Adolfo Hitler

Una de las legendarias figuras que han impactado a la humanidad es sin duda Adolfo Hitler . Sus horribles actos genocidas y el desastre que trajo a casi todo el mundo durante la segunda guerra mundial, siempre serán recordados. Sin embargo, el tomar el máximo poder del gobierno alemán en tan sólo unos pocos años no parece una tarea fácil. Adolfo Hitler, sin lugar a dudas, fue un genio en el arte de la manipulación y el control. Con su estilo de golpear rápida, sorpresiva e irreversiblemente fue viendo caer a sus enemigos uno por uno, ya fueran de personas de su mismo partido o de otras facciones polí­ticas opositorias.

Juventud de Adolfo Hitler.

Hijo de un aduanero austriaco de nombre Alois Schickgruber-Hitler (antes se apellidaba Schickgruber, pero se cambió el apellido a Hitler puesto que era más prestigioso) y Klara Pí¶lzl (una joven que era 23 años menor que Alois) Adolfo Hitler nació en Braunau, Austria, el 20 de Abril de 1889. Vaya sorpresa que el máximo lí­der de la Alemania Nazi fuera en realidad austriaco, naturalizado alemán.

La infancia de Adolfo Hitler no fue fácil, transcurrió en medio del autoritarismo y dureza de su padre Alois, personaje que, pese a únicamente tener la educación primaria era un agente de aduanas exitoso y que habí­a ascendido muy rápidamente. Hay que comentar más ampliamente el origen de Alois para poder entender (al menos en parte) el comportamiento futuro de Adolfo Hitler. Alois fue el hijo ilegí­timo de Anna Schickgruber , debido a eso fue que el apellido se consideraba deshonroso. Esto posiblemente influyó a Hitler al pensar que talvez su misma persona tuviera un origen remotamente Judí­o. Adolfo Hitler no era un alumno exitoso, al contrario era más bien holgazán y sin muchos amigos, posiblemente debido a que su infancia transcurrió en medio de mudanzas debido al trabajo de su padre; no terminó la secundaria. En contraparte a la cruel y violenta figura paterna, Adolfo Hitler encontraba refugio en el gran cariño materno. Vivió casi toda su infancia en Linz y su juventud en Viena.

Su estancia en Viena.

Una vez que Adolfo Hitler se habí­a instalado en Viena en 1907, lleno de apatí­a y sin mucho que hacer, lo único que le traí­a gran regocijo era la música del gran compositor alemán Ricardo Wagner , la cual según Hitler, era la música del nacionalismo alemán por excelencia. Se dice que estuvo mendigando por unos años mientras al mismo tiempo era rechazado en sus intentos por entrar en la Academia de Bellas Artes para estudiar Pintura. Sin embargo, Hitler no pudo entrar en esta pese a sus dos exámenes. Al parecer sus pinturas carecí­an de vitalidad y eran más propias de un arquitecto. Talvez estos fracasos fueron desarrollando un complejo en contra de la sociedad la diversidad cultural que se viví­a en Viena, la cuál no le parecí­a atractiva a Hitler. Fue en ésta época cuando se desarrolló su sentimiento nacionalista alemán y el antisemitismo. Al parecer, Adolfo Hitler sentí­a una admiración verdadera por la orgullosa nación alemana y en el lado opuesto no se sentí­a atraí­do por su patria, a la cual consideraba débil así­ como a su ejército, propio de un paí­s en decadencia. A tal grado era su falta de apego que cuando se le requirió para presentar el servicio militar, Adolfo Hitler se escondió en Viena durante 3 años, enviando una carta a la autoridad correspondiente donde exponí­a que sus razones para no hacerlo eran que no tení­a medios para subsistir y viví­a en la pobreza.

Sin embargo, Adolfo Hitler no viví­a en la pobreza. De hecho, tení­a acceso a una pensión de orfandad y vendí­a algunas pinturas, de las cuáles algunas eran tomadas de estampillas postales, y se decí­a que no todas se vendí­an. Algunos de los que rechazaban las pinturas eran Judí­os, tal vez esto contribuyó en cierta proporción a engrandecer su odio contra los mismos.

Hitler en la Primera Guerra Mundial.

