Indulto popular a la clase de Religión: ni adoctrina, ni es un privilegio

La asignatura de Religión Católica queda libre de pecado doctrinario. Al menos así se desprende de informe de la Fundación SM «Panorama de la Religión en la Escuela», elaborado a partir de 18.800 encuestas entre profesores de la materia, alumnos, antiguos alumnos, familias y futuros docentes. Así, un 71,1% de los padres de estudiantes que han elegido esta clase rechaza abiertamente la imagen de adoctrinamiento y 63% tampoco la ven como privilegio eclesial. En el caso de los profesores, solo un 7% de los maestros está de acuerdo con el hecho de que sea una concesión a la Iglesia y apenas un 4,7% admitiría que en sus clases se manipula a los niños y jóvenes. En cuanto a los estudiantes, ni tan siquiera tres de cada diez de ellos ven un posible riesgo de manipulación.

Es más, cuando se les pregunta a los chavales por lo que aprenden en esta clase, más del 70% comparte que les ayuda a ser mejores personas y más tolerantes. Esta visión también es compartida por los antiguos alumnos que echan la vista atrás.

Ocho de cada diez reconoce que ha contribuido en su desarrollo personal actual y más de dos tercios admiten que estudiar el cristianismo y las otras confesiones les ha permitido desarrollar su capacidad crítica. «A la vista está que la clase de Religión no tiene problemas reales en su funcionamiento, goza de buena salud, con un notable general que en algunos aspectos llega al sobresaliente», exponía ayer durante la presentación de la investigación Carlos Esteban, director del Observatorio de la Religión de la Fundación SM. «No es sostenible que se diga que la materia es más propia del nacionalcatolicismo que de nuestro tiempo democrático», añadió confiado en que el informe pueda ser puerta para el diálogo con los poderes públicos en plena reforma educativa y genere un «cambio de tendencia» sobre las etiquetas que se colocan a la materia. Prueba de ello es que el 68% de los alumnos de «Reli» se identifican como católicos, lo que refleja que, según Esteban, «la diversidad de creencias en el aula que, sin embargo, no genera ningún conflicto».

3,3 millones de estudiantes

Actualmente más de 3,3 millones de estudiantes cursan la asignatura de confesión católica, un 63% del total, unos datos que la Iglesia toma como un plebiscito anual, en tanto que se trata de una asignatura optativa que las familias deciden si renuevan o no cada año.

Lo cierto es que el estudio llega con las enmiendas a la conocida como ley Celaá encima de la mesa, un proyecto que arrincona a la asignatura en el horario al pasar a ser de oferta obligatoria para los centros y voluntaria para el alumnado, pero no sin alternativa como ahora.

Para Mayte Ortiz, directora de la Fundación SM, el hecho de que el preámbulo de la norma socialista presuma de promover «una ciudadanía global» debería llevar al Gobierno a incluir la formación religiosa como reflejo de su apuesta «por una educación integral», amén de responder al derecho de las familias a educar a sus hijos de acuerdo con sus propias convicciones.

Así lo demandan en la encuesta: para 3 de cada 4 familias esta materia es necesaria para la educación de sus hijos y el 99,3% de las familias que eligen la asignatura expresan que la primera responsabilidad en la educación de los hijos es de ellos como padres y madres descartando que sea del Estado o la escuela.

El estudio ahonda también en la percepción de la figura de los 74.000 «profes de Reli» con que cuenta nuestro país. La mayoría son laicos –apenas quedan sacerdotes y religiosos a pie de aula–, académicamente muy cualificados, en tanto que siete de cada diez tienen una segunda titulación universitaria.

Eso sí, solo uno de cada diez se siente valorado por la sociedad frente a los maestros de otras asignaturas: dos de cada vez se ven apreciados. En cambio, la mayoría de sus alumnos les consideran mejores que los docentes de otras materias.

Tomado de www.larazon.es

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