TEMA 10: Los espacios industriales en España: sectores y localización

Las actividades industriales se agrupan en torno a sectores que se identifican por el destino final de los bienes producidos o de acuerdo con la naturaleza u origen de las materias primas utilizadas.

Según el primer criterio, distinguimos entre industrias de base, de bienes de equipo y de bienes de uso y consumo. Las industrias de base ocupan   el primer eslabón en la cadena industrial, pues transforman las materias primas en productos semielaborados que, a su vez, son empleados como materia prima por otras industrias. Un buen ejemplo serí­an las industrias siderúrgica y petroquí­mica. Las industrias de bienes de equipo producen máquinas  o  herramientas,  que  son  utilizadas  por  otras  industrias  en  sus  procesos fabriles. Las industrias de bienes de uso y consumo transforman materias con distinto grado de elaboración o productos diversos en bienes que son usados o consumidos directamente por la población.

Asimismo, los sectores industriales pueden establecerse considerando sus caracterí­sticas generales; de este modo, distinguimos entre los sectores industriales tradicionales, los sectores dinámicos y los sectores de vanguardia.

a)     Entre los sectores tradicionales de la industria española incluimos aquellos que tuvieron una importancia capital en todo el proceso de industrialización contemporánea y que se relaciona con los metales. La metalurgia básica, tanto por ser la base de actividades industriales como por su dimensión económica, generación de empleo, conexión de otros sectores económicos, como la minerí­a, etc., constituye uno de los principales sectores de la industria española

La industria metalúrgica más destacada del hierro, es decir, la siderurgia, en sus dos modalidades: la siderurgia integral, que obtiene acero en los altos hornos a partir del mineral de hierro, y la no integral, que lo obtiene en hornos eléctricos a partir de la refundición de la chatarra

La industria siderúrgica se consolidó en el Paí­s Vasco, para luego extenderse al Mediterráneo (Altos Hornos del Mediterráneo) y a Asturias (Ensidesa). Tuvo un gran impulso en las actuaciones llevadas a cabo por el Instituto Nacional de Industria, que construyó  grandes  acerí­as,  explotadas  por  empresas  públicas.  Su sobredimensionamiento con relación a las necesidades españolas fue una de las causas que originaron su crisis, razón por la cual fue necesaria una fuerte reconversión que tuvo importantes repercusiones sociales. La siderurgia no integral, en cambio, responde a una estructura empresarial de menor tamaño y que su ámbito de implantación se extiende también a Navarra, Asturias y Cataluña.

Muy relacionada con la industria siderúrgica está la de transformados metálicos, que fabrica una gama de productos que abarca desde la ferreterí­a hasta la maquinaria; va asociada a la pequeña y mediana empresa y tiene una mayor dispersión   espacial, aunque se localiza preferentemente en los tres hogares clásicos de la industria española: Paí­s Vasco, Cataluña y Madrid.

Mucho más reciente en la cronologí­a industrial es la fabricación de electrodomésticos, que, por la naturaleza de los componentes que utiliza, tienen una clara filiación con las industrias metalúrgicas. Ha alcanzado una significación extraordinaria por su condición de abastecedora de bienes de uso a los hogares modernos. Su expansión fue paralela a las transformaciones experimentadas por la sociedad en los años 60, a la adopción de nuevas fuentes de energí­a para uso doméstico (gas butano, gas propano, gas natural) y a la generalización de la industria del frí­o. En principio, fue una industria muy atomizada en empresas de tamaño medio, aunque después serí­a reestructurada mediante procesos de concentración industrial.

La construcción naval   es otro de los sectores más importantes de nuestra industria tradicional. Es heredera de la vieja carpinterí­a de ribera y, aunque los buques siguen construyéndose en las instalaciones denominadas astilleros, el material utilizado en la construcción es el acero, que ha permitido el aumento de tonelaje. Por iniciativa del INI se construyeron grandes astilleros en enclaves significativos del litoral (Ferrol, Cádiz). Su estructura empresarial era la de grandes empresas públicas (Astano, Empresa Nacional  Bazán) especializadas en la construcción de buques petroleros y graneros,  y con los cuales España ocupó un lugar de privilegio en la lista de paí­ses constructores. Además de los grandes astilleros, existen empresas de menor tamaño dedicadas a la construcción de barcos de pesca o de recreo.

