Así promovió España que los matrimonios mixtos con indígenas 500 años antes de que fuera legal en EE.UU.
Los españoles que cruzaron el charco en el siglo XVI, el de la gran expansión por América, apenas supusieron un grano de arena en un mastodóntico continente de más de 40 millones de kilómetros cuadrados. Si los europeos consiguieron someter a imperios que, como los incas o los aztecas, tenían a su disposición a millones de súbditos, miles de ellos guerreros de élite, y fundar centenares de ciudades fue, simple y llanamente, gracias a la colaboración con los pueblos indígenas y a través del posterior mestizaje impulsado por la Corona.
Nueva España, germen de lo que hoy es México, conservaba en tiempos de la independencia al menos un 50% de la población indígena, y un 20%, mestiza. Cifra que, paradójicamente, no ha dejado de disminuir desde que se marcharon los malvados conquistadores. Solo el 23% de los mexicanos se considera indígena o descendiente de indígenas, según una encuesta interracial realizada en 2015 por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) de México.
Amancebarse
El mestizaje entre conquistadores e indígenas surgió desde los primeros años de la llegada de los europeos. Acostumbrados a un trato especial con el «otro» tras siglos de coexistencia entre cristianos, musulmanes y judíos, los aventureros españoles no mostraron ningún reparo racial a la hora de emparentarse con mujeres indígenas, en muchos casos coaccionadas para que accedieran a estas relaciones.
Según Cristóbal Colón, la destrucción del fuerte Navidad, fundado en su primer viaje, se debió al hábito de los castellanos de amancebarse con hasta «cuatro mugeres» y de apropiarse de las nativas a placer. Muchos capitanes desposaban a las hijas de caciques locales con el objetivo de heredar tierras y mano de obra.
Sin embargo, también fueron muchas las mujeres que se enamoraron sinceramente de aquellos hombres tan distintos a todo lo conocido en su mundo. Con el paso de los años, las relaciones mixtas fluyeron con total normalidad. Tecuichpo Ixcaxochitzin, una de las hijas del Emperador azteca Moctezuma, fue bautizada y llamada Isabel de Moctezuma por los españoles. Hasta tres veces se enlazó con españoles, teniendo con ellos en total seis hijos legítimos de ambos sexos y una más que no reconoció, Leonor Cortés Moctezuma, que engendró con el propio Hernán Cortés.
El conquistador de México tuvo, además, a su primogénito y queridísimo hijo Martín Cortés con la Malinche, Malintzin, quien fue intérprete del conquistador. El conquistador movió cielo y tierra para que Martín fuera declarado hijo legítimo por Bula papal de Clemente VII en 1528 y siempre veló por sus derechos.El conquistador de México tuvo a su primogénito y queridísimo hijo Martín Cortés con Malintzin con la Malinche, Malintzin, quien fue intérprete del conquistador
En Perú, el soltero empedernido que fue Francisco Pizarro decidió en Cajamarca casarse con la hermanastra del Emperador Atahualpa, Inés Huaylas Yupanqui, y sentar ejemplo entre sus hombres. El nuevo Perú sería mestizo o no sería. Inés Huaylas Yupanqui, bautizada con este nombre en honor a una hermana de Pizarro, fue entregada como esposa al viejo conquistador cuando Atahualpa se encontraba preso de los españoles.
El Inca Garcilaso
El de Trujillo se casó por el rito inca y, en diciembre de 1534, tuvieron a su primera hija, Francisca Pizarro Yupanqui. A finales del año siguiente, Inés tuvo otro hijo, Gonzalo, que murió muy joven, en 1544. Ambos serían reconocidos posteriormente como hijos legítimos por el Emperador Carlos.
Los testimonios de los cronistas respaldan que Pizarro trató a su primera esposa india con total cordialidad y que la relación parecía consolidada, tanto por razones afectivas como político. A decir María del Carmen Martín Rubio en su biografía de Pizarro «El hombre desconocido», la ayuda militar de la madre de Inés, Contarhucho, salvó a Lima cuando un levantamiento inca amenazó con echar al traste todo lo conquistado por Pizarro en 1536.
Por razones desconocidas el matrimonio terminó por separarse y, poco después, se casaron con nuevas parejas: Francisco con otra Princesa inca, Angelina Yupanqui, también hermana de Atahualpa; e Inés con un apuesto conquistador llamado Francisco de Ampuero, esta vez por el rito religioso cristiano.
Otro caso de flagrante mestizaje fue el protagonizado por el Inca Garcilaso de la Vega. Nacido en Cuzco, Gómez Suárez de Figueroa recibió este nombre por decisión de sus padres, una pareja formada por un conquistador extremeño, Sebastián Garcilaso de la Vega, y una princesa del extinto Imperio inca, Isabel Chimpu Ocllo. El cargo de corregidor del padre, no obstante, impidió que se casaran para no perjudicar a su carrera política.
El Inca sentó plaza como soldado, viajó a España y se pasó el resto de su vida escribiendo, con gran brillantez, sobre los mundos de su padre y los de su madre. Su obra literaria es también prueba del gran mestizaje entre continentes.
Uno de los primeros conquistadores destacados en tomar a una indígena como esposa fue Alonso de Ojeda, famoso por dar nombre a Venezuela y ya presente en el segundo viaje de Cristóbal Colón a América. El explorador conquense halló a una indígena llamada Guaricha, a la que puso el nombre de Isabel, en las orillas del lago Maracaibo durante un viaje de exploración en la primavera de 1499. Su plan original era incorporar a la joven al servicio de su casa, pero finalmente la persistencia de ella, que se manifestó enamorada de su señor, le impulsó a casarse y a tener tres hijos con ella.
En la Corte española, donde la belleza de la india encendió los mayores elogios entre los cronistas, Ojeda la presentó como su esposa de pleno derecho. Durante sus últimos cinco años de vida, Ojeda vivió encerrado en el convento de los franciscanos en Santo Domingo y se negó a verse más con su mujer. El amor de Isabel fue tan grande a pesar de la actitud de su marido que, según las crónicas, fue hallada muerta sobre la tumba de Ojeda pocos días después del fallecimiento de este.
Leyes para promover los matrimonios
Según el historiador británico Hugh Thomas, se estima que ya a principios del siglo XVI la mitad de los colonos castellanos de La Española estaban casados de alguna manera con mujeres indígenas. El problema es que, aún en esas fechas, existía grandes vacíos legales sobre la situación de los indígenas y el tipo de matrimonio que autorizaba la Corona. Fray Bartolomé de las Casas criticaba que el grado de amancebamiento era tal que los colonos se referían a sus parejas con el término «criadas», de ahí que el Rey Fernando el Católico, gobernador de Castilla, aprobara en 1514 una real cédula que validó cualquier matrimonio entre varones castellanos y mujeres indígenas.
La ley dio verdadero estatus legal a algo que, igualmente, llevaba años fomentando la Corona como un método para facilitar la tarea evangelizadora. Ya en 1503, la Reina Isabel reclamó al gobernador Nicolás Ovando, hombre fundamental en los primeros años de presencia europea en América, que fomentara los matrimonios mixtos, «que son legítimos y recomendables porque los indios son vasallos libres de la Corona española».
Hay que recordar que en EE.UU. los matrimonios interraciales no fueron declarados completamente legales en todos sus estados hasta 1967, cuando la Corte Suprema consideró inconstitucionales las leyes «anti-miscegénicas» que aún sobrevivían en algunos lugares del país.
Tomado de www.abc.es