Niceto Alcalá-Zamora y Torres

Niceto-Alcala-Zamora(Priego de Córdoba, España, 6 de julio de 1877Buenos Aires, Argentina, 18 de febrero de 1949) fue un abogado y polí­tico español, 1er presidente de la Segunda República española.

1.- Primeros años

Catedrático de Derecho Procesal y abogado de gran prestigio, inició su carrera polí­tica siendo muy joven dentro del Partido Liberal del conde de Romanones. Fue diputado por La Carolina en 1905 y 1907 y subsecretario de Gobernación. Más tarde pasó al sector demócrata dirigido por Manuel Garcí­a Prieto, en cuyo gobierno fue ministro de Fomento (1917) y de la Guerra (1922). Fue también representante de España en la Sociedad de Naciones. Opositor declarado de la dictadura del general Primo de Rivera. El 13 de abril de 1930 pronunció un violento discurso en el teatro Apolo de Valencia en el que retiró su apoyo y confianza a la monarquí­a y propugnó una república conservadora, burguesa, apoyada en las clases medias y en los intelectuales.

2.- El gobierno provisional

Junto con Miguel Maura y su partido Derecha Liberal Republicana, representó al republicanismo conservador en el Pacto de San Sebastián el 17 de agosto de 1930 con el fin de impulsar un movimiento popular que derrocase a la monarquí­a e instaurara la República. De ese pacto surgió un comité ejecutivo encargado de dirigir la acción republicana en España. Alcalá-Zamora fue elegido su presidente. Era, de hecho, el antecedente del gobierno provisional. El dí­a 12 de diciembre tuvieron lugar los sucesos de Jaca en 1930 cuando los capitanes Galán y Garcí­a Hernández proclamaron la República en Jaca e iniciaron una marcha hacia Huesca pero, vencidos por las fuerzas gubernamentales, fueron juzgados y ejecutados. También se sublevaron en el aeródromo de Cuatro Vientos el comandante Ramón Franco y el general Queipo de Llano. Estaba previsto el bombardeo del Palacio Real como señal para el pronunciamiento militar. Pero, al parecer, Ramón Franco vio niños jugando en los jardines de Sabatini, y no se atrevió a soltar las bombas para no hacerles daños. Así­ el resto de unidades no llegaron a sumarse al levantamiento, dando lugar a que el aeródromo fuese cercado por tropas de las proximidades, por lo que tuvieron que huir a Portugal en avión. Los lí­deres de las fuerzas antimonárquicas, parte del comité, y entre ellos Alcalá-Zamora, fueron detenidos por el Gobierno. El juicio público, celebrado en marzo de 1931, les condenó a seis meses y un dí­a, que fueron sustituidos por libertad condicional.

Ante el difí­cil cariz que tomaba la situación, y tras la dimisión de Berenguer en febrero de 1931, el rey encargó al almirante Aznar la formación del gobierno. El dí­a 18 se presentó el nuevo gabinete constituido por ministros monárquicos. El dí­a 12 de abril se celebraron elecciones municipales. Los primeros recuentos eran de 22.150 concejales monárquicos contra 5.775 republicanos. Estudios posteriores arrojan 19.035 concejales proclives a Alfonso XIII, 39.568 republicanos y 15.198 tradicionalistas, integristas, nacionalistas vascos, independientes, etc., que no podí­an encuadrarse exactamente entre los dos bandos directamente enfrentados. En 41 de las 50 capitales de provincia ganaron los republicanos. En Barcelona los republicanos cuadruplicaron los votos monárquicos, y en Madrid los triplicaron. Alfonso XIII, partidario frente a alguno de sus ministros de que no hubiese derramamiento de sangre, se exilió ante el ultimátum del Comité Revolucionario presidido por Niceto Alcalá-Zamora. í‰ste, que contó desde el primer momento con el apoyo popular y con el de la Guardia Civil, mandada en aquellos momentos por el general Sanjurjo, se convirtió en el gobierno provisional. Alcalá-Zamora y Maura garantizaban la presencia de la vivaz burguesí­a conservadora en el gobierno y la continuidad polí­tica dentro de un régimen distinto. Este gobierno proclamó la Segunda República el 14 de abril de 1931; mientras el rey embarcaba en Cartagena y su familia tomaba el tren camino de Francia.