Los sectores de la industria textil, del cuero y del calzado son, igualmente muy importantes en el tejido industrial español. La industria textil catalana constituyó uno de los pilares de la industrialización, aunque con el correr de los tiempos experimentó cambios profundos, unos relacionados con la sustitución de las fibras orgánicas (lana, lino, algodón) por fibras de origen quí­mico, y otros relacionados con la restructuración de las empresas, que han aumentado de tamaño al concentrarse multitud de pequeñas fábricas en unidades de producción más competitivas.

La industria de la confección es una rama derivada de la industria textil que ha surgido a medida que la población demanda confecciones en lugar de tejidos. Está formada por un enjambre de pequeñas industrias que, al igual que la industria del calzado, se encuentra muy dispersa, aunque se extiende, sobre todo por las regiones mediterráneas.

b.   Otros sectores industriales, como los de automoción, quí­mico y agroalimentario, presentan un mayor dinamismo, que procede de su condición de abastecedores de bienes  y  productos absolutamente imprescindibles en  el  funcionamiento de  la propia sociedad industrial. Por lo general, son actividades conun alto componente tecnológico,  tributarias  de  grandes  inversiones  y  capital  multinacional,  y  de grandes instalaciones fabriles.

El sector del automóvil se desarrolló en España en la década de 1960, siendo, a su vez, uno de los impulsores del crecimiento económico. Prosperó bajo la protección estatal y al amparo de las inversiones realizadas por grandes marcas multinacionales y por el INI. Constituye un sector de gran influencia en la economí­a, por sus efectos inductores y por su capacidad de activar las numerosas empresas de las que recibe componentes. España cuenta con importantes plantas de fabricación de automóviles distribuida por toda  la  geografí­a  nacional  (Madrid,  Barcelona,  etc.)  y  es  uno  de  los  sectores exportadores de nuestra economí­a. La industria automovilí­stica sufrió los efectos de la reconversión, que estuvo muy centrada en el saneamiento técnico y financiero, el cual fue posible con el concurso de inversiones extranjeras y estatales.

El sector quí­mico se articula en torno a la industria petroquí­mica y a la industria quí­mica de transformación. La primera constituye la quí­mica de base, que se lleva a cabo en grandes complejos industriales, por lo general asociados a las refinerí­as de petróleo (Huelva, Algeciras, Cartagena, etc.) Es tributaria de grandes capitales, por lo común extranjeros. La industria quí­mica de transformación obtiene productos diversos, como pinturas, fertilizantes, etc., que se elaboran en establecimientos fabriles de mucho menor tamaño. Estos tienen un alto grado de dispersión espacial, aunque su localización preferente coincida con las regiones más industrializadas del paí­s: Paí­s Vasco, litoral  catalán y área metropolitana de Madrid.

El sector agroalimentario ha irrumpido con fuerza en las sociedades modernas. Consiste en un proceso de transformación de los productos agrarios impuesto por la disociación entre zonas productoras y consumidoras. Es un sector que se caracteriza por la diversidad en cuanto a la naturaleza de los productos, los procesos de transformación, la estructura empresarial, la distribución geográfica de las fábricas, etc. En general, predominan las fabricas pequeñas y medianas que coinciden en su mayorí­a con las áreas de regadí­o, aunque también se han establecido grandes empresas multinacionales, cuya presencia podrí­a ser muy importante en ramas como la de los derivados lácteos, la del aceite, la del azúcar, etc.

c) A la vanguardia de la industria y con una clara proyección de futuro se hallan los sectores  de  tecnologí­a  punta,  que  aportan  descubrimientos,  nuevos  materiales, sistemas y medios para la mejora de la producción industrial. A partir de estos elementos, se habla de una nueva revolución industrial. Su importancia radica en la inusitada importancia que ha alcanzado la tecnologí­a en el mundo contemporáneo, donde el valor de los bienes industriales no radica tanto en el de sus componentes materiales como en el de sus componentes tecnológicos. Se trata de un sector que integra las distintas ramas de la electrónica y su desarrollo ha sido impulsado por la Administración, pues es completamente imprescindible para  en los restantes sectores industriales.

