Bilbao acoge una nueva feria de muñecos de bebés hiperrealistas
Parece un bebé que, por su constitución, apenas tiene veintiocho días de vida. Su rostro destila calma y sosiego. Sus ojos cerrados dejan ver unas tupidas pestañas y un leve rubor rojizo se extiende por sus rechondos mofletes. Sin embargo, allí donde un servidor percibe carne sólo hay silicona. Allí donde se percibe pelo sólo hay fibra sintética. Y es que este no es un neonato real, sino un muñeco reborn –renacido– expuesto en la feria de venta de muñecos recién nacidos, que celebra una nueva edición este fin de semana en Bilbao.
Isasi Guirado, Miriam García y Begoña González son las tres organizadoras del evento que acoge el espacio polivalente Yimbi, situado en las Rampas de Uribitarte. Todas ellas llevan entre 10 y 16 años dedicándose al universo reborn de distintas maneras. Guirado y García participan en él a través de la fabricación de muñecos. García, en cambio, los colecciona.
Las tres han acudido a un gran número de ferias similares que se organizan a lo largo y ancho del Estado español, “sobre todo en grandes ciudades”. Es en esos espacios donde gestaron la idea de trasladar el formato a Bilbao. “Hacemos dos anuales, una antes de la época de comuniones y la otra antes de navidad”, explica Isasi.
Piezas exclusivas, artesanales y de alto valor económico. Recalca, además, que los muñecos reborn “son una cosa artesanal” y que, en consecuencia, siempre es mejor comprar viendo las piezas. “Aquí hay expositoras de diferentes sitios de España. Hay mucha gente del norte, pero también contamos con artesanas venidas de Barcelona, de Madrid…”, subraya.
En tanto que son piezas únicas y producidas a partir de métodos exclusivamente artesanales, su precio de salida al mercado es relativamente alto. En la feria bilbaina el coste mínimo de un muñeco es de 350 euros. «Hemos marcado ese precio mínimo porque fabricar un muñeco de estas características es muy costoso. Son muchísimas horas y muchísimo trabajo», señala Guirado.
En algunos casos, las artesanas emplean varios meses para completar una sola pieza que, por lo general, están confeccionadas de silicona o vinilo. Algunas incluso tienen algo de pelo que, de acuerdo con Nerea Sota, impulsora del proyecto Las Huellitas de Maddi, se injerta «con unas agujas especiales».
Por otro lado, reconocen que existe cierto sector en la sociedad que percibe el mundo de los muñecos hiperrealistas con cierto recelo. Es decir, consideran que las mujeres que coleccionan reborns padecen algún tipo de trauma por no haber podido ser madres. «Yo soy madre de tres y colecciono muñecos reborn. No estamos locas ni tenemos ningún trauma», sentencia González.
En el mismo orden de ideas, Guirado achaca a ciertos medios de comunicación la visión negativa que muchos tienen sobre su trabajo. «Es puro sensacionalismo», advierte, «salieron dos reportajes en la tele hace unos años que tergiversaron este mundo», zanja. Ahora, según ésta, sí existe una minoría que adquiere estos productos a raíz de un trauma. «Pero son muy pocas las personas cuya motivación para coleccionar surge por esos derroteros», insiste Guirado.
Apenas quedan cinco minutos para que el reloj marque las 12.00 del mediodía. La lluvia azota Bilbao sin piedad y forma densas cortinas de agua que impactan con estrépito contra la acera. Por eso, las calles de la villa está poco transitadas. El espacio Yimbi, no obstante, está hasta la bandera. Sobre todo de mujeres y niñas como Yolanda Campos y la hija de su novio.
«Le encantan este tipo de muñecos», dice refiriéndose a la vástaga de su pareja. Tanto es así que la pequeña se ha llevado un berrinche morrocotudo justo antes de entrar a la feria cuando unas gotas de lluvia han salpicado los ojos de su muñeca. «Es que son piezas muy delicadas con las que hay que tener mucho cuidado», señala Campos.
Por eso, González cree conveniente señalar un aspecto a su juicio fundamental, que los reborns «no son juguetes» y que, por lo tanto, atesorar una de estas piezas conlleva «una gran responsabilidad. «Las personas que tienen obras de arte en casa las cuidan y las mantienen. Nuestras piezas requieren de los mismos cuidados», apostilla Guirado. Dicho esto, la organizadora del encuentro señala que la mayoría de las personas que aportan estos cuidados son mujeres, «que coleccionan los muñecos», o niñas, «que juegan con ellos a la par que aprenden a responsabilizarse».
Campos considera que si el público del mercado de los reborns es mayoritariamente femenino es porque el peso de los cuidados continúa recayendo en este sector de la sociedad. «Trabajo en la unidad de neonatos del Hospital de Cruces y lo veo todos los días. Todavía a día de hoy, son pocos los hombres que cambian pañales», lamenta.
Tomado de www.deia.eus