progreso constante, de prosperidad, de crédito y aun de alguna gloria (…).
Por todo esto, sin duda, lo único que inspira ya confianza en España es una monarquía hereditaria y representativa, mirándola como irreemplazable garantía de sus derechos e intereses desde las clases obreras hasta las más elevadas.
En el entretanto, no solo está hoy por tierra todo lo que en 1868 existía, sino cuanto se ha pretendido desde entonces crear. Si de hecho se halla abolida la Constitución de 1845, hállase también abolida la que en 1869 se formó sobre la base inexistente de la monarquía. (…) Afortunadamente la Monarquía hereditaria y constitucional posee en sus principios la necesaria flexibilidad y cuantas condiciones de acierto hacen falta para que todos los problemas que traiga su restablecimiento consigo sean resueltos de conformidad con los votos y la conveniencia de la nación.
No hay que esperar que decida yo nada de plano y arbitrariamente; sin Cortes no resolvieron los negocios arduos los Príncipes españoles allá en los antiguos tiempos de la Monarquía, y esta justísima regla de conducta no he de olvidarla yo en mi condición presente, y cuando todos los españoles están ya habituados a los procedimientos parlamentarios. Llegado el caso, fácil será que se entiendan y conocieren las cuestiones por resolver un príncipe leal y un pueblo libre.
Nada deseo tanto como que nuestra patria lo sea de verdad. A ello ha de contribuir poderosamente la dura lección de estos tiempos, que si para nadie puede ser perdida todavía lo será menos para las honradas y laboriosas clases populares, víctimas de sofismas pérfidos o de absurdas ilusiones.
Cuanto se está viviendo enseña que las naciones más grandes y prósperas, y donde el orden, la libertad y la justicia se admiran mejor, son aquellas que respetan más su propia historia. (…) Sea lo que quiera mi propia suerte ni dejaré de ser buen español ni, como todos mis antepasados, buen católico, ni, como hombre del siglo, verdaderamente liberal».
Alfonso XII, 1-XII-1874
Cuestiones:
1. Este texto refleja un cambio político en España. Analiza su contenido precisando a qué circunstancias se debe y qué objetivos persigue.
El cambio político que refleja el texto es el que se inicia con la Restauración que supone la vuelta al trono de la dinastía borbónica tras el sexenio revolucionario y la Primera República, el artífice e ideólogo de este sistema político fue Antonio Cánovas del Castillo quien realizó una campaña de adhesión en torno al príncipe Alfonso, hijo de Isabel II. El texto, el Manifiesto de Sandhurst, está dirigido a la nación española y, aunque firmado por Alfonso XII, está inspirado por el propio Cánovas que lideró un amplio sector de la burguesía española partidaria de 1a restauración de la dinastía borbónica. En el Manifiesto se afirma que la monarquía es la única salida para cerrar la crisis del período revolucionario (lo único que inspira ya confianza en España es una monarquía hereditaria y representativa) y se defiende la legitimidad dinástica de Alfonso aludiendo a la abdicación de su madre, en realidad la Restauración se prepara en el sexenio revolucionario cuando Cánovas, al frente del partido alfonsino, recibió plenos poderes de Isabel II para preparar la vuelta al trono de su hijo.
La Restauración es un intento de reformulación del estado liberal, encauzando la actividad política hacia la disciplina de los partidos políticos, estableciendo las libertades formales, más nominales que efectivas, cuya puesta en práctica se realizó mediante el sistema político canovista.
2. En el texto se defiende la monarquía hereditaria y tradicional. ¿Qué otro régimen existía en la etapa inmediatamente anterior?
El régimen de la etapa anterior es el republicano. La Primera república (1873-1874) intentó consolidar el sistema democrático iniciado en 1868, pero desde el principio el nuevo régimen se vio obligado a enfrentarse a graves problemas que provocaron su inestabilidad y su fracaso, entre ellos destacaron la división entre republicanos unitarios y federalistas, la guerra carlista, la de Cuba o el cantonalismo.
A principios de 1874 el gobierno de Castelar fue derrotado y ni el ejército ni las clases conservadoras estaban dispuestos a permitir un nuevo cambio de gobierno: en enero el general Pavía dio un golpe de estado dando fin al régimen republicano.
3. ¿Qué características tiene el régimen político de la Restauración (oligarquía y caciquisrno)?
En general este período se fundamenta en el ejercicio alterno del poder («turno político») de los partidos conservador y liberal, rodeados de la oposición carlista y republicana. La finalidad de Cánovas con la implantación de este sistema de libre juego de partidos era normalizar la vida política bajo la tutela de un Estado eficiente, convirtiendo en imposible cualquier intento revolucionario y contentar al mismo tiempo a los políticos y los militares haciéndoles formar parte del régimen restaurado.
La práctica política del sistema se basaba en el «caciquismo» a través del cual una minoría dirigente estaba en estrecha relación con los grupos sociales y económicos dominantes para someter política y económicamente a amplios sectores sociales; este sistema que utilizaba los procedimientos del encasillado y el pucherazo, falsificaba las elecciones ignorando la voluntad popular, hasta el punto de que los resultados se conocían antes de las elecciones. Los partidos que participaban en este libre juego eran el liberal conservador (conservador desde 1884) y el liberal fusionista. El partido conservador se nutría de la alta burguesía, la aristocracia y funcionarios de alta jerarquía; el apoyo a nivel regional lo recibía de las clases dirigentes del sur y de las clases medias de la fachada atlántica y levante. El partido liberal estaba formado por los antiguos constitucionalistas, los unionistas de izquierda y los progresistas; estaba apoyado por los demócratas, los medios urbanos y antiguos revolucionarios de septiembre. Los republicanos estaban divididos entre los partidarios del pronunciamiento y los que defendían la lucha electoral. Entre los partidos obreros destacaba el Partido socialista Obrero, marginado del sistema político. Además de la marginación, el centralismo fomentaba las demandas de carlistas y federalistas (catalanistas de Prat de la Riba, Cambó, y vascos de Sabino Arana), que eran el origen de los partidos nacionalistas.
4. ¿Qué constitución preside la etapa de la Restauración y cuáles son sus principales características?
El sistema se basaba en la Constitución de 1876, fruto del constitucionalismo doctrinario, que establecía la soberanía compartida entre el poder legislativo -las Cortes- y el rey, atribuyendo a éste la iniciativa y la sanción con derecho a veto. El legislativo, bicameral, estaba formado por el Congreso de los Diputados y el Senado. Al rey corresponde la intervención en la vida de las Cortes, convocándolas, suspendiéndolas, cerrando sus sesiones, y disolviendo separadamente o de forma simultánea la parte electiva del Congreso o del Senado. A las Cortes se atribuye la intervención en la sucesión a la Corona, en la minoría de edad del rey y durante la Regencia. La Constitución de 1876 es una síntesis entre la Constitución moderada de 1845 y la democrática de 1869, que restablecía la doble soberanía de las Cortes y el rey, omitía el derecho al sufragio universal, incorporaba el de asociación y reconocía la compatibilidad de la religión católica con la libertad de cultos. El rey se convertía en la fuerza fundamental: nombraba y revocaba a los ministros y decidía cuándo debía ser sustituido un gabinete. El sistema bipartidista seguía el modelo británico, los antiguos partidos moderado y progresista cambian sus nombres por el de conservador y liberal, pero estos grupos no representaban la sociedad real y marginaban al proletariado (el primer diputado socialista a Cortes, Pablo Iglesias, es elegido en 1910), eran partidos parlamentarios, de notables, que utilizando los escaños practicaban la promoción personal.