Todos los peligros de las bebidas energéticas
La mitad de los adolescentes entre 14 y 18 años las toma a diario. Los expertos piden analizar sus efectos a medio plazo, mientras las comunidades, lideradas por Galicia, estudian restringir su consumo a los menores de edad
Desde que son «una bomba de cafeína, azúcar y otros componentes de los que aún no sabemos qué efectos van a tener a largo plazo en organismos en pleno desarrollo» a que «tenemos un problema de infradiagnóstico en los servicios médicos porque no preguntamos si el niño tomó una bebida energética cuando estamos ante determinados casos de arritmias y convulsiones».
Guillermo Burillo, portavoz del grupo de Toxicología de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES), alerta del problema del consumo de productos estimulantes. «Es el desencadenante de procesos que nos llegan a nuestros servicios», afirma. «Pero es cierto que debemos estar más alerta porque en los triajes se pregunta poco por ello. No tenemos la percepción de que su consumo sea de riesgo. Y sí lo es».
Coincide con su preocupación Esther López-García, del grupo de Endocrinología y Nutrición de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE): «Tenemos que estudiar a fondo el consumo continuado y a largo plazo de estas sustancias». Mientras llegan estas investigaciones, se muestra partidaria a que «se regule su acceso»: «Que se etiqueten bien: que se advierta de los riesgos, de quién puede y no ingerirlas, de disuadir su uso no facilitando su disponibilidad en zonas educativas ni deportivas…».
Las bebidas energéticas vuelven a estar bajo los focos porque una gran parte de las autonomías, con Galicia a la cabeza, va a legislar que su venta se restrinja a mayores de 18 años. ¿Cómo? En la comunidad gallega lo harán a través de Ley de Prevención de Adicciones en los Menores de edad. La argumentación de la Xunta se basa en que su alto contenido en sustancias estimulantes, como la cafeína o la taurina, entre otras, pueden poner en peligro los sistemas cardiovascular y cerebral de los adolescentes, así como causar alteraciones en el sueño, nerviosismo, irritabilidad y ansiedad.
El consumo de bebidas energéticas ha experimentado un aumento sustancial durante las últimas décadas alcanzando, en España, un 3%
Quizás con un ejemplo práctico pongamos en contexto lo que sucede. Un joven de 14-15 años puede meterse en el cuerpo una tarde cualquiera una lata. O lo que es lo mismo tres cafés expresos junto a tres cucharillas de azúcar blanco. Todo aderezado de «otras sustancias cuyos efectos en la salud se desconocen a medio plazo y se han elegido por sus supuestas propiedades energizantes: taurina, D-glucurono-y-lactona, L-carnitina, vitaminas e ingredientes activos como ginseng, guaraná, ginkgo», detalla López-García.
Esto solo si se toma una. Si ya son dos, «el pelotazo» es importante, añade Burillo. «Su consumo no es solo peligroso en el momento, sino a largo plazo porque acumulamos daño», alerta.
Mientras son las autonomías las que ponen el problema de salud sobre la mesa, el Ministerio de Consumo, que encabeza Alberto Garzón en funciones, declina tomar medidas. «El Gobierno no va a comenzar una tramitación normativa estando en funciones que pueda comprometer a próximos departamentos. Cuando se forme el nuevo Ejecutivo, podrá determinar la posible regulación de esta materia», manifiesta a este periódico.
Desde la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), dependiente de la cartera de Consumo, ya se ha alertado de este problema. En 2021 se elaboró el Informe del Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) sobre los riesgos asociados al consumo de bebidas energéticas, que recogía los riesgos y las medidas a tomar.
Tomado de www.elmundo.com