Pero si Adolfo Hitler no prestaba el servicio militar en Austria no era por razones de cobardí­a, puesto que durante la primera guerra mundial se enroló en el ejército Alemán, donde debido al valor y audacia demostrados fue ascendido a cabo. Aunque pese al ascenso se dice que sus superiores no confiaban en Hitler como para asignarle un rango más alto debido a que no le veí­an capacidad de mando. Hitler debió ser un soldado extremadamente valiente y con sumo afán de lucha, que se ofrecí­a a realizar misiones peligrosas como el llevar mensajes entre trincherras o cuarteles, al grado que llegó a ganarse una cruz de hierro. Se dice que en la unidad en la que Adolfo Hitler entró al comienzo de la guerra, eran 3500 efectivos, mientras que unas semanas después solo quedaban 600. Tal era la brutalidad de la Gran Guerra. Sin dejar de demostrar su habilidad en el campo de batalla, en 1916, Adolfo Hitler cae herido a causa de un disparo en la pierna. Sin embargo, pronto se restablece y tras pasar el invierno reponiéndose de su herida, vuelve al frente con gran júbilo. Luego en 1918, tras un ataque por gas mostaza, Hitler cae nuevamente herido; «gaseado» según su cartilla militar. Es ingresado entonces en el hospital Passewalk , donde es sometido a algunas operaciones y es presa del dolor. Es aquí­ donde Adolfo Hitler recibe le funesta noticia del fin de la Gran Guerra que trae como consecuencia la caí­da del imperio Austro-Húngaro y la humillante derrota de su admirada Alemania. Es probable que durante este lapso Adolfo Hitler se sumiera en sus pensamientos y comenzara a darse cuenta de los grandes y veloces cambios del mundo en el que está viviendo. Es aquí­ donde Hitler comienza su afán nacionalista y su rechazo a las demás facciones polí­ticas como el comunismo, con sus propagandistas bolcheviques corriendo por todos lados, y la actual república demócrata de Weimar, con sus polí­ticos a quienes acusaba de haber traicionado a Alemania al haber aceptado las desilusionantes condiciones del tratado de paz de Versalles (1918).

Hitler y el Partido Obrero Nacional.

Es comprensible que Adolfo Hitler se sintiera extraño e invadido por un deseo de actuar después de la experiencia de la Gran Guerra. Ahí­, en el campo de batalla, Hitler era respetado e incluso admirado por algunos colegas, cumplí­a misiones de cierta importancia y se encontraba identificado con sus compañeros y los objetivos de la Gran Guerra, de ayudar a Alemania a demostrar su supremací­a. De vuelta en la vida rutinaria Adolfo Hitler tení­a mucho que hacer y se encontraba en un estado de pobreza. Es aquí­ donde las piezas empiezan a encajar como si el destino tuviera todo resuelto y frí­amente calculado para él. Hitler se queda en el cuartel de Munich donde espera instrucciones para alguna misión, cualquier cosa que lo saque del aburrimiento en el que se encuentra. Le es asignada una misión a Adolfo Hitler como espí­a para vigilar las muchas facciones polí­ticas que ahora se encuentran por todos lados en la alemania de posguerra. Para esto lo único que Hitler tiene que hacer es asistir a las reuniones de dichas facciones y enterarse de qué es lo que traman y asegurarse que no planeen ninguna acción violenta o que atente contra el «orden». En una reunión del DAP , en el partido obrero alemán, el 19 de Octubre comienza su carrera polí­tica en una taberna en Munich. Pronto Adolfo Hitler se vuelve el lí­der principal del partido. En encendidos discursos que brillaban por su audacia y atrevimiento Hitler deja caer toda su ira sobre los culpables (según el) de la miseria alemana: los judí­os, comunistas y todas las otras facciones diferentes, eso sin contar con la exaltación del nacionalismo alemán. En estas condiciones la clase media y baja de Alemania, estaba de acuerdo con las ideas hitlerianas; los discursos de Adolfo Hitler no hací­an otra cosa que reflejar y aumentar el descontento de la población y lo capitalizaba contra las razas e ideas diferentes a las suyas. Al tener a un culpable responsable de los males de la nación, la popularidad de Adolfo Hitler fue creciendo rápidamente. Después rebautizarí­a al DAP como NSDAP o Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes.

Influenciado por el fascismo de Mussolini, este movimiento, adverso tanto a lo existente como a toda tendencia de progreso, representaba la respuesta reaccionaria a la crisis del Estado liberal que la guerra habí­a acelerado.

