Volver al papel y el lápiz
«Tenemos que aprender de nuestros errores pasados al utilizar la tecnología en la educación para no repetirlos en el futuro», entona el mea culpa Manos Antoninis, redactor principal del informe del organismo de la ONU. «La revolución digital encierra un potencial inconmensurable, pero hay que enseñar a los niños a vivir tanto con la tecnología como sin ella. No podemos descuidar la dimensión social del aprendizaje», concluye, apuntando a que la toxicidad de los móviles trasciende el ámbito educativo y afecta a la convivencia en los hogares y en las calles.
El ejemplo más notable de que hay una contrarrevolución en marcha es Suecia, que el curso pasado alardeaba de estar a punto de completar la digitalización total y, de repente, dio un giro copernicano a su política educativa, aparcando las tabletas y dispositivos móviles y volviendo a los libros de texto. Al papel y al lápiz. A ver si los alumnos vuelven a tener paciencia para leer (y entender) dos frases seguidas, porque en una pantalla es imposible.
«Nos hemos dado cuenta de que pedir a las tecnológicas que proporcionen una herramienta educativa es como pedir a Pizza Hut que haga el menú de los comedores escolares», sentencia la psicóloga canadiense Catherine L’Ecuyer. Una reflexión que pone el punto de mira en Silicon Valley. Este curso será, además, el de la respuesta de los centros educativos al asalto de ChatGPT y la inteligencia artificial, que se produjo por sorpresa en noviembre y sin darles margen para reaccionar. Y que puede convertirse en la herramienta tecnológica definitiva para transformar la educación o para que los chavales liquiden los deberes en medio minuto y sigan a lo suyo, pendientes de TikTok, del WhatsApp, de Instagram, de YouTube y de Snapchat.
Las compañías matrices de estas plataformas se enfrentan, además, a una demanda colectiva en Estados Unidos que empezó en las escuelas de Seattle en enero, pero que ya se ha extendido a lo estados y 44 distritos escolares. «Las compañías tecnológicas se han aprovechado de que el cerebro de niños y adolescentes es inmaduro para diseñar algoritmos que satisfacen el anhelo de atención social y de estatus y volverlos adictos a sus aplicaciones. Han convertido la angustia de nuestros hijos en una fuente de ingresos millonaria», se argumenta en la querella. Lo más llamativo es que todas las escuelas del condado de San Mateo (California), en pleno corazón de Silicon Valley y sede de Meta (Facebook), se han sumado al litigio. En casa del herrero, cuchillo de palo… Este frente judicial tiene un aliado al más alto nivel. En mayo, Vivek Murthy —el cirujano general de Estados Unidos (la máxima autoridad sanitaria)— pidió que se restringiese el uso de las redes sociales a los jóvenes ante una crisis de salud mental sin precedentes. «Nuestros niños y adolescentes no tienen el lujo de esperar hasta que sepamos la huella que estas aplicaciones tienen en ellos», afirmó. Muchos se preguntan si esta cruzada, que apenas ha comenzado, llega a tiempo o el mal ya está hecho. Y si toda una generación sufrirá las consecuencias.
Tomado de XLSemanal (19-23 septiembre 2023)