José Stalin

Juventud de Stalin

Si alguna vez hubo un personaje totalitario y maquiavélico, fue sin duda, Jossif Vissariónovich Dzhugashvili o mejor conocido como Stalin («Acero», apodo que él mismo se impondrí­a).

Stalin nació el 21 de Diciembre de 1879, en Gori, Georgia, Rusia. Hijo de un humilde zapatero, Stalin pasó su infancia entre pobreza, analfabetismo y maltratos de parte de su alcohólico padre. Sin embargo, Stalin fue alentado por su madre para que estudiara en el seminario y se convirtiera en sacerdote, el cuál era el único medio para dejar la abrumadora pobreza en que se encontraba. Así­, Stalin entra en 1894 en el seminario ortodoxo teológico de Tbilisi, pero siendo Stalin de ideas revolucionarias y activistas es expulsado en 1899, a la edad de 20 años.

Durante este tiempo Stalin se dedica a generar diversas acciones a lo largo de Rusia en contra del régimen del zar Nicolás II, siendo detenido en 1902 y deportado a Siberia, de donde escaparí­a en 1904 y se casarí­a con su primera esposa Yekaterina Svanidze, quien muere en 1910. Ese mismo año Stalin regresa a Tbilisi y se adhiere al ala blochevique del Partido Social Demócrata Ruso (POSDR), encabezado por Lenin. Stalin prosigue con su activismo revolucionario, repartiendo propaganda, dirigiendo acciones armadas y actuando en la revolución de 1905 y en las huelgas de Bakú en 1907, para ser nuevamente detenido y deportado a Siberia, escapando nuevamente en 1911. Luego, siendo designado presidente del Politburó Stalin viajó a Viena, donde escribió El Marxismo y el problema de las nacionalidades, adoptando definitivamente el sobrenombre de Stalin.

Stalin conquista el poder

Tiempo después le es asignada a Stalin la dirección del periódico del partido, Pravda (Verdad), posición desde la cuál continua su activismo social y prepara la llegada de Lenin a Petrogrado. En el golpe de Estado de 1917, tuvo un importante papel en la toma del poder y fue nombrado Comisario de las Nacionalidades. Durante la guerra civil, Stalin colaboró eficazmente en las defensas de Petrogrado y Tsaritsin, ciudad que recibió más tarde el nombre de Stalingrado. Siendo ya en 1922, un miembro muy popular del partido, Stalin es nombrado Secretario General del Partido, desde donde hábilmente aprovecha su posición para designar aliados suyos en puestos de poder a lo largo de toda Rusia obteniendo así­ futuros respaldos para suceder a Lenin cuando éste ya no se encuentre en condiciones.

Sin embargo, aunque Stalin se erigí­a como una poderosa figura dentro de las filas comunistas, ya existí­a en él una siniestra sombra de la que Lenin se habí­a percatado y que habí­a expresado acertadamente al juzgar a Stalin como un hombre ambicioso, sin escrúpulos y cruel en demasí­a. Mismos sentimientos que Lenin manifestarí­a en un documento que solicitaba que Stalin no se postulara como sucesor, sin embargo la carta no verí­a la luz, sino que permanecerí­a oculta por Stalin.

En 1924, Lenin muere, y Stalin apoyado con Zinoviev y Kamenev (compañeros de partido a quienes posteriormente Stalin traicionarí­a y eliminarí­a), toma el poder absoluto y clama por la idea del Socialismo en un solo paí­s, teniendo como base principal, que una vez que el comunismo convirtiera a Rusia en una poderosa nación, entonces se extenderí­a su influencia al mundo, pero no antes, mientras que su más peligroso rival Trotski (creador del ejército Rojo), competí­a por la idea de la Revolución Permanente. Así­, Stalin aliado con Zinviev y Kamenev se deshace de Trotski y lo exilia a México en 1929, donde serí­a asesinado en 1940.

Luego Stalin, se apoyarí­a en el lí­der de la derecha comunista Bujarin, para eliminar a Zinviev y Kamenev en 1929, para que luego el mismo Bujarin fuese eliminado a su vez en 1936 acusado de traición, obteniendo el máximo poder como lí­der de Rusia en una dictadura.

