TEMAS 17 y 18: Los movimientos migratorios en España y el Paí­s Vasco

Un aspecto destacado de la población española es su tradicional movilidad hacia otros paí­ses de África, América o Europa y, en épocas más recientes, por el trasvase de población de unas regiones a otras, o de áreas rurales a urbanas.

Las razones que mueven a las personas a desplazarse pueden ser muy diversas. En general, se está de acuerdo en que existe una motivación económica: la búsqueda de un empleo en otro lugar, que permita mejorar la situación económica y, en consecuencia, las condiciones de calidad de vida y bienestar social. No podemos olvidar, no obstante, otras razones como los desplazamientos motivados por guerras, persecuciones polí­ticas o religiosas, etc…

En la historia de España, los movimientos migratorios se pueden analizar en tres grandes apartados:

1.- Las migraciones exteriores

a) Destinos.

La emigración al norte de África fue importante durante el siglo XIX. El principal paí­s destinatario fue Argelia y los emigrantes procedí­an de las provincias de Alicante, Murcia y Almerí­a (acuciados por las duras condiciones de vida). Su trabajo en Argelia se centró en las obras públicas y en la agricultura.

La emigración a ultramar (Latinoamérica) fue importante durante la primera mitad del siglo XX. Los paí­ses de destino fueron Argentina, Cuba, Brasil, México y Uruguay y, más tarde, Estados Unidos y Canadá. Estuvo protagonizada por campesinos gallegos, asturianos y canarios de escasos recursos. Se prolongó hasta los años 1930, época en la que la crisis económica obligó a esos paí­ses a poner restricciones a la entrada de extranjeros.

La emigración a Europa fue muy importante entre los años 1960 y 1970 y las comunidades que más efectivos aportaron fueron Andalucí­a y Galicia.

  • Durante la primera mitad del siglo XX, se dirigió casi exclusivamente a Francia. Fue una corriente de agricultores levantinos que acudí­an al campo francés y que se incrementó con los obligados a emigrar a causa de la Guerra Civil (1939); así­, la presencia de españoles en Francia a comienzos de la Guerra Mundial se estima en unas 800.000 personas.
  • La finalización de la Segunda Guerra Mundial (1945) y el periodo de reconstrucción posterior en los paí­ses contendientes, marcará una nueva fase en la emigración de españoles a Europa. La necesidad de mano de obra en Francia, Alemania o Suiza, junto con el excedente demográfico y las deficientes condiciones económicas y sociales reinantes en España, fueron los factores que impulsaron las nuevas oleadas de emigrantes hacia Europa.
  • La década de los años 1960-1969 conoce el mayor número de salidas, llegándose a superar en algunos años la cifra de 100.000 emigrantes. Desde 1974, la salida de emigrantes se hace mucho más débil lo que motivará que el balance migratorio a partir de entonces sea negativo o escasamente positivo.

b) Consecuencias de las migraciones exteriores.

  • Efectos positivos de las migracione
    • La reducción de la presión en el mercado laboral: gracias a la emigración disminuyó la población en paro.
    • La entrada de divisas (moneda extranjera).
  • Repercusiones negativas.
    • Costes demográficos: la pérdida de población joven en las regiones migratorias provocó el envejecimiento de la población y la caí­da de la natalidad.
    • Costes sociales: ruptura familiar por ser sólo el cabeza de familia el que emigraba; difí­cil adaptación en el paí­s de destino debido al bajo nivel cultural del emigrante; empleo en trabajos duros y mal remunerados, con elevado nivel de peligrosidad, etc.
    • Costes económicos: se harán patentes en el despoblamiento de las áreas de origen, con el consecuente abandono de las tierras y de las infraestructuras, la disminución de las poblaciones, etc.

2.- Las migraciones interiores

El desplazamiento de personas entre las distintas provincias y regiones de España, desde las áreas rurales a las urbanas (éxodo rural), es uno de los fenómenos geodemográficos de mayor importancia de los últimos tiempos. El proceso de industrialización y urbanización será el causante de las migraciones interiores, que se desarrolla en España con toda su intensidad entre los años 1960 y 1970.

a) Evolución histórica. Las migraciones interiores presentan dos etapas:

  • Desde el siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX. La cuantí­a de estos desplazamientos no fue grande; no obstante, la industrialización de Barcelona y el Paí­s Vasco y las obras públicas iniciadas en otras grandes ciudades durante la dictadura de Primo de Rivera intensificaron las migraciones interiores, pero la Guerra civil y los años de posguerra hicieron disminuir los desplazamientos. Las zonas migratorias pertenecí­an a Galicia, las dos Castillas, Aragón y Andalucí­a oriental, mientras que las receptoras de emigrantes fueron Cataluña, Levante, el Paí­s Vasco, Andalucí­a occidental (Sevilla) y Madrid.
  • En los años 1960 y 1970 se producen importantes migraciones interiores. Se calcula que entre 1960 y 1985 unos 12 millones de personas emigraron de su lugar de origen. Durante esos 25 años, la media fue de más de 360.000 emigrantes anuales. Las provincias más beneficiadas por la afluencia de emigrantes fueron Madrid, Barcelona y Valencia, a las que siguieron Vizcaya, Girona, Tarragona, Alicante y Sevilla. Las regiones generadoras de emigrantes fueron Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucí­a oriental.

b) Nuevas tendencias

En los últimos años, las migraciones interiores han variado en intensidad y comportamiento geográfico. Estas son las novedades más sobresalientes:

  • La progresiva ampliación de las provincias con saldos migratorios positivos y la pérdida de la polarización en los lugares de destino que presentaba anteriormente el fenómeno migratorio.
  • La reconversión de áreas tradicionalmente de inmigración en áreas de emigración, debido a la salida de antiguos emigrantes; son los llamados «emigrantes retornados».
  • El éxodo rural es sustituido por desplazamientos de población entre los diferentes centros urbanos.
  • Verí­a también el tipo de emigrante: el actual pertenece de forma mayoritaria al sector servicios.

c) Consecuencias de las migraciones interiores

Las repercusiones de las migraciones interiores se dejan sentir especialmente en los planos demográfico, social y económico.

