Una médico de urgencias, sobre los adolescentes en los botellones: «Ayer atendimos a muchos a un paso del coma. Se están machacando el cerebro».

«Los adolescentes españoles se están machacando el cerebro en los botellones«. Esta es la sentencia de una médico de urgencias tras salir de guardia la pasada noche del viernes 6 de septiembre. Trabaja en un hospital público de la Comunidad de Madrid del extrarradio y se confiesa harta de atender a los adolescentes que irrumpen allí tras haber ingerido grandes cantidades de alcohol en las fiestas de la localidad cercana. »Muchos vienen en grupo, apenas se sostienen en pie, y te traen al amigo que se ha pasado con las copas. Tienen suerte de que no les han dejado tirados. Esta madrugada hemos atendido a varios de ellos con 300 mg de etanol en sangre, a un paso del coma, que puede ser mortal. La idea es que con 10 mg ya das positivo en un control de alcoholemia».

«Les hidratamos mediante suero intravenoso, les damos algo para que no vomiten, y les dejamos sentados, porque están tan mal que tumbados pueden broncoaspirar su propio vómito y ahogarse. Les suministramos varias vitaminas de la familia B para prevenir la encefalopatía… Hasta que los ‘resucitamos’. Cuando se vuelven a ver bien algunos se arrancan la vía para volver de copas, y nos dejan solos firmando el parte médico de ‘alta voluntaria’. Muchos no nos quieren dar la orina para ver si han mezclado con drogas. Hoy hemos amanecido con uno, al que la madre enfadadísima decía: ‘recupérate, que mañana vas a trabajar’», recuerda esta doctora, agotada de ver cómo estas historias se repiten un fin de semana tras otro, pero se recrudecen durante las fiestas locales.

¿Qué pasa con el consumo del alcohol de los jóvenes españoles en los botellones? ¿Por qué se hace aquí y no es tan común en otros países del mundo? ¿Cómo afecta a los adolescentes el consumo de esta sustancia, sobre todo en esta forma intensiva? Al hilo del testimonio de esta doctora, José Manuel Pérez García, profesor del Máster en Atención Educativa y Prevención de Conductas Adictivas en Niños y Adolescentes de UNIR, advierte que «sería importante que los menores supieran que el cerebro adolescente está en una fase crítica de su desarrollo, y durante este tiempo es particularmente vulnerable a los efectos del alcohol».

Este consumo de alcohol se denomina «por atracón» y conlleva la ingesta de grandes cantidades (5 bebidas o más) en un breve lapso (2-3 horas), un clásico de los «botellones» que se dan por toda la geografía de nuestro país. Este patrón de consumo está muy generalizado entre los jóvenes.

Se ha convertido en una especie de rito de iniciación o de paso a la edad adulta, generalmente de la mano de alguien más mayor. ¿Hay algún perfil tipo, tipo trastornos, menores sin supervisión familiar, etc…?

Aunque no existe un único perfil que describa a todos los jóvenes que realizan consumo intensivo, ciertos factores son comunes. El consumo de alcohol se da principalmente en entornos sociales donde la presión de grupo juega un papel determinante. Los jóvenes sienten la necesidad de beber para integrarse, ganar aceptación o simplemente para desinhibirse. Este consumo suele darse en espacios donde no hay supervisión adulta, como parques o plazas, lo que les brinda una sensación de mayor libertad para actuar sin restricciones. Desde un punto de vista psicológico, muchos de estos jóvenes comparten rasgos característicos de la adolescencia, como la impulsividad, la búsqueda de sensaciones y una baja percepción del riesgo. Todos estos factores se combinan para favorecer y mantener el consumo intensivo de alcohol en estos entornos, haciendo que se vuelva un comportamiento recurrente.

¿Cómo afecta a los adolescentes, cuyo cerebro todavía está en desarrollo, el consumo de alcohol, sobre todo en esta forma intensiva? ¿Cuáles son los efectos a corto, medio y, sobre todo, largo plazo?