3.- Nacimiento de la II República

El 15 de abril el gobierno hizo público un programa de actuación basado en los acuerdos de San Sebastián. Fue anunciada una reforma agraria, libertad de cultos y creencias, respeto a la propiedad privada, responsabilidades a los colaboradores de la dictadura, aumento gradual de las libertades individuales y sindicales, etc.

Apenas accedió al poder, el gobierno tuvo que enfrentarse a la proclamación de la república catalana y a los sucesos anticlericales del mes de mayo. También hubo muchas dificultades con las organizaciones anarquistas que negaron su colaboración con la nueva república.

El gobierno se fue inclinando hacia un republicanismo más de izquierdas representado en la figura de Manuel Azaña, postura que claramente se reflejó en la redacción de la Constitución. La cuestión clerical enfrentó de nuevo a republicanos conservadores e izquierdistas, socialistas y radicales, y finalmente Alcalá-Zamora y Maura abandonaron el gobierno el 14 de octubre de 1931.

Temiendo que Alcalá-Zamora emprendiera una campaña revisionista y de desprestigio contra la república, socialistas y azañistas convinieron en ofrecerle la presidencia de la República, cargo para el cual fue elegido candidato único el 2 de diciembre. Juró el cargo el 11 de diciembre de 1931.

4.- Primer presidente de la II República

Hombre autoritario y convencido de su misión, desde el primer momento trató de intervenir en los asuntos del gobierno. Por esta razón, quedó apartado del papel que le correspondí­a, es decir, compensar el jacobinismo de su Primer Ministro, Manuel Azaña.

La idea del Presidente era incorporar a la dirección de España las nuevas fuerzas surgidas después de la Restauración y contenidas por los últimos Borbones. Esta apertura debí­a hacerse desde arriba, suprimiendo todo lo que impidiera este paso y estableciendo las premisas esenciales de un nuevo orden por la ví­a pací­fica y parlamentaria. El 14 de abril de 1931 pareció darle la razón, pero a partir de mayo los distintos sucesos indicaron que la realidad no correspondí­a a sus sueños.

a)     Los problemas con Azaña

Las relaciones con el Gobierno eran oscilantes. Cuando Azaña le presentó para su ratificación la ley de Congregaciones -ley de secularización de la enseñanza- y la ley del Tribunal de Garantí­as Constitucionales, que completaban la Constitución de 1931. Alcalá-Zamora se resistió al máximo a firmar ambas leyes, pero no se atrevió a vetarlas. La oposición acusó al Presidente de morosidad.

Más tarde, con ocasión de un reajuste de gobierno, las diferencias volvieron a surgir y Azaña dimitió con su gabinete. Tras varias consultas fallidas. Alcalá-Zamora volvió a nombrar como Presidente del Consejo de Ministros a Azaña (12 de junio), hecho que decepcionó a los conservadores.

Meses más tarde, en septiembre, Azaña dimitió. Alcalá-Zamora disolvió las Cortes Constituyentes y, después de un fugaz mandato del radical Alejandro Lerroux, le encargó al radical Diego Martí­nez Barrio la celebración de nuevas elecciones (8 de octubre de 1933).

b)      El bienio radical-cedista

Las derechas ganaron ampliamente las elecciones del 29 de noviembre de 1933, primeras de la Historia de España en que pudieron votar las mujeres. El radical Alejandro Lerroux formó gobierno por encargo del presidente y con la anuencia de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), dirigida por José Marí­a Gil-Robles. Alcalá-Zamora se llevó mal con los radicales y sobre todo con la CEDA, ya que desconfiaba del espí­ritu democrático del partido de Gil-Robles, que, si bien se declaraba respetuoso con el orden establecido, no habí­a jurado lealtad a la República. Por esta razón buscó siempre soluciones de compromiso, como el confuso gobierno de Ricardo Samper, que no gustaron a nadie.