LOCALIZACIÓN INDUSTRIAL EN EL PRESENTE

La industria española se articula HOY, en su dimensión espacial, en torno a los centros  industriales,  que  constituyen  el  soporte  de  las  regiones  de  mayor  y  más temprana industrialización, a los enclaves en el espacio rural y  a los ejes industriales, que enlazan las áreas industriales aprovechando las ventajas de una situación privilegiada.

El nuevo mapa industrial de España es reflejo de la trayectoria seguida en las diferentes épocas y en los recientes procesos de ocupación del espacio. En él se advierten, entre otras cosas, las siguientes caracterí­sticas:

1)  Consolidación  de  Madrid  y  Barcelona  como  centros  neurálgicos  de  la industria Española. Sus respectivas áreas metropolitanas han consolidado una potente y diversificada industria que en los últimos años ha experimentado dos tendencias de signo contrario: por una parte, la crisis y la reconversión de importantes sectores  industriales y, por otra, la revitalización de sus tejidos industriales a partir de la instalación de establecimientos dinámicos y de sectores de alta tecnologí­a.

2)  Declive de los espacios tradicionales de la industria española, particularmente los situados en la cornisa cantábrica, que se hallan en proceso de mutación y retroceso, a consecuencia de la crisis que afectó a los sectores maduros de su industria (metalurgia, petroquí­mica, naval), de gran implantación en este espacio geográfico y cuya caí­da ha tenido repercusiones muy negativas en las pequeñas y medianas empresas relacionadas con ellos. El declive ha afectado a Asturias, a Cantabria y, con especial intensidad, al Paí­s Vasco, que poco a poco empieza a recuperar las tasas de crecimiento industrial que habí­a perdido. Asimismo, esta situación ha influido en áreas del interior, tributarias de algunos de los sectores antes mencionados (Puertollano, en Ciudad Real; Ferrol, en A Coruña; la bahí­a de Cádiz, etc.).

3) Espacios industriales en expansión, entre los que destacamos las áreas periurbanas y los ejes de desarrollo.

En numerosas ciudades españolas se han consolidado áreas periurbanas de gran  importancia industrial, en  las  cuales las  industrias se  han  instalado al amparo de la proximidad a los centros urbanos, la accesibilidad a los mercados y a los centros de distribución, las facilidades de instalación, las dotaciones de suelo industrial, la situación estratégica de las ví­as de comunicación, etc. Estas instalaciones forman franjas o coronas que concentran industrias diversas y de variado tamaño y que suponen un espacio de transición entre la ciudad y el espacio rural.

Los ejes de desarrollo son el resultado de los procesos de difusión espacial de la industria a lo largo de corredores que comunican áreas industrializadas; los más dinámicos son el eje del Ebro y el eje del Mediterráneo. El primero aprovecha los beneficios geográficos de su situación entre el Paí­s Vasco y Cataluña, y la accesibilidad a  la  Meseta  desde  el  valle  del  Ebro.  El  eje  Mediterráneo se extiende desde Girona hasta Murcia y acoge una industria muy diversificada que se beneficia del mercado que le proporciona la altas densidades de población en el litoral. Además de estos dos ejes, hay otros interiores, igualmente dinámicos, como el del Henares, que se extiende desde Madrid hacia el norte. En cuanto a los ejes regionales secundarios, son buenos ejemplos los de Ferrol-Vigo, Palencia-Valladolid, del Guadalquivir, etc. A parte de estos ejes, hay que destacar como espacios industriales en expansión numerosos núcleos urbanos de tamaño pequeño o medio que aprovechan los recursos endógenos para su desarrollo industrial.

 4)  Los  espacios  de  industrialización  escasa  se  corresponden  con  las  zonas interiores de la Pení­nsula y algunas periféricas. Distinguimos en primer lugar, los espacios que fueron objeto de la industrialización inducida y que dieron lugar a importantes núcleos industriales, como Zaragoza, Valladolid, Burgos y Huelva-Cádiz-Sevilla; en segundo lugar destacamos una serie de espacios, como  Castilla-La Mancha o Extremadura de manifiesta escasez industrial debido a su baja densidad de población y a la ausencia de tradición industrial.

I.E.S. Gran Capitán (Córdoba) I.E.S.Colonial (Fuente Palmera)

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