El cerebro adolescente está en una fase crítica de su desarrollo, y durante este tiempo es particularmente vulnerable a los efectos del alcohol. En el corto y medio plazo, el alcohol afecta directamente a las capacidades cognitivas esenciales como la memoria o la atención, lo que dificulta que los jóvenes puedan aprender de manera efectiva y, por ende, perjudica su rendimiento académico. No obstante, mientras el cerebro está en desarrollo, los daños provocados por el consumo de alcohol pueden ser reversibles si se interrumpe el consumo a tiempo. Es como si el cerebro tuviera una ventana de oportunidad para recuperarse de los efectos negativos, siempre que se le dé la opción de hacerlo. Pero una vez que llegamos a la adultez, esa capacidad de recuperación disminuye considerablemente. Esto también va a depender de la magnitud del daño causado: cuanto mayor haya sido la frecuencia y la intensidad de las borracheras, más graves y permanentes podrían ser los efectos sobre el cerebro.

Además, ¿es posible que los adolescentes que consuman alcohol en modo ‘atracón’ durante la adolescencia tengan mayor ‘sensibilidad’ a esta sustancia de adultos?

La edad en la que una persona comienza a consumir alcohol es un factor clave. Numerosos estudios han demostrado que cuanto más joven es una persona cuando comienza a consumir alcohol, mayor es el riesgo de tener distintos problemas psicopatológicos en el futuro. Cabe destacar que el consumo intensivo de alcohol durante la adolescencia no solo tiene efectos inmediatos, como las dificultades cognitivas que mencionamos anteriormente, sino que también aumenta considerablemente la probabilidad de desarrollar trastornos relacionados con el abuso o la dependencia del alcohol en etapas posteriores de la vida.

¿Cómo se puede hacer llegar a los jóvenes este mensaje de que su cerebro está en desarrollo? ¿Qué tipo de campañas ve usted necesarias? ¿Qué propone para cambiar este patrón de inicio al consumo, masivo, y normalmente callejero?

Para lograr que los jóvenes comprendan que su cerebro aún está en desarrollo y que el consumo de alcohol puede ser especialmente perjudicial, creo que lo más importante es hablarles en su propio lenguaje, en un formato que realmente les llegue. Hoy en día, los adolescentes están constantemente conectados a las redes sociales, por lo que estas plataformas son esenciales para transmitir cualquier mensaje. Pero no basta con estar presentes ahí, las campañas deben ser visualmente atractivas y estar basadas en información científica sólida. Otro punto importante es que los jóvenes no se sientan simplemente espectadores, sino que participen activamente en las campañas. Además, involucrarlos ayuda a derribar la barrera de que las campañas vienen «de arriba», porque al final, si un mensaje viene de tus propios compañeros, lo ves de otra manera.

En España existe el fenómeno botellón, que no existe en otros países. De hecho, me atrevería a asegurar que somos uno de los pocos países del mundo donde esto ocurre. ¿Cómo se puede erradicar esta tendencia? ¿Cuál es el papel de la Administración (establecimientos que venden esta sustancia hasta altas horas), y cuál el de la familia (su ejemplo)?

Erradicar el botellón no es tarea fácil, y ciertamente no puede recaer solo sobre la Administración, aunque su papel es crucial. Es necesario reforzar las leyes existentes que regulan la venta de alcohol, asegurando que no se venda a menores y controlando los horarios en los que las tiendas y bares despachan bebidas alcohólicas. Además, debe haber una mayor vigilancia y presencia en los lugares donde suelen concentrarse los jóvenes para hacer botellón.

Más allá de las políticas públicas, la familia tiene un papel relevante. Los adolescentes, en gran medida, aprenden observando y siguiendo los ejemplos que ven en casa. Si en su entorno familiar ven un consumo responsable de alcohol y encuentran un espacio abierto para dialogar sobre sus preocupaciones o sobre las decisiones que están tomando, será más probable que adopten conductas más reflexivas.

Concretamente desde casa, los padres… ¿Qué pueden hacer cuando vemos que esto ocurre, en una etapa vital en la que los adolescentes o jóvenes escuchan más a sus iguales?

Aunque los adolescentes tienden a escuchar más a sus amigos, los padres siguen siendo una influencia relevante si fomentan una relación basada en la confianza y el diálogo. No se trata solo de prohibir o imponer reglas estrictas sin explicación, sino de abrir una conversación honesta sobre los riesgos del alcohol. Lo esencial es que los adolescentes se sientan escuchados y comprendidos, lo que favorece un comportamiento más consciente y responsable respecto al consumo de alcohol.

Tomado de www.abc.es

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