Stalin y los planes quinquenales

Habiendo conseguido Stalin el poder absoluto, comienza su gobierno con un plan maquiavélico, radical pero no menos efectivo para convertir a Rusia de una nación eminentemente agrí­cola a una potencia industrializada mundial. Durante su mandato, Stalin se caracterizó por una persecución de sus metas de una Rusia industrializada a costa del bienestar del pueblo, y no solo eso, de la vida de miles, además de duras condiciones de trabajo y gran austeridad. Los planes quinquenales consistí­an en levantar la industria a como de lugar, proponiéndose metas de producción elevadas, y castigos ejemplares a quienes no presentaran los resultados esperados, fijados previamente desde el gobierno, incluyendo también la colectivización del campo, despojando a los propietarios agrí­colas llamados Kulacs que habí­an sido resultado de los repartos agrarios de Lenin, de sus tierras, en una sangrienta contienda donde muchos de ellos preferí­an quemarlas ellos mismos antes que dejar que se las quitaran. Dicha colectivización del campo de Stalin generó deportaciones masivas, traslado de pueblos y numerosas ejecuciones.

Paralelamente al desarrollo industrial, Stalin llevó a cabo una sangrienta purga dentro de su partido entre 1935 y 1938, eliminando a todo aquel personaje que tuviera cierta influencia y pudiera fungir como posible lí­der de rebelión. Dicha purga tuvo como consecuencia encarcelamientos, asesinatos, personajes fusilados acusados de traición quitándose del camino de entre cinco y diez millones de posibles opositores.

De esta manera se le dio prioridad a una industrialización acelerada que debí­a ser lograda para fomentar el desarrollo de los sectores energéticos y la industria pesada.

Todo el plan de desarrollo estaba basado también en una polí­tica de terror que era inflingida en el pueblo ruso a través de una policí­a secreta, en un régimen en el que nadie estaba seguro de que la matanza no le alcanzarí­a.

Stalin y Hitler, la rivalidad de dos dictadores

Para el año de 1939 la situación mundial con el advenimiento de Hitler y los nazis al poder, y su papel dentro de la segunda guerra mundial, exigió a Stalin tomar cartas en el asunto y tras fracasar en negociaciones con los aliados para luchar juntos contra la Alemania Nazi, Stalin firmó con Hitler un tratado de no agresión en Agosto del mismo año, mismo en el cual Hitler y Stalin acordaban el reparto de Polonia. Sin embargo, Stalin, al igual que Hitler, sabí­a que el conflicto entre ambas naciones a causa de sus ideales fundamentales era inevitable, por lo cual durante los dos años en que dicho tratado fue respetado, Stalin prepararí­a un plan para resistir el embate de las fuerzas alemanas. Al mismo tiempo, las fuerzas rusas de Stalin invadieron Finlandia y obtuvieron parte de su territorio, así­ como las Repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania).

En 1941, como se habí­a previsto, las fuerzas nazis al mando de Hitler invadieron la Unión Soviética, aparentemente arrasando implacablemente con toda la resistencia que encontraban a su paso. Sin embargo, Stalin habí­a preparado una fuerte industria militar y un numeroso Ejército Rojo que si bien no detení­a en seco a las tropas alemanas poco a poco aliadas con el «general invierno», iban desgastándolas, tal y como le hubiera sucedido a Napoleón dos siglos antes. Al mismo tiempo se iba preparando para un contraataque violento y definitivo que supondrí­a la derrota de la incursión alemana en Rusia. Stalin también habí­a organizado al evacuación de la industria de las regiones occidentales hacia los Urales. Stalin dirigió la guerra desde el Kremlin, que se negó a abandonar pese a que el gobierno habí­a sido trasladado a Kuí­bishev. Kiev retardó el avance nazi seis semanas; Odessa lo hizo en ocho y Moscú rechazó en dos ocasiones la toma por parte de los nazis.