Junto a esto, la indemnización que Alemania debí­a de pagar estipulada en el tratado de Versalles son un obstáculo más para la economí­a alemana. La miseria se vive en cada calle, el marco se ha devaluado hasta no valer casi nada y hambrientos van y vienen sin rumbo fijo, no hay trabajo. El débil gobierno alemán no puede hacer frente a las deudas de posguerra y al abastecimiento propio. Adolfo Hitler se convierte en un activo lí­der polí­tico organizando mí­tines, grupos y repartiendo propaganda que es muy bien recibida por la gente que se encuentra en la miseria, que es la mayorí­a. No muchos son los que están a favor de la república y algunos se encuentran temerosos del comunismo, así­ que Adolfo Hitler logra para su causa grupos que ven en él y su partido un concepto afí­n a sus ideales, grupos como los radicales católicos, militares y la gente en general que está a disgusto con la molesta situación que se vive a diario por las calles. Es en dichos grupos donde por primera vez anuncia el sí­mbolo del partido nazi: la svástica . Todos tienen el propósito de devolverle a Alemania su puesto como gran potencia europea. Por si fuera poco, Francia, invade las cuencas del Rhur y el Sarre para garantizar el pago de la deuda. Se siente crecer el descontento. Los rivales más poderosos en este momento son los comunistas, que despliegan una fuerte actividad entre los alemanes.

El golpe de estado de Munich y Mein Kampf

El 8 de Noviembre de 1920 el partido NAZI con Adolfo Hitler a la cabeza convoca una reunión de las personalidades polí­ticas más distinguidas de Alemania. En medio de la reunión, Hitler intentó dar un golpe de estado que le arrebatarí­a el poder a la república demócrata. Entró junto a Goering y 25 miembros del partido debidamente armados, se paró en una silla disparo al aire y caminó hacia la tarima de oradores y dijo:

«¡La revolución Nacional ha comenzado! ¡Esta sala se halla tomada por seiscientos hombres armados! El gobierno de Baviera y el del Reich han sido abolidos y acaba de formarse un gobierno nacional provisional. Los cuarteles del ejército y la policí­a han sido ocupados y tropas y policí­as marchan hacia la ciudad con el emblema de la svástica».

Sin embargo, dicho golpe de estado fracasó debido a que los principales personajes involucrados no estaban convencidos de la manera en que se harí­an las cosas. Tales personajes eran Von Lussow (jefe del ejército de Baviera), Gustav Von Khar (comisario del gobierno central de Berlí­n), el general Ludendorf (héroe de guerra de muy alto prestigio) y Seisser. Luego de esto, Adolfo Hitler es condenado a 5 años de prisión por el tribunal asignado, cumpliendo solo 9 meses.

Durante su estancia en la cárcel, Adolfo Hitler aprovecha el tiempo para dictarle a Rudolf Hess la primera parte de su libro Mein Kampf (Mi lucha), que es una especie de autobiografí­a donde puede darse rienda suelta y explicar abiertamente sus ideas e ideales además del clásico discurso inquisidor contra los judí­os y la divinización de la raza aria y una Alemania para los alemanes. En 1924 Adolfo Hitler sale en libertad y vuelve a la actividad del partido, pero ahora optando por la ví­a democrática como medio de tomar el poder.

Hitler conquista el poder

El odio a los judí­os alcanza un nivel más alto en las ideas que predica, las cuales son muy bien acogidas por la opinión pública. Joseph Goebbels se encarga de crear una campaña propagandista sin igual, exhaltando los ideales del partido de manera fanática tomando siempre a los sentimientos y emociones como arma principal de sus campañas. La crisis de 1929 afecta especialmente a Alemania, y las masas la clase media ven en el nazismo la salvación ante el influjo comunista. Tras alcanzar gran popularidad, Adolfo Hitler se postula como candidato en las elecciones de Marzo de 1932 contra Hindemburg, este último resultando ganador. Sin embargo, a causa de la inmensa cantidad de gente que votó a su favor, a Hitler se lo otorga la cancillerí­a después de la muerte de Hindemburg, no sin resistencia. Von Papen, quién habí­a tenido el puesto de vicecanciller, trata de manejar a Hitler, aunque ineficazmente. Luego de eso, fusionando el puesto de canciller con el de Fí¼hrer, Adolfo Hitler queda como lí­der supremo del Reichstag, el tan famoso tercer Reich. El Reich de los mil años.