  • Para las zonas que actúan como focos de atracción, los emigrantes se convierten en la base del crecimiento demográfico de muchas áreas urbanas. Así­, la estructura por edad se ve rejuvenecida, la población activa, incrementada, y la natalidad y la fecundidad, revitalizadas. En el plano social, el aporte de nuevos contingentes es considerado como un factor que acentúa la riqueza y la diversidad cultural. En el plano económico, se produce una mejora en la oferta de mano de obra y una mayor concentración de recursos humanos. Pero también las zonas de inmigración se ven obligadas a asumir nuevos costes para satisfacer las demandas de una población en crecimiento: nuevos equipamientos e infraestructuras, mayor número de viviendas, etcétera.
  • Las zonas de emisión de emigrantes sufren repercusiones de carácter más negativo que positivo. Demográficamente, se produce un descenso de la población, el envejecimiento de su estructura y la caí­da de la fecundidad; en el plano económico, un empobrecimiento de los recursos humanos y una reducción de las actividades económicas. La emigración supone una mejora de la renta para los que permanecen.

Globalmente, han sido las causantes de fuertes desequilibrios en la distribución de la población y, por ello, han propiciado la aparición de zonas de fuerte concentración poblacional frente a la desertización demográfica de otras.

3. La inmigración de extranjeros en España

España ha pasado a ser un paí­s de inmigración. Se tienen datos de la inmigración de carácter legal, pero se desconoce la inmigración irregular o ilegal en su auténtica dimensión. Durante los últimos treinta años, los extranjeros residentes legalmente en España han pasado de 65.000 a 400.000. Entre 1989 y 1998, el crecimiento ha sido muy rápido, aunque apenas presenta el 1% de la población total española, porcentaje inferior al de otros paí­ses de la UE.

El colectivo de extranjeros residentes en España admite una gran variedad de situaciones:

  • Extranjeros nacionalizados. La evolución de peticiones de nacionalidad española se ha incrementado de manera extraordinaria en los últimos años. Las concesiones están en torno a las 8000 anuales. Este crecimiento obedece, por una parte, a la recuperación de la nacionalidad por parte de antiguos emigrantes españoles y de sus descendientes y, por otra, a los inmigrantes extranjeros que solicitan la nacionalidad. El mayor número de inmigrantes iberoamericanos entre los extranjeros nacionalizados se explica por el trato preferencial que éstos tienen en nuestra legislación.
  • Trabajadores. En los últimos años se han registrado alrededor de 12.000 nuevas incorporaciones anuales al mundo laboral. La mayorí­a la absorben Madrid y Barcelona. Los trabajadores extranjeros se emplean básicamente en el sector servicios (67%), en la agricultura (13,5%), y en la construcción y la industria (8%). Los paí­ses de origen de estos inmigrados son el norte de ífrica, Latinoamérica, Asia, Europa no comunitaria y Estados Unidos.
  • Estudiantes. Los estudiantes extranjeros universitarios forman un colectivo de cierta importancia en la inmigración internacional, la mayorí­a correspondió a Madrid, Granada y Salamanca.
  • Asilados y refugiados. Es un colectivo relevante. En 1984 se promulgó la Ley reguladora del derecho de asilo y de la condición de refugiado; un refugiado, según la definición de la Convección de las Naciones Unidas de 1951, es «aquella persona que a causa de fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad u opinión polí­tica, se encuentra fuera del paí­s de su nacionalidad y no puede o no quiere acogerse a la protección de ese paí­s, o que, por carecer de nacionalidad y estar fuera del paí­s donde antes tení­a su residencia habitual, no puede o no quiere regresar a él». España no se ve especialmente presionada por este problema, pues mantiene un número de refugiados que supone la mitad de los que existen en Francia, Bélgica o el Reino Unido. Las peticiones de refugio y asilo provienen, sobre todo, de paí­ses de la Europa del Este (Rumania, Bosnia), Asia, ífrica (Senegal, Guinea Ecuatorial) y América Latina (Perú, Cuba, Ecuador, Colombia).
  • Inmigrantes ilegales. Se define como inmigrante ilegal a todo extranjero que no tiene en regla su situación de residencia en España. Legalmente, no pueden trabajar, residir o recibir prestaciones sociales. El número de extranjeros en situación irregular es difí­cil de precisar. Para legalizar su situación y saber su número, se han realizado programas de regularización desde que se aprobó la Ley de Extranjerí­a en 1985. Este colectivo está compuesto por personas jóvenes, de sexo mayoritariamente masculino, que se emplean en trabajos como la agricultura, la construcción, el servicio doméstico, la hostelerí­a y la venta ambulante. Proceden de paí­ses como Marruecos, Argentina, Perú y Senegal, y se asientan en Madrid y Barcelona, principalmente. La pobreza, la carencia de vivienda, la falta de educación y de formación, y la marginación son algunas de las caracterí­sticas que definen a este colectivo.

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