Pero no serí­a hasta la ciudad de Stalingrado, donde Hitler y Stalin llevarí­an a cabo la batalla decisiva. A costa de millones de vidas y de una acelerada industria, Stalin con ayuda del frí­o devastador, pudo resistir aquí­ el empuje del ataque alemán y comenzar la tan esperada contraofensiva, que apartir de ese momento se tornarí­a mortalmente constante. Sin embargo, no fue fácil ya que Hitler deseaba obtener los yacimientos petrolí­feros del Cáucaso, y jugándose el todo por el todo, lanzó un poderoso ataque sobre Stalingrado, con numerosas y potentes fuerzas que harí­an falta en el frente occidental, y que sin embargo serí­an derrotadas, particularmente el 19 de Noviembre de 1943 en un ataque en que las fuerzas alemanas fueron cercadas, ocacionándoles miles de bajas.

Stalin y el final de la Segunda Guerra Mundial: El inicio de la «Guerra Frí­a»

En 1944 se abre para Alemania una etapa de crueles batallas que señalan la pérdida de la guerra. Por un lado se encuentra la reciente victoria de Stalingrado de parte del ejército Rojo y el correspondiente contraataque soviético, mientras que por el otro, las tropas aliadas estadounidenses desembarcan en Normandia, estableciendo una carrera frenética por llegar primero a Berlí­n y poner fin a las ambiciones de Hitler y al mismo tiempo dividir el mundo en dos bloques con ideologí­as distintas, esto es el comunismo y el capitalismo. De esta manera la URSS al mando de Stalin se levanta como el gigante soviético para competir contra la nación capitalista más poderosa: Estados Unidos.

A partir de la rendición Alemana de Mayo de 1945, los paí­ses ocupados por las fuerzas soviéticas de Stalin adoptan un régimen comunista aparentemente independiente pero, en la práctica, sujeto al mando central de Moscú. Stalin se habí­a asegurado su control sobre buena parte del este de Europa, ratificado en las conferencias de Yalta y Postdam celebradas con los aliados.

A esta tensión global que generó la convivencia de dos naciones enormemente poderosas y enfrentadas de antemano por ideologí­as opuestas, se le conoció como Guerra Frí­a, acelerando la carrera armamentista, y el adelanto tecnológico principalmente con fines bélicos pero extendiéndose inevitablemente a muchos otros campos. Sin embargo Stalin entró con cierta desventaja al contar los Estados Unidos con la bomba atómica, misma que habí­a sido ya utilizada en Hiroshima y Nagasaki, no obstante el equilibrio vendrí­a en 1949 cuando Stalin probarí­a la primer bomba nuclear rusa. Después de la guerra, Stalin fomentó la extensión del comunismo a paí­ses en los que existieran movimientos revolucionarios autóctonos (como Grecia, Turquí­a, China, Corea.)

La guerra frí­a tendrí­a fin hasta el colapso de la URSS. Años más tarde, Stalin morirí­a de un derrame cerebral el 5 de Marzo de 1953. Tres años después de la muerte de Stalin, Nikita Jruschov denunció sus crí­menes e inició el proceso de «desestalinización», que culminó con la retirada de su cadáver del mausoleo Lenin y su inhumación junto al muro del Kremlin.

Stalin y su dictadura

Stalin condujo su nación de forma tiránica y totalitaria mientras estuvo en el poder. Sin embargo se le atribuye también la pronta conversión de Rusia en una potencia industrial mundial que fue capaz de competir contra Estados Unidos en la Guerra Frí­a. Todo esto se lograrí­a suprimiendo las libertades individuales y aplicando un régimen de terror enfocando los recursos en el desarrollo industrial y relegando el bienestar del pueblo a un segundo término.

Al igual que muchos de los grandes jefes de estado y de organizaciones, Stalin lograrí­a esto solo a través de duros e irreversibles ataques y cambios en el sistema, crueles y sin escrúpulos. Quizás fuese ese el motivo por el que tomarí­a el sobrenombre de Stalin (Acero). Al igual que Hitler, Stalin utilizó el terror como medio para conservar el poder. Sin embargo, entrando en especulaciones, quien sabe qué hubiera pasado si Stalin no hubiera estado ahí­ para crear una potencia que pudiera detener el avance Nazi.

El modo en que Stalin llegó al poder absoluto, es también prueba de su mente maquiavélica, al crear y destruir alianzas cuando juzgó la situación conveniente y usar el miedo como aliciente para sacar la mayor producción posible.

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