En octubre tuvo que volver a recurrir a Lerroux que formó gobierno con tres ministros de la CEDA, pero el 6 de octubre de 1934 en Barcelona, la revolución de Asturias, su indecisión y el escándalo del «estraperlo» impidieron una acción de gobierno coherente.

Por otra parte, Alcalá-Zamora utilizó todos sus recursos para apartar a la CEDA del poder hasta que la crisis de gobierno de 9 de noviembre de 1935 le ofreció esta oportunidad. Nombró primer ministro a su amigo Manuel Portela Valladares, que presidió un interregno entre noviembre de 1935 y febrero de 1936. Su intención era crear una fuerza de centro entre la derecha radical-cedista y la izquierda social azañista.

c)      La caí­da

El Frente Popular ganó las elecciones de febrero de 1936. Si esto era una derrota para la derecha, también lo era para Alcalá-Zamora y sus aspiraciones. Azaña fue encargado de formar gobierno.

Muy pronto empezaron los socialistas una campaña contra Alcalá-Zamora, al que no perdonaban su actitud de junio y septiembre de 1933. Se abrió un debate en las Cortes sobre la inconstitucionalidad de la última disolución de las mismas, ya que según la Constitución de 1931, el Presidente estaba facultado para disolver las Cortes dos veces, pero la segunda disolución podí­a ser sometida al enjuiciamiento de la Cámara, y si una mayorí­a consideraba que se habí­a cometido alguna irregularidad, el Presidente podrí­a ser destituido.
La controversia se produce cuando la nueva mayorí­a de las Cortes, considerando que ésta era la segunda disolución, enjuician la actuación del Presidente y dictaminan que la disolución se habí­a producido con mucho retraso, por lo que el Presidente debí­a ser destituido. Sin embargo, habí­a quien opinaba que ésta era la primera disolución, ya que la anterior (la de 1933) no debí­a contarse al tratarse de las Cortes Constituyentes, las que elaboraron la Constitución y por tanto eran anteriores a ella. Finalmente, por 238 votos a favor y 5 en contra el Presidente fue destituido. í‰ste en principio se resistió, pero abandonado por todos tuvo que admitir el cese.

Después de unas semanas en las que se hizo cargo de la Jefatura del Estado Diego Martí­nez Barrio, en su calidad de Presidente de las Cortes, fue sustituido por Manuel Azaña el 11 de mayo de 1936.

5.- íšltimos años

El inicio de la Guerra Civil le sorprendió en un viaje por Escandinavia. Decidió no regresar a España cuando se enteró, según cuenta en sus memorias, reescritas durante el exilio, de que milicianos del gobierno del Frente Popular habí­an entrado ilegalmente en su domicilio, robándole sus pertenencias, y saqueado asimismo su caja de seguridad (y al menos, otra propiedad de una de sus hijas) en el banco Crédit Lyonnais en Madrid, llevándose el manuscrito de sus memorias, parte del cual fue publicado (con cortes de la censura) en la prensa republicana durante la guerra y amplia- y agriamente comentado por Manuel Azaña en sus Memorias. Fijó su residencia en Francia, donde le sorprendió la Segunda Guerra Mundial.

Después de múltiples penalidades, debido a la ocupación alemana y a la actitud colaboracionista del gobierno de Vichy, salió de Francia y tras un penoso viaje de 441 dí­as en barco llegó a Argentina en enero de 1942, donde vivió de sus libros, artí­culos y conferencias.

No quiso volver a España durante la dictadura militar, aunque, al parecer, se le hizo algún ofrecimiento, ya que un hijo suyo estaba casado con una hija del general Queipo de Llano, uno de los protagonistas de la sublevación y a que Niceto Alcalá-Zamora era un republicano católico reconocido. Su cadáver fue repatriado a España en 1979 y enterrado en el cementerio de la Almudena de Madrid.

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