El desierto demográfico español: las provincias que llevan años sufriendo sequía de nacimientos

Si la tendencia no se revierte, 2023 volverá a situarse como el año con los peores datos de natalidad en España desde que hay registros. Según la información ofrecida por el INE, hasta junio nacieron en nuestro país 155.629 niños, un 2,5% menos que el pasado año en las mismas fechas y un 8,6% menos que en la primera mitad de 2020, cuando todavía no había hecho mella la pandemia.

Sin embargo, según los expertos, el coronavirus no hizo más que acentuar un fenómeno que llevaba años a la baja, pero ¿por qué continúa cayendo el dato? «La pandemia ahondó en una tendencia que lleva décadas (desde 1985) manifestándose. La muy baja fecundidad es un dato endémico de las poblaciones en la UE y particularmente en los países del sur y en Irlanda», explica el profesor Antonio Izquierdo, catedrático emérito de Sociología de la Universidad de La Coruña.

«No hay que olvidar también el estallido de la guerra», apunta Rebeca Cordero, profesora titular de Sociología Aplicada de la Universidad Europea, «los tiempos actuales no auguran tiempos mejores (…) Con la subida de los tipos de interés y la pérdida del valor adquisitivo de las familias, ¿con qué ganas me voy a plantear tener un hijo si no sé cuánto voy a pagar de hipoteca? Las situaciones de riesgo siempre suponen efectos negativos en la natalidad».

Nuestro país está sumido en un invierno demográfico del que parece no encontrar la fórmula para conseguir que salga el sol. Sin embargo, no todas las zonas se encuentran al mismo nivel: hay un área aún más yerma conformada por Orense, Lugo, Zamora, León, el Principado de Asturias y limítrofes que arrojan año tras año las peores tasas de natalidad. De hecho, en el último dato ofrecido por el INE, de 2021, Zamora con 4,2 nacimientos por 1000 habitantes, anotó el dato más bajo en la historia de los registros. Por su parte Orense, Asturias y Lugo volvieron a situarse por debajo de la barrera de los cinco nacimientos por mil habitantes. León apenas la superó con 5,08.

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Las predicciones del INE para los próximos años con respecto a estos territorios no son muy alentadoras, según el organismo, en su proyección hasta 2036, la zona occidental continuarán a la cola en lo que se refiere a la tasa bruta de natalidad.

«Desde el punto de vista demográfico intuyo que en esas provincias hay pocas mujeres en edad de procrear (particularmente en los grupos de edades más fértiles entre 25 y 35 años). Son provincias envejecidas en las que esas mujeres tienen un peso escaso respecto del total de la población», apunta Izquierdo a ABC.

Para Cordero, el problema se encuentra en las escasas oportunidades de desarrollo que ofrecen lo que obliga a abandonarlas: «Hay muchos problemas de conectividad, por ejemplo, sin telefonía y sin internet no se puede vivir. El que está teletrabajando necesita una buena señal de internet y no la tienen».

Según los datos facilitados por el ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, la cobertura 5G en Zamora en 2022 cubría al 53,58% de la población, mientras que en Lugo al 68,34% y en Orense al 72,76%. Unas cifras muy por debajo de la media española del 82%.

Es un círculo vicioso: la falta de oportunidades provoca que la población emigre, especialmente la joven, y se pierde la renovación demográfica. Entre 2000 y 2021, en torno al 90% de los municipios que conforman Zamora, Lugo, Orense, León o Asturias, perdieron habitantes.

Los que se quedan: pocos hijos y tarde

Si atendemos a otros indicadores de natalidad que afinan más como la tasa de fecundidad, que recoge la conducta reproductiva de las mujeres, se observa cómo también la zona occidental, además de Canarias, cuentan con los peores datos desde hace años. Lo mismo ocurre si se compara el número de hijos por mujer, la media nacional se situaba en 2021 en 1,19, sin embargo, en el área mencionada, León era la única que rozaba el uno, el resto se sitúan todas por debajo de ese umbral. En cuanto al porcentaje de madres mayores de 40, se repite el patrón, esas zonas copan los porcentajes más altos de España, ¿por qué?

Para Cordero estas zonas suponen «una representación en un pequeño territorio de todos los factores que influyen en la baja natalidad, pero de manera muy dimensionada». Algunos de ellos serían la tardía incorporación al mercado de trabajo por parte de la población joven y la ausencia de unos salarios competitivos para conseguir una vida independiente, los límites profesionales que conllevan aún hoy la maternidad para las mujeres y los enormes problemas para conciliación laboral y familiar.

«¿Los padres son padres para acostar hijos y ducharlos o para tener una presencia real?», cuestiona la profesora. «Los horarios laborales no favorecen la conciliación. A eso le sumamos que en la España rural, estos municipios a los que se podría ir mucha gente que está teletrabajando, tienen un problema fundamental porque carecen de buenas conexiones con aquellos lugares donde sus hijos se podrían formar o con un centro de salud».

«No hay oportunidades laborales para la movilidad social y por tanto para concretar la fecundidad deseada», lamenta Izquierdo que asegura que se trata de «una España desindustrializada, sin capital humano, servicios de bienestar, ni proyecto colectivo como sociedad».

Futuro incierto

Según los expertos esa falta de renovación demográfica puede tener consecuencias fatales como «que sigan perdiendo vitalidad y disminuya su peso económico y cultural. El ritmo de cambio o transformación social se frenará. La estructura social se congelará», señala el catedrático.

«A nivel económico, con el envejecimiento poblacional se dificulta el pago de las pensiones y resulta imposible sostener el modelo», apunta Cordero. «Además de que se pierde en la incorporación de nuevas ideas a la sociedad».

Para solventar esta situación, continúa la experta serían necesarias «políticas de conciliación reales, que no supusiesen un estigma para los padres y más para la madre en el terreno profesional» además de la necesidad «de mejorar y dotar fundamentalmente a los entornos rurales de las infraestructuras necesarias para favorecer su desarrollo (…) Tienen que atraer población y retener a los jóvenes, para ellos es importante que en las zonas rurales haya también industria y que no todo pase por el campo».

En este sentido, Izquierdo es menos optimista y apunta que la situación «no es reversible. Ha ocurrido en todos los países desarrollados en mayor o menor medida. El proceso de urbanización, de concentración de los recursos y de atracción de talentos y de captación de inmigrantes es común, aunque desigual en el tiempo y en los desequilibrios que conlleva», lamenta.

Tomado de www.abc.es

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