Una vez con el poder en sus manos, Adolfo Hitler continuó con su conocido activismo, tomando medidas tanto internas como externas para asegurar la soberaní­a de Alemania. En el Sarre , logra expulsar a los franceses a través de la mayorí­a de votación en un plebiscito decretado por el. Purga las filas nazis durante la « Noche de los Cuchillos Largos « en 1934, donde quita del camino a su antiguo amigo Ernst Rí¶hm, lí­der de las S.A. que era un grupo armado que ayudó a Hitler a incrementar su campo de acción a través del miedo que infligí­an y a combatir a los comunistas. El tratado de Versalles significa casi nada para Adolfo Hitler, puesto que en contraposición contra el mismo, comienza la militarización de Alemania, al mismo tiempo que lanza el «Anchluss», que es la anexión de Austria. El tratado de Versalles y la sociedad de naciones poco pueden hacer con su «polí­tica de apaciguamiento». Adolfo Hitler Restaura el servicio militar obligatorio en 1935 y remilitariza Renania en 1936. Es curioso notar que la ví­a para superar la desastrosa situación económica de Alemania fuera la remilitarización, la industria armamentista. Una policí­a paramilitar es creada, conocida como la Gestapo, para controlar el orden y velar por la seguridad del estado y la pureza de la raza aria. Poco a poco el odio hacia los judí­os de parte de la población ha ido creciendo y en 1938 tiene lugar la « Noche de los cristales rotos «, cuando miles de judí­os fueron asesinados y sus tiendas y posesiones destruidas, en una violenta represión, violencia que degeneró en los campos de concentración, a donde los judí­os eran llevados y algunos eran obligados a trabajar mientras que otros pasaban directamente a ser exterminados. Seis millones de judí­os murieron en estos campos. Los campos de exterminio, donde Adolfo Hitler llevarí­a a cabo el asesinato sistemático de los judí­os, fueron conocidos como « la solución final».

Comienza la remilitarización

La agresiva polí­tica internacional de Adolfo Hitler contribuyó en la reconstrucción de alemania, prometida por el mismo en sus campañas polí­ticas. En vez de limitarse únicamente a los conflictos internos, Hitler hizo uso de hábiles maniobras externas para comenzar la conquista europea y junto con la Gestapo y las SS, Hitler no tení­a virtualmente oposición alguna dentro de Alemania. Dentro de las maniobras externas que Adolfo Hitler utilizó, estuvieron la alianza con la dictadura fascista de Mussolini en Italia, la intervención en la Guerra Civil Española al lado de Franco , y su alianza con Japón con el objetivo de presentar resistencia a los Rusos (pacto Antikomintern, 1936) donde se conformó el Eje Berlí­n-Roma-Tokyo (1937).

Fue durante el conflicto bélico alrededor de Danzig, lo que le llevó a invadir Polonia, y ahí­ fue cuando Inglaterra y Francia reaccionaron ante la amenaza que ya se veí­a venir y le declararon la guerra a Alemania. La Segunda Guerra Mundial habí­a comenzado. Inmediatamente después la Wehrmacht (ejército Alemán) invade Dinamarca y Noruega, tan solo meses después, seguirán Bélgica y Holanda en 1940. El poderí­o Nazi está en el apogeo de su fuerza; Europa se encuentra de rodillas ante el poder de la svástica. El moderno y bien suministrado ejército del Fí¼hrer arrebatan victorias en numerosos frentes. Recordando la Primera Guerra Mundial, y cuan cerca estuvieron de tomar Parí­s, los ejércitos Alemanes de Adolfo Hitler derrotan a los franceses en tan solo diecisiete dí­as y toman Parí­s ese mismo año. Rusia no entraba en la guerra aún a causa de que se habí­a firmado un Pacto de no agresión en 1939, acordando con Stalin el reparto de Polonia. Sólo Gran Bretaña resiste y estuvo cerca de verse invadida también si no fuera por la heroica batalla aérea de Inglaterra en 1940-1941, cuando la Lutwaffe al mando de Gí¶ering se enfrentó a los poderosos aviones ingleses. Adolfo Hitler conquista también Holanda, Luxemburgo, Yugoslavia y Grecia, mientras que Italia, España, Hungrí­a, Rumania, Bulgaria y Finlandia son paí­ses aliados y Suecia y Suiza se encuentran en estado de neutralidad benévola.

El principio del Fin.

Y es aquí­ cuando Adolfo Hitler comete su más grande error: abrir el frente oriental con Rusia (URSS). Las causas del enfrentamiento con Rusia provienen de las irreconciliables diferencias entre las ideologí­as de ambas naciones, además de la polí­tica y el sueño hitleriano del « espacio vital « que tanto ansí­a Hitler para que la población alemana se desarrolle sin lí­mites. Bajo estas condiciones Adolfo Hitler lanza un violento ataque contra la unión soviética teniendo que pelear en frentes occidentales tanto orientales y sin embargo, consigue un incontenible avance hasta llegar a Stalingrado en 1943, misma que estuvo a punto de caer, salvada solo por el cruel general invierno, el mismo que harí­a morder el polvo a Napoleón. Se dice que el invierno en ese año fue el peor que se habí­a vivido en décadas, las máquinas de guerra se atascaban, los soldados caí­an acabados bajo el terrible clima, y el ejército encargado del frente oriental fue diezmado de manera decisiva sin posibilidad de recuperarse posteriormente. El Tercer Reich Se encontraba herido de muerte.

La guerra se ha extendido hacia ífrica, donde el Gran General Erwin Rommel apodado «El zorro del desierto» por sus espectaculares y audaces tácticas de guerra, dirige a sus divisiones panzer y pelea valerosamente. Sin embargo sin los adecuados suministros cae, enfermo e involucrado en una conspiración que derivó en un intento de asesinato del Fí¼hrer Adolfo Hitler, es obligado a suicidarse en 1943. Dicha conspiración fue llevada a cabo por miembros del alto mando Alemán inconformes con el rumbo que estaba llevando la guerra y en desacuerdo con un Hitler que cada vez se veí­a más fantasioso. El asesinato pudo haber funcionado sin embargo el maletón que llevaba la carga explosiva fue colocada en el lado opuesto a Hitler de la maciza columna de la mesa donde se llevaba a cabo una reunión con sus generales: Hitler sólo obtuvo una lesión en el oí­do y otra en el brazo. Por otro lado los estadounidenses que habí­an entrado en la guerra desde 1941, llevan a cabo el desembarco en Normandí­a en 1944, pieza clave para la victoria. Las defensas que Rommel habí­a planificado nada pudieron hacer para contener el avance aliado.

La caí­da del Tercer Reich

Adolfo Hitler poco a poco ve como toda posibilidad de llevar adelante su sueño comienza a venirse a bajo. Cada vez se le ve más decaí­do, le tiembla la mano a causa del mal de Parkinson y su salud es bastante precaria. Poco a poco la gente en quien confí­a, incluidos sus generales comienzan a darse cuenta de que Hitler ya no está bien de salud, al optar por medidas con poca base para ganar la guerra. Ante el avance Ruso y Aliado, Hitler se esconde en su bunker junto a su perro y Eva Braun , la mujer que lo seguirí­a hasta el final con fé ciega y amor incondicional. Desde ahí­ con medidas desesperadas Hitler trata de sobrellevar la situación reclutando a todo habitante de Berlí­n en edad de portar armas, desde niños a ancianos, a que se sumen a la heroica defensa de la ciudad. Americanos y Rusos compiten por llegar primero al bunker de Hitler. Al final son los rusos los primeros en llegar. Derrotado y traicionado por la casi totalidad de sus colaboradores, Adolfo Hitler se encuentra en su Bunker en espera del final. Ahí­ dentro se casa con Eva Braun y al siguiente dí­a, ambos toman una cápsula de cianuro y Hitler se dispara un tiro en la cabeza y sus cuerpos son quemados para que no puedan reconocerse el 30 de Abril de 1945. Goebbels, su esposa optan por asesinar a sus hijos y suicidarse después siguiendo su ejemplo. Es así­ como terminó el sueño del Tercer Reich, el sueño de que una raza superior dominara la tierra y la librara de las razas inferiores y diferentes. Arrastró a su nación a la ruina y la destrucción, así­ como al mundo entero al mayor conflicto bélico que ha vivido la humanidad que cobro más de 50 millones de ví­ctimas y dejó el ejemplo de la violencia y la intolerancia como medio de llegar al poder sin que nadie se le opusiera seriamente. El genocidio al que sometió a los Judí­os será siempre recordado como la época en el que el mal casi triunfa en el